jueves, 14 de agosto de 2014

ROSA ARANEDA [12.857]


Rosa Araneda

Rosa Araneda Orellana fue una poetisa popular chilena del siglo XIX nacida en San Vicente de Tagua Tagua en 1861. Ferviente antibalmacedista después se opuso fuertemente al gobierno de Jorge Montt. Era una de las pocas mujeres que se contaban entre los verseros de finales del siglo XIX. Habría fallecido en Santiago el 4 de junio de 1894, a los 33 años.

Son pocos los datos históricos sobre Rosa Araneda, algunos los cuales se revelan a través de sus versos. Sobre su origen, expresa:

"Araneda por mi padre,/en Tagua Tagua nací,/ y también les digo aquí:/ Orellana, por mi madre;/aunque a ninguno le cuadre/ pregunto y noticias doy;..."

Rosa Araneda

De origen campesino, no hay certeza de las fechas exactas de su nacimiento en San Vicente de Tagua Tagua y muerte, aunque se estima que habría nacido en 1850 y muerto en la última década del siglo XIX.

Sus poesías circularon profusamente, junto con la de otros populares de su época, vendidas en las plazas, mercados y estaciones, desde donde seguían viaje a los pueblos. Por datos que aparecen impresos al pie de los pliegos publicados por ella, se sabe que vivió en los barrios populares cercanos al Mapocho, como calle Andes 11-A, San Pablo 132-A, Sama 16-G y 73-A, o en la calle Zañartu entre San Pablo y Sama en los números 23, 18 y 9. Este último domicilio lo compartió con Daniel Meneses, poeta popular con quien convivió hasta su muerte. Actualmente la calle Sama corresponde a Calle General Mackenna o Calle Ismael Valdés Vergara, en los alrededores del Mercado Central de Santiago.

«Joven, graciosa y bonita
yo conozco una poeta que anda como un cometa vendiendo su musa escrita. La pobre mujer se agita mientras su hijo va gritando y a todo el mundo atajando
porque le compren un verso /.../»

"Chupatesa" (Anónimo)

Alcanzó popularidad en su tiempo por su trabajo literario que recreaban la vida del pueblo chileno, así como practicaba la crítica social. Como versera, sus décimas cantaban a lo humano y lo divino. Su obra se difundía a través de pliegos y folletos vendidos en calles y plazas, teniendo por público a los obreros de Santiago, como a mineros y campesinos.

Si fuera de mi deber
Muchas cosas contaría Pero no se me creería
Porque soy una mujer

Rosa Araneda

Aspecto político

El auge minero genero un auge en las fortunas personales de la oligarquía y empezaron a surgir palacetes fastuosos y riquezas no antes vistas. La inequidad el ingreso , una vez más causaría estragos . Toda esta actividad trae una emigración de las zonas rurales y en consecuencia crecen los suburbios de la periferia donde se instala el bajo pueblo: Chuchunco, frente a la estación de ferrocarriles, Guangualí, la población Ovalle junto al Arenal, el Conventillo o “Potrero de la muerte” en las cercanías del matadero de la ciudad, y en los bordes del cinturón agrícola y viñatero que rodeaba el sur de Santiago.Los conventillos, repartidos en la ciudad misma, también albergan a los pobres.En este espacio urbano que crece en construcciones y población, al igual que en las demás ciudades latinoamericanas, “quedaron nítidamente separadas dos lenguas. Una fue la pública y de aparato… la otra fue la popular y cotidiana… el habla cortesana se opuso siempre a la algarabía, la informalidad, la torpeza y la invención incesante del habla popular, cuya libertad identificó con corrupción, ignorancia, barbarismo. Era la lengua del común”

La pelea entre la Plutocracia generó divisiones respecto a si usar los fondos para la plutocracia chilena liderados por Balmaceda o seguir servilmente al imperio de turno, como ha sido la costumbre de la oligarquia chilena.

Rosa Araneda formó parte de un movimiento mayor de conciencia femenina propia a su tiempo, que concierne tanto a la mujer de la oligarquía como a la popular.

La mujer de la oligarquía

La mujer de la oligarquía santiaguina organiza en los últimos decenios del siglo los llamados salones del diecinueve, que continuando la tradición de la tertulia colonial, son reuniones en donde se conversa sobre temas de alta cultura como música, literatura, artes y políticas. Es un momento en que “un sector reducido de mujeres interviene y construye una serie de prácticas culturales, que funcionan como estrategias que les permitirán insertarse paulatinamente en el espacio público y, también, período en que se empieza a configurar el espacio literario como tal”.

Estas mujeres,son sujetos que están construyendo discursos y prácticas que van más allá de estar dirigidas a coadyuvar en la construcción del espacio público masculino.”
Darcie Doll

La mujer popular

La mujer popular, por su parte, debe insertarse en el mundo del trabajo por una cuestión de sobrevivencia.

“Durante el siglo XIX se experimentan procesos de cambios que redefinen el papel de la mujer popular dentro de la familia y de la sociedad en general. Se autosustentan gracias a oficios como: la costura, el lavado ajeno, las cocinerías, al comercio ambulante, la prostitución. Las que no viven en los conventillos se emplean en el servicio doméstico puertas adentro y también un pequeño segmento hacia fines del XIX se proletarizó en establecimientos industriales.”'
Alejandra Brito

Posición como mujer frente a un gobierno de hombres

De esta manera, tanto la mujer de la oligarquía como la mujer del pueblo, viven procesos que cuestionan el rol que habían tenido hasta el momento y salen del hogar participando del ámbito de lo público. Rosa Araneda es parte de ese movimiento social y muy lúcida respecto de su tiempo. Registra en sus hojas el tema de la mujer y su función en la sociedad. Desde sus versos aplaude al grupo organizado de mujeres católicas opositoras a Balmaceda, aunque lejanas a su posición , son cercanas a ellas como mujeres.Se lamenta también de la suerte de las más pobres entre las que se percibe una acción colectiva de protesta, con el resultado de la detención por la policía.

