domingo, 23 de enero de 2011

2887.- LETICIA CORTÉS


Leticia Cortés: Guadalajara, Jalisco, México, 1980.

Traducida al catalán por el poeta Joan Navarro. Su obra poética se encuentra recopilada en revistas de México y del extranjero, así como en las antologías Poesía viva de Jalisco, Voces varias a veces líquidas, 100 poetas del mundo, El fabricante de deudas y Poetes americanes nascudes a partir de 1976. Ha participado en varios encuentros nacionales e internacionales de poetas. Compartió el programa literario Polvo nuevo de la palabra antigua con importantes poetas de Jalisco dando lectura a su poemario Labios de espina en el Palacio de Bellas Artes. Es autora del libro Lámparas de sueño (Ediciones Cuadrivio, 2006) Ha impartido talleres de literatura y creación poética en la Universidad de Guadalajara y la Universidad Autónoma de Guadalajara así como en el Diplomado de creación literaria y filosofía del arte del Centro Humanístico Evolvo Únitas. Es promotora de cultura. Actualmente coordina la Muestra de escritoras que se realiza cada seis meses en la Capilla Elías Nandino del Exconvento del Carmen.
leticia_cortes@hotmail.com







Lámparas de sueño
selección

A FUERZA DE MARTILLAZOS

Porque se me rasgó el amor
En las púas siniestras del destiempo;
Porque me deshollaron vivas
La dignidad y la esperanza.
Enriqueta Ochoa

Para Abril Medina


PORQUE ME DIAGNOSTICARON MAL EL HAMBRE,
se me desnutrió el corazón.
Por todo lo infértil que he sido,
las tempranas ganas de masturbarme.
Porque se me fue el himen por el lavabo,
los platos se me despegaron de la boca.
Todas las noches que deshice el amor,
las veces que como Mantis copulé.
Porque el óvulo se me rompía en el trayecto,
los brazos llenos de gravedad íntegra.
Se me rasga el agua que flota hiriente,
cuentagota de reloj asustado.
Es que dilapidé tus manos en mi pelvis,
acepté a fuerza de martillazos tu lengua en mi camino.
Hubo olores de pronto
tan amargos como tu saliva,
instantes de los cuerpos dormidos
acumulándose en la muerte.
Es que no me dabas tanto odio para amarte,
no tenía las manos alineadas a la tierra,
es que todo este amor de querer ser madre,
la sangre infecta.
Acepto mi debilidad
mis dientes de púas filosos.
Todo este amor que no tengo.
Porque mi nombre está enfermo y me duele.
Porque empuño mi cordón umbilical y me veo aún enfetada.





MODELO 512-7


CONECTADA A TUBO DE PALABRAS
gasolíneo versos transparentes.
He de morir el día que los pájaros se ronden,
se destuerquen sus rótulas
truene el vuelo.
En la matriz
tornillos hechos de arena átona.
Voz mecánica de infectos engranajes.
Máquina haciendo cuerpos plásticos.
Venas de pvc.
Conexiones naranjas por ojos.
Me uno y me desenchufo de tu toma.
Mis manecillas a falta de ti se han desmantequillado.
A veces eres azul icosaedro,
margarita deshojada de tormentas dieléctricas.
Y es que me sabes tan descompuesto.
Tan tres cuartos de cable perdido.
Tan perforadamente ácido.
Modelo 512-7 estorbando mi analógica lengua.
Mis manos digitales,
mi corazón de bytes computarizados.
Y es que me soy tan dada a irme cambiando de canal,
tan acostumbrada a tus círculos meridianos,
a tu clavicordio de cometa pendular.
Mi tornillo recto sube a tu micrómetro labio.
Nyleo los párpados al aire.
Y es que me soy tan estérilmente triste.






