jueves, 27 de enero de 2011

CARLOS REYES ÁVILA [2.936] Poeta de México


Carlos Reyes Ávila



Torreón, Coahuila (México). 1976. Estudió Comunicación en la Universidad Autónoma de Coahuila y la Maestría en Filosofía en la Universidad Veracruzana. Ha sido becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Coahuila en los ciclos 1999-2000 y 2002-2003, en la categoría de Jóvenes Creadores. En el 2000 ganó los Juegos Florales Nacionales Ma. del Refugio Prats de Herrera convocados por la Casa de la Cultura de Tuxtepec, Oaxaca, y en el 2003 el Premio Nacional de Poesía Tijuana. Ha publicado su poesía en La Jornada Semanal, El Financiero, Diario de Xalapa, La Opinión Milenio, Revista Tierra Adentro, Alforja, el Poema Seminal, Revista Clepsidra, Revista Literal, y Estepa del Nazas. Es autor de Luna de Cáncer, 1999 (ICOCULT), Donde oficia la sangre, 2001 (Dirección Municipal de Cultura, Torreón), Habitar la Transparencia (ICOCULT) 2003, el libro de poesía infantil Aprendiz de volador (Dirección Municipal de Cultura, Torreón) 2003, Claridad en sombra, 2004 (IMAC de Tijuana) y Arthasastra (Arlequín / Dirección de Cultura de Torreón, 2007)



LA LARGA NOCHE DE LOS NUEVE SENDEROS


ALLENDE EL MAR,
la luna cuelga en su perchero de agua
su mitad oscura, su mitad salubre.
Laguna es su silencio de aguas,
conmemoración de la ola por la arena.
Educado ojo por donde
se revelan los misterios,
simetría de alas avanzando
luna adentro de tu cuerpo.
Por ese espacio mudo que es tu piel
por ahí me escapo,
me cuelo como la luz, por su rendija.
Salgo del mundo para entrar en ti
salgo de ti para entrar en mí.
Dibujo mi rostro en la redonda sonrisa
de tu caricia que me abraza,
soy el espía de tu sombra.

¿Me escuchas sol?


EL DESIERTO NO ES PARA COBARDES

En el desierto todo tiene el mismo nombre
Dios y el diablo viven juntos
y andan de puntillas correteándose las sombras
tentación solar el nombre de tu cuerpo
un cacto da lo mismo espinas que flores luminosas
acá amor y sexo se escriben con la misma mano
libro de arena el corazón se desmorona
para emprender el viaje
en el avance de las dunas
el viento se descubre
- el desierto nunca se detiene
avanza en los círculos concéntricos de la sed
la sed que no ha de saciarse
más que en lenguas amorosas
porque acá el amor es algo duro
es algo de otro mundo
es un asunto que sólo en tus labios
puede resolverse
el desierto está donde mismo siempre
y nunca es el mismo
es la medida del temple de los hombres
el espejo del coraje
porque para amar es necesario ser osado
hay que pasar cuarenta días con sus noches
y resistir las tentaciones
el desierto pone a prueba tu resistencia
tu amante forma de estar en el mundo
en el desierto no hay nada y lo tienes todo
no hace falta cargar maletas
todo lo que hace falta es un corazón maleable
una mujer que te acompañe aunque no esté contigo
porque ella vivirá en tu sangre si el desierto lo decide

acá en Torreón el sol es un asunto en serio
y las mujeres son sirenas de bruñido bronce
si vienes algún día no te asustes no te escames
así es el mundo en el desierto
vivimos demasiado cerca de dios y del diablo
hay que sólo echar un ojo a la laguna
para ver la forma en que se dibuja
tu sombra sobre la arena
descubrirás
que si tienes miedos
el desierto no ha sido creado para ti.



