sábado, 9 de julio de 2011

LEONARDO MARTÍNEZ [4.125]


Leonardo Martínez

Poeta argentino. Nació en Catamarca, en 1937 - Falleció el lunes 10 de Octubre de 2016.
Vivió algunos años en Tucumán y desde 1990 residió en Buenos Aires.

Obra poética: 

Tacana o los linajes del tiempo, y Publicó también Ojo de brasa (1991), El señor de Autigasta (1994), Asuntos de familia y otras imposturas (1997), Rápido pasaje (1999), Jaula viva (2004), Estricta ceniza (2005), Las tierras naturales (2007), Los ojos de lo fugaz (2010) y la reciente antología Escribanía de vivos y muertos. 

El día lunes 10 de octubre de 2016, falleció el poeta Leonardo Martínez, oriundo de Catamarca en 1937. Se fue sin grandes ceremonias pero con el cariño de sus amigos. Sus cenizas serán llevadas a Catamarca.




Los ojos de lo fugaz

a Ornella Balestreri-Devoto


I

¿Qué música me mira?

Desde tapiales derruidos
acechan
mañanas de labranzas
viciosas siestas
atardeceres de un corazón sin muertes

¿Qué música me oprime?

Todo viene del mar o la montaña
del cielo o del abismo
Todo viene en algo dormido
Anterior al murmullo de las hojas
o al grito de las bestias
encerrado en las piedras

¿Qué música está mirándome?
¿Es la música del puñal
cuando calaba hondo
y suplicabas
y tus ancas se abrían al arado de la perduración?

¿Quién compone esta música oída con los ojos?
La miro gotear en la oscuridad
y mi corazón
se escurre como lágrima
y lágrima escarchada
es mi corazón en la oscuridad

¿Qué manos acunan el candor de esa música?
¿Qué manos acunan el candor del porvenir?

Toco lo que no fui y huelo al solitario derramar en sueños
la materia de su noviazgo fértil

Lo que soy toca la grandeza de la fugacidad
En mi ceguera palpo el presente despellejado


II

Alguna música me ama
se interna sin límites
clava sus agujas
y me susurra el secreto
del viejo maestro

Escucho

-Las palabras despertarán al alba
cuando los caballos atraviesen el horizonte
y el niño sentadito ante la tropilla al galope
huela los colores terrosos azafranados negros
de reales frontinos y malacaras
perdiéndose en reflejos por el oriente
y el día se extienda levísimo
y la desconocida que llevamos en las entrañas
empiece su baile ciego
y en una espiral si retorno
arrastre al niño
al vértigo del principio



Posible conversión

Belleza y verdad
Corremos persiguiéndolas
y seguro ellas quedaron atrás
Igual el amor que sentimos siendo niños
al canto de los pájaros
con la honda tensa listos
y la pedrada justo dándoles
en el corazón de su música

Marchitos ahora
no podemos restaurar lo perdido
Inaugurar quizás un mundo
donde pedrada corazón música verdad belleza
fueran agua donada
por el vendaval de la gracia





Has vuelto

I

Apareces con tu madre en dos fotografías
Una nítida
enero de  1942
zoológico de Buenos aires
otra borrosa al lado de un corral de cabras
febrero de 1942
estanzuela serrana La Bebida
al este de San Fernando del Valle
Clandestinos en ambas
envueltos en disimulos
No hubo rastros de un especial cariño
Tus tíos y abuelo fueron padre y madre
Curioso preguntabas qué vientre fue tu origen
Tiempos del decoro y de la sociedad de la sangre
en los cuales
la mentira el destierro o la muerte
eran los cimientos de un orden fijo
Tu caso fue sólo ocultamiento y falsía
y un increíble amor hacia el chiquillo que eras
en el páramo de los solterones



II

Madre
no te busco entre los idos
Te siento dándome la vida cada hora
de pie ante el desvalimiento
que te hizo tan bella y desgraciada
La separación fue una herida en nuestras almas
a puro cielo abierta


III

En la maleza de la vigilia
curas tu preñez dolida
la disonancia del desgarro
el adiós diciéndote
-¡nunca tuve un hijo!-
-¡jamás amé!-
No necesitabas corazón entonces
Lo guardaste junto a los trapos de la infancia
Pero ahora brilla y no envejece
Palpita como si fueras una adolescente
volando hacia tu novio
y él hacia vos tísico y delirante


