viernes, 24 de diciembre de 2010

2647.- LOUIS CALAFERTE


Luigi Calaferte nació el 14 de julio de 1928 en Turín. Pasó su infancia en Lyon. Alentado por Joseph Kessel se estableció en París y entró a trabajar en la ediciones Juilliard. Publicó su primer libro, El requiem de los inocentes, en 1952. Su obra, variada e inconformista, abarca unos cuarenta volúmenes : novelas, cuentos, poemas y escritos autobiográficos.

Sus obras de teatro lo hicieron famoso: sátiras brillantes de un humor feroz sobre el universo asfixiante de puertas cerradas en el que vive y muere el hombre contemporáneo.

En 1992 le fue otorgado, en reconocimiento por toda su obra, el Premio Nacional de Letras de Francia. Luis Calaferte murió en 1994.



Bibliografía sumaria:

Requiem des innocents, Julliard, 1952;
Partage des vivants, Julliard, 1953;
Septentrion, (1963), Denoël, 1984;
Satori, Denoël, 1968;
Rosa mystica, Denoël, 1968;
Hinterland, Denoël, 1971;
Ragtime, Denoël 1972;
La vie parallèle, Denoël 1974;
Épisodes de la vie des mantes religieuses, Denoël, 1976;
Ébauche d'un autoportrait, Denoël, 1983;
Londoniennes, Le tout sur le Tout, 1985;
L'Incarnation, Denoël, 1987;
Memento Mori, L'Arpenteur-Gallimard, 1988;
La Mécanique des Femmes, L'Arpenteur-Gallimard, 1992;
C'est la guerre, L'Arpenteur-Gallimard, 1993;
Le monologue, L'Arpenteur-Gallimard, 1996.





Calles muchas veces recorridas…

Calles muchas veces recorridas desde hace tantos años.
Allí son lentos los cambios.
Allí es lenta la vida.
Algunas fisonomías conocidas de tanto encontrarlas allí desaparecen de pronto.
Los escaparates de las tiendas se renuevan sin dejar de parecerse.
Hay algunas cuyos propietarios nunca se dejan ver.
Viejas tiendas.
Otras que incitan a gastar.
Hay un perro negro de orejas quebradas sentado delante de una entrada.
Un perro viejo que no deja que se le acerquen.
Personas mayores caminan lentamente.
Con viejas ropas de colores desvaídos.
Las aceras son estrechas.
Quizás estas calles no lleven a ninguna parte.
Personas mayores que vuelven a sus casas.
Llega la hora en que las perspectivas acortadas se quedan desiertas.
Hora de esa atroz agonía que llamamos crepúsculo.

(Del libro Le monologue)

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán






Concreción negra del café...

Concreción negra del café en la taza.
Pequeña superficie circular inmóvil.
Es necesario que la vibración exterior se acentúe para que se perturbe.
Olor fuerte.
Concentrado.
Líquido que es potencia.
Negro olor a quemado.
Un viejo con gorra de cuero tostaba el café delante de su casa.
El humo tenue se escapaba del aparato.
Permanecía suspendido en el aire frío.
Envolvente.
Podía pensarse en bosques impenetrables.
Techos de lianas.
Gritos de pájaros desconocidos.
Gruñidos amenazantes.
Desplazamientos ágiles.
Invisibles.
Un calor petrificante.
El pequeño aparato era cilíndrico.
De hierro.
Con una minúscula tapa corrediza.
El fuego lo envolvía con sus llamas.
El viejo permanecía horas sentado.
Hacía girar lentamente la manivela del cilindro.
El olor acre se propagaba hasta muy lejos por el camino que llevaba a las casas.
Luego se lo olvidaba.
Como el olor del cementerio.
Esa acritud.
La putrefacción de las flores en la fosa detrás del portal de entrada.
Olor a mujeres negras.
Severas.
Lentas.
Tristes.
Estallido de la campanada.
La tierra roja o verde.
Un pozo.
Paredes fértiles.
Brillantes.
Venas amarillentas de la tierra.
Cómo imaginar que un día nuestro propio cuerpo estará enterrado en esta profundidad grasienta.
Pudrirse.
Reir.
Jugar.
El cementerio es un lugar sucio.
Café caliente de la mañana.
Las ventanas están abiertas.
Fuera todo está azul y nacarado.
Las tazas están llenas.
El pan en rebanadas.
La mantequilla blanda en el platito rosado.
La leche se mezcla con dibujos de filamentos.
Hay arándanos en los bosques.
Platería de peces en el río.
Por la mañana el gran corredor de la casa huele mucho tiempo a café.
Un café negro.
Un cafecito.
Hay adivinas que leen el porvenir en la borra del café.
Una mujer gorda medio borracha.
Los ojos húmedos.
Los pechos enormes.
La taza que gira entre sus dedos de uñas comidas.
¿Saber de cuándo data el uso del café?
Encontrar viejos libros ilustrados.
¿Es un fruto el café?
Forzosamente.
Las arañas no son insectos;
Un azúcar químico se disolvía en la taza de café y dejaba aparecer una substancia con forma de araña.
Un chasco.
Todos se reían.
Cambiaban la taza.
La araña negra flotaba en el fregadero entre la vajilla.
Hacía falta tener coraje para atreverse a tocarla con la punta del dedo.
Algo fofo.
¿En qué se transformaba después?
Las arañas de regaliz de patas rojas.
Las chicas que chillaban.
El cielo estaba tan claro.
La noche no caía.
Los grandes charlaban entre ellos en el jardín.
Las voces no eran ya sino murmullos.