Al fin, mujeres también
Pagaron la harina a nueve,
Que es lo que más conmueve
Como en estos versos ven
I hay muchas en el retén
Están para aquella acción

Rosa Araneda





Rosa Araneda, al igual que otros "verseros" de fines del siglo pasado, adhirió al Partido Demócrata fundado en 1887, entre otros, por el periodista y poeta popular Juan Rafael Allende; en los años más duros del gobierno de José Manuel Balmaceda y durante la Guerra Civil de 1891 que terminó con el suicidio del Presidente , Rosa Araneda publicó numerosos poemas contra el gobierno del que fue ardiente opositora, así como también, posteriormente, del duro gobierno de Jorge Montt, que lo sucedió. Atenta a las vicisitudes públicas de su tiempo su poesía vibró con los dramas colectivos del país. No pudo sustraerse a los conflictos políticos suscitados por la trágica Guerra Civil de 1891. Si bien compartió la pasajera euforia de lo que se consideró el fin de la dictadura de José Manuel Balmaceda,7 a poco andar comprobó que el Chile posterior a la contienda Civil inauguraba el dominio incontrarrestable y sin vergüenza de los ricos. A mediados de 1892 ya escribía:

«Hoy día ya no hay vergüenza
la vergüenza se perdió se cree que Balmaceda de Chile se la llevó»
«Después que la oposición nos ofreció oro y plata se ha mostrado tan ingrata: en todita la Nación se oye la lamentación desde el Mapocho al Laja: /.../» .
«Por último, prometieron los vencedores de Iquique, subir a treinta penique el cambio, y no cumplieron»
«Al fin Montt siendo patriota
a Chile está arruinando /.../»
Rosa Araneda, pueta

Rechazo al antibalmacedismo

La consolidación del gobierno de Jorge Montt hizo que Rosa Araneda terminara por añorar al derrocado presidente Balmaceda:

<<la vergüenza se perdió
no digan que Balmaceda ha sido en que la mató» .
«Al fin los opositores nos están matando a pausa porque sin hallarnos causa nos urgen estos señores. Tratan estos invasores al pueblo con gran rigor cual de ellos es más opresor digo escribiendo y pensando hoy cómo se están portando
Balmaceda era mejor»

Rosa Araneda

Desde el tabloide "El Ají", junto a otros cantores a lo divino, se dedicó a la lucha antioligarquica. Siendo famoso un verso de ella justificando el motín antieclesiastico en la persona del Gobernador de Valparaíso, Ramón Ángel Jara.

Producción poética

Con o sin su compañero poeta, la producción de Rosa Araneda fue importante, similar a la de Bernardino Guajardo, Nicasio García, Rómulo Larragaña (Rolak), Juan Rafael Allende y Daniel Meneses.11 En su mayoría eran campesinos emigrados a Santiago. Algunos fueron cantores y poetas; también ocurría que vendieran sus versos a los cantores de famosas fundas. Esta poesía era expuesta en sitios públicos y ofrecida a la venta en las calles. Los poemas de estos autores fueron publicados entre 1865 y 1920, aproximadamente. Esta poesía era expuesta en sitios públicos y ofrecida a la venta en las calles. Los poemas de estos autores fueron publicados entre 1865 y 1920, aproximadamente. Lo que no es poco ni se tiene en cuenta su condición de mujer y la sociedad santiaguina del siglo XIX.

"A instancias de don Juan Uribe Echevarría empezamos a descubrir las Liras Populares, hace casi veinte años, en la Biblioteca Nacional. Él es uno de quienes han estudiado en forma más profunda y acabada nuestra poesía tradicional, desde los inicios de la época colonial. «Soldados, poetas, misioneros, funcionarios y aventureros españoles dieron a conocer e iniciaron el trasplante y adaptación de los cantos a lo humano y a lo divino en décimas que glosaban temas contenidos en las cuartetas»

Rosa Araneda


El auditorio implícitamente convocado por casi todas las décimas era colectivo: gañanes, obreros y recién llegados del campo a la ciudad.

Los poetas luchaban entre sí, y era común que se trataran de lo peor. Daniel Meneses parece haber sido quien suscitó el mayor recelo entre sus pares y recibió los ataques personales más violentos, ya sea debido a su cojera, su relación con Rosa Araneda o las provocaciones que lanzaba a los demás. En una oportunidad los reprendió por la mala calidad de sus versos

"No arreglan ni los plurales, / ni saben las simetrías; / faltan en sus poesías / los temas gramaticales. / Mas creo que en los corrales / los vates han estudiado; / yo sin ser atarantado / ni elevarme a las esferas, / les critico sus leseras / para que pongan cuidado"
Daniel Meneses

Entre los escenarios santiaginos en los cuales los cantores popularizaban los versos figuraban en primer lugar la Fonda Popular (en Av. Matta con San Diego) y la fonda El Arenal de la Peta Basaure

"Toda mujer hoy en día
Lachando se contornea
Por mui honrada que sea
Le brilla la picardía.
Con descaro i villanía
Se entrega a los amadores; Disfrutando de las flores,
Dijo el mismo San Antonio,
Que es igual al demonio
La mujer que tiene amores." 
Rosa Araneda "Una reprensión a las mujeres que aman hombres casados", p.623


Luchadora social
En Rosa Araneda se articula un discurso social a partir de diversos ejes. Uno de ellos lo constituye la disputa por un capital simbólico específico: la interpretación del acontecer nacional.

Al profesor Rodolfo Lenz, filólogo y estudioso de nuestro folklore, le llamó la atención, desde su llegada a Chile, este tipo de impresos, sus autores y la forma en que se difundían. En 1894 escribía que los vendedores de las hojas al ofrecerlas gritaban una especie de letanía:

«Vamos comprando, vamos pagando, vamos leyendo, vamos vendiendo...» Y después de enumerar los versos remataban con el pregón: «¡Los versos!, ¡Los versos!»

Rosa Araneda.





Aunque las ediciones aparecían en forma muy irregular, Rodolfo Lenz tenía informaciones, en 1894, que «poetas aplicados» publicaban cada 15 días una hoja y que cada tirada era de unos 3.000 ejemplares, pero que «la Rosa Araneda sacaba a veces 8.000 y aún 10.000 de una vez» (47). La mayoría de estos poetas no sólo publicaron pliegos, también difundieron sus composiciones en folletos y en cantidad muy considerable. Este profesor anotaba a comienzos de este siglo, entre pliegos y folletos, una producción de 80.000 ejemplares al año. De una sola hoja suelta de Daniel Meneses impresa con ocasión del fusilamiento de Émile Dubois, en 1907, se habían hecho 18.000 copias. «Este copioso número de copias tiene su público entre los obreros de Santiago y luego entre los mineros y campesinos».

Los títulos eran siempre impactantes y llamativos. Por ejemplo, el de un pliego de Rosa Araneda: Horrorosa matanza en Vichuquén. Horroroso asesinato en Quillota. Un italiano degollado. Cuatro muertos en un salteo. Dos grandes plagas: El volcán Calbuco en erupción y el cambio tan bajo. Los «puetas» vendían sus producciones en calles y plazas y sobre todo en el Mercado Central, pregonadas por ellos mismos o por los suplementeros, quienes los ofrecían gritando «de un resuello» todos los títulos de una vez. Las primeras hojas tuvieron un tamaño de unos 26 x 38 cm, después se imprimieron de 35 x 56 cm y algo más y casi todas salieron de imprentas pequeñas.

