miércoles, 11 de agosto de 2010

403.- ESTHER MUNTAÑOLA


Esther Muntañola nace en Madrid en 1973 y vive parte de su infancia y adolescencia en Asturias. Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense en 1996, es Profesora de Dibujo en el Instituto de Enseñanza Secundaria Eijo y Garay de Madrid. En 2003 se publicó su primer poemario, “En favor del Aire”, Colección El Árbol Espiral, LF ediciones. Algunos de sus poemas se encuentran recogidos en las antologías “Entonces, Ahora”, Ed. Ayuntamiento de Rivas Vacíamadrid (2003), “Orillas de Ávila” (2004), “Hilanderas”, Ed. Amargord (2006), “Poesía para Vencejos”, Ed. Fundación Instituto Castellano Leonés de la Lengua, "Poesía Capital", Ed. Sial, (2009)y en diversas revistas, como Rey Lagarto, Prima Litera y la Revista Digital de Poesía Hartz. Tiene dos libros inéditos “Flores que Esperan el Frío” y “Libro de los Olvidados” y actualmente está preparando un nuevo libro de poemas. Mantiene en paralelo su actividad como artista plástica y en este ámbito ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas.




AIRE

Entreacto en la tormenta;
dos gatos gimen salvajes
y cae más noche por el cielo turbio.

Agosto, cansado
se va deshaciendo por Europa.

Mi casa
parece volarse con el viento
toda llena de aire, aturdida,
y yo en medio,
como si pudiese sujetarla
entre las estrellas que hoy no se ven
y el vacío.

Se acalla la ciudad
y habla el aire paseando tejados.
En mi alma también habla el aire
y me lleva a saltos
por las ramas de la noche,
deshabitada.

(Del libro En favor del Aire. Colección
El Árbol Espiral. LF ediciones, 2003)



***


El invierno se escribe otra vez,
blanco
sobre el asfalto
en la ciudad que dormita.

El frío
es una veladura pálida
hacia el naranja contaminado
que no deja llevar más allá la mirada.
Conduzco
con el sol que nace a mi izquierda,
me hiere los ojos pero es hermoso.

Todos los pájaros duermen
sin árboles
este camino.

Son puntos como notas en un pentagrama
entre la tierra y el cielo. Inmóviles ahora.

Y yo avanzo sobre el sueño, sobre otra mañana.
Me faltan manos para hacer.
Me faltan horas cada día,
en esta brevedad que habito, a la que nunca vuelvo.

(Poema perteneciente a un libro en preparación)





ALGÚN DÍA VEREMOS EL GANGES

Algún día veremos el Ganges.
Ahora cae una lluvia fina, callada,
zapatos mojados, no hay viento.

Estaremos en la ciudad de luz, sobre los ghats.

A veces miramos a través de la ventana.
Sigue la lluvia, los periódicos mojados.
Conocemos el lugar exacto del horizonte.

Las fotos hablan de templos, sueños deshabitados.
Tu boca es un camino que me lleva.

El agua del Ganges: turbia de tiempo, sueño de infinitud.

El día se extiende.

Los ojos aprenden a hablar antes, a caminar antes.
Tus ojos abrazan lentamente, fluyen como un río, nos llevan, me deshacen,
y hacemos nuevo el mundo
constelándolo con la mirada, templándolo con las manos,
imáginándolo a fuerza de amor.




EL BARDO


Cuerpos tangibles
dentro del aire que no tiene vuelo…
MIGUEL HERNÁNDEZ

El bardo apareció una tarde cubierto de oro.
Parecía venir de una batalla,
era un guerrero tardío, un animal de monte,
tigre y pájaro cumplido en la nieve.

El bardo me mira en azul desde el deseo,
de lejos me toma, a veces triste,
y abre mi carne con su mirada.

Conozco sus manos sin que toque mi cuerpo
su calor exacto, arreciando tormenta,
su multitud de amor, su temple oscuro,
la verticalidad de su alma,
la verticalidad de su cuerpo.

