miércoles, 15 de diciembre de 2010

2465.- JAN POLKOWSKI


JAN POLKOWSKI. Polonia, 1953.
Tras haber publicado seis poemarios en la década de los 80 (el primero en 1980 y el último en 1990), ha habido que esperar 19 años para ver el siguiente libro de poemas, Cantus, en la editorial a5 de Cracovia con el número 65 de la colección dirigida por el gran poeta polaco Ryszard Krynycki.
En un período muy breve de tiempo, quizás no habrá pasado ni un año del libro Cantus, que el autor polaco vuelve a la actualidad literaria con un nuevo poemario, más denso y trabado aún si cabe que el anterior. En este caso, el libro lleva por título Cien (Sombra).




Voz

Desde detrás de la ola del sueño llega hasta mí la voz de mi madre.
Dudo un instante: ¿huir en el sueño o enfrentarme al mundo
y escuchar ese susurro de conversación, cuyo significado
ni puedo, ni quiero entender?
No sé quién soy, cuánto años tengo, si existe el futuro,
oscuridad y promesa, principio y premio.
No estoy seguro de estar vivo,
soy feliz.

De Cantus
[http://altrasluz1.blogspot.com/2009/11/jan-polkowski-1953.html]





DE CIEN:



Te amaba muerta
limpia con el tiempo que vendría.
Y te abandoné creyendo
en la fidelidad del olvido
y en el desierto destino humano.

Si yo no era tú
¿quién era en el tendal del fuego
que espera entre los labios
la dulce sílaba de la sangre?

Si estás en todos sitios
puedo dejar de existir.
Si eres yo, callaré como la nieve
de una moneda enterrada.
A través de ti la Tierra se aparece
desnuda en un tejido de palabras.




El mundo (poema ingenuo):

La esperanza es cuando no hay, entonces nace
en la felicidad y alimenta el dolor, como si mirarás,
extraña en ti misma, la caída en un espejo.
Ella se renueva como el mundo en la muerte.








La fe es cuando el frío juicio sabe que tú no escogiste
estos pocos detalles: el peso del cráneo, en la mano
las capas de las colinas floreciendo, las huellas aéreas
de los muertos que pueblan las casas traídas cada día
de nuevo por la mano del carpintero y de su silencioso
ayudante con los pies llenos de heridas.







Cortinas corridas. La hija toca el piano. Se interrumpe,
vuelve, calla. En el cráneo un salmo
incesante de planetas.






Gritan los gorriones, dan vueltas rápidos entre el charco y el desnudo
ligustro. En las sienes una caricia gris
del sol. Es mediodía, primavera, otoño, el aletear
de la oscuridad.








Da vueltas la fiebre. En la orilla
una jauría de perros sin amo.
Llovizna una luz de marzo.
Unas procesiones de marzo
de fuentes sedientas.







Calles subterráneas. Bosques de nidos vacíos. Tu respiración
rápida entre chovas de invierno.









Un jirón de pensamientos, guardián de la luz. La nada
sirve. El viento fiel
brilla.

[http://lanausea2000.blogspot.com/]

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