lunes, 6 de diciembre de 2010

CARMEN BELTRÁN FALCES [2.345]


CARMEN BELTRÁN FALCES


(LOGROÑO, 1981) Es licenciada en Humanidades y miembro de la Asociación Cultural Planeta Clandestino, así como de su rama editorial, Ediciones del 4 de Agosto. Ha participado, entre otros, en diversos recitales organizados por el Aula Literaria de Logroño, el Ateneo Riojano, Ediciones del 4 de Agosto, la Asociación de Vanguardias Arnedanas Aborigen y la Universidad de La Rioja. En el 2005 participó en la Universidad de Covilha (Portugal) en las III Jornadas de Literatura y Cultura no Espaço Ibérico y en la XVIII Edición de la Semana Negra de Gijón. En el 2006 participó en EDITA (Punta Umbría, Huelva) con una videoconferencia, en los VIII Encuentros Voces del Extremo, organizados por la Fundación Juan Ramón Jiménez en Moguer y en las Veladas Literarias de la UIMP en Santander. Ha colaborado en revistas literarias como Portales, Fábula y Bart .

Ha publicado los libros de poesía Prohibido jugar (CELYA, 2004), Pecado original (Ediciones del 4 de Agosto, 2007), Cuaderno de sal (Los libros del señor James, 2010) y Ser como el pan (Poética y peatonal, 2014).



Creciendo

Siempre es otoño en el calendario.
Los meses se secan y las hojas,
agostadas a veces por un calor muy dulce,
congeladas de angustia otras tantas,
van cayendo
callando
cayendo.
A medida que esa suerte
de árbol que soy
envejece,
voy comprendiendo mejor el bosque.
Sauce llorica
me dañé antes mil veces,
me hurgué la corteza con cuchillas
(¿dónde se escondería esa savia
que tan dolorosamente me mantenía viva?)
me hurgué las raíces con los dedos
locos por vaciarme,
por negarme el alimento,
me hurgué el corazón de madera astillado,
lo toqué y mi respiración se detuvo.
Tonto árbol tozudo,
no sabía que ese dolor me salvaba
y que, por fortuna,
sólo logró hacerme más fuerte.





Frío

Nada palpita bajo el hielo.
Pronto supe que dentro de tu piel fría
nunca habitó latido alguno
ni rumor de sangre.
Empieza, amigo,
por considerar al otro un fin
y no un medio
y tal vez te salves de morir congelado.





Poema de invierno

Sólo yo ando ahora por la calle.
Despacito, para no resbalarme,
levanto la vista y veo vaho en los cristales.
Un niño en una ventana.
Solo.
Una chica de mi edad en pijama.
Sola en otra ventana.
Más vahos tras los que nos distingo más rostros.
Todos aguardan a que el cielo
se derrame sin furia en algodón helado,
a que el manto blanco congele de un abrazo
la tristeza de esta estación,
a que el níveo espectáculo les traiga
(quizá el único achuchón del día)
el calor del tacto de otros cuerpos
que se apretujen tras cada ventana
a contemplar la dulce metralla del invierno.
Pero un claro de cielo se abre
y un rayo de sol, frío como el acero,
fulmina los tímidos cristales de aguanieve
que tanta luz regalaban a esta tarde.
Nunca el sol fue tan decepcionante.
Los vahos se deshacen,
los rostros se esconden en sus rutinas
y yo sigo caminando sola por la calle
(más sola si cabe)
maldiciendo este inoportuno sol de enero.




PARA MÍ PARA SIEMPRE

Bien, pongamos que finalmente logramos reunir
las 30.000 firmas que dices son necesarias
para que declaren tu cola
Patrimonio de la Humanidad.
Pongamos que lo logramos
y que miles de mujeres te persiguen
solicitando los servicios
de tu maravilloso monumento.
¿Cómo competirías,
sin menospreciar tu miembro en absoluto
-que quede claro-,
en número con el Palmeral de Elche,
en historia con una calle de La Habana Vieja,
en longitud con la Gran Muralla China,
en textura con el Taj Majal,
o en imperialidad con Versalles?
Seamos modestos, cariño,
declaremos tu cola patrimonio mío,
de momento al menos,
y luego dios dirá.

Del Poemario PROHIBIDO JUGAR
Editorial CELYA
Salamanca 2005









Postdata

a pesar de todo
a veces
somos capaces de mirarnos
sin reproches, sin dudas
y nos perdonamos
(apreciamos incluso)
la evidente distancia que existe
entre las verdades
que cada uno de nosotros
sostiene
entonces
la amistad, el amor, la risa
todo eso también es cierto

De Cuaderno de sal (Los libros del señor James, 2010)




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