lunes, 23 de agosto de 2010

616.- ANA PATRICIA MOYA RODRÍGUEZ



Ana Patricia Moya Rodríguez (Córdoba, 1982). Estudió Relaciones Laborales y es Licenciada en Humanidades por la Universidad de Córdoba. Ha trabajado como arqueóloga, profesora de clases particulares, joyera, informática, investigadora de libros antiguos, etc. Actualmente, estudia Master en Textos, Documentación e Intervención Cultural, es pluriempleada y directora \ editora \ coordinadora de Groenlandia, Revista de Literatura, Opinión y Arte en general. Ha publicado un poemario, titulado “Bocaditos de Realidad” (Groenlandia, primera edición del 2008; próximamente, la segunda para el 2010), y en breve, publicará un libro de relatos, “Cuentos de la Carne”. Sus poemas y relatos han aparecido en diversos fanzines y revistas, impresas y digitales, de España e Hispanoamérica, así como en diversos blogs. Participa en la Revista de Literatura Internacional La Más Medula y ocasionalmente en la página Web de la revista Andalocio. Obtuvo un accésit en un Concurso de Relatos Internacional. Ha participado en los Talleres Literarios de Creación Eutopia 2007, Festival de la Creación Joven de Córdoba, impartidos por Espido Freide, Juan José Millas, Andrés Neuman, entre otros escritores. Algunos de sus poemas han sido publicados por el Centro de Estudios Poéticos de Madrid en sus diversas antologías. Sus poemas han sido traducidos al inglés, al catalán y al italiano. Tiene su espacio en Las Afinidades Electivas. Posee libros de poesía y relatos inéditos. Ha aparecido en tres antologías digitales: “Esnifando Letras” (poesía y narrativa), “Póker de Reinas” (poesía) y “Anuncios (Des)clasificados II” (narrativa). En breve, aparecerá en tres antologías literarias impresas, dos de poesía, y otra de narrativa, y algunos de sus textos, aparecerán en plaquettes. Actualmente, participa en dos proyectos de antologías poéticas mexicanas, españolas y chilenas.



Basado en hechos reales

Así os veo, queridas mujeres trabajadoras,
simplemente por tener un coño entre las piernas:
limpiando la mierda que dejan los demás,
cobrando la mitad de lo que cobra un hombre,
soportando la justicia de raíces machistas,
ocultando vuestros méritos detrás de sus espaldas.

Y, con cierto pavor, tiemblo al pensar
que como vuestro presente será mi posible futuro.

(De “Bocaditos de Realidad”, editado por Groenlandia)




Desde las sábanas

Rabia
odio
de tanto amor que por ti siento.
[Maritza Núñez]


Vuelvo a llorar por ti, en secreto. Mancho

las sábanas de incontables lágrimas, de lágrimas
sucias llenas de rabia,
de lágrimas negras por culpa del rimel
que apenas utilizo.

Mi cama ha escrito demasiadas historias en su colcha,
la almohada apenas soporta el peso del silencio
de la humedad de mis ojos, deja de ser la cómoda
cuna de los sueños para convertirse en el único sitio
donde me consume la tortura de mi interior dolido.
Mi cama es útero de tela que me acoge, echa un ovillo,
después de mis sollozos,
de mis gritos silenciosos y desgarrados
ante lo que me jode.

Si tuviera que juntar todo lo que he llorado por ti
en estas sábanas, construiría un inmenso océano
salado con olas de súplicas, de deseo, de la ilusión de verte
en esta cama junto a mí, enfrentando a tu ser con el mío;
pero en la realidad, yo me ahogo en mi propia melancolía
y en la desesperación de saber que no podrás
pertenecerme jamás.

Jamás…

(“Bocaditos de Realidad”, primera edición)




De rodillas, delante de mi cama…

De niña, tenía una cruz dorada clavada
en la carne; ahora, mis oraciones salpicadas
de culpa se reflejan en un rosario con cuentas
de lágrimas. Conciencia sin limpiar. Pedazos
ásperos que murmuro para mis adentros,
pecados de mi insignificante existencia.
Antes había terror: debajo de la cama estaba Dios.
Pero Dios no está. Ya no hay ni bondades ni castigos.
Tampoco creo en los poetas, ni en los políticos,
ni en las putas promesas de amor eternas
ni tampoco en los hombres ni en las mujeres.

Mis plegarias, cantos de desilusión en la noche
cómplice de mis bajones, asoman en estas manos
la gran evidencia. Sólo creo en mi misma.

Porque es lo único que me queda.

(“Bocaditos de Realidad”, segunda edición)





El mayor espectáculo del mundo

Bienvenidos
al mayor espectáculo del mundo:
el teatro de la vida.

Escenario con decorados cutres,
donde te hallas tú
sintiéndote
como una marioneta, atado
de pies y manos,
como un muñeco, con agujero
en la espalda,
como un actor secundario
que jamás se estudia el guión.

En las tablas,
haya tragedia, haya comedia,
cambias el trozo de carne del pecho
por plástico, por algodón,
o por metal orgánico.

Bajo los focos,
somos tristes figuras sin sombra
que maneja, cruel,
el destino.




I got you under my skin

I've got you deep in the heart of me
so deep in my heart
that you're really a part of me.

(Frank Sinatra)



A pesar de tus latigazos
en mi espalda,
amor, te tengo debajo de la piel,
corres por la sangre de mis venas de borracha
a un ritmo de vértigo,
te has empotrado en ese trozo de carne
que sólo late,
desgarrándome las arterias con los dedos,
acariciando, dulce y cruel, esos recuerdos
que jamás en la vida podré borrar.

