Tada Chimako
(多田智満 Tada Chimako, 1 abril 1930 a 23 enero 2003) fue una poeta japonesa famosa por su estilo surrealista y evocación de la experiencia de las mujeres en el Japón de la posguerra. Es autora de más de 15 libros de poesía, y también tradujo prosa y poesía del francés. Tada escribió en estilos tradicionales, como tanka y haiku, así como poesía en prosa contemporánea.
Volúmenes de poesía:
Hanabi (Tokyo: Shoshi Yuriika, 1956)
Tōgijo (Tokyo: Shoshi Turiika, 1960)
Bara uchū (Tokyo: Shōshinsha, 1964)
Kagami no machi arui wa me no mori (Tokyo: Shōshinsha, 1968)
Nise no nendai ki (Tokyo: Yamanashi Shiruku Sentā, 1971)
Tada Chimako shishū (Tokyo: Shichōsha, 1972)
Suien: Tada Chimako kashū (Kōbe: Bukkusu Kobe, 1975)
Hasu kuibito (Tokyo: Shoshi Ringoya, 1980)
Kiryō (Tokyo: Chūsekisha, 1983)
Hafuribi (Tokyo: Ozawa Shoten, 1986)
Teihon Tada Chimako shishū (Tokyo: Sunagoya Shobō, 1994)
Kawa no hotori ni (Tokyo: Shoshi Yamada, 1998)
Nagai kawa no aru kuni (Tokyo: Shoshi Yamada, 2000)
Kaze no katami (Saitama: Yūhin Bunko, Fukiage-chō, 2003)
Fū o kiru to (Tokyo: Shoshi Yamada, 2004)
Yūsei no hito: Tada Chimako kashū (Saitama: Yūshin Bunko, Fukiage-chō, 2005)
The Territory of Children / El territorio infantil
(fragmentos)
Versiones: Daniela Camacho
RESBALADILLA
Comienza a deslizarte y no te detendrás. Esa es la cuestión esencial.
Ni caída ni deslizamiento normal, sino resbalar hacia abajo –de eso se trata. El placer mezclado con miedo que uno siente crece velozmente mientras se va resbalando hacia abajo. Cuando un niño se hace adulto y se pone los esquís por primera vez, es muy probable que sienta, una vez más, la conmoción de deslizarse sin ser capaz de detenerse.
Comienza a deslizarte y no te detendrás –pero en realidad, el deslizamiento dura sólo dos o tres segundos. La tierra espera ahí para atrapar a cualquiera que resbale hacia abajo. Límites estables. Cuando el niño alcanza el límite inferior, inmediatamente se da vuelta hacia la escalera en la parte trasera de la resbaladilla una vez más. Trepa hasta poder deslizarse hacia abajo de nuevo. En lugar del trágico final, hay un da capo.
Básicamente, la resbaladilla es un juego solitario. Para el niño que disfruta resbalar, los otros niños no son compañeros de juego, sino intrusos que se interponen en el camino.
Un niño contradictor utiliza la resbaladilla para hacer algo, literalmente, contrario. En manos y rodillas, se arrastra cuesta arriba sobre la superficie inclinada, en la cual otros niños se deslizan hacia abajo. Para este niño, la resbaladilla existe para poder invertir el acto natural de deslizamiento utilizando sus fuerzas y escalar hacia la cima.
A veces choca a mitad de camino con niños que obedecen a la naturaleza y están resbalando desde arriba, pero por lo regular se las arreglan para escurrirse hábilmente uno del otro. Mientras gatea hacia arriba, él extiende sus piernas ampliamente y deja que los niños que obedecen los dictados de la naturaleza pasen por en medio.
A pesar de esos pocos desafiantes que fuerzan su camino hacia la cumbre, la mayor parte de pequeños pantalones y pequeñas faldas cumplen fielmente con la ley de gravedad y se deslizan hacia abajo en la angosta inclinación uno tras otro. Y luego, cuando se han ido a casa, finalmente, es el turno del crepúsculo de deslizarse lentamente hacia abajo con ojos vencidos.
SLIDE
Start sliding, and you will not stop. That is the essential point.
Not falling nor gliding, but sliding downward -that is what it is all about. The pleasure mixed with fear that one feels grows rapidly as one slides downward. When a child becomes an adult and puts on skis for the first time, he will likely once again taste the shock of sliding without being able to stop.