Imagino su afán de torpe minotauro,
su detenerse en el asombro, su incompostura;
la desdicha ante la tarde más triste de sus ojos,
la edad desangelada que ocupan sus manos.

Quise una vez su cuerpo, allí, sobre la mesa
con el cúmulo de pérdidas que de siempre amontona;
amor entre palabras y el sexo más impuro
que otorgar pudiera un dios a dos mortales.

Pero sus ojos son tristes;
azul cobalto se suicidan algunas tardes
de sombra encendida.



CONVERSACIÓN

El sabor del aire es grato a mi paladar.
W. WHITMAN


Un vino, por favor,
de la casa.
Gracias

-sus ojos-.

Estábamos hablando.



EL FRÍO

En los restos de la escarcha
el frío,
el frío pequeño como el amor,
"pequeña muerte".




COHERENTES

Hablamos la misma distancia.

Tu corazón
busca un espacio mínimo
de dos metros
de separación del mío.

Eso me agrada.
Duele ahora tener tan cerca un cuerpo.




GEOMETRÍA PLANA

Deja tu aire ir sobre mi frente…
LUIS CERNUDA

Camino de tren. El campo, amarillo desolado,
se ennegrece cerca de las vías.

Y vuelvo a la imagen del último sueño;
atrapado como Merlín
en el tronco del árbol
querías tocarme
pero eras humo.

La ciudad aparece más cercana ahora
y los muros son propuestas de grafiteros novatos.

Hay un punto de tangencia entre tu piel y la mía,
abandonado y nocturno, pero tú lo ignoras.




ARQUITECTURAS

Donde la muerte pierde su derecho (…)
GARCILASO


Ocurrió la noche en que te vi.
No te estaba buscando.
Acudiste sin saberlo
y el espacio se llenó de mandrágoras.

Yo había edificado
un lugar para que habitases,
a ti te había crecido
un hueco para mí en las manos.



LÍMITE

Tuve la vista ácima hasta que conocí tu nombre.

Extendías, acotada, la infancia;
el aire deshecho.

No sé qué no habrán roto tus manos
qué no habrán muerto,
qué no habrán amado, ácidas hasta la derrota.

Y ahora,
consigamos un recambio para el alma.




ABRIL

Y Abril sabe a fruta y a vértebras,
me deja el corazón raro,
y la memoria
(una ciudad sobre Asia y Europa
cuando miraba hacia el mar y te veía)
se sostiene entre cipreses de algún poema
aprendido en Mayo.

Allí no vi a los dioses.
No bajaron con sus carros ni lloraron las pérdidas.
Y hubo una canción que se repetía,
y escaleras que subir,
y cabezas vueltas hacia el Este y a la izquierda
se agrupaban los recuerdos como torres pequeñitas.

Había momentos para escribir sin palabras,
una aliteración feroz combando nadas.
Pero existías. Y el temor era cada vez más pequeño
como si hubiese bebido de algún frasquito mágico de Alicia.




VACÍO

Entré en la casa,
no había nada
y contuve las ganas de llorar.

En otra ciudad
se derrumbaba un edificio.




DEPARTURE

(…) fáltame la lumbre
de la esperanza, con que andar solía
por la oscura región de vuestro olvido.
GARCILASO


Ésta estatua
es demasiado fría
demasiado blanca
demasiado muerta.

Pero me mira
aún desde el frío,
la palidez y la muerte.

Cuando salga de aquí ni siquiera tendré
una mirada de escayola.



EL OLVIDO

Cantan los mirlos sobre los olmos nuevos.
Madrid, polvo y luz.
Siempre el mismo gris al levantar los ojos.




FRAGILIDAD

Sé que el invierno está aquí
detrás de esta puerta.
JOSÉ HIERRO

La tarde me trae su derrota
y hay una voz lejana que se enfrenta a la mía
enredándome
en la lucha distante y fría de la memoria.

Hay días en los que deberíamos salir de nosotros.
Hay días demasiado frágiles, que nos rompen.




EN FAVOR DEL AIRE

La luz se ensancha sobre el cielo.

Prendo palabras en favor del aire.

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