Mientras tanto, el bandolerismo "que hacía de las suyas", según expresión de Rosa Araneda, se alzaba como preocupación preponderante en lugares como Olmué, Casablanca, San Felipe y el valle del Aconcagua en general.

También trató el problema de la violencia intrafamiliar en "El marido que ultimó a la mujer y al lacho porque los pilló durmiendo juntos".

En la ciudad de la Unión

un asesino gabacho mató a la mujer y al lacho con justísima razón.
El domingo que pasó al despuntar los albores, de un improviso, señores, esta desgracia ocurrió. Del modo que principió daré yo la explicación, con tristísima emoción lectores míos les cuento, sucedió el drama sangriento en la ciudad de la Unión.
Llegó el marido celoso a la casa y los pilló; durmiendo los encontró con un sueño delicioso. El crimen más alevoso hizo imitando a un borracho, y después a un despacho se fue a tomar, doy aviso, que es el que estas muertes hizo un asesino gabacho.
El hombre tenía idea que ella le ponía el gorro, y como no era muy porro la ultimó sin dar pelea. Para que el crimen se vea lo hizo en su mismo despacho; pero yo aquí se lo tacho, aunque le parezca mal; con un cortante puñal mató a la mujer y al lacho.
En la cama los halló, haciendo no sé qué cosa; luego la mujer mañosa malamente lo trató. Porque no se le humilló ella y le pidió perdón, si no como tiburón lo recibió de tal suerte, por eso él le dio la muerte con justísima razón.
Por último al querido, sin mirar el hombre en nada, lo echó de una puñalada a la mansión del olvido lo dejó tan mal herido que hoy se encuentra muerto ya, ¡Ay, por Diosito, papá! Le decía una niñita, con susto la pobrecita:
¡No me mate a mi mamá!
Rosa Araneda."El marido que ultimó a la mujer y al lacho porque los pilló durmiendo juntos

Si bien la división hecha por Lenz del canto masculino y femenino es aceptable en sentido amplio, ni en ese entonces ni en estos días, la guitarra podría considerarse solo de ejecución de mujeres, y, según, el propio investigador, la décima y el guitarrón serían respectivamente , la estrofa y el instrumento preferidos, no privativos, de los cantores”.

Oposición

La situación del pueblo de Chile comenzó a degradarse sin remedio. Y, dueña absoluta del país, la elite gobernante apareció descarnadamente responsable de dicha situación:



«Por último, la conciencia
Mueren hoy los pobres de hambrey ya en Chile se ha acabado
en la noche y en el día. /.../. y solamente ha quedado
Por si acaso antes me muero la impiedad y la inclemencia. /.../»
daré a saber sin demora:para los ricos de ahorasolo es el dios Don Dinero»

Rosa Araneda

¿Quién gobernaba?

¿Quiénes eran las cabezas visibles de esa élite post-'91? En una alusión familiar a políticos de diversos signos ideológicos como Guillermo Matta Goyenechea, Agustín Edwards Ross o Carlos Walker Martínez, Rosa Araneda los llama Los garroteros del pueblo:

«Guillermo, Cucho y Martínez
con un grande desarreglo se quieren comer al pueblo como rabiosos mastines. Con (20) sus corazones ruines pretenden los usureros guardar todos los dineros
y vivir cómodamente /.../»



Aunque no soy literaria: Rosa Araneda en la poesía popular del siglo XIX

Por Micaela Navarrete A.


En recuerdo cariñoso
de don Juan Uribe Echevarría,
quien nos empujó a conocer
y a estudiar a los poetas populares.


Agradezco el apoyo para sacar adelante este trabajo,
que hartos tropiezos tuvo, a mis amigos y compañeros que apostaron por él.


A mi pequeña y grande familia...


Un agradecimiento especial a Elizabeth Salazar, que sin entender nada de
esta poesía, se dio a la tarea de transcribir todos estos versos
con la dedicación y el cariño de una especialista.




Introducción


                              Araneda por mi padre,
en Tagua Tagua nací,
y también les digo aquí:
Orellanas, por mi madre;
aunque a ninguno le cuadre
pregunto y noticias doy;....


     Entre los poetas populares que dieron a conocer sus versos impresos en grandes pliegos en el Santiago de hace cien años, destacó esta poetisa de origen campesino.
     No fue posible dar con la fecha de nacimiento de Rosa Araneda, pero, si se tiene en cuenta que en la época en que había adquirido gran fama, cercana a la revolución del 91, tenía cuarenta años, debe haber nacido en torno a 1850. Sus poesías circularon profusamente, junto con la de otros populares de su época, vendidas en las plazas, mercados y estaciones, desde donde seguían viaje a los pueblos.
     Por datos que aparecen impresos al pie de los pliegos publicados por ella, se sabe que vivió en los barrios populares cercanos al Mapocho, como calle Andes 11-A, San Pablo 132-A, Sama 16-G y 73-A, o en la calle Zañartu entre San Pablo y Sama en los números 23, 18 y 9. Este último domicilio lo compartió con Daniel Meneses, poeta popular con quien convivió hasta su muerte. Actualmente la calle Sama corresponde a General Mackenna o Ismael Valdés Vergara.

     Según sus propias palabras, su vivienda era humilde:


                          Escucha lector o no
lo que te voy a contar
el jutre quiso allanar
y no pudo ni chocita.


     Desde allí escribía con su atrevido coraje, no solamente en verso, como lo que publicó en el periódico popular y democrático El Ají: Al miserable que me mandó a insultar en una carta anómina le recomiendo pase a mi casa a reiterar sus palabras más inmundas que él.
     Respondió con fuerza a quienes criticaron sus versos o dudaron de la autoría de las composiciones que publicó:


                            Cuarenta años de edad
tengo desde que nací,
lector si no crees dí
siendo que digo verdad;
sin que pase más allá
esta es mi sabiduría;
la que publico hoy en día,
alegan, vean qué cosa,
y dicen que no es tu Rosa
quien hace esta poesía. 
Otro viejo fanfarrón
dijo que un verso de él,
lo publiqué en un papel
por darme más opinión,
no quiero de ni un chambón,
tomar yo más nombradía,
tengo en mi mente una guía
digo aquí en este renglón,
que le pongan atención
a ver si en algo varía.


