jueves, 28 de abril de 2011

3758.- HILARIO BARRERO


Hilario Barrero (Toledo, 1946) vive en Nueva York desde 1978. Es doctor por la Universidad de la ciudad de Nueva York. Ha enseñado español en la Universidad de Princeton y en la actualidad es Profesor titular en BMCC, (CUNY). De su obra poética destacamos los libros Siete sonetos (1976) e In tempore belli (Verbum, 1999). Es autor también de los diarios Las estaciones del día (Llibros del Pexe, 2003), De amores y temores (Llibros del Pexe, 2005), Días de Brooklyn (Llibros del Pexe, 2007) y Dirección Brooklyn (Editorial Universos, 2009) y el libro de cuentos Un cierto olor a azufre (Libro de notas, 2009). En poesía ha traducido a Jane Kenyon (De otra manera, Pre-textos, 2007), Ted Kooser (Delicias y sombras, Pre-textos, 2009) y Donald Hall. En prosa ha traducido El amante de Italia (Grand Tour, 2009), una selección de Italian Hours, el libro de viajes de Henry James. Ha sido antologado en: Ventanas sobre el Atlántico: Estados Unidos-España durante el Postfranquismo (1975-2008) (2011), Erato bajo la piel del deseo (Antología de poesía erótica) (2010), Cuentos para Toledo (2010), El laberinto de Ariadna, 10 años de poesía (2009), Escritores españoles en América, (2009), Alfileres, El haiku en la poesía española última (2004), Aquí me tocó escribir (2004), Piel-palabra (Muestra de la poesía española en Nueva York) (2003), Líneas urbanas. Lectura de Nueva York, (2002), y Miradas de Nueva York. (Mapa poético) (2000). Colabora en la revista Clarín y ha publicado en Aldonza, Angélica, Arquitrave, Baquiana, Calandrajas, Downtown Brooklyn, El laberinto de Ariadna, El Súmmum, Grama, Hélice, Hermes, Hueso Húmero, Inquirer, Manxa, Piedra del molino, Poesía española, Reloj de arena, Revistatlántica y Turia.




(Todos los dibujos son de Hilario Barrero)






Regiones devastadas

Rodeada de tubos y de hijos,
un pedazo de carne retorcida, desencajado el rostro
al respirar expulsa un sonido animal.
Si el marido la viera y la reconociera
seguro que se arrepentiría de haberla abandonado
y de haberse llevado su memoria
entre puros habanos, crucigramas, viejas fotografías
y el cansancio de años de una alcoba.
De la finca donde se retiró
ha traído el mayor de los hijos,
que a veces se parece tantísimo a su padre,
una rosa temprana del rosal
que ella misma plantó en épocas felices.
En un vaso de plástico inseguro, sostenido entre cables,
al lado de la máquina que cuenta sus latidos,
está la rosa que ella, aunque abriera sus ojos,
nunca podría ver.






Tesoros ocultos

Entre tanto desorden de matices,
óleos mediocres de la escuela de El Greco,
bargueños, platos, libros, vasijas, pergaminos,
y un frío de gusanos como el que vive dentro de un panteón
junto al joven portero que esperaba impaciente
a que fueran las dos para cerrar la sala,
una barra de pan recién cocida
se enfriaba tierna de claridad
como si Zurbarán acabara de entrar al refectorio
y fuera a bendecir a la Pintura.







Area Wi-Fi

("Gran Café", Instituto esquina Munuza, Gijón)


Para Mari Carmen y Gregorio, amigos de Gijón


Predominan mujeres maquilladas un poco con rutina,
viejecitas que tiemblan, solteras resignadas, todas muy elegantes
Un viejo calvo, solitario, de cuerpo delicado
hojea lentamente la prensa matutina, ya pasada.
Es un café como el salón de un barco, un poco a la deriva,
con espejos oscuros, sofás de terciopelo,
viejas fotografías de la playa y cuadros art decó,
mentidero cubierto, soportal provinciano.
Entre el frágil murmullo de las conversaciones,
las miradas perdidas, los suaves movimientos de la gente
y el ruido de las copas y de las cucharillas
un joven sucio, rapado y mal vestido, de cuerpo deslumbrante,
conecta con la virtualidad, ensimismado frente al ordenador
de espaldas al mundo real que le rodea en un café del siglo XIX.
Gente que a través de los grandes ventanales
ve pasar la vida cada tarde como la vieron ayer y la verán mañana.
Historias repetidas que esperan resignadas que deje de llover.


