Tom Clark (1941), POETA NORTEAMERICANO.
Hace poco leí en la red que Tom Clark (1941), el autor de este poema, estaba enfermo y pasaba por graves apuros económicos después de una vida dedicada a la docencia y la edición casi artesanal de poesía (en Estados Unidos, el no disponer de seguro privado es un riesgo que se paga muchas veces con el desahucio y el abandono social). Yo recordaba una foto suya en que aparecía sonriente, lleno de vitalidad, con aire de hippie despreocupado, y me costó relacionar aquella imagen con su estado actual. Este poema sigue estando para mí tan vivo como el primer día, desde su arranque vagamente surrealista hasta los últimos versos, de una intensidad y limpidez memorables.
TEXTO Y TRADUCCIONES DE JORDI DOCE
poema
las nuevas emociones diminutas
lo dejaron sin duda todo claro
a una luz engañosa
y los mechones de una amada
formando un cuello que presiona
para extinguir la pasión de la sangre
el otoño estricto del ojo
el plumaje del intelecto yace empapado
en heces y sangre
oh haya, desata tu hoja, pues al fondo
de su amarillo
el tilo meloso yace dormido
y una sombra de plomo
sella los párpados de sus ovejas
y el indulto repica igual que pegamento
ningún despertar
ahora el rico cerezo
ahora toda la primavera y los árboles otoñales
como instrumentos musicales
Como instrumentos musicales
abandonados en el campo
las partes de tu sentimiento
se disponen a conocer una quietud
la pura conversión de tu
vida en arte parece destinada
a no suceder nunca
no te importa
te sientes espiritual y alerta
como debe sentirse el aire
al girar en el cielo azul
sientes que
nunca podrás tocar algo o a alguien
de nuevo
y entonces lo haces
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