miércoles, 19 de enero de 2011

2856.- SALEH ABDALAHI HAMUDI (SLEHA)


SALEH ABDALAHI HAMUDI (SLEHA)
Nació en el año 1971 en El Aaiún. REPUBLICA ARABE SAHARAUI DEMOCRATICA.
Durante trece años estudió en Cuba, donde cursó Dibujo Técnico.
Al finalizar sus estudios regresó a los campamentos de refugiados saharauis donde trabajó varios años impartiendo clase de Formación Profesional.

En la actualidad vive en España y ha participado en las antologías de poesía saharaui “Añoranza” (Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de las Islas Baleares, 2002), “Bubisher”. (Editorial Puentepalo. Las Palmas de Gran Canaria, 2003), “Aaiun, gritando lo que se siente” (Universidad Autónoma de Madrid, 2006) y “Um Draiga” (Diputación de Zaragoza, 2007).

Es autor de la obra teatral “Sahara: Frit de camell”.






Sueño

Sueña el niño algún día
poder en el cielo batir su ala.
Sueña el cosmonauta poder
tener en sus manos, su propio planeta.

Todos sueñan allá arriba.
Sueña el astronauta,
abandonar su telescopio
y acercarse algún día a los astros
galopando en su adorada cometa,
sueñan incluso los enamorados
vivir una eterna luna.
Todos sueñan allá arriba,
y yo, tan solo sueño poder en mi tierra
algún día, alzar al cielo mi bandera.
Ven

Ven con tu condición de humano
para sentirte más humano,
a sentir la ausencia de la cuna
en la distancia del olvido,
a sentir la erosión del tiempo
que oxidó nuestros huesos
sin nombre.
Ven a vivir mi paciencia incierta
que descansa sobre las secuelas
de la guerra,
a esquivar la guadaña que arrastra
mi suerte,
a secar las calladas lágrimas que
ahogan nuestras almas.

Ven a salvar la inocencia que se pierde
entre el polvo y la pólvora,
y esperar en mis horas de exilio,
la última vuelta de mis plegarias.
Ven, y cuando hayas vuelto no dejes
de ser el eco de mi humana voz
que reclama con boca seca la LIBERTAD









Sed

Las piedras se descomponen bajo el sol
para mas arena.
Los caminos se pulverizan en la contienda
hacia una paz que por herida no llega.

El silencio se remota bajo el peso
de un gigante monte que se encierra
la clave de una serpiente negra,
y aquí en esta contienda donde el lagarto
se deseca bajo la sombra de un verano caliente
y el camello atontado por tanto espejismo,
tengo mas sed de paz que de agua.










Madre

Madre sé que sufres,
sé que el dolor te hace llorar
y que tus lágrimas son de cera y calor.
Madre sé que te han cegado los ojos
y te han ahogado la voz
para no cantar al mundo tu libertad
Madre sé que de tus brazos
te han arrancado los hijos
que tus senos deseaban
con amor alimentar
y mas que tus senos
tu historia y cultura enseñar.

Madre sé que tu llanto,
tu llanto mudo aún está
e hizo a todo el mundo escuchar.

Madre sabré también que vas a cantar,
a cantar con una voz que llegará al mas allá
y cuando amanece, tus brazos se abrirán
para tus hijos que están aquí y allá.

Madre sabré que tu alborada va a alumbrar
los puntos cardinales y mas allá
de la frontera y de la mar.

Y tus lágrimas Madre?
¡oh! tus lágrimas ésta vez serán de júbilo y felicidad
y cuando todo sucede
cuando la corona solo reina en su lugar
tú, tú Madre Patria seguro, seguro que vas a olvidar
porque tu corazón es todo AMOR Y PAN.









Nosotros

En esta intemperie seguimos estando
nosotros, los de antes,
los que luchan con sus desnudos cuerpos,
contra las desgarradas muelas abrasivas del tiempo.
Los que apagaron sus agujereados
pechos y ataron sus manos
sobre el vuelo blanco de palomas.
Los que mueren, nacen, sueñan
y, sobre todo, esperan arrancar
de las cenizas la identidad
de un corazón hecho ya fuego.












Mujer en el exilio

Después de la tormenta de arena
te levantas, bajo el alba del desierto,
y te vas, cargando a lomo el peso del exilio,
sacudiendo el polvo, que niebla con catarata
tu nostálgica mirada.
Allí estás tú mujer, contra el viento y su
desaliento,
mazando con amor la gracia de nuestra
vitalidad.
Al atardecer, ya fatigada pero a la vez
gentil y gallarda, te vas,
dejando huellas de sonámbula,
hundiéndote en la arena,
para encontrarte con el ocaso,
Y con alivio, te sientas a evocar
tu horizonte.
El ocaso está gris, está amarillo, está rojo,
allá todo está mezclado, acribillado por el
siroco
de sangre,
por tormentas de polvo y pólvora.
Y tú, mujer, percibes que tu ayer y tu presente
será igual que mañana.
Y te vas, de vuelta
dejando estelas de sueños
y sombras agitadas junto al viento.
Mientras, despiertan tus huellas
para encarar la próxima tormenta
que a tus ojos se aproxima.











