jueves, 28 de agosto de 2014

MARÍA VÁZQUEZ VALDEZ [13.077]


María Vázquez Valdez 

Nació en Zacatecas, México. Es poeta, escritora, editora y fotógrafa. Estudió la licenciatura en periodismo y comunicación, la maestría en diseño y producción editorial y actualmente cursa el doctorado en teoría crítica. Se ha desempeñado en diversos medios como fotógrafa, periodista y editora, y textos, fotografías y poemas suyos se han incluido en libros y antologías de México y otros países. Es cofundadora de Arcilla Roja Editores y ha ejercido, entre otras, las siguientes funciones: directora editorial de la revista Arcilla Roja; jefa de publicaciones de la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL); editora de la revista GPMX de Greenpeace y editora en Grupo Editorial Santillana. Participó en el consejo editorial de Alforja, Revista de Poesía desde su fundación. Ha recibido varios apoyos del FONCA así como del Fideicomiso para la Cultura México-Estados Unidos. 

Es autora de los libros Caldero (poemario, 1999); Estancias (poemario, 2004); Voces desdobladas / Unfolded voices (libro bilingüe de entrevistas, 2004); Rayuela de Museos (libro sobre museos de arte en el mundo, 2005); Estaciones del Albatros (ensayos, 2008); y coautora de La educación por la boca empieza (libro para niños, 2011). También tradujo dos poemarios de la poeta estadounidense Margaret Randall (publicados en México): Dentro de otro tiempo: reflejos del Gran Cañón (2006) y Testigo de Piedra (2011).



POLO NORTE


Aquí
                      la belleza
          danza
en la opulencia de la soledad

Estepas heladas
donde la grandeza escribió
con grafía inaudita
mensajes blancos
en renglones que son arterias,
sinfonías que conocen bien
el significado de todo y siempre,
latidos inmaculados del planeta
musitando con una voz
efímera y
            también
perpetua

Signos que están aquí
            mientras se fueron ya
hacia latitudes intocables

          contienen el canto y el mensaje,
la luz y la luciérnaga,
el horizonte recostado
como un gigante inalcanzable,
hijo de la tierra y el cielo

engendrado con cada vuelta
                                   inseminada
del Sol,
ciclo donde el tiempo ovula
como una mujer fértil,
fecundada.

Aquí el cielo se sienta a meditar
sobre la tierra más pulcra
la más extrema,
enceguecida por resplandores
de brisas gélidas
y pezones nevados
cubiertos por una luz inmensa
                  enamorada.

Polo Norte,
febrero de 2013






LA SOGA DE LOS MUERTOS

I

Roja miel
burbujea desde otro umbral,
cósmica hiel
que al cruzar la garganta
se vuelve dedos luminosos

Consciente,
vibra por sitios inauditos
en un volcán que crece
hasta alcanzar el grado de implosión
donde toda forma se disloca

La bebí una noche
                   en plenilunio
—el cuerpo había suplicado,
            el alma postrada invocaba
                   luz—

ella se erigió
con la potencia de un huracán
hinchando de vida
           los puntos yertos,
los ríos inmóviles,
las estrellas marchitas

Barrió con mi memoria,
y como recién nacida
miré todo de nuevo,
con el terror
del que brota al fin
de un abismo en agonía


II

Ella trajo las Tablas de la Ley
bordadas de fuego
y de plantas sagradas,
             en ellas refulgía el sino,
la sangre hirviendo

Se apareció
rompiendo las sombras,
unidas entre sí
como un cascarón caduco,
moviéndose entre cantos

            marirí, marirí, marirí
fuerza, fuerza en la sesión

La vi elevarse como una fumarola,
velo que envolvió toda la carne
exprimiendo desde la angustia
el amor,
colapsando el cuerpo
en inmensa sístole
                 infinita



III

Mi primer encuentro con ella
me rompió hasta el olvido,
mientras esa sangre
limpiaba los canales
putrefactos,
despertando los jardines
en cenizas

