miércoles, 28 de julio de 2010

291.- LOLA CRESPO RODRÍGUEZ


Lola Crespo nace en Sevilla, en 1971.

Es Doctora en Historia del Arte y Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Ha publicado varios artículos sobre la arquitectura virreinal peruana y una monografía sobre la "Arquitectura doméstica de la Ciudad de los Reyes (1535-1746)", (accésit de la Diputación Provincial de Sevilla; 2006). Ha colaborado con varias biografías para la Real Academia de Historia en el Diccionario Biográfico Español.

Con el poemario "Menudencias significativas" ganó el concurso "IV Plumier de Versos" (ed. Nuño). Tiene varios poemas publicados, como "Recuerdos" (El Aljarafe y el Vino, ed. Aconcagua); o "A Federico García Lorca", (Homenaje a la Generación del 27, Excmo. Ateneo de Sevilla).En 2010 ha publicado el poemario "Gramática Malva"

Profesora de EE.MM. (Lengua y Literatura). Coordina y dirige el grupo de creación literaria La Madeja, con el que participa y organiza diversos recitales poéticos. Escribe semanalmente en su bitácora “Madeja de Palabras”:

http://madejadepalabras.blogspot.com/



I

Vivir por vivir, sin otra gramática
que la de un infinitivo prendido al alma
con punto de cruz.
(...) Vivir por vivir,
como cuando el mundo era un génesis de intenciones
que cabían en la palabra libre,
indiferente a los otros verbos,
en ese universo bañado
por el agua del paladar.

(Fragmento del poema Vivir por vivir)






II

Me he dedicado a borrar las páginas del cuaderno.
No, no está vacío:
Está listo.


Poemas

Juega con los libros hasta desmantelar los anaqueles de la memoria.
Toma arbitrariamente las dedicatorias de un porvenir,
las plegarias que cierran un sermón de horas,
las páginas impares de una obra miniada,
las jaculatorias profanas de las estanterías más bajas,
los capítulos 47 de tres novelas de lectura obligada,
el renglón justificado de un tomo gastado sobre la moral,
la inclinación promiscua del panfleto que rebosa dobleces,
la imaginación desmedida de la luz reflejada
en la vitrina, que alberga la enciclopedia
forrada de tipografías doradas.



Juega...
Hacen falta rincones nuevos
para nuestras páginas.




****


Mitologías humanas (A green lilac park)

Fuiste amazona del Danubio
entre las orillas de su cintura.
Tus ojos eran como el invierno
asomado a la tarde de Budapest.
De malva se vestían los lunares
mientras el hambre devoraba los candados.
La zíngara soñaba que Cohen
le leía la palma de la mano
para otear, a lo lejos,
las señas del paraíso
al que no llegaba ninguna estación.



(Take this waltz,
repetía la canción;
take this waltz -cause-
It´s all that there is).



Marginada en la colina
despidió los colores de la tarde:
So long... Marianne.
Habían vuelto a olvidar
aquella oración a los ángeles
entre lágrimas que resbalaron
por las fachadas de un centro comercial
como murmullos de alambre.



****


Cuando te pienso...

Cuando te pienso
se diluyen las calles,
las plazas, las ciudades;
caen los mapas y sus coordenadas
y emerges tú
entre el desarraigo.
Prescindo de parentescos
de la formalidad de los años,
de los colores, del gesto,
y emerges tú
en la palabra que sigue a la siguiente,
en las ganas de perpetuar
un himno a capella.


******

Éramos gramática libre
y pragmática de arroyo,
semántica en el pulso
de aquel largo viaje
apenas estrenado.

Éramos trazos sueltos,
paréntesis dispersos,
pinturas balbuceantes
sobre el relieve de las rocas
al amparo de las nubes.

Fuimos señas entre las señas
frente al mundo.


ERA EL MUNDO

Era el mundo y la mañana,
la risa turquesa,
el acero de la niebla,
la flor ahogada,
el surco abierto,
la miel en las manos,
el agua en la vista,
la luz en tus ojos.

Era el mundo tal cual,
sin metáforas,
palabra viva,
y nosotros.


OTOÑO AMBULANTE

Me hablabas de un otoño vencido
asomado a cualquier mañana,
de un color sin sombra,
de una sombra sin tacto,
de un tacto rojo-acerola,
de nísperos dormidos
entre cuentas pendientes.

Me hablabas de sumas y restas
prendidas en la tarde,
del peso molecular de la granada
de la granada y el aloe
del aloe y la forma de la noche,
de la noche y las horas;
de las horas... y yo...