Sí, cariño, te tengo debajo de la piel;
de hecho, siempre has estado ahí…
…aunque yo, en ti, esté
rota y arrugada en el fondo de tu papelera.

(Poemas de “Material de Desecho”, inédito)



Tripas

Como cuando se abre una flor y revela
el corazón que no tiene
(Alejandra Pizarnik)

I

Los lugares más fríos no son Islandia, ni Siberia,
ni Groenlandia. Disecciona con la navaja del recuerdo
el esternón: sólo hay escarcha.

II

Ser la otra te posiciona en dos categorías:
la superior, cuando eres novedad, la inferior,
cuando eres comodín. No sé si me valoro lo suficiente
o me siento muy sola.

III

Calidez admitida en besos y abrazos: las palabras,
accesorias para la excitación. Teatralidad del que
reclama piel ajena cuando la otra parte de la cama
está vacía.

IV

Amor: mi nombre en tu boca. Y todo es falso.
Opto por callar. El silencio es más elocuente:
entre tus brazos, sólo siento.

V

Besas y golpeas mi pecho. No hay dolor: fina capa
de hielo recubre un órgano latiendo lentamente,
mentiroso. Sólo mis tripas son honestas.

VI

Mi espalda. Es tuya. Vértebra a vértebra.
Nervio a nervio. Soporta tu peso. Soporta la hipocresía.
Es lo único que puedo ofrecer: no quiero entregar
un corazón podrido.

VII

Cadáveres. Mis huesos, mis músculos, mi piel,
son cadáveres en tus manos. No hay latidos:
soy amor muerto. Soy nada.

VIII

Mis entrañas se retiran del campo de batalla.
Sábanas mojadas: banderas blancas para la pecadora.
Mi orgullo herido. Saboreamos la derrota.
Soledad resguardada en lo más hondo de mí,
masticándome las tripas, remordiendo conciencia
enjuagada con sudor.



Aspiro a imposibles

Caperucita - regaliz

Qué tonta era Caperucita Roja.
Tierna chiquilla que hace dulces para la abuelita,
inocente cria que se tragó las mentiras del can feroz,
estúpida niñata que esperó al leñador para ser rescatada,
criatura gilipollas que concebía la vida como un pastel.

Yo soy versión adulta de Caperucita:
llevo siniestras ropas de luto,
un palo lleno de clavos oxidados
y caramelos de regaliz en los bolsillos;
arrastro el fantasma del miserable lobo
y un cadáver anciano de voluntad impasible.

Los manjares de azúcar intragables de mi canasto
- escondidos junto a un libro de filosofía, el tabaco
y la botella de vino - se pudren por el veneno.

Son regalos para los cuentistas:
abuelas, niñas, lobos y guardabosques
que me intentan engullir con sus fauces hipócritas.

(Poemas de “Píldoras de Papel”, inédito)




Símbolo de mi impotencia contra el mundo

Raparse casi al cero
es un placer indescriptible.
Mientras las tijeras y la maquinilla
cubren de pelos las baldosas del baño,
yo me resigno a mi realidad.

Es lo único de mí
que puedo cortar
con mis propias manos.

Desierto

El corazón en el techo, yo recibiendo
el amor que corresponde a la legítima
mientras me observa desde arriba y lanza
mensajes codificados: “qué poco vales
por morir lentamente entre besos”.
Los tímpanos perciben el eco silencioso
del órgano que late por inercia que me espía
que se mezcla con lamentos los tuyos los míos
que llora por la que está suspirando por huesos
ajenos y que se ha rendido a otras manos.
Con el último suspiro en la soledad
de mi ausente delito me quedo quieta muy quieta
esperando a que regrese el trozo de carne
a su hueco, pero parece inerte, confiesa
con rabia entre los dientes que no desea
ocupar su sitio: no se sentiría cómodo
habitando las costillas

de una extraña.

(Poemas de “Yo soy lo que dicen mis manos”, inédito)






Mañanas


Bostezo. El agradable aroma del café penetra en mi olfato.
Escapo de las viejas sábanas, huyo a la cocina, no hay nadie.
Era café fantasma. Yo me sirvo la infusión caliente de vigor
y mi pereza me impide hacer una incursión al frigorífico.
Todavía estoy pegada al colchón, parecen caerse mis ojos
ante un surco de cansancio. Mi cerebro hace coletear
trocitos del pasado, trocitos que me remiten al amor perdido.

Para mi garganta afónica la taza está llena de calidez,
me espabila para afrontar el reto diario. Miro el fondo
de la taza. Huele a tu memoria. Huele a ti, huele a dolor.
Yo dejé de soñar contigo, pero lo que llevo en las manos,
me lleva a ti. Has compartido demasiados descafeinados
conmigo, has marcado tu símbolo en todos los cafés
que huelo a distancia: en la Facultad, en la casa, en la calle.
Estás en todos lados. Tú eres un nudo que ahoga mis entrañas.

Por eso nunca bebo café. No es por los efectos negativos
que podrían provocar en mi intestino; es que, si bebo café,
estoy bebiendo retales de recuerdos…
…te estaría bebiendo a sorbitos.





Sin título

De alguna manera u otra,
todos tenemos algo de poeta.

La vida es pura poesía,
y nosotros la escribimos
con versos de realidad.


(Estos dos poemas pertenecen a "Bocaditos de Realidad",
editado por Groenlandia)



De tripas corazón

Agarro la vida
por las entrañas,
destrozo el cáncer de la existencia
con estas manos sucias
de conciencia raspada.

Es mejor ser insensible
a que me dejen hueca y vacía.

Cuestión de supervivencia.



Definición


El amor es ciego,
sordo,
mudo
y tonto.

Y la más tonta de todas
soy yo.




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