     En un pliego firmado por Chupatesa se la muestra de atractiva figura y acompañada de su hijo pequeño ofreciendo sus versos por la ciudad:


                                   Joven, graciosa y bonita
yo conozco una poeta
que anda como un cometa
vendiendo su musa escrita.
La pobre mujer se agita
mientras su hijo va gritando
y a todo el mundo atajando
porque le compren un verso /.../.


     La cultura de Rosa Aranda fue entrañablemente campesina. Su descripción de la tradicional y acaballada fiesta de San Juan en Machalí es fruto de una visión asumida como personalmente gustosa:


                                  Da gusto los machalinos
en sus caballos que van,
cuando corren en San Juan
aturdidos con los vinos; /.../.
Da gusto ver a los huasos
de una manera tan rara,
agrupados en la vara
que casi se hacen pedazos;
se dan tantos estribazos
que al fin quedan descansando, /.../.
  
Al fin, me da qué gustito,
en esas vastas campiñas,
ver los jóvenes y niñas
cuando suben el cerrito; /.../.


     Machalí estaba sin duda en el corazón de Rosa Aranda. En unos versos dedicados al Niño Dios pone en boca de los populares empascuados de la Navidad: Del pueblo de Machalí / vengo, misiá Mariquita, / a dejarle unas guinditas / coloradas como ají.
     Su mundo ideal probablemente fueron los jardines y las huertas del Valle Central conocidas y disfrutadas en su infancia. Nada más decidoras sus imágenes vegetales de Jesús. Él es el perfumado Edén. O el fragantoso Edén.
     Las flores son el mejor homenaje al Niño Dios: Al fin, cuando ya nació / el Salvador de este mundo / desde aquel mismo segundo / el campo se floreció. /.../ La flor abrió su capuz / risueña y con elegancia / para decir con fragancia / ya nació el buen Jesús. Cuando elogia a las trabajadoras del transporte urbano de su tiempo escribe así: Todas las conductoras / son amorosas / cuando suben al carro/ parecen rosas.
     La aguerrida mujer que se defendía con fuerza de quienes la atacaban, sabía ser tierna y sensible para cantar en sus versos a lo divino al Niño Dios, a los Angelitos, a la Pasión de Cristo o la Virgen de Andacollo. Dulce e inspirada en sus versos por literatura.
     Atenta a las vicisitudes públicas de su tiempo su poesía vibró con los dramas colectivos del país. No pudo sustraerse a los conflictos políticos suscitados por la trágica Guerra Civil de 1891. Si bien compartió la pasajera euforia de lo que se consideró el fin de la dictadura de Balmaceda, a poco andar comprobó que el Chile posterior a la contienda Civil inauguraba el dominio incontrarrestable y sin vergüenza de los ricos. A mediados de 1892 ya escribía:



                                  Hoy día ya no hay vergüenza
la vergüenza se perdió
se cree que Balmaceda
de Chile se la llevó.

Después que la oposición
nos ofreció oro y plata
se ha mostrado tan ingrata:
en todita la Nación
se oye la lamentación
desde el Mapocho al Laja: /.../.

Por último, prometieron
los vencedores de Iquique,
subir a treinta penique
el cambio, y no cumplieron.

Al fin Montt siendo patriota
a Chile está arruinando /....


     La consolidación del gobierno de Jorge Montt hizo que Rosa Aranda terminara por añorar al derrocado presidente Balmaceda:


                              Hoy día ya no hay vergüenza
la vergüenza se perdió
no digan que Balmaceda
ha sido en que la mató.

Al fin los opositores
nos están matando a pausa
porque sin hallarnos causa
nos urgen estos señores.
Tratan estos invasores
al pueblo con gran rigor
cual de ellos es más opresor
digo escribiendo y pensando
hoy cómo se están portando
Balmaceda era mejor


     La situación del pueblo de Chile comenzó a degradarse sin remedio. Y, dueña absoluta del país, la elite gobernante apareció descarnadamente responsable de dicha situación:


                    Por último, la conciencia Mueren hoy los pobres de hambre
ya en Chile se ha acabado en la noche y en el día. /.../.
y solamente ha quedado Por si acaso antes me muero
la impiedad y la inclemencia. /.../. daré a saber sin demora:
para los ricos de ahora
solo es el dios Don Dinero.


     Quiénes eran las cabezas visibles de esa élite post 91? En una alusión familiar a políticos de diversos signos ideológicos como Guillermo Matta, Agustín Edwards Rossi o Carlos Walker Martínez, Rosa Aranda los llama Los garroteros del pueblo:


                              Guillermo, Cucho y Martínez
con un grande desarreglo
se quieren comer al pueblo
como rabiosos mastines.
Con sus corazones ruines
pretenden los usureros
guardar todos los dineros
y vivir cómodamente /.../.


     El poder político y el económico se conjugaron de modo injusto. Y desde sus certezas cristianas la poetisa cronista, como se llamó en sus versos, ve el drama de la eterna condenación de los ricos:


                              El rico con el Estado
en media están trabajando
casas y hacienda comprando
con lo que tienen robado. /.../.
Al fin, amigo banquero, /.../
no sea tan usurero
mire en su salvación
ponga un poco de atención
y déjese de amolar
no se vaya a condenar
como el avaro Opulón.


     Rosa Aranda comprobó cómo el dinero y el ansia inmoral de las ganancias en Chile tenía como víctimas no sólo a los obreros sino también a los indígenas y las mujeres. Sobre la situación de los mapuches en Traiguén escribió:


                            Repito yo con afán:
los indígenas están
en tan triste situación /.../.
Piden los indios clemencia
con justísima razón


     La prostitución infantil fue denunciada con nombres y apellidos:


                                  La tal cabrona lector
que te nombre, no te asombres,
hasta niñas de doce años
se las entregan a los hombres.


     Ni el propio Almirante Jorge Montt, presidente de la República, podía escapar al clima de violencia social:


                              Falta sólo que el ladrón
se venga por la Alameda,
derechito a la Moneda
y mate a don Jorge Montt.


     Qué hacer ante esta situación social de los 90? Los uniformados en La Moneda debían volver a sus tradicionales funciones. Sobre el Almirante Montt señaló:


                            Que deje la presidencia
y se vuelva a ir al mar.