...y yo atrasaba el reloj
para que no llegara tarde
el próximo aguacero,
mientras corrían cuesta abajo
todas aquellas palabras
resbalando
como la piel
camino de la esquina
en la que se cruza el aire
antes del vendaval.


******

"Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo"
Wittgenstein

Éramos horizonte sin ex libris
con la firma del níspero sobre la tierra,
artificios incompletos,
manchas tipográficas
que miraban el cielo de cualquier tarde.

Jugábamos a tirar al agua La piedra Rosetta
en la escritura especular del río
y la sonrisa del tétanos.

En la villa de los papiros
crecía el cáñamo y la ruina
y las estelas del paraíso
junto al manglar,
en papel pijama.

Habitábamos el sonido
y memorizábamos el viento
-prólogo de los intérpretes
de lengua en lengua-
calcos del agua.
Y los nombres,
a punto de entrar en filas
con el énfasis del calor en la siesta,
cuando la afasia traía adherida
la hierba fresca
en aquel lenguaje interior
de nuestros límites,
junto a la identidad hambrienta.


AMOR VIRTUAL


"No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay, sí, no respirar!..."
Gabriel Celaya

Ahora que las autoridades sanitarias
se vuelven poetas
-No beses
no des la mano,
di hola-.

Ahora que parece hora
de mirar para otro lado
-da de beber al sediento,
usa vaso de plástico,
recicla tu solidariad-.
Ahora que es tiempo de ceniza
mejor,
no me beses
no me des la mano,
no me saludes.
No me interesa
tu pornografía de imperativo,
tu solidaridad de urgencia
tu rutina de pancarta
tu humanidad inmunodeficiente.

(El amor siempre fue sospechoso para la salud)


EL FUEGO LLAMA AL FUEGO

*A Leonard Cohen, Blanca Andreu
y la madre que me parió.*


Cuando todos los ángeles caídos
llamaron con sus nudillos
a las tres puertas que esconde
la ciudad de Getsemaní,
-era primera noche del séptimo mes-,

temblé

al oír llegar al fuego pisando al frío

(el fuego llama al fuego).

Alerta los sentidos
invocaron en silencio
el preludio de las otras veces
en las que ardieron las piedras
vertidas en raíces de lava
sobre mi piel desnuda.

Las preposiciones rodaron por los suelos
anudando a los vocativos,
treparon por los muslos
y anidaron en el vientre
como el vuelo de las aves migratorias
a las puertas del diluvio.

Ante el muro de las lamentaciones
libre de la insatisfacción de ser prejuicio
desmoronó aquella argamasa de límites
que vinieron a cobijarse en el espacio que existe
entre mi ombligo y el tuyo,
incendiada la geografía del cuerpo
en aquel altar que éramos
en la más prohibida de las fiestas.

Le llamaron Apocalipsis
al desfilar de nombres de la primera declinación
que sabían a pan de ácimo,
miel
y presente,
sin saber que



-de frente-

eres mi libro de cabecera.



EA..

Te pasas el día
encapsulando nubes,
acariciando el teorema de Pitágoras,
midiendo las posibilidades de "ene"
cuando el límite tiende al infinito,
considerando que si "equis" es igual
o mayor a cero y tal y cual...
Y entre probabilidades
llegas al principio de la incertidumbre dichosa
y de sus malditas leyes
cosificadas como un alfabeto
(qué más da si es alfa u omega).

Y yo te dejo...
te dejo que sopeses la tangente
como inicio de la simetría;
y que sumes en el desayuno
tantos logaritmos neperianos
(y la madre que te parió)
antes de darte cuenta de que
(deja ya la calculadora)
yo soy tu proporción áurea.

Ea.



CORTESIA DE LA CASA

Un cortesano es un hombre
que pertenece a la corte.
Una cortesana es una mujer
de costumbres libres.

Y si a esta mujer cortesana
la vistes con la palabra “dama”
el diccionario de la RAE
como un guante en la cara
te la devuelve desnuda
en su primera acepción
como “ramera de calidad”.

Me interesa andar por las ramas
y me enseña La Academia
mayúscula y femenina
que se trata de una mujer
cuyo oficio
es la relación
carnal
con hombres.

Estoy como Mafalda,
con el pelo alborotado delante del mundo
tomando sopa doble;
y entre cuchara y cuchara
se me ocurre pensar
que los hombres de la corte
tal vez se sienten solos,
que puede que les de corte
a los hombres de la corte
pedirle a la naturaleza lo natural
y que, a lo mejor
(qué sé yo)
diseñaron ellos la cortesía y sus colores.
Y, a punto de terminar el plato,
me entran unas ganas e-n-o-r-m-e-s
de volver a aprender a hablar
con la lengua
con los ojos
con las manos
con mi sexo

en femenino y plural.



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