POLVO DE REPENTE

Éramos capaces de quedarnos enmarcados
para que nadie nos mirara
y se nos metiera el polvo en los poros.
Patricia Mata

ÉRAMOS CAPACES DE SER ASFALTO
agua hirviendo en el sexo.
Éramos capaces de mirar
caleidoscopios lloviendo en la puerta.
De adivinar sacudidas en el corazón,
jardines en los mosaicos de las cantinas.
Éramos capaces de ser ponzoña bajo la carne,
mudos ante la cama.
Nos movíamos en algazaras,
vivos peces agitándose en la boca.
Éramos capaces de quitarnos los zapatos y los dedos.
Quedarnos quietos de las branquias y acosarnos.
Ser dolor de pronto,
una amortiguación trémula para la caída.
Éramos estas ruinas que vemos.
La tormenta cerrando los huecos.
Nos comíamos adheridos a las piedras.
Sísifos recorriéndonos
cayéndonos.
“Romperemos la noche,
avanzaremos”
así nos dijimos
romperemos la noche
avanzaremos
dejaremos rotas las murallas y el pubis,
polvo seremos de repente.






ASFIXIO DE TELARAÑA

SI LA NUBE NO ME PROTEGE
las calles se derrumban por montones
me sepulto con todo y tu recuerdo
con este puño de palabras
este borbotón de sinsentidos
y toda la angustia acumulada en las ganas de llorar
todas las velas incendiándose apagadas
todo el vacío horroroso que me acontece
todas estas ganas de no ser.
Entonces mi falta de aire
se me cansa el asfixio de telañara
se me desencaja la epidermis de los tacones.
No pretendo disimular todo el amor que tengo.
No pretendo hacerme amarilla de repente
como si el mar fuera bilis derramándose en la cruz.
¿Por qué sembrarte me resultará tan amargo?
¿Por qué te miro y mis pies se ahuyentan del camino?
¿Por qué nazco y me vierto en tu sombra?
El cielo golpea en las arterias con martillos de relámpagos negros.
El cielo no me protege.
Ni la permanencia.
Ni mis amaneceres de lirios.



[6:30]

1

SEIS TREINTA PASOS
Hierve la televisión
Bajo una luz sirvo la taza de tu nombre
caliente vuela
como albatros
me sumerjo en la taza y te busco en ciudades sepultadas de los posos.

2

Habías llovido. Exploté Burbuja de alfileres sobre el aire. Encima de la mesa yo vi. Se hinchó de madera el techo. Bebí. Crecí como telescopio. Me enredé.
Pero mi amor se resquebrajó en ciento treinta decibeles
¿Quién dijo que el sonido se mide por kilómetros?
Si la leche y el pan y tu lluvia se miden por voltaje
¿Quién dijo que la soledad es, a fuerza de palabras
un lugar vacío?

3

Habías llovido.
Yo me hubiera suicidado
Si no fuera porque un dolor me llegó de pronto
Árbol tristísimo cayendo lentamente-balanceándose hacia arriba
Intento decirte algo pero sólo llueves. Mis palabras revolcándose en tus
ganas de llover

4

Tengo huesos desfriáticos
Te escucho llover a cuenta gotas
A tormentas partidas por la mitad
Sé que estallé, que lloviste cuando el aire se tornó más asfixiante que de
costumbre

¿Qué puedo hacer con este espacio de cuerpo y de sangre?

5

Llueves madera. Mis dedos xilófagos. Desclavo los pies para ir contigo hacia la partitura de tus sueños de hormigas blancas.

Entonces mi cáscara
Mi piel inmadura piel de larva se vuelve
mariposa lingüística.
Soy bella porque digo hermenéutica.

6

Y me sé pedazos
Me sé a trinchera
A refugio de guerra muerta
Mi casa está rota.
El cuerpo de construcción deshecha.
Casi nunca muero.
Casi nunca me muero.

7

Mis ojos
paralelepípedos
arañan.
Estoy piedra y lama
acurrucada en el nombre de Dios
Murmuro tus murmullos que se hacen lógica
- La lógica me pulveriza –


8

SEIS TREINTA PASOS

Hierve la televisión.
Bajo la luz
una taza de tu nombre caliente.