ES SÓLO EL DIABLO EN OTRAS PALABRAS

Ven, muerde, hinca tu diente
que las manzanas y las Hespérides
sucumban a la amable tentación
de una lengua primigenia
ven, embriágate con el alba
ahora que el diablo
sostiene la mañana con un solo brazo
ven, aprendiz de pecadora
a conjugar espantos
en la más sustantiva ruta del deseo
haz que sangre la soledad de púberes amantes
dile amor a su soledad en llamas
a su lengua enfebrecida

¿dónde se te quedó olvidada el alma?
¿en qué rincón fuiste despojada?
ven y abre
la luminosa puerta de tus labios.
¿no ves que entre nosotros se arrastra
una urgente necesidad
que se enciende como una sombra?

ven y atrévete
deja que por tu espalda
descienda éste ángel como un arroyo.
¿para qué tu cuerpo sino para ser acariciado?
violenta un beso, arremete
mira que la belleza misma es una agresión
tu desnudez no cura sino enferma
tu hermosura no pertenece al reino de los ángeles
(sólo los demonios pueden ser tan bellos)

eso que sientes piel adentro
no es algo enfermo
eso es algo del mal que te reclama
no le pongas incómodos nombres.

el deseo sostiene el mundo como una erección
como una negra llama
un cuerpo es bello sólo si se excita
hiere, serás recordada
por labios amantes sólo si los agredes
altera la sangre de varones lastimeros
después del acto humilla
pisotea, engulle,
trágate el ardor de quien en ti se muere
Sé victoriosa
has nacido para devorar
¿qué esperas?
ahora ponte el nombre que mereces
mira a dios de frente
y fáltale al respeto

ahora nena, anda,
anda, simplemente : ve

PUNTA DE LÁPIZ EN RISTRE

Los nombres son los ejes
sobre los que reposa el mundo.

Columnas transparentes
a la orilla de las horas.

Espejos de ciudades:
claridad redonda

Siglos envueltos en llamas:
tigres que se desgajan

¿Las horas tienen rostro o es sólo
el nombre delineándose?

Presencias circulares
van directo a la memoria
y levantan la arquitectura de la ciudad

pero más allá de los jardines
la identidad celebra su danza puntual
donde se deshojan pájaros
y las ventanas enamoran
sonámbulos relámpagos.

Una fuente se desangra
es el sol con sus uñas largas
es el diluvio del silencio
mostrándonos el envés de las palabras.


MARÍA LA JUDÍA
(un oscuro amanecer)

A veces la lluvia vive entre mis labios
a veces el sol nace entre mis muslos:

...en la alquimia de los días
desbordo las pasiones de los credos
y con mi piel envuelvo
el deseo de los hombres.

En el regazo de la santidad
un viento ácimo
me esculpe,
a mí,
María, la judía
amante de la vida,
de su lado oscuro.

Yo que vengo
a levantar incendios
para forjar crepúsculos

Yo
que he tendido
mi vida sobre los abismos
del anonimato
yo que he corrido
en dirección contraria
a las edades
sin temer las culpas del engaño
Yo,
María,
sí, la judía
la que de cerca
conocieron
sólo unos cuantos
mientras todos me nombraban.

Aquella a la que desearon
en las horas frágiles aquellos
mismos que me condenaron a vivir en la
anónima sociedad de los sueños

Sí, yo, la primera
gran Maga de la noche
la poseedora
de las esferas cósmicas

Yo que fui
cada mujer acariciada
por el viento de las aves mudas

María
de día o de noche
Judía por las oblaciones
me despido
llevándome entre los labios
este oscuro amanecer.