IV

No puedo ser inflexible o duro
Aunque el poeta diga
yo hablo con dureza a los muertos
porque hay que hablarles duro
Tu infortunio conmueve y te hace mía
desde la nochecita en que acoplados
mi padre y vos fundieron en pan de oro
los abismos
las cimas extrañas
y  el paraíso de un cielo nuevo


V

Yo te salvo madre mía
Plenitud de las mareas
Vindicta eres de todos los vejámenes
Alabado sea tu vientre
y el fruto a perpetuidad naciendo
en los ciclos de los ciclos
Así sea


(De Los ojos de lo fugaz)



La preñadita

    a Ana María Cossio
                               y Delfina Teran


Arrastra sus tetas por la vereda
siempre a mi derecha
siempre al trote
con pasitos cortos
Sus ojos son lámparas gemelas
No me atrevo a mirarlos
su luz es amor a quemarropa
Por la calle
el ilustre director de orquesta
va de frac en bicicleta
Esta noche hay concierto sinfónico
y músicas estentóreas o dulcísimas
sonarán en el teatro colmado
Mientras tanto pedalea
sudoroso bajo su frac impecable
El profesor escandinavo
camina hasta los torrentes del cerro vecino
para recibir el bautismo de la espesura
los naranjos salvajes los durazneros bárbaros
desnudo al sol
bailando entre las aguas
En la montaña
las manos de esa mujer elegante
arrancan seriales dodecafónicas
de un piano embravecido
Los sonidos se elevan
y caen al rozar el cielo
Bajo la estatua de una señora robusta
en la plaza de la ciudad aldea
un hombre en pantalones cortos
se agacha para levantar un pichón
Lo pone en el bolsillo de su camisa
y a grandes trancos
sube la calle que lo lleva al monte
La tetudita se arrima
frota su panza en mi pierna
y lastimera trata de alcanzar mi mano
¿Parirá en un baldío
o en las escalinatas de la catedral
junto a los pordioseros?
El filósofo barbudo enseña marxismo
y pensamiento antiguo
otro induce a replantear la historia
y el pintor hace cantar los colores
en la absurda realidad del hambre
Una fábrica de azúcar se levanta
sobre las cuevas donde el familiar
espera a su jornalero víctima
Al cabo de la amazonia
en un trópico de orquídeas azahares y parásitas
los poetas son rilkeanos
Pero el incienso de los templos
no achata el espesor de los sentidos
La preñadita lame mis manos
retozo con ella
rasco su lomo
su cogote collarejo se funde al mío
somos amantes explícitos
cargados de futuros hijos de dolor dichoso
El director de orquesta todavía pedalea
El escandinavo se baña desnudo en el torrente
El gorrioncito es el corazón
del hombre de los grandes trancos
La furiosa dama abre su quimono
y nos dona todas las vanguardias
El pintor ilumina los sótanos
y saca agarrado de la nuca al familiar rollizo
Los poetas rilkeanos han muerto
Los azahares las orquídeas las parásitas
enmarañados protegen antas osos hormigueros
zorzales escarabajos lechucitas
El filósofo marxista
abandona su herbario de palabras
Lo encandila un picaflor
dardo irisado que liba los néctares del valle
El verano viene apurado de relámpagos y lluvias
Ella se echa junto a un montón de basura
Desaparecen las nubes
y zumba una cuerda en el arco iris
Sólo entonces
en el umbral del verano
empieza a parir
la preñadita

(De Las tierras naturales)






SANTIDAD DE LA TIERRA

que cría los cuarzos
como cría nuestro amor
en inaguantables presiones
desencuentros
para destellar tornasol
carcomido después
diamante leproso

En las mañanas
me siento ante una mesa infinita
con el cuaderno abierto
y escribo versos que no son versos
parecieran más bien tiras de piel
huesos vísceras palabras de infierno
echados a volar a un viento inmóvil
Estar lejos es como estar muertos
Pero vives
me aprisiona el blancor de tus manos
y clamo como el divino Herrera
buelve tu luz a mí, buelve tus ojos
antes que quede oscuro en ciega niebla