Traté de cerrar la puerta
                           a ese ciclón
pero su fuerza destruyó mi casa,
la resistencia aumentó la angustia
hasta que comprendí
que debía soltar,
aceptar lo que viniera
           —analogía violenta de la vida—

Y entonces todo encontró
su lugar de nuevo,
las piezas de mí                 ya limpias
se unieron dulcemente,
y el fuego creció dentro,
incendio aún
            pero en ofrenda

y el alma
                 encendida
respiró profundo
llenándose de Vía Láctea,
heredera del mundo,
descendiente humilde
                           de gigantes,
para elevar un canto

            murmullo perfumado
de todos los principios


IV

Ese plenilunio
su sangre me desbordó,
líquido oscuro
más amargo que los mares

Esa noche la encontré:
Señora de la Floresta,
hermosa y terrible
en su devastador portento

Y ahí se quedó palpitando,
haciendo grande
mi hambre de alma

Gran Serpiente
               Sachamama,
sembradora de mundos
en galaxias vacías,
trajo con violencia desmedida
el horizonte transformado
de caos
              en flor.







CUARTO ASCENSO:
FUEGO BLANCO

De día viene            y tan distinta

Siempre la vi de noche
ataviada con figuras geométricas,
con su cetro de ébano
para romper la oscuridad

Ahora la veo sonando entre tambores,
palpitando como una cobra
que se alza en una iniciación
prehistórica

Llena de colores viste mi carne,
empuja mis caderas a una danza antigua,
levanta mis manos hasta describir dibujos
de eras geológicas
y fuegos hondos de un volcán,
profundo fuego
desde el centro de la tierra,
fuego en explosión
creando mundos simultáneos,
abriendo rutas que son surcos,
estrellas rojas en plenitud,
orgasmos encendidos
de planetas colosales
y fuego,
               tanto fuego
arrasando con la memoria
y el olvido,
tejiendo una urdimbre
desconocida
en eso que era el mundo,
pero que ya no es más

Una puerta dejó entrar otro lenguaje,
ojos distintos y colores nuevos,
formas inhumanas
y música que es conjuro
y también salmo
para despertar,
para al fin sacudir
la pobreza de la vida,
los abismos negros,
la ceniza

Todo crujió sin violencia,
una miel ardiente
cubrió las formas
sin amargura,
sin veneno
             para crear vida,
para traer consigo
la fisura,
el rompimiento.






LA CIUDAD DE SHIVA

Varanassi se deshace por las noches
y se construye cada mañana

Laberinto en una orilla
              nudo de rezos
recreación de una serpiente de agua
invocada durante el sueño
entre nubes de sándalo

Corazón que retumba, ancestral,
ofrenda de siglos
que se renueva con el amanecer

                         Un ser
                                 loado
yace ahí, sonrisa de agua,
madre antigua
evaporada en niebla,
vientre abierto,
la muerte que reencarna
o se conjura con el moksha

Apacible,
el Ganges se distiende
como un abrazo,
ancho cinturón
adornado con el reflejo de las nubes,
jaspeado de flores amarillas
insufladas de mantras

Ofrendas en el Ganges,
carne que reza, se baña, invoca,
se ofrece hasta la muerte,
cuando los maderos arden
sobre el río
y las cenizas se amontonan
en la abstracción del olvido

Cada ghat es un mundo,
pero Manikarnka es la puerta oscura,
el carbón encendido
en el que centellea
el ojo negro de la muerte
que sin embargo
no convoca el sufrimiento
ni el llanto

La India cruda,
la antigua India
se destila en una ceremonia
que surca conjuros centenarios
y llega a Varanassi cada noche

Guerreros espigados
se desdoblan para honrar a la Madre Ganga
                                         y la Ganga Diosa
recibe cada atardecer
cobras de metal, velas, incienso, flores, mantras
devoción catapultada,
amor profundo
                           incomprensible amor
que erige un pedestal inmenso
al agua imantada
con eras de rezos y ruegos

La muerte y la vida se eslabonan
en esas aguas
con amor incomprensible
                                 profundo amor
decantado en siglos.

