LEONEL LIENLAF
Nació en la comunidad de Alepue en 1969, el día 23 de junio, coincidiendo con el año nuevo mapuche. Forma parte de una nueva generación de poetas bilingües que escriben en mapudungun y castellano.
Leonel Lienlaf publicó su primer libro en 1989. Su título fue "se ha despertado el ave de mi corazón" y su novedad, estar editado en mapudungun-español. El ave del corazón poético de Lienlaf despertó de niño escuchando a su abuela mapuche de quien aprendió la oralidad literaria de su pueblo; porque él mismo asegura que la poesía "es inherente a los pueblos". Por eso, en su obra, transforma el cántico poético de la gente de la tierra, en versos escritos en las dos lenguas actuando como un puente cultural necesario entre las dos orillas del pueblo chileno.
Leonel Lienlaf nació en en la comunidad de Alepue, cerca de San José de la Mariquina, en la X región de Chile, donde abundan las araucarias y los volcanes, los grandes lagos, las nieves perpetuas y los conflictos raciales. Ahí, en esas tierras y mirando al Volcán Villarrica, sigue poniendo sobre papel la voz y el cántico de la tierra.
Poeta y músico, Leonel Lienlaf es también un gran aficionado a la imagen y ha sido un pródigo investigador de las costumbres de los indígenas chilenos. Ganador de numerosos premios literarios como el que le otorgó la Municipalidad de Santiago en 1990, ha publicado "Palabras soñadas" (2001) y "Voces mapuches" (2002). Su obra está presente en numerosas antologías.
De Leonel Lienlaf destacan los cantos a capela de su poesía y grabaciones de música ceremonial captada en su verdadero ambiente. Los mapuches son pueblos ágrafos a quienes arrancaron sus tierras por los papeles firmados y las leyes de los colonos. De ahí ese puente que establecen los poetas mapuches, y de ahí la necesidad de Leonel Lienlaf de conocer y cultivar las dos lenguas para hacer perdurar su historia y sus costumbres. Por eso se está empezando a fijar en texto el idioma mapudungun. "No sólo me pongo del lado de la discriminación hacia el pueblo mapuche, sino de la propia discriminación hacia lo que viene desde afuera", sostiene el poeta.
Leonel Lienlaf ha destacado en el estudio de la fijación gráfica del mapudungún. Ha publicado estudios sobre "etnosemiótica de la literatura oral mapuche" junto a Carlos Aldunate y Pedro Megge, para el Museo Chileno de Arte Precolombino. Autor de numerosas investigaciones sobre "relatos orales en comunidades mapuches del sector de la costa valdiviana" y la "memoria oral campesina de la zona Talagante", ha ofrecido conferencias sobre poesía mapuche y escritura mapudungun en diferentes partes del mundo, desde las Universidades de Uppsala (Suecia), Indiana (Estados Unidos) y la Complutense de Madrid (España), hasta en centros culturales de toda la geografía chilena, Estados Unidos, Suecia, Finlandia, España y numerosos países latinoamericanos.
Participante asiduo en la creación de talleres de arte y cultura en Temuco adscritos a la "casa de arte mapuche", ha realizado numerosas intervenciones en trabajos audiovisuales, tanto como guionista y creador de talleres, como de apoyo a la investigación. Destaca su colaboración en trabajos como "mulu - mapu, tierra húmeda", (editado en Alemania 1993), en el "Festival de Cine y Video de los Pueblos Indígenas", realizado en la ciudad del Cuzco (Perú), así como sus guiones titulados "Punalka El Alto Biobio" , "we tripantu" . "Quinquen, tierra de refugio"
Uno de los últimos trabajos de Leonel Lienlaf ha sido la creación y puesta en marcha del proyecto de "Elaboración de módulos literarios con énfasis en poesía mapuche, orientado a profesores de educación general básica" bajo el alero de la Pontificia Universidad Católica De Chile, Sede Villarrica.
Baile sagrado
El mar ha vuelto
elevándose grueso
sobre el solitario cerro tren-tren
y sobre las piedras
va dejando su palabra
Bailan las culebras,
allá arriba
esperando a la luna,
Bailan las olas allá abajo,
esperando el rocío de kai-kai.
Y el sol cae pesado
sobre su espalda
Tras la hilera de las piedras
kalfukura sueña
*
A pie
a la caída del sol
me descolgué
por la tierra de los árboles
quinquen
y el miedo de mi sombra se durmió
abrazado por el canto del estero.
*
Extiende su manta
la madrugada sobre el lago
un viento suave
me despierta
weyeltue
gritan los pájaros al amanecer
weyeltue
y mis sueños galopan
tras las montañas
Bajan gritando
Bajan gritando
ellos sobre los campos
silbando por los esteros
corro a ver a mi gente
a mi sangre
pero ya están tendidos
sobre el suelo
sobre ellos pasan los huincas
hiriendo de muerte la tierra
dividiendo mi corazón
Entré en busca de mi calor
A mi casa ardiendo
Brotó el estero de mis lágrimas lloviendo sobre mis pies
Ustedes ¿entienden mis lágrimas?
Escuchen al aire explicarlas
Están pasando los años,
Están pasando los nidos
Sobre el fuego
Está pasando la tierra
Y ya me estoy perdiendo entre las palabras
Escuchen habla
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“...Cuando se habla de autonomía mapuche, cuando se habla de un país mapuche se está hablando en términos de pueblo. Por eso es tan importante la palabra pueblo porque el pueblo no obedece a la dinámica de Estado, sino a la tradición cultural”, Leonel Lienlaf.
Camino
He corrido a tecoger en las llanuras,
en la playa,
en la montaña,
la expresión perdida de mis abuelos.
He corrido a rescatar
el silencio de mi pueblo
para guardarlo en el aliento
que resbala sobre mi cuerpo
latiendo,
haciendo vibrar mis venas
sobre el sol que se levanta
sobre las altas cordilleras
para que el espíritu sea viento
entre el vacío de las palabras
He corrido a recoger el sueño
de mi pueblo
para que sea el aire respirable
de este mundo.
Rüpu
Lefün wenuntumeael
ñi füchake cheyem
ñi ñamkülechi dungu.
Kuyem-mew,
mawidamew,
allkü-ngenochi dungu allküfin
gürken piukeme w
llegpachi antümew ñi krüf-ngeam pülli
wech-wechngechi dungumew
Lefün wenuntumeael ñi pewma
ñi piuke ñi pewma
ñi küme neyen-ngeam
tüfachi mapumew