EL REY DE COPAS

El rey de copa
el tigre blanco
el que le arrancó a la noche su luz
el que hace incendios
es éste que se presenta y los saluda

Escuchen porque se de la noche
lo que del desierto sabe la cobra

Escuchen mi sangre que es ácida y dura

Soy el dolor hecho pus
agua que preña la luna

Nací del tronco de la noche
una lágrima de puta fue mi bendición

Soy el caifán de cada esquina
mis manos son como la hiedra
y donde pongo mi mirada
arden los espejos

Mi vida es un eclipse lunar
Mi corazón me dicta el nombre
del burdel de cada noche
Soy aquél que cruza la ciudad descalzo
cuando las putas ocupan su sitio
Soy un ángel que cae entre dos hielos
y un vaso de vino.
Tuve la suerte de nacer de un dromedario
y cargar una madre tatuada en fuego
Tuve la fortuna de armar mis huesos
con pedazos de luna

Mi madre me condujo
por las cabelleras de la madrugada
Me alejó de los caminos sordos de la luz

Una noche me hizo dormir
para morderme el corazón
Al despertar y salir a la calle
me di cuenta de que era invisible

Era admirable el alacrán que llevaba
por corazón mi madre

Di un salto al sol
y éste se hizo a un lado

Busqué refugio en un atardecer
junto a un río de luz que la tarde olvidó

A causa de la sed
puse mis labios en el agua
y un tiburón mordió mis ojos
desde entonces soy ciego
y puedo ver

Bebo porque mi sed es un sello
en la sangre
una línea en la mano
una líquida comunión
mis palabras son navajas que liberan
que cortan las cuerdas de la historia
que anda en carrousel

Bebo como un mar enfurecido
como una hiena loca que escupe fuego
Soy mudo, pero canto mejor que el cenzontle
juego en las tierras áridas del desierto
y se que cuando muera me encerrarán
en una piedra

El que quiera beber que me acompañe
El que quiera morir que duerma en casa
Yo soy el Rey de copas señores
y estoy aquí como una llaga

CLAVE DE SOL

Este camino me recuerda rubios momentos.
La oscura lengua de la noche me contó sus secretos.
Llovía en espiral y yo intentaba bailar
entre cada gota de agua.
Abracé su anhelo con mi pecho,
desabroché su ira y la dejé nadar.
La vi desnuda hacer un arco sobre mis dientes.
Masqué su frondosa y fértil cabellera.
Los caminos se hicieron círculos.
Le entregué dos horas de buen amor.

Este sueño me recuerda rubias sonrisas,
un río irreverente en cada labio,
una cama limpia en cada muslo,
un lago y mil peces transparentes
en el hueco de su boca.

Cuando movía su cintura la tierra se cimbraba,
cantaba un cenzontle sobre su vientre.
La caza se convirtió en ritual,
la prenda en finísimo secreto
y el sol...
una rubia caricia.




LA LARGA NOCHE DE LOS NUEVE SENDEROS
O NOVENARIO EN LA CAMA

Preliminar

Para estos tiempos puede decirse que el amor ha muerto. Que lo hemos abandonado, que en la cama ya no hay dos, sino uno más uno, cada quien por su lado jugándose en la piel del otro. Se ha terminado el tiempo de las comuniones. Esa danza de los amantes figura hoy como triste recuerdo. Por eso entrego este novenario y su silencio, llorando la muerte de nuestros amantes.

I

Cuerpo a cuerpo los amantes se consiguen mutuamente, no en la entrega sino en el rigor preciso de las formas cadenciosas, y es porque ambos saben que lo importante entre las sábanas es la contención, no la inmediata entrega. Expanden sus límites, luego los comprimen, siguen el ritmo propio de los cuerpos cuando ya ambos son una prolongada afirmación. Luego entienden que para llegar a la consecución de los fines es necesario el rigor, la disciplina y la práctica mortal. Se aventuran a transgredir sus propios límites, a no andar sobre sus mismos pasos y es cuando al mirarse a los ojos descubren que el otro también lo sabe. Es el límite intenso, el rigor. Los amantes están listos para un nuevo paso.


II

Los amantes se conocen por su propio cuerpo y descubren que piel adentro algo se apodera de sus voluntades. Es el cuerpo el que habla, el que ha cobrado autonomía. Explosiones en sus músculos marcan el pausado ritmo de sus movimientos. Descargas internas les anuncian de sus propios límites, entonces uno mira en el otro el anuncio, la autorización y el ruego. Ambos fluyen como camino de doble sentido. Es el oleaje justo de los cuerpos invocando la noche presurosa.


