lunes, 13 de junio de 2011

3913.- DOLORES ESPEJA


Dolores Espeja nació en San Miguel de Tucumán, Argentina, en 1972.
Egresada de la Universidad del Cine (Buenos Aires), se desempeña como guionista en cine, teatro y televisión. En Barcelona y Milán realizó estudios de perfeccionamiento en cinematografía. Allí se dedicó exhaustivamente a la difusión de la cultura argentina y del diálogo transoceánico, a través de sus espectáculos vinculados a la poética del tango (Tanguera-el musical argentino, Acorralada, Tanghi Chiacchieroni, In bocca al tango, entre otros). Algunos de sus poemas formaron parte de la antología La niña bonita (Ed. Alción, 2000), iniciativa de la Fundación Antorchas, en el marco de una beca de formación coordinada por los poetas Diana Bellessi, Teresa Arijón y Arturo Carrera. Participó de la antología Poesía Joven del Noroeste Argentino, de Santiago Sylvester (Editada por el Fondo Nacional de las Artes, 2008). Integró también la antología Poéticas al encuentro – Poesía Argentina y Libanesa Contemporánea (Ed. Tantalia, 2008). Coordinó durante 2009 y 2010 el ciclo Intervenciones Críticas en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
Su libro Paradas estratégicas, chicas y gomerías fue editado en el 2010 por El Suri Porfiado, en versión bilingüe español-italiano.
Ver: http://espinudaybarata.blogspot.com y http://tangoscript.blogspot.com




Pero si te vas compro un
cuchillo de campo. Hago ruido
con tacos y con monedas. Las doy
y me llevo alguna cosa.
Después veo si la uso.
Hay como una lluvia
de julio. Después veo si la pierdo.







mi mamá me manda
a través de Enzo
y un chicle de fruta
siempre en el labio
inferior los suficientes
años de la escuela.
sentada neutral en el
Chaco las cinco viejas
esperan que viajemos
las dos los tres
y el dolor de cabeza
que provoca el paisaje
sin vacas la mandíbula
batiente los cuerpos
que se van mojando.






Cuando nos encontramos (teníamos calor) dije varias cosas,
no sé si habían pasado del todo.
Hace un rato largo que caminamos así. Derechos.
Pisándonos la sombra. Vos bostezás bastante.
Por el tajo de mi pollera asoma cada dos tiempos
una rodilla raspada.







La muerte y la soga van juntas en todas las escenas
la vista parcial de la fortaleza desata el frío
plano muy largo de Alemaná-si en Italia
y un gordo que roba una gallinita.
Baja la señora
que tiene sólo tres manos.
Las cabezas de los sinvergüenzas
atan y desatan
la noche.
Y la música cambia a la mosca
de su sitio; y vuela la música,
se detiene la mosca.
¿Quién se murió?
La María encantada
la muerta antes
la casi serpiente
la loca le decían.
El arzobispo borracho la amaba.
Ancha, muy ancha
y pobre la estructura, la cucha.
Profanus Vulgus.
El rebaño despierta con el cura a la cabeza
y en su cabeza.
Teje las palabras de la misa, cierran las puertas, amasan la
pasta, lana cruda en el sur de Italia.
El despojo viene a buscar las riquezas de los muertos.







Los planos dobles de las
cosas
se hacen trampa.
Miente la rosa, miente la roja.
La mañana es espinuda y
barata.







- (no me gusta el té)
- Podrías haber traído leche de Barreiro- mi mamá.

Mi papá: gesto ahuyentativo con la cabeza
se pone la camisa. El sol
me está derritiendo la frente.

El viejo sale. Deja un momento una sombra
cuando se cruza por delante de la casa.

Hay tostadas negras. Mamá hace ruido al masticar.







No te llamo S.
un enredo de papeles
y pelusas me tomó
Soy cruel S.
y ya me mordí todo el brazo.







Entro a la pieza Sé:
la escena se desarrolló
a mi espalda El baile La mano
curiosa El vino no se pudo
tomar, cada gota obscena fue
bajando por la cortina Y la cortina
ya no es ni verde, adherida a la pieza











Digo estoy sola
se desconoce mi paradero
soy libre.
Extraño a los otros como si
estuviera muerta.
Suena el teléfono y salto.







Nosotros buscamos un caballo perdido en la noche.
Marlene come y bebe. Su amigo
ha olvidado el sombrero en el sofá.
Los espejos:
evitamos el reflejo de la bestia.
Bajo el piletón nos agujereamos de frío.
En el auto:
el que sube se hunde. Al que no, lo arrastra el agua. Todos
nos aproximamos a la cascada.
La fiesta:
doy una gran vuelta por el parque. El tiempo se expande
con el carnaval.
Creo unas cosas. otras me parecen.







Lloro costumbre:
Entrar en la casa por
una calle y salir por otra.
Cruzando manzanas sin
haber comido. Y bien.
La casa está clasificada.
Puede decirse ¡Qué casuali
dad, yo te conozco! Sí,
ese era tu nombre.
Y después reencauzar
la marcha perplejamente.
De su letra fea me
acuerdo. ¿Puede decirse
El trazo habla de otro asunto?
Las cosas ya se aplastan
oscuras. Con todo, falta
recordar varios detalles.







Cuando dejamos el lugar
vos estabas joven y yo no
dormía tan horrible. Abrí
una puerta cargada de pedazos.
Los blandos los soplé hasta
ponerlos de vidrio. Sobre
los otros quería preguntar.








Estoy despierta pero como si no.
Como un perrazo que viaja encerrado
semejante bestia -en un auto de los
nuevos modelos. Uno cualquiera. Tirando
de una cuerda que (si no fuera larga)
se estira para casi siempre.
La puerta mal cerrada es parte
de la ruta. No le aviso pero
algo hay que saber:
en el asiento de atrás
viajan todos los asesinos menos uno.







Una vieja fucsia
un viejo verde pálido y
un enano
caminan hacia el
mismo farol
como una gran familia.







La nena de los ojos salientes
y el chino con escafandra
se miran. Dicen yo.
Al chino no se le entiende, se tapa
una oreja. La nena lo dijo muy fuerte.
Tan fuerte que el caballo se
detuvo y se separaron.
Acá están las pisadas.







Se me sube encima
con esa voz suya de gato dolorido.
Me corto los labios
me lamo la mano, está vacía.
Huyo desde el balcón
hacia afuera, hacia abajo.







Cuando te digo, silencio,
me das algas con tomates
en un vaso blanco y me pedís que las ame.
El mendigo -¿lo ves?- sigue parado ahí afuera
Sus rejas -lo sabe- están podridas -como las hamacas
El amor es helado
En la plaza murió un chiquito ni brotan las algas.



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