     En términos de opciones políticas Rosa Aranda favoreció al Partido Democrático creado en 1887 para defender a los obreros, artesanos y pequeños comerciantes del país. En 1888 sus adherentes participaron en protestas callejeras y en 1894 consiguieron su primera representación parlamentaria en la figura del diputado por Valparaíso Ángel Guarello. En sus Versos del Partido Democrático dijo la cantora popular de Tagua Tagua en diferentes momentos, al menos si comprobamos dos hojas de poesía suscritas en Andes 11-A o Zañartu :


                              Yo le clamo al Poderoso
que nuestro partido venza /.../.
Dios lo mire con piedá
con santa y justa razón
defendiendo nuestra unión
el Democrático está.


     Rosa Aranda defendió un mundo aún no corrompido por el dinero. Incluso esto se percibe en su visión personal del héroe Arturo Prat, imagen casi mística:


                              El muy noble caballero
dijo ardiendo en viva llama
yo peleo por mi fama
no porque me den dinero.


     Al fin de cuentas, desde sus sueños y sus utopías medievales y campesinas, Rosa Aranda creyó más que nada en los valores del mundo al revés:


                                    Al fin, vide en un lugar
que me causó una gran risa
al altar diciendo misa
y a un padre vuelto altar /...


     Por lo mismo, creyó a pie juntillas en la generosidad de Jesús, el multiplicador de los panes y los peces, y en su madre, María, a quien llamó sultana del Universo, empleando la misma expresión con que ella quiso ser conocida en Chile:


                    Jesús de ver el contento Virgen Santa, celestial,
del pueblo que lo seguía, inefable y milagrosa,
ya que me hace compañía eres vos la más virtuosa
hay que darle el alimento. consuelo de todo mal.
Mandó a Pedro muy atento Divina y angelical
que se deje de ademanes /.../ del Universo Sultana.
Por un milagro divino
cuando en el monte estuvieron
con dos peces y cinco panes
cinco mil hombres comieron.


     Cuando Rosa Aranda muere, en su sentido testamento escrito en versos por Daniel Meneses, su compañero, no dejó bienes materiales, pero sí las huellas de su transparente fe cristiana:


                            La Virgen llena de gozo
estando en mi compañía
rebosaba de alegría
al verme sin ni un delito,
les dedico este versito
en nombre de María./...


     Los sentimientos de los suyos lo expresó el poeta popular Desiderio Parra:


                              Ya sé bien que todo el reino
su salvación le desea
por sus graciosas ideas
y sus bonitas palabras,
sólo aquí en Santiago se habla
que murió Rosa Araneda. /.../.
Al fin, en el verso que hago
a todos perdón les pido,
cuánto no la habrán sentido
los que viven en Santiago?
Otro día había conversado
diciendo grandes favores
hoy día se haya, señores,
en esa gloria empírea
con la corona de flores.


     Son escasos los datos históricos sobre Rosa Aranda. Ella misma cuenta algo de su vida en su Aclaración donde se dice la verdad y poco más se encuentra en varios de los versos escritos por Daniel Meneses cuando ella muere. En uno de ellos se registra el día y el mes de la muerte pero falta el año. De manera que no hay certeza que sucediera en 1894 como ha aparecido en escritos posteriores: 


                              Al fin, el cuatro señor
de junio ella expiró
y su alma al cielo voló
con sacrificios mayores.
Fíjense bien mis lectores
en los versos que hago yo.
Ya la Rosita murió,
Solo su nombre ha quedado
en muchas mentes grabado
por la fama que tomó /.../ 


     El hecho es que ella aparece desafiando a los poetas consagrados de su tiempo a componer por cualquier tópico o fundamento pese a que ellos veían con recelo que una mujer se dedicara a hacer versos, lo que tradicionalmente era oficio de hombres:


                                Por último, caballeros,
si hoy mismo van a la plaza,
hasta mujeres verán
poetas entre los verseros.../ 


     No sólo publicó sus composiciones en una gran cantidad de hojas sueltas, también se imprimieron en folletos. Antonio Acevedo Hernández, que estudió a los grandes de nuestra poesía en décima escribió sobre Rosa Aranda: Buscó dentro de la orientación unilateral de los poetas populares motivos originales, así compuso versos con motivos de adivinanzas; fue también polemista y buena versificadora... daba fácilmente la emoción y el colorido místico a sus versos, tenía inventiva....
     En cuanto a la suposición de que Rosa Aranda y Daniel Meneses trocaron más de una vez las firmas para su respectivas composiciones, es difícil probarlo. Por ejemplo el verso Las tentaciones de Lucifer y el poder de Jesucristo publicado por Rosa en un pliego en torno a 1894, aparece más tarde, en 1898, en un folleto de Daniel Meneses donde no se consigna el autor. Esto puede llevar a error. Sin embargo, no puede ser que Meneses se sintió, como legítimo heredero, en el derecho de tomar versos de su mujer?:


                                  Al fin, le dejo a Meneses
mis cantares por herencia,
para que tome experiencia
que escriba años y meses /.../ 


     Además él mismo, en sus versos se compromete a reemplazar a la Rosita:


                    Yo me oferto a reemplazar Prometo yo de seguir
desde hoy a la Rosita, reemplazando sus cantares,
con la tinta y la plumita con mis versos a millares
sin jamás acobardar /.../ hasta dejar de existir /.../


     Con o sin su compañero poeta, la producción de Rosa Aranda fue importante, similar a la de Bernardino Guajardo, Nicasio García, Rolak y el mismo Daniel Meneses, lo que no es poco ni se tiene en cuenta su condición de mujer y la sociedad santiaguina del siglo XIX.

