martes, 17 de agosto de 2010
517.- MIGUEL CASADO
Miguel Casado es poeta, crítico literario y traductor. Nace en Valladolid en 1954, en cuya universidad estudia Filología Románica; actualmente reside en Toledo, donde es catedrático de Enseñanza Secundaria. Tiene una larga trayectoria como editor y redactor de revistas, entre las que destacó la colectiva El signo del gorrión (1992-2002) Y la hispano-portuguesa Hablar-Falar de poesía; co-dirige desde 1981 Los Infolios. Dirige la colección de libros de ensayo Dossoles-Crítica. Ha colaborado en los principales periódicos y revistas españoles, así como en las mexicanas Vuelta, El poeta y su trabajo o Letras Libres, la argentina Diario de Poesía, la francesa Magazine Littéraire, la inglesa Agenda y las portuguesas A Phala o Hífen. Textos suyos han aparecido en francés, portugués, inglés, alemán y gallego. Una antología de su poesía (Para ordenar los plurales) ha visto la luz en Uruguay y otra ha sido traducida al francés (Thèorie de la couleur).
- POESÍA:
Invernales (1985).
La condición de pasajero (1986).
Inventario (1987).
Falso movimiento (1993).
La mujer automática (1996).
Tienda de fieltro (2004).
- NARRATIVA:
Dúo para un piano sin cuerdas (1984).
La casa en derribo (1988).
-Ensayo:
Esto era y no era. Lectura de poetas de Castilla y León (1985).
De los ojos ajenos. Lecturas de Castilla, León y Portugal (1999).
Apuntes del exterior (1999).
Del caminar sobre hielo (1999).
"La puerta azul" en Las poéticas de Aníbal Núñez (1999).
La poesía como pensamiento (2003).
"Archivos" en Lecturas, 1988-2003 (2004).
"El vehemente, el ermitaño" en Lecturas de Vicente Núñez (2004).
Ramón del Valle-Inclán (2005).
Los artículos de la polémica y otros textos sobre poesía (2006).
Deseo de realidad (2006).
LA RAMA en el ojo,
como en el árbol, desnuda,
que el viento bambolea.
Sube y baja con el viento,
azota, misteriosamente
se la ve desde un sótano,
al pie de una escalera.
***
AHORA QUE la cabeza está llena
de una pasta esponjosa
y continua, en que nada
toma luz, se mira las manos
y encuentra el extraño callo de escritor:
hendido y rojo un momento
por la presión de la pluma. Y lee
sin entender la grafía negra,
esa forma plana del deseo,
plana y estéril.
***
LA MADRE urge a la niña, le dice
que su hermano, al que lleva en brazos
-con más de treinta meses le cuelga doblada
la cabeza-, pesa como un muerto.
Y las palabras resbalan por el cuerpo dormido
y caen al suelo entra las dos;
la niña mira, con cuidado de no pisarlas.
De Tienda de fieltro, DVD poesía, 2004.
Viento sobre las rocas...
Viento sobre las rocas,
el oleaje impide seguir la pesca;
sentado en el suelo espero, grumo
de codos y rodillas. Velozmente
un tren se despeña ante mis ojos;
el reflejo de las ventanas,
mientras en línea recta va hundiéndose.
NOTAS SOBRE EL ANTIGUO TEMA DE DEJAR LA CIUDAD
Columnas de humo sobre los cerros
salpican la curva del horizonte.
Lo que queda no son restos
de aquello que crecía
sino color sin vínculo:
las extensas superficies negras,
sus irregulares fisuras claras.
La tierra lentamente que arde.
FALSO MOVIMIENTO (1993)
El camión venía, en esta hora
sin tráfico, desde el final
de la calle desierta. En el bordillo
esperé su paso pesado
y lento; el toldo verde
vibraba un poco, a causa del motor.
Buscaba la curva de la plaza,
las señales que lo alejarían
de la ciudad. Lo imaginé en los suburbios,
junto a la ladera
del cerro, los kilómetros
vacíos en el amanecer
del domingo. Yo ya cruzaba
y, más allá de los árboles, era el comienzo
del viaje, girando hacia el túnel
bajo la vía, la matrícula
ajena, el toldo verde.
(De Falso movimiento, 1993.)
ENTRE BELMONTE Y MADRIGAL (1996)
Extramuros es una estepa rasa
donde las paredes van perfilando
su curva arenosa y mordida,
lo que serán ladrillos sueltos,
arcos ciegos. La torre
en la esquina, más alta.
Extramuros es la mancha
sin nombre de todo radio,
la extrema visibilidad,
los círculos frenéticos en vuelo,
los montículos, los trozos rojos
dispersos a la mano.
El ritmo del caminante
varía: la punta doblada
de las pajas, los revoloteos
y ruidos, la pérdida hacia dentro
en un tiempo oscuro.
De la puerta a la puerta,
alfileres de polvo,
bocanada ardiente.
Existen lugares de la meditación,
lugares de la vida, se agotan
estos lugares. Ver y no ver
en el camino, oír y no oír
en los encuentros. Se agotan
y el que permanece
en el monólogo aquel de la mojama
inscribe su muesca.
De un cerro a otro
se adapta la muralla
a las ondulaciones, encierra
olivos, toma cipreses.
O el hundimiento
donde se conservan vigas,
donde la solidez de las piedras
envuelve. Patio triangular,
ventanas como huecos últimos
a donde accede el gozo.
Estrellas de trigo.
(De La mujer automática, 1996.)
TIENDA DE FIELTRO (2004)
Ella leía poemas
de rara intensidad, concentrada
dijo que no había visto
las golondrinas. De lo que pensé
mientras una leía y otras volaban
-naturaleza, arte, disonancia
y armonía- sólo queda una duda
sobre la interpretación. Sublime
todo y grotesco, el vuelo ágil
angosto, esbelto y glotón entre los mosquitos,
la música chirriante, no puede
deslindarse de una duda
sobre la falta de fin, también
sobre la imposible esperanza.
(De Tienda de fieltro 2004).
***
I
Ocurre a veces este retorno
de los jóvenes fascistas, esas pintadas,
los símbolos. Algunos
bromean, es posible
que otros estén asustados,
circulan en coche, no les importa
dejar manchas en los asientos.
La pared distribuye, alrededor
de sus letras
negras y torcidas, anuncios
de pocos colores. Bromean, sí,
se divierten. Con pasquines
pequeños tapan escaparates
de comercios en quiebra.
(En la ciudad. Del libro ‘Falso movimiento’)
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