sábado, 19 de febrero de 2011

3077.- PABLO LÓPEZ CARBALLO


Pablo López Carballo (Cacabelos- León, 1983). Ha publicado el libro Sobre unas ruinas encontradas (La Garúa, 2010) y los cuadernos Viandante (2004, Sevilla) y Cámara de mano (2009, jcyl). Ha recibido varios premios, entre los que destacan el Letras jóvenes Castilla y león 2008 y el IV Premio Internacional La Garúa. Ha colaborado con relatos, poemas, reseñas y traducciones en las revistas Quimera, 7de7, Deriva, Letras libres, The Barcelona Review y La hamaca de lona, entre otras. Desde el 2007 es codirector del Espacio de Crítica Afterpost.



CUATRO POEMAS DE PABLO LÓPEZ CARBALLO




Las piedras no estaban aquí al principio
aparecieron luego entre varios puntos
de la historia a ciencia cierta, eso dicen.
A este lado los pájaros
son azules las plumas
azules la piel azul a este lado
los pájaros son así. El desierto
es arena y no solo eso. Sabrás
en que punto estamos, compartiéndolo
en este momento cierto, sin ciencia.
Los símbolos, me repito, no son más
que ruinas las ruinas deberían ser
ruinas y por encima de ellas más palabras
habitándolas saturando cada espacio abriéndolo:
nómadas entre piedras.

Acodados en el lago abandonamos
la casa, cruzamos autopistas
y sentimos el frío. Contrapongo
el lago y la autopista
pero en realidad son lo mismo
carecen de altura. Bacterias
para reconstruir una especie
la nieve y el agua se contradicen
en el estado. Luz que traspasa
la luz. Una bacteria
no desemboca en otra tampoco
la autopista lleva al lago:
confluyen, son uno en el papel
y fuera de el.





SOLUCIONES APLAZADAS EN DESVELOS

Diferentes especies vegetales,
anoto los resultados, crecen.
Líneas rectas escasas entre cinturones,
acelerador de parábolas. En la cama
recién pescada aleteas. Desconsuela
ver como te secas; en el hielo
un pájaro se posa vuela
corta el tendido eléctrico.
Seres microscópicos la sorprenden
estaban ahí antes que ella.

(De Sobre unas ruinas encontradas, La Garúa, 2010)






ESTAMPA I

¿Amanece?

Solar el terreno.

Baldosa y azulejo separan

el gesto
sicalíptico
de la mano. Mirar sin ver,
desconocerse.

La pintura en el vivero rinde cuerpo y se dispersa.
Los detalles luego:
giro de tronco o de muñeca,
nadie más escondido entre la hierba.

Fue aquí, junto a ese árbol. Las ramas parecieron abrirse, sí, fue en ese momento. Después las ramas parecieron cerrarse. Ahora es lo mismo pero con nieve. Disolución para pinceles.

Los días de simulaciones lingüísticas
se vuelven uno
como un guante. La ciudad agreste
cruzando la pasarela: igual que anotar los campos.
Sobre el televisor el catálogo de árboles, más abajo
la tierra y su supuesta autonomía de fruto. Cambio de canal
como remontando un río. Ya solo se hacen cosas
no se describen.

Cultivamos lo desconocido por miedo a perderlo,
surgió un mundo y nos quedamos sin dedos para señalarlo.
Sujetar por igual una flor y el espacio,
cada una en una mano. Pasan cuerpos,
ya hombres, que se proyectan: diapositivas sobre el cuadro,
¿mirar es proyectarse?

Las sombras previenen el movimiento.
Todavía el blanco entre las manos,
el afuera que no nos pertenece.
Voluntad sin espacio.
Crisantemos
tuétano
todo ocurre ya a destiempo. Nadie ha visto nada.
Nuestras iluminaciones son ruedas.
Distinguir voz.
Discriminar voz.
Diferenciar.

(Inédito)








[http://www.dvdediciones.com/firmas_pablo_lopez_carballo.html]




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