     A instancias de don Juan Uribe Echevarría empezamos a descubrir las Liras Populares, hace casi veinte años, en la Biblioteca Nacional. Él es uno de quienes han estudiado en forma más profunda  y acabada nuestra poesía tradicional, desde los inicios de la época colonial. Soldados, poetas, misioneros, funcionarios y aventureros españoles dieron a conocer e iniciaron el trasplante y adaptación de los cantos a lo humano y a lo divino en décimas que glosaban temas contenidos en las cuartetas.
     El profesor Uribe Echevarría cree que en torno a 1865, junto con la evolución del periodismo satírico, aparecen las primeras hojas con versos impresos en donde los poetas comentaban los hechos de la actualidad, mezclados con otros temas: cantos a lo cotidiano, terribles catástrofes, hechos o personajes bíblicos, brindis, payas y contrapuntos, hasta cuecas y tonadas. El número de poesías que se imprimía en cada pliego variaba entre las cuatro y las ocho, llegando excepcionalmente hasta doce. Comúnmente las hojas de versos llevaban un título impreso en grandes letras que se referían a una o dos de las cinco o más poesías que contenían.
     Los autores de las hojas hacen el comentario de los sucesos nacionales desde el nivel del pueblo. Lo representan con fidelidad porque ellos mismo son pueblo. En la segunda mitad del siglo XIX destacaron: Bernardino Guajardo, Juan Rafael Allende, Nicasio García, Daniel Meneses, Rolak, Adolfo Reyes, Javier Jerez, José Hipólito Cordero, Juan Bautista Peralta, etc. y entre todos ellos Rosa Aranda, única mujer.
     Al profesor Rodolfo Lenz, filólogo y estudioso de nuestro folklore, le llamó la atención, desde su llegada a Chile, este tipo de impresos, sus autores y la forma en que se difundían. En 1894 escribía que los vendedores de las hojas al ofrecerlas gritaban una especie de letanía: Vamos comprando, vamos pagando, vamos leyendo, vamos vendiendo...Y después de enumerar los versos remataban con el pregón: Los versos!, Los versos!.
     Aunque las ediciones aparecían en forma muy irregular, Rodolfo Lenz tenía informaciones, en 1894, que poetas aplicados publicaban cada 15 días una hoja y que cada tirada era de unos 3.000 ejemplares, pero que la Rosa Aranda sacaba a veces 8.000 y aún 10.000 de una vez. La mayoría de estos poetas no sólo publicaron pliegos, también difundieron sus composiciones en folletos y en cantidad muy considerable. Este profesor anotaba a comienzos de este siglo, entre pliegos y folletos, una producción de 80.000 ejemplares al año. De una sola hoja suelta de Daniel Meneses impresa con ocasión del fusilamiento de Emilio Dubois, en 1907, se habían hecho 18.000 copias. Este copioso número de copias tiene su público entre los obreros de Santiago y luego entre los mineros y campesinos.
     Los títulos eran siempre impactantes y llamativos. Por ejemplo, el de un pliego de Rosa Araneda: Horrorosa matanza en Vichuquén. Cuatro muertos en un salteo. Dos grandes plagas: El volcán Calbuco en erupción y el cambio tan bajo. Los puetas vendían sus producciones en calles y plazas y sobretodo en el Mercado Central, pregonadas por ellos mismos o por los suplementeros, quienes los ofrecían gritando de un resuello todos los títulos de una vez . Las primeras hojas tuvieron un tamaño de unos 26 x 38 cm, después se imprimieron de 35 x 56 cm. y algo más y casi todas salieron de imprentas pequeñas.
     Los adornos de los pliegos eran muy variados: estampas tomadas de antiguos clichés, santos, paisajes, buques de guerra, escudos de armas, retratos de personajes célebres, flores, frutas, pentagramas, letras de silabarios, etc. Pero los más interesantes eran los grabados populares, hechos especialmente para ese fin y según opinión de don Rodolfo Lenz: son casi siempre increíblemente toscos. La mayoría de ellos ilustraba tragedias, crímenes, fusilamientos y todo tipo de hechos sensacionales. El poeta Adolfo Reyes, utilizó estos grabados para sus propios versos y para venderlos a sus colegas. Eran tallados con un cortaplumas ordinario en un pedazo de tabla de raulí.




Rosa Araneda en su lecho de muerte, grabado popular, s. XIX.


     De los autores de los versos, como llaman los poetas a la poesía o décima completa, don Rodolfo Lenz, quien tuvo la ocasión de conocerlos de cerca dice que sin ser propiamente una poesía popular, sino más bien, una poesía culta, vulgarizada y degenerada, hay que distinguir entre el autor de los versos... el pueta o versero y la persona que presenta los versos al público cantándolos con acompañamiento de guitarrón.
     Una característica en las hojas es la firma del autor, con el nombre real o un seudónimo. Y casi siempre acompañada de la dirección, como es el caso de los pliegos de Rosa Araneda. Lo que no registraron fue la fecha, dato que hubiera sido muy útil para su estudio posterior. En cuanto a los temas los propios poetas populares han clasificado sus argumentos en dos grandes grupos: Canto a lo humano y canto a lo divino. En el canto a lo divino se incluyen los temas religiosos; por creación del mundo, Antiguo y Nuevo Testamento, por la Virgen, Jesucristo, los Santos, el juicio final, etc. Con el título de versos a lo humano se tratan los temas generales: amor, política, guerras, patriotismo. Y todo los temas de actualidad como los asesinatos, fusilamientos, tragedias, etcétera.
     Otras clasificaciones más específicas son: versos Históricos o por Historia, versos por Literatura, por Astronomía, por Geografía, los Contrapuntos y los Brindis. Temas todos estudiados por los autores mencionados aquí y que están vigentes hasta hoy día entre los poetas populares.
     En Chile, los testimonios claves de lo que podríamos llamar la época de oro de nuestra literatura de cordel, que va aproximadamente entre 1860 y 1930, se encuentran en las colecciones de pliegos reunidas por don Rodolfo Lenz y por don Raúl Amunátegui y que se conservan en la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca Central de la Universidad de Chile, respectivamente.
     Ambas colecciones se encuentran reservadas para consultas restringidas, por su delicado estado de conservación. Pero, cada vez crece más el interés por estudiar estos impresos, no sólo desde el punto de vista de la gráfica, sino de su contenido. Se ha ido creando conciencia del valor de esta literatura para estudiar la historia, por ejemplo, desde la mirada del pueblo. 
     En la Biblioteca Nacional llevamos unos buenos años trabajando estas colecciones, estas liras populares, y, más específicamente en el último tiempo, en el Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares, difundiendo sus contenidos en exposiciones e impresos.
     Creemos que ya es hora, al cabo de cien años del primer estudio sobre estos pliegos realizado por don Rodolfo Lenz, de empezar a publicar una serie especial con el contenido de las dos colecciones con que contamos para ponerlas al alcance de todo público. Es, además, un gesto de gratitud a este profesor alemán, que se dio a la tarea de reunir nuestra literatura de cordel, antes que chileno alguno, y cuya colección donó a la Biblioteca Nacional en marzo de 1933.
     Elegimos iniciar esta serie con las liras de Rosa Araneda, la única Mujer entre los verseros de finales del siglo XIX. Pensamos que es bueno que sea ella quien tome la delantera, sin juzgar si es mejor o peor que los otros poetas; por su personalidad interesante, por su fuerza para defender lo que cree y lo que quiere, por su tremenda franqueza y al mismo tiempo por su ternura y fineza con que trata los temas a lo divino.
     Los versos fueron transcritos tal cual fueron impresos en su época, conservando su ortografía y en algunos casos los grabados populares que las ilustraban.
     No hacemos aquí un análisis de cada uno de los temas que trata Rosa Araneda. Presentamos, simplemente, sus versos para que sean conocidos y estudiados por todos quienes tienen interés por las fuentes populares, legos o especialistas, poetas como ella o encariñados con los buenos versos.