Mis héroes






Cementerio en Luarca

Las cruces en lo alto sostienen
la plenitud azul del mediodía
y la muerte escondida se enfrenta
victoriosa con el mar.
Matrimonios unidos de por vida
(o eso dicen las lápidas borrosas)
vinculados ahora por la muerte
esperan lo imposible:
que el mar se seque y que vuelva el amor.
Cuando vivías, un cementerio marino
me traía el recuerdo de pinos y palomas,
ahora me acerca a ti, madre,
esperando en un mar de secano
que los chillidos de las gaviotas que no oyes
te despierten y te traigan ese amor
que hace tiempo abandonó tu vida.







Dust

Nació y la llamaron Rose,
los mejores colegios, el baile fin de curso
donde por vez primera su traje se manchó...
fue hippie, preppie y yuppie
se entregó con pasión a muchos cuerpos
sin distinción de sexo, drogadicta,
agitadora, demócrata y atea,
luego republicana, madre y ejecutiva,
atacada de cáncer, radiaciones,
una peluca rubia, evangelista, divorciada,
emprendedora de negocios,
periodista, portavoz, vegetariana,
en ocasiones líder y por fin abuela
se retiró a una isla a escribir sus memorias
y a dibujar iconos de santos ortodoxos.
Un puñado de polvo,
guardado en una arqueta de metal
olvidada en un sótano oscuro,
es todo lo que queda de su muerte.
De ella queda la espina de su vida.







LA ÚLTIMA MIRADA

De todas las últimas miradas
que hemos ido dejando por la vida
sin saber que lo eran
¿cómo será la última, la mirada final?

¿Se quedará pegada a la piel de los ojos?
¿Cuando se seque será raíz del llanto?
¿En que región oscura volverá a ser primera?
¿Tendrá fuego en su voz si la reconocemos
o será como agua si nos llega a traición?

¿Se hundirá el peso de su polvo
en el aire de la nueva mañana
que nosotros ya ciegos no veremos?

Mirar es responder a preguntas vacías
en la primera noche sin respuestas.

Aire





Posdata

Me arrimo a ti
en una calle estrecha
y dejo pasar la sombra
que nos viene siguiendo.


Peces en piezas







Foto en la Universidad de Columbia

Un rayo destruyó
la esfera en que te apoyas,
sólo queda la base
por donde juegan niños que no te conocieron
y meditan lagartos prisioneros de plomo.
El campus, a finales de curso,
es un río de cuerpos
que con el torso herido
estudian en el césped luminoso.
Pasan cometas tristes suspendidas de lluvia
y pájaros alegres aprobados de viento.
La luz moja tu cara en luna llena,
pelo liso con un brillo cansado,
tus manos enlazadas reposando en tus muslos,
pantalones bombachos
y dos escarabajos en tus ojos
mirando la retina de la tarde.
Sonríe, Federico, no te muevas.
Aunque se queda inmóvil,
la imagen sale turbia.
Se distingue una mano clarísima y helada
que se posa con fuerza en otra mano en fuego.
La lente invierte la foto de Manhattan
y Harlem se amotina
en la cámara oscura de la noche.





Sobre la losa del estanque
la nieve echa raíces, aposenta
sus zapatos de vidrio y muerde
con sus afilados dientes
al frío terciopelo de la tarde.
Protegidos bajo el palio del sol
viaja un colegio de pájaros de invierno;
sus sombras, carbones liberados
del oscuro silencio de la tierra,
quedan petrificadas sobre el hielo
y se graban, en el marmóreo cuerpo del estanque,
las huellas dactilares de la noche.
Se doblega la tarde cediendo territorio
al enemigo y el viento
va afilando el cuchillo vidrioso
de sus labios, borrando lentamente
el débil maquillaje en el rostro del sol.
Perdido en la maleza
siente la puñalada de la noche sembrando confusión
en el itinerario de su sangre,
se sabe herido al sentir el cuchillo
y se apresura a abandonar el laberinto.
Bien sabe él que hace tiempo se cerró la salida.



2 comentarios:

  1. Estupendos trabajos poéticos y estupendos dibujos.Todo un lujo. Genial Hilario Barrero

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  2. Excelente poesía y bonitas ilustraciones las de este autor. Felicitaciones.

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