Tesoro perdido

Mira como sopla el viento,
arrastrando las hojas que alimentan
Mi esperanza.
como el polvo en su regazo,
Nos cubre con su túnica.
para que la arena nos entierre
poco a poco en esta inmensidad
De la nada.
Él, salió de los suyos
para llenarse de sí mismo,
se encontró sentado en una inmensa
Sábana de blanca arena.
y en su infinita soledad,
vació el cofre de sus recuerdos
buscando sin cesar,
como se busca a un tesoro
Sin mapa.
Su lejana infancia.
no, solo encontró arena y viento,
huellas borradas y piernas fatigadas
noches de ensueño sin almohada,
Pastoreando su existencia.
¿Acaso nací sin infancia o mi infancia, nació con
arrugas en la frente?
Ahora un soplo de arena
Le dio en la cara.
y al abrir los cansados ojos
se quedó consternado ante
El ocaso del sol.
lo vio con toda su fuerza,
trató con toda su fuerza de esquiva
A su imaginación.
y solo vio sangre, ceniza y negras tostadas
De nubes, dispersas en el fuego del crepúsculo.
y le ahogó el mismo Apocalipsis,
Que estrangula el sueño, de sus escasas noches.
Terminó la guerra.
y allí va un hombre sin pierna y con muleta.











Cuna de mi infancia

Cuna de mi infancia
ven a mí,
ilumina mi frente,
guía mis pensamientos
no dejes que la luna abandone mis noches,
y yo con los ojos cansados, contemplando
las huellas que va dejando
mi dedo en la arena.
Mis huellas son rayitas
sin significado y sin sentido
pero mi mente arde,
arde como brasa
como hierro fundido
por tanta arena.
Sí, porque ya me cansa la arena,
la piedra, el barro, el clima,
me cansa esta "paz" donde
uno olvida lo que espera.
Ya me canso de escribir
siempre sobre la arena,
sobre el niño que llora,
sobre el espejo y su rotura,
sobre la viuda que perdió
su amor en la guerra,
sobre este dolor inmenso y triste
de un pueblo que solo espera.
luz de un día, ilumina mi frente
y hazme vivir mi soberanía.
Haz apagar este Apocalipsis
de mi poesía.
Yo quiero escribir hogar, calles semáforos,
fábricas, puertos,
escribir ciudad.
Escribir el verso su aroma
y del aroma mi poesía.
Pero mientras tanto y mientras
está la luna,
seguiré haciendo estelas con mi índice en la arena,
mañana es otro día.











Beduino

Puedo entender que la tierra
gira sobre un eje
que la luna brilla porque existe
un sol,
que la lluvia caiga del cielo
y luego la busquemos de las profundidades
de la tierra.
Pero lo que no puedo entender,
sabiendo que el camello
es libre, dueño del viento y del espejismo,
es tenerlo atado a la inmensidad.
El Aaiún

Cuando aquel infame noviembre
se vistió de negro y con su guadaña
cortó mi ombligo
todo se volcó contigo.
Luego el tentáculo de la guerra
nubló con pólvora nuestro espacio.
Alguien en la trinchera gritó tu nombre
y desde entonces en cada corazón que va
dejando para el dolor una esperanza
me resuena tu nombre.










La ciudad ausente

Ciudad de mi ausencia
rota te quedaste
rota te quedaste cuando espantaron tu palomar
con estampidos de pólvora
cal y canto, porrazos y culatas
sangre y libertad se cruzan por tus calles
mirándose los pasos de tu mañana
Ciudad de mi ausencia
por más fantasmas que desfilan disfrazados
negándote la palabra
por más lenguas torcidas como carias en tus rincones
hay luz, alma, deseo, rebeldía, fuego en la frontera
y aquí en cada jaima en la espera
el eco de Aminetu Haidar, Ali Salem Tamek, Dadach,
Hmad Hamad, Brahim Numria,
Leila Lili, Mahyub Saadi, Toubali Hafed,
rehierva la sangre
para la vuelta.
Oh, El Aaiún de la cuna
umbral para nuestra sed de libertad
ayer había sangre por tus ojos
sentencia de muerte en tu costado
pero tu voz, tu palabra erguida por entre la alambrada
a pesar de los muros y los pesos y la culata
y los porrazos y la sangre
por la belleza de tus ojos
a pesar del cal y canto
tus ojos sólo miran la libertad.











Un instante

Bajo el cielo infinito de esta noche
alzo mis manos a la luz.
A esta luz que vigila por mí
la arena de mis huellas.
y por un instante, dejaré mi condición
navegar en un fugaz olvido.
Ya puro, viril, auténtico y con luz propia
como yo quiero
me desnudaré de mis huellas, de mi exilio
Y me dispongo a volar.
No para vivir en el mundo de las estrellas
que viaja en duradas cometas
ni seguir la corriente de la ciencia.
Volaré desesperadamente a tu encuentro
que desesperadamente esperas,
acariciar con mis alas tu vientre.






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