Micaela Navarrete A.
Archivo de Literatura Oral
y Tradiciones Populares
Biblioteca Nacional



Versos a lo humano

Amor

Saludo de un amante a sus queridas
 
Cómo les va, palomitas?
El tiempo que anduve ausente
ahora vengo llegando
para hacérmeles presente.
 
   Con harmonía y contento
las saludo, hermosas bellas,
porque parecen estrellas
del celeste firmamento.
Dichoso el feliz momento
que logré ver las perlitas;
tan preciosas y bonitas
las hallo en estos instantes.
Con sus queridos amantes
Cómo les va, palomitas?
 
   En la parte donde estaba
jamás las pude olvidar;
solía a veces llorar
si de ustedes me acordaba;
las tristezas que pasaba
sólo las sabe el que siente
claro y veríficamente
desde que me cautivaron,
a que menos no me echaron
el tiempo que anduve ausente.
 
   En mí no ha habido consuelo,
tranquilidad ni alegría;
de lo tanto que sufría
día y noche me desvelo.
Hoy sin el menor recelo
las voy a ir saludando.
Por si me están aguardando
vine con justa razón;
a darles mi corazón
ahora vengo llegando.
 
   La Delfina es la causante
ella es no mas la que lo hace!
de que yo trabajos pase
sin descansar un instante;
Maclovia con un galante
se pasea muy decente,
y yo como dicijente
en este trance penoso,
quisiera ser amoroso
para hacérmeles presente.
 
   Al fin si a mí me dejas
después que fui el primero,
con ayes tan lastimero
daré a Cupido mis quejas.
Aunque tu me desemejas
sin aliviar mis pesares,
y si el conjunto de lares
me quitarán el derecho,
guarden dentro de su pecho
mis amorosos cantares.





Versos del puro amor
 
Cuando sale el sol brillante
se ilumina el mundo entero;
a mí, porque a ti te quiero,
me han privado de que cante.
 
   Sois la sirena del mar
por lo bella y lo lujosa,
y cuando seas mi esposa
yo dejaré de llorar.
Tristeza es considerar
verte en los brazos de otro amante,
como quieres que yo aguante
tanta pena y sentimiento,
y sólo tengo contento
cuando sale el sol brillante.
 
   Ni la vespertina estrella
del celeste firmamento,
con un esplendor y ornamento
a vos te iguala en lo bella.
Si minoras mi querella
dichoso me considero;
como diosa te venero;
y al quitarte los enojos
con los rayos de tus ojos
se ilumina el mundo entero.
 
   Ni Jano con su belleza
que es diosa de la hermosura,
te iguala en la preciosura
encantadora princesa.
La humana naturaleza
te crió linda, lo infiero,
mucho más que aquel lucero
que alumbra en las alboradas;
me cautivan tus miradas
a mí, porque a ti te quiero.
 
   El mirarte es mi recreo,
te lo confieso en verdad,
que siento felicidad
cada ocasión que te veo.
Abrazarte es mi deseo
cuando estas bien elegante,
pero al hallarme distante
se aumenta mi desventura;
las glorias de tu hermosura
me han privado de que cante.
 
   Al fin, grandioso tesoro
mucho siento el enfadarte,
y el corazón se me parte
de lo tanto que te adoro.
No estando a tu lado, lloro
y reniego de mi suerte;
todas mis ansias son verte
para gozar del placer;
si no piensas querer
dáme sentencia de muerte.
 
 


Lamentos de un amante
 
Un pensamiento de amor
en mi alma tiene aposento:
me priva de estar contento
un fuego devorador.
 
   Siento un dolor incesante
por tus desdenes, mujer,
que ya no encuentro qué hacer,
y muero por ser tu amante.
Fatigado y anhelante
paso en continuo clamor;
y al ver tu hermoso caudor,
bellísimo y blanco armiño,
te remito por cariño
un pensamiento de amor.
 
   Si lo que sufro supieras
por estar en tu amistad,
diciéndote la verdad
tal vez que te condolieras.
Son las súplicas primeras
que te hago en este momento;
con tan grande atrevimiento
te recuerdo y digo aquí:
que un suspiro para ti
en mi alma tiene aposento.
 
   Mi cerebro trastornado
está por tu ingratitud,
y paso con inquietud,
triste y descorazonado,
por qué no me habéis amado
siendo que te soy atento?
No cumples el juramento
tal como lo prometiste,
y el desaire que me hiciste
me priva de estar contento.
 
   Si tú supieras amar
y corresponder mi amor,
yo sería tu amador
hasta ya finalizar;
te empezaría a adorar
sin recelo el que menor;
jamás sería traidor
cuando contigo estuviera,
aunque entre mi pecho ardiera
un fuego devorador.
 
   Al fin, te estoy adorando
con un amor verdadero;
es tanto lo que te quiero,
que por ti paso penando.
Dime, mi bien, para cuándo
piensas darme tu tesoro:
si no me dices: te adoro,
tremendo será tu daño;
y al ver ya tu desengaño
llorarás como yo lloro.
 
 




Versos de amor
 
Cuando tengo pena, canto
yo soy lo mismo que el loro,
cuando tengo gusto, lloro
porque callado no aguanto.
 
   La blanca luz de la aurora
desde el oriente camina,
con sus rayos ilumina
tu frente, bella señora.
Mi corazón de devora
sumergido en tierno llanto;
de verme que sufro tanto
me quejo y digo ay de mí!
Estando ausente de ti
cuando tengo pena, canto.
 
   El placer me da pesar,
el amor me da tormento,
y no descanso un momento
en mi tristeza y llorar.
Por ver si puedo aliviar
tu misericordia imploro,
si me olvidas no lo ignoro,
ni aun pena me ha de dar,
porque en querer y olvidar
yo soy lo mismo que el loro.
 
   Ah! Qué placer yo tendría
si posara en tu regazo
y me dieras un abrazo
con caricias prenda mía.
Por tu lujo y bizarría
eres para mí un tesoro,
más importante que el oro
sois y me tienes cautivo;
yo no sé por qué motivo
cuando tengo gusto, lloro.
 
   Cierto estoy que tu hermosura
a mí me va a dar la muerte,
porque me tiene mi suerte
con el pié en la sepultura.
Es tanta la desventura
mía que me causa espanto,
la cabeza me quebranto
cada ocasión que te miro;
me quejo, lloro y suspiro
porque callado no aguanto.
 