LA CASA

LA CASA ESTÁ EN SILENCIO. SU TECHO CAE.
De las paredes cuelgan tristezas
que no tienen sueño.
Sobre el piso,
tiemblan dolores que roncan, hacen ruido.
La casa llora.
Vaho en la cornisa que dejaste a tu salida.
Todas las escaleras hechas polvo.
Humo de cigarro humedece
con su vana nostalgia.
La casa está llena con tus pasos.
El olor a ti me abrasa.
Hay un refrigerador que enfría caricias,
una televisión proyecta
imágenes deformes.
El lavador limpia
armas de fuego.
La ropa está sobre la cama.
Todo está vacío.
La casa: muda.
Estoy desnuda para siempre.
Ya no me pertenece la piel de tu cuerpo.
Guardo en los libreros
trazos de tu carne.
Hay una novela
que no tiene Nada.
Relojes volteados contra la pared.
Una regadera arroja puños de lodo.
Ventanas sin lenguas me silban.
Él me mira desde afuera: dice Casandra.
Y yo no digo nada
porque el nombre pesa en la distancia
retumba en los rincones
marea los objetos.
A través del techo caen navajas,
tormentas de todo lo que era nuestro:
lo permanente.
Y cuido la puerta,
el timbre: buzón del tiempo.
Hendiduras en las sábanas agrietan mis piernas.
Tinta sobre fotografías de rostros que se van.
Las palabras me acechan se vuelven en mi contra me hacen girar hacia la casa que se incendia se queda muda se desploma.
Y dentro
deshojo las alas como girasol del deseo.
Todavía hay muebles tapizados de ti.
Todavía recorro la casa aunque esté hueca.
Aunque sienta el espacio de la ausencia, lo último.
Todavía queda tu mirada.
La casa está muda:
Las horas caen: máquina del tiempo.
Él está afuera.
Persigo fantasmas que habitan los muros.
Como bailarina
bailo música sin ritmo,
sin brazos.
Y río de mi lucha constante por borrar de cada rincón lo que me arremete.
Habito la casa aunque me rasga.
Hago tu nombre con lo que me queda
aunque de repente las paredes se desbordan
me quedo sola, todo me sepulta, me quedo sola
disolviéndome en sangre y polvo.
Y le grito a la noche
que me lastima.





Asentada raíz

COMO AIRE TURBO TAN SIN BOCA.
No me dejaré cortar esta vez por el otoño.
No alaré mis pies para rasgar lo que camino.
Mis dientes se caerán temprano
antes que atormenten de nuevo al Hombre.
Es mejor tener un paraguas de papel cometa,
dibujar pájaros amarillos cayendo en garúa.
Vestir cicatrices disimulando.
No quiero llevar prisa
para silenciar mi estruendo.
Ni bajar los puños de repente.
No quiero estar esquina
con la puerta reseca
y los labios cerrados.
Mi cuerpo astilla temprano madrugadas.
Quisiera contar tu historia, quedarme muda.
Decir que nos gustaba morir todas las tardes.
Que la lluvia
se nos escurría por las piernas y las bocas.
Que me cambiabas de nombre
cada que apretabas mis lenguas.
No quiero recordar
los veranos de trenes y ensueños.
Asentada luz cayendo de repente hacia arriba.
No mis manos que escuchaban tus verdades.
Los árboles se quedaron siendo raíces.
Quiero ser de nuevo diluvio,
ese corazón desnudo de pronto.
Una mano letra
temblándose en pantallas.









Mariposa inquieta

YO NO SABÍA QUE SE PUEDE SER BAILARINA
naciendo esqueleto.
Que uno puede ser viento estando tierra.
Que puede uno desgastarse y agonizar a ratos.
Que muerta podía recordar
la juntura del presente con el pasado,
cuando un segundo deja de convertirse en hoy
y queda el olvido.
Pero los autos,
la calle de nuevo se incendia.
El árbol cae sobre nosotros,
nos resguardece de la gente
que llega a casa con espadas,
de niños que gritan
y se persiguen hasta el patio.
De luces que van y nunca vuelven.
Las noches de angustia y de tedio.
El silencio siempre
siendo silencio.
Ahora trato de traducirte:
cuando te abrazo me siento
más secreto, más nube,
cometa ambulante.
Los pájaros mueren
- algunos -
ahogados de sueño.
Y mi nombre de piedra rocosa,
mi Leticia con tu lengua y en tus dedos,
mi infelicidad dictada a cuentagotas.
Todo lo arregla tu amor lejano e incierto,
el destino fingido que construyo con manos.
Encuentro palabras que me repito
una
y otra
y otra vez
hasta arrodillarme muda.
Quiero que mi boca se disuelva,
esconder el poco amor .nito que me queda.
La sensación de estar media rota.





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