Varanassi, India
2 de enero de 2011







MANDALA INFINITO

Basta un instante,
un soplo bendecido
para llegar al fondo,
al sitio donde la materia se suspende
absorta en sí misma
para diluirse en el todo,
sin identidad ni apegos,
sin temor

Ahí nace todo fuego,
confines del tiempo,
ramillete de orígenes iluminados

Ahí nace el movimiento,
placas tectónicas
que sostienen todo núcleo,
toda periferia

Ahí nace el amor
y nacen también
el dolor y el canto

Y la voluntad del latido,
vuelo iridiscente del aliento,
es un ave que al fin se encuentra
libre para reconocer su origen

Libre para recordar
la potestad del Ser
y la luminiscencia de la carne

Libre para entregarse a la caída
de lo grande en lo pequeño,
a la heredad de los milagros
de los que somos parte
Libre para aceptar
el mandato del deleite
sembrado en cada germen
que se descubre vida

Porque todo permanece ahí,
un paso más allá
de cada cuerpo,
un grano de arena más allá
de lo evidente,
recordando la grandeza
en himno interminable

Todo pulsa ahí,
más allá de la penumbra y la agonía
donde el dolor no es sufrimiento
y el amor no conoce el miedo

Todo pulsa ahí y es belleza,
todo pulsa ahí y es perfecto,
todo pulsa ahí
y es un mandala infinito
en cada cuerpo.




PRIMER POEMA ÚLTIMO

Estamos solos
sólo nos acompañamos
nos acompañamos solos

Sólo estamos
solos nos acompañamos
nos acompañamos sólo

Pero con amor





Palestina

Ella grita desde el suelo
su vestido largo
la cubre por completo
                        sus alaridos
                        son conjuros
                                               que alcanzarán a muchas vidas

Es árabe
            y él judío

Ella vende fruta                     desde el suelo                        
vulnerable
            Él es un soldado         blindado entre sus armas

Él patea su fruta                     y la insulta
            Ella llora                                 y lo maldice

Unas palomas ausentes de El Corán y La Torah
                        se desvanecen

Tanta rabia                entre los rezos
tanto odio                   en torbelli
se aglomera

                        Tantas niñas                flores entre púas

¿Será que tanta fe                  convoca muerte?
¿Será que es un pedazo de tierra                   para tantas lenguas?
¿Será que los profetas                        predijeron estas ruinas?

Palestina se volteó a sí misma
no es de tierra                         ya es de sangre

Sus habitantes caminan en silencio
                        esquivando bombas
            evitando          a la deriva de la fe      sus propias tumbas.







Marruecos

No lo imaginaba tan grande
e inescrutable

            Vasto y complejo cofre
            de perlas que destellan en el desierto

Marruecos se me apareció
inesperado
            para insertarse entre mis ojos

Tulipán lacustre
            y nueva pieza
de fulgor incomprensible

Un país adolorido
pulverizado como su desierto
y espigado en sus mezquitas

Un rey y sus palacios opulentos
y tantos, tantos pobres
sin leer
sin comer
sorbiendo droga
                        para olvidar la cárcel
y la herida
el ser niños
en infiernos prematuros
con visiones grotescas
en curtidurías de colores
            y olores tan siniestros
como un infierno de pieles
de animales desollados

He enriquecido el corazón
en Marruecos
            me han crecido el alma
y la tristeza
se me han dilatado los ojos
de horizontes
flechados como dunas por el viento
entibiados como sombras
en atardeceres rojos.

He sentido mis huesos
            de tanto andar por Marrakech
por la Fez que casi me succiona

He sentido las cuestas blancas de Tánger
y el cielo, el cielo
tan bello          tan guadaña
tan sabio el cielo
tan desconocido
sobre el Mediterráneo
            profundo y grácil
como terciopelo
que se quiebra
en mí               y entre tormentas.
























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