   Al fin, te pido afanoso
que me des siquiera un sí
antes que pase por ti
a la tumba del reposo.
Si muero, seré dichoso
en el cielo de tu amor;
concédeme algún favor,
no me hagas tanto sufrir,
dejando ya de existir
concluirá mi dolor.
 
 



Redondilla de un huaso enamorado en el dieciocho
 
Fuí en el dieciocho a la pampa
en mi caballo trotón,
con sombrero guarapón
más grande que una callampa.
Con otro huaso de Lampa
en el Parque me junté,
a pencazos lo agarré,
porque me cobraba un peso,
y a ese huasamaco leso
pregunten cómo le fue.
 
   Yo iba bien enchauchado,
dedicado a echar un trago,
a la salud de Santiago
de aguardiente champurriado.
Junto con otro hacendado,
a una vara me atraqué
de afuera al mozo llamé
y comencé a pedir grueso
y a ese huasamaco leso
pregunten cómo le fue.
 
   Ya lo que me vi curado
me dio por enamorar,
y hasta me bajé a bailar
como hace el que está templado
luego me le senté al lado
a una joven, les diré,
sobre el asunto le hablé
con un tonito travieso,
y al papá porque era leso
pregunten cómo les fue.
 
   Tomé tanto en demasía,
digo para que se pruebe,
que amanecí el diecinueve
durmiendo en la policía;
como a las ocho del día
mi libertad reclamé;
a la mala me arranqué
de donde me hallaba preso,
y al comisario por leso
pregunten cómo le fue.
 
   Al fin, les cuento señores
todo lo que me ha pasado;
de tanto que me han pegado
ya no aguanto los dolores
sufriendo muchos rigores
toda una noche pase,
hacia en la barra de un pie
que tanto a mí me molesta,
por causa de ir a la fiesta,
pregunten cómo me fue. 
 
 





Versos en redondilla
 
Yo me boté a enamorado
de una muchacha muy bella:
creyendo vivir con ella
le hablé poco y bien hablado;
viéndome menospreciado,
tranquilo me retiré;
y después me le oferté
por amante con gran prisa,
diciendo: ya lo engañé.
 
   Al otro día temprano
volví sobre el mismo punto,
hablándole del asunto,
como que era muy vaquedano;
sólo apretarle una mano
en esta ocasión logré;
mi fino amor le estampé
en aquella palma lisa,
y ella soltaba la risa
diciendo: ya lo engañé.
 
   Con aquel apretoncito
que yo tan fuerte le dí,
mucho, mucho conseguí.
Al momento y ligerito,
y pronto por debajito
un agarrón le tiré:
no sé qué cosa atenté
y ella soltaba la risa
diciendo: ya lo engañé.
 
   Fue tan recio el apretón,
que quiso quedar inerte:
cómo sería de fuerte
que le llegó al corazón;
sintió, pues, un remezón
en el alma, bien se ve.
Sin darme a saber por qué
se enojó la bella hechiza,
y ella soltaba la risa
diciendo: ya lo engañé.
 
   Al fin, desde aquel momento
en que logré hablar con ella,
seguí de su amor la huella
casi sin conocimiento.
Fue tanto mi atrevimiento
que tuve, según diré,
que donde ponía un pie
para mí era una brisa,
y ella soltaba la risa
diciendo: ya lo engañé.
 
 




Versos de una viuda y un templado
 
La viuda me mete susto,
pero yo no quiero creerme;
quiere a la fuerza venderme
lo sobrado del difunto.
 
   Sucediole a un anciano
que se le ocurrió querer
a una tirana mujer,
y el amor le salió vano:
tomaba siempre en la mano,
de la planta el primer fruto;
ella por hacer su gusto
hasta a mí me daba indicio;
por ver si yo la acaricio,
la viuda me mete susto.
 
   También me pasó igual cosa
con otra que yo tenía:
me citó no sé qué día
y faltó la veleidosa:
haciéndose la graciosa
se queda, y cuando se duerme,
madruga para ir a verme;
por ver si le doy dinero,
me dice ella: lo quiero,
pero yo no quiero creerme.
 
   De primeras, yo le dí
varios pesos en billete
porque andaba de prete,
pero nada conseguí;
todito lo que perdí
se propuso devolverme
con tal de que no le merme,
a fin que sea su esposo:
un traste viejo, mohoso,
quiere a la fuerza venderme.
 
   La prenda que yo deseaba
la manejaba esta ingrata:
aunque yo le daba plata,
ella no me la aflojaba;
de balde la acariciaba
sin mermarle un solo punto;
para cortar este asunto
de una y otra manera,
le pedía que me diera
lo sobrado del difunto.
 
   Al fin, yo de buena gana
le habría hecho la cruza;
pero la hallé tan confusa
un día por la mañana.
Como a la media semana
me le presenté con prosa,
atenté no sé que cosa
y lo encontré tan gordito
cuando le agarré el trechito
entre San Juan y Mendoza.
 
 




Versos humanos
 
Hizo un amante un anillo,
plata y oro le costó,
en su pecho lo grabó
sin darle golpe al martillo.
 
   Un amoroso amador
propuso en su pasión fija,
grabar en una sortija
la imagen de su candor,
por ser dueño de su amor
hallo el trabajo sencillo,
dándole esplendor y brillo
cuando a la fortuna invoca,
del corazón de una roca
hizo a un amante un anillo.
 
   También intentó hacerlo
de un recuerdo fingido,
y para echarlo en olvido
lo devoró por no verlo.
Luego después a cogerlo
apresurado corrió;
tan lindo lo trabajó
que en él se deleitaba,
por ver lo que más amaba
planta y oro le costó.
 
   Después de tanto pensar
en su angustia y padecer,
cuando la quería ver
iba al espejo a mirar,
ella al considerar,
triste un suspiro le envió,
de gloria lo coronó
por ser puro y blanco armiño,
de su dueño el fiel cariño
en su pecho lo grabó.
 
   Le puso en las iniciales
el nombre y el apellido,
porque no lo eche en olvido
y sean doble sus males.
Buscó los ricos metales
de un color amarillo,
para hacerlo de tomillo
en una plancha dorada
el retrato de su amada
sin darle golpe al martillo.
 
   Al fin, cuando lo acabó
para tener el consuelo
donde su gloria y su cielo
fue y se lo regaló.
Con brillantes lo adornó
para darle un nuevo brizo,
siendo de oro macizo,
atribulado y confuso,
en el dedo se lo puso
en señal de compromiso.
 
 



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