(Del libro Le monologue)

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán





Tiempo muerto...

Tiempo muerto.
Los cuerpos se separan.
Presencia bruscamente extraña.
Asco de tocar.
De ser tocado.
El acercamiento ha creado un vacío hostil.
Excitación nerviosa.
Curiosidad.
Audacia.
Acariciar.
Coger un cuerpo.
Fiebre del deseo.
Simulacro de asesinato.
Un odio lejano.
No pensar en el asco posible.
Sexo negro.
Pelos.
Enfermiza rosura.
Olor íntimo.
El pliegue de grasa.
Sudor.
Palabras y jadeos.
El deseo ya ha pasado.
Cumplir el ritual.
La boca abierta.
Los dientes.
La lengua.
Saliva.
Las puntas de los pechos.
Algodón del vientre.
Sexo.
Pelos.
Penetrar.
Conseguir lo sólo consigue la imaginación.
Tormento del acoplamiento.
Humedades.
Sales.
Ácidos.
Cuerpos extenuados.
Enemigos.
Las sábanas calientes.
El precio de la habitación clavado con una chinche en la puerta.
Manchas alrededor del picaporte.
Huellas marrones.
Espejo gastado del armario.
El batiente cierra mal.
Mueble vacío.
Mesita de madera barnizada.
Mueble vacío.
La ropa en desorden sobre la alfombra.
Zapato boquiabierto.
Un sostén negro.
Una falda de color claro.
Los vidrios de la ventana están sucios.
Irse.
Vestirse.
Irse.
Ya no ser este incomprensible accidente.
Reblandecido cuelga el sexo entre los muslos.
Una tarde de la infancia en el campo.
Con frutas.
Grandes uvas negras.
A horcajadas sobre hombros masculinos.
El cuerpo se desliza suavemente de la cama.
Ropa dispersa recogida de prisa.
Movimiento reciente ya tan lejano.
El bolso.
El cuarto de baño.
Hacía un calor deslumbrante.
Una niña reía.
El agua en el lavabo.
Ponerse un eslip.
Calcetines.
Un pantalón.
Una camisa.
La chaqueta está en el respaldo de una silla.
La niña rubia tenía un nombre muy dulce.
Musical.
Un nombre rubio.

(Del libro Le monologue)

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán








Nancy...

Nancy
que era tan pequeña
tan quebradiza entre mis brazos
allá lejos
en el cuarto que sabía a obscuras brumas del mar

Nancy
con tu mirada verde
tus cabellos cortos de perro loco
un poco pelirrojo
y que creía aún en las cosas prohibidas

Nancy
que mi memoria arrastra
y que ya no veré más
el destino nos cierra sus puertas

Venías de Dundee
¿no es así?

(Del libro Londoniennes)

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán








Es cierto que llueve en Londres...


Es cierto que llueve en Londres
y que se aburren los puentes

Moribundo e hipocondríaco el cielo
con sus nubes atadas de hollín

En Londres cae la lluvia en Londres
lentejuelas de la lluvia

Veíamos la ciudad fundirse
como irreal como huidiza

Un pueblo impreciso comunicarse
bajo las cúpulas de los paraguas

Nuestras sombras iban a confundirse
en la sombra gris de la lluvia

Es cierto que llueve en Londres
y que yo te seguí

(Del libro Londoniennes)

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán







Y tu arropada tetera...


Y tu arropada tetera
y tus dos grandes tazas rosa
el tiempo alrededor se posa
en un cuarto que anquilosa
la palidez finveraniega

Nada nunca existió tal vez
sino para este instante inmóvil
de tan frágil placidez
yo que soy tu metamorfosis
y tú mi Charlotte Brontë

One for you
one for me
and one for the tea-pot

Es la hora del té

(Del libro Londoniennes)

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán










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