Vida de nadie
diástole sístole
ola del corazón dormida en luz helada
Afuera llueve adentro llueve
El agua borra los colores de la infancia
Es la caÍda
cuchillo clavado
en la espesura de los aires muertos
Vos y yo semejantes próximos
frente al espejo que reprocha
la miseria del amor huido
Fue por un instante
hoguera mínima
en extensos pajonales donde la vida
es insecto lobo comadreja garza
CaÍn y Abel Pandora Prometeo
Ciego tacto
Luego matamos amor juntos trabados
Con lenguas brazos pies y encadenados
Sintiendo la muerte en jaula viva
Cabezas sin tronco extremidades dispersas
amor las suelda y las consume
en frio fuego
olvido


(De Jaula viva)



De la infancia

I

De la infancia queda todo intacto
Clausuras llenas de plegarias
palabras como flores marchitas
amonestaciones de próceres
quemándose en cielos de sequía
besos y caricias guardados
en un corazón de monedero

Nunca fuimos más paganos.
Ríos montes desiertos
eran nuestro cuerpo

Como pequeños dioses
amábamos el placer
su pelambre de seda
Así creamos jardines
de pájaros visionarios
paraíso de palomas
que todavía ensayan su vuelo
en mi corazón desterrado


II

Recuerdo
los cuchillos de azogue de la siesta
y el calor enredado en las moscas del jardín
un verano
¡ hace tantos años!
Recuerdo
un pedazo de tristeza
recortado y pegado en el cuaderno
de estampas
junto a San Antonio
ojos de miel
Recuerdo
el callejón de los talas
donde el viejo de las pesadillas
desgarraba con uñas de mica
el agua tierna de las acequias


III

Entonces
nos gustaba mirar
las puestas de sol
hundirnos en la sombra caliente
y soñar
Entonces
¡ay! rezábamos
cumplíamos penitencias de rodillas
comulgábamos
las rodillas callosas y escamadas
con una paspa dura y seca
También
guardábamos secretos
envueltos en hilachas de oraciones
dentro de un corazón apasionado
Eran secretos penosos
hermandades presentidas
complicidades con las sombras leves
que empezaban a velar los cuerpos


IV

En la arboleda se labraba el silencio.
Pájaros enmudecidos rasgaban el aire
El sol colaba por las altas ramazones
pedacitos de luz
para depositarlos en la tierra dormida
La arboleda era el palacio
de dioses ambulantes
se mecía como una nave de lentos adioses
En la arboleda soñábamos
mientras los insectos en vuelo
enturbiaban la siesta
Viciosos
dejábamos correr los sueños
hasta alcanzar un incendio
que languidecía veloz
en abandonos


V

El ruido de las grandes crecientes
nos precipitaba
a la oscuridad abrasadora
como un ensalmo
Hincados ante el río
y su olor a tierra desbocada
nos asomábamos al vértigo de los remolinos
Después
en el lecho de las aguas primerizas
nuestros cuerpos desnudos
recibían su bautismo salvaje
Gozosos celebrábamos
las espumas y crestas
la alegría lechal de la corriente
Pero el aguamadre del verano
se deslizaba por la infancia
hacia un cielo de humo
breve como un sueño
donde un niño muerto
juega a orillas de la memoria ciega


(De El Señor de Autigasta)





La estirpe antigua

Se va la estirpe antigua
como un puñado de aire
sombra tenue
que deja  de nombrarse
Nunca más trashumará los montes
para buscar la madre de los vientos
Las flores los capullos
se acabaron para siempre
en el espejo vivo de sus ojos
Los caballos dormirán
un sueño de relámpago
y la voz del campo sonará
para los pocos
que puedan escucharla

Se fue la estirpe antigua
Quedamos solos para estirar el tiempo



(De Tacana o los linajes del tiempo)



LA CASA

Mi padre
heredó de viejo
la casa y los alfalfares de mis abuelos.
La casa estaba en ruinas,
puertas y ventanas tapiadas.
Las hormigas habían levantado grandes túmulos
en los pisos.
Los techos filtraban el agua de las lluvias
y por los huecos de las tejuelas rotas
la luz caía en figuras cambiantes.
Mi herencia fue en otoño.
La iguana, que tenía su cueva
en la sala de sillones sombríos
empezaba a dormir su sueño de invierno.
Las comadrejas abandonaban el nido
hecho en la maraña del clarín de guerra
y en el patio
sólo se oía la embestida del viento.
Los alfalfares ya eran montes
de vegetación áspera y cerrada,
guarida secreta de habitantes
de la casa.
Ahora,
la casa está vencida
el tiempo clausurado.