Start sliding, and you will not stop -but in reality, the slide lasts only a short two or three seconds. The earth is waiting there to catch anyone who might slide down. Stable boundaries. When the child reaches the lower boundary, he immediately goes round to the ladder at the back of the slide once again. He clambers up so that he might slide down again. Instead of the tragic ending, there is a da capo.
Ultimately, the slide is a solitary game. For the child who enjoys sliding down, other children are not playmates as much as interlopers who get in the way.
A contrary child uses the slide to do what is, quite literally, contrary. On his hands and knees, he crawls up the inclined surface, which other children slide down. For this boy, the slide exists so that he might invert the natural act of sliding by using force to crawl his way to the top.
Sometimes he collides halfway into children who are obeying nature and sliding down from the top, but usually they manage to slip by one another skillfully. As he crawls up, he spreads his legs wide and lets the children obeying the dictates of nature pass right through.
Despite those defiant few who force their way to the top, most small pairs of pants and small skirts faithfully follow the law of gravity and slide down the narrow incline one after another. And then, when they have finally all gone home, it is dusk's turn to slide slowly down its surface with eyes downcast.
ARENERO
Aquí, el niño es Dios. Construye montañas, excava ríos y ahueca lagos. En sus manos, amasa dulces bolas de arroz o frágiles estrellas de tierra.
Al absorber un poco de líquido, la crujiente arena semilíquida se vuelve cada vez más plástica, parecida a la arcilla en las manos de Jehová.
Los pequeños Homo fabers llenan su cosmos rectangular con sus propias creaciones. Y luego viene el momento en que se parecen más rotundamente a Dios –el momento en el cual, sin un rastro de arrepentimiento, destruyen las figuras en cuya creación han trabajado.
SANDBOX
Here, the child is God. He builds mountains, digs out rivers, and hollows out lakes. In his hands, he forms sweet balls of rice or fragile stars of earth.
By absorbing a little liquid, the rustling, semi-fluid sand becomes increasingly plastic, resembling clay in the hands of Jehovah.
The little Homo fabers fill their rectangular cosmos with their own creations. And then comes the moment when they resemble God most strongly –the moment when without a trace of regret they destroy the forms they have labored to create.
COLUMPIOS
La ontogenia imita a la filogenia. Los niños oscilando en los columpios reproducen para nosotros a nuestros peludos ancestros tal como eran, balanceándose en las vides.
Para el niño que no puede manejar el columpio, aunque torpemente saque su derrière, doble las rodillas y sacuda sus brazos hacia atrás y adelante, este juguete, hecho de tablas y cadenas, representa el mundo que no hará lo que él dice. Sin embargo, cuando el columpio finalmente comienza a moverse como el niño lo desea, su rostro brilla con todo el orgullo y la alegría de un conquistador.
El verdadero deseo de los columpios no es sólo moverse en una trayectoria en forma de abanico, sino formar un círculo completo. Pero a pesar de que esa humilde plataforma manchada por suelas de zapatos sueñe con trazar un círculo completo en el vacío, se balancea de adelante hacia atrás entre los límites de la forma de abanico.
Hay un deseo aún más secreto que el columpio no puede justificar, pero que se mantiene constante: volar a lo largo de la tangente que atraviesa las profundidades de la azul bóveda celeste, siguiendo el ejemplo de la fuerza centrífuga.
Todavía sediento de vuelo, los pies empujan hacia adelante, se extienden más y más, pero las manos se agarran firmemente a las gruesas cadenas que conectan la periferia del mundo con su centro.
SWINGS
Ontogeny mimics phylogeny. Children hanging on the swings reproduce for us our hairy ancestors just as they were, swinging on vines.
For the child who cannot steer the swing even though he awkwardly sticks out his derrière, bends his knees, and jerks his arms back and forth, this toy, made of board and chain, represents the world that will not do as he says. When the swing finally begins to move as the child wishes, however, his face shines with all the pride and joy of a conqueror.
The true wish of the swings is not just to move through a fan-shaped trajectory, but to form a complete circle. Even as that humble platform soiled by shoes dreams of tracing a complete circle in the emptiness, it swings back and forth between its fan-shaped boundaries.
There is one more secret desire that the swing cannot justify but that remains constant: to fly off along a tangent into the depths of the blue vault of heaven, following the lead of centrifugal force.
Still thirsting for flight, the feet push forward, extending farther and farther, but the hands tightly grip the thick chains that connect the periphery of the world to the center.
Poemas del libro The Town of Mirrors, or Forest of Eyes, traducido del japonés al inglés por Jeffrey Angles.
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