III

En el encuentro los amantes son cómplices de un milagro compartido, es la muda seducción de los cuerpos, el cortejo donde uno narra al otro con el roce de la piel su propia historia. Los amantes depositan a la orilla de sus labios el relámpago de sus promesas. Se dan, se resisten. Ambos crecen en su propio anuncio. Clarean sus límites y posibilidades, y así se van, dándose sin dar, llevando siempre la entrega a punto.


IV

Llega el momento en que la pareja aprende a conocerse a través del otro. El amante mira cómo ella se relaciona con su propio cuerpo. Examina delicadamente y con pasión sus capacidades. Ella se ofrece en miradas sordas diciendo más de su historia que lo que su piel divulga. Ella es algo más que esta desnudez a ciegas. Cada caricia es entonces un verso más que ambos escriben y descifran en la piel del otro, y así se aprenden juntos, como cielo y tierra a través del ave. La pasión de los cuerpos se convierte en el misterio que lentamente se les revela. Al hacer el amor, uno entrega al otro un secreto muy íntimo y casi siempre oscuro.


V

Ya en este punto todo se vuelve un delicado desaprender. Ya no resulta necesario el rigor, ni la contención, ahora todo es un largo suceder, y ambos se arrojan sobre las inercias de la carne, pues esto se vuelve un acto de confianza, tanto en el amante como en sí mismo. Ya nada entonces es medido por el tiempo, sino por los sonidos de altas y bajas intensidades, largos o cortos jadeos, murmullos precisos, alientos sonorizados. Luego ella parece dirigirse como si obedeciera órdenes internas o acatara misteriosas indicaciones. Es entonces cuando el amante se percata de que es su cuerpo el que emite las señales.


VI

Entonces surge la metamorfosis de los cuerpos ante la dulce exigencia del amante. Es cuando uno se descubre actuando de maneras inimaginables. El uno se ha vuelto el otro y así desean de distinta forma que antes. Se elevan y al elevarse se funden y se difunden para transformarse nuevamente. Ambos son llamas que se conjugan, cascada de cuerpos y caricias. Ella cae inagotablemente en él. Y ya sin importarles quién es quién aprenden a andarse, a dejarse ser el uno en el otro.


VII

Premonición de placeres máximos es la sensación de juego. El juego de los amantes, el placer de los placeres. Sin intención ni perspectiva: el gratuito goce. Un placer que se disfruta en sí mismo como el último y el supremo. Los amantes han sido bendecidos por el toque de la magia. Entre sus cuerpos se ha forjado un encantamiento. Juegan a gozarse. Ella es el hechizo que seduce al amante, preso ya de su propia magia.


VIII

Ya entonces los amantes entran al nuevo espacio creado por sus cuerpos, se transportan a un nuevo oasis que ya no es el mismo del principio. Están suspendidos en el tiempo sin espacio, en el espacio en que no existe el tiempo: el infinito placer de viajar a un lugar que sólo existe al trenzar los propios cuerpos. Ellos son su propia geografía amante y así se descubren entre ríos y palmeras, se ocultan en las sombras de sus miembros, se bañan en las cascadas de sus aguas germinales. Ella montada en el amante canta la canción del alba. Ella es la canción y la cantante. Ella es él, un nuevo puerto en la antevíspera...


IX

Es aquí donde el viaje carece de retorno, el viaje a los placeres innombrables. Porque nadie ha podido capturarlo en el frío lenguaje de las palabras. Aquellos que lo han intentado se han quedado en sombras mudas. La invisible ilusión de las palabras claudica ante la impresión. Es cuando los amantes simplemente se miran y sin abrir los labios saben que lo han dicho todo. No hay necesidad de malgastarlo en una frase. Mejor aun, retoman fuerza y aliento para intentar de nuevo ingresar a la inagotable espiral de los deseos.





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