VUELTA A LA NOCHE

Antes fue la noche
Es hora de regresar a ella
El bosque está en penumbra
La arboleda guarda en su ramaje
el vapor de todos los alientos
y la grieta de donde emergimos
se abre a la sombra del padre que cuida
En la hojarasca nos dejamos caer
y con la oreja pegada a la tierra
sentimos el largo latido de años que se esfuman.




LÁMPARAS

Mi hermano juega con sus lámparas Miller
No sabe si las ama o las odia
Siente un escozor extraño al tocarlas
Las mantiene como hace un siglo
lo hicieran por necesidad nuestros abuelos
Las mechas suben y bajan perfectas
El niquelado brilla
Los tubos sin señales de hollín y transparentes
y de querosén repletos los depósitos
Cuando las enciende en las noches del invierno
la luz y un calorcito suave
sostienen el fantasma de los mundos idos
Mi hermano vive por amor y odio a sus lámparas
Esta dependencia lo agobia
No encuentra fórmula para desterrar
el hechizo de la luz
Sin embargo se estremece ante la noche
a Gustavo Adolfo Erdmann de Saint-Semméra

(De los ojos de lo fugaz)




MAESTROS Y AMIGOS

Simple
sin la vestidura con la que te enmascarabas
tu afecto era una gran mano tibia
sobre mi hombro
¿izquierdo o derecho?
no lo recuerdo pues dormía
y tu voz apenas audible
vibraba desde el polvo frío.

Consumido de ansias mal roídas
tu gato sobrevive
Se arrastra por los tejados y alcantarillas
de la rué Raymond Losserand
y como una voluta de humo desaparece
en la casa de los solitarios
buscándote en las noches calurosas
cuando las ventanas están abiertas
al claror del plenilunio
La música que escribiste
así como la que nunca escribiste
deambulan
y se enclaustran con el gato
en el alma de ese viejo
que sirve licor y masitas
a invisibles visitantes
mientras un nuevo sacerdote
crispado
proclama las normativas al uso
los despojos de las hilachas
de los sagrados afectos del corazón

En medio del trajín de los muertos
y de los sonidos de una orquesta selvática
que desencadena aluviones con su brisa
escucho a los amigos
cercanos o ausentes
que se descuelgan a cualquier hora
y vienen a verme enteros
Están en mí
como fragmentos del rompecabezas
de algo insostenible y cierto
llamado eternidad
Joaquín me hace guiños
Su aposento de Campo Quijano
tiene un telescopio
que le permite viajar hasta los ángeles más remotos
Dice que la verdad se oculta
tras máscaras numerosas como las estrellas
No importa
agrega
en la vocinglería de lo múltiple
hay sitio de sobra para todos.

Cada uno tiene un lugar
para su muerte
nido hecho con los brazos
de los que nos amaron
Nos acunan y arropan
y repican el ensalmo
Entregarnos
Entregarnos a la tierra
que desde la honda zanja de su vientre
nos imanta
Entregarnos
Entregarnos y extender los brazos
con los ojos dormidos
a Joaquín Giannuzzi y Adolfo Mindlin

(de: Las tierras naturales,
Del Dock, 2007)



EL COMINO...

El comino
el ají
el cilandro
la canela
perfumaban las cocinas
Innumerables carnicerías
borboteaban en ollas negras
Eran caldos con grandes charcos
de grasa reluciente
y en las parrillas
las entrañas
lloraban de gozo por el fuego
La repostería necesitaba
mucha lágrima
desasosiego y tumba
Y comíamos sobre extensos manteles
viandas sobrenaturales
El cielo y el infierno
eran masticados y tragados
volviéndonos santos y apóstatas
luego ángeles sacrílegos
en lentas siestas incestuosas



LA LUZ DE LOS AMANTES

Tengo un perro
Su nombre es el de un héroe sumerio
Gilgamesh
Está muy viejo
Camina con dificultad
La sordera lo ha vuelto huraño y cascarrabias
Sus ojos presagian una cercana muerte
Me muerde No me reconoce
Come a duras penas delicadas papillas
Pero duerme conmigo
Es un raro amante anciano
egoísta y gruñon
enfermo de mezquindad y celos

Se acerca otro verano
pero no habrá otro perro
Éste es el único
Artrítico canceroso diabético
Terminará en cualquier momento
y como a todo lo amado
lo enterraré en un jardín
donde la eternidad no lo fosilice
Lo que fue amado
quedará para siempre
junto a la lumbre de los solitarios
a los trastos machacados de olvido
a los huesos de los interdictos
a la penuria de los animales domesticados
Todos serán un mármol duro de roer
como mi perro
que me está mirando con unos ojos de amor
como nadie me ha mirado nunca
y que me seguirá mirando
a través de sus ojos insondables
en las generaciones y degeneraciones
de los mundos
Me da gusto su olor
pues comemos del mismo plato
una comida donde no interviene la sangre
sino la luz de los amantes



CUERPOS DE SED

Secreto amor entre potro y jinete
acabado en la penumbra de senderos idos
Vivir
nada más
lo sabían
Vivir en el gozo de los cuerpos sudados
caídos en el sueño
Sedientos más que la sed
el amor les dibujaba un ala de fiebre
y como cuchillo que cava y abre surcos
y esparce en la tierra la sustancia de la herida
dolía en frío de luz y tajo
Potro y jinete fundidos
Relámpago sin señal ni estela
El tiempo es un paréntesis en el misterio
y amor
la gran boca de la ingesta



LA NIÑA ALBA

Trizaba la vida
hamacándose entre el látigo
y el almíbar de las uvas
Era mujer de grandes pechos
y de ojos como guaicas calientes
Me acuerdo del ludir de las sedas
cuando arrastraba su soberbia
por la penumbra de los patios
A su paso
dejaba un leve olor
a yegua en celo
Me acuerdo de su risa entre las flores
oscura
con vestigios de exterminio
Andaba por la casa como una criminal
impune
criando orgullo entre los escapularios


ENCANTAMIENTO

Anochece
Alguien canta con voz apagada
En el cañaveral cercano
las ranas plañen y sobre el árbol oscuro del traspatio
un pájaro lastimero pía
Las sombras se agolpan a esta hora
Alguien
canta a media voz
Nosotros sabemos que en la casa el padre muerto
enciende la lámpara mientras los perros lamen
las puertas cerradas del invierno
La luz convoca a los hermanos
Uno trae el corazón equivocado
otro los huesos divididos
otro una mirada húmeda de bosque
El padre después de rezar comparte la comida
En la ventana del salón resplandeciente
un gallo anuncia el alba
Amanece
Alguien empieza un canto distinto




MATERNIDAD

Como mula terca los años se precipitan
hacia  un fondo
negro   opaco  o transparente
No lo sé
Y no debería importarnos
Alguien escribió el poema
antes  que abriéramos los ojos
El poema como un sinfín de meandros
y  nosotros
destellos  en su amanecer continuo


II

Pero tendrán que incinerarnos
o disponer el cuerpo bajo tierra o en un nicho
todo esto precedido de ceremonias inútiles
Sería más saludable abandonar los restos
en la trinchera
para alimento de animales inocentes


III

Así hijo
como ahora fue en un principio
Estás saliendo
nuevo
de entre mis piernas
Carne de llanto en el instante


IV

La belleza es peligrosa
como la vida
y esta una telaraña
donde lo último y lo primero se funden
Las dos caras del crepúsculo
Amanecemos para atardecer
y atardecemos amaneciendo
Así el rocío moja los talones del día
y la noche entra de puntillas por los pastos húmedos


V

La luna reside en la noche
y tiene las llaves de nuestra noche
El sueño es su mensajero
Entra descalzo
Tiresias y la Machi en dúo
residuos  del ahora en fuga
La luna manda en nuestras madres
en su faz cambiante de crueles-amorosas




EL RECUERDO

Liebre escondida entre las altas hierbas
dispuesta a huir
no reptil ave o pez
en su agujero cielo o agua
sino liebre a todo lo que da
cabalgando en ancas
de horas felices o color de nada
liebre
arrastrándose en las zanjas
incapaz de mí
sola de mí en su sangrar
ahogada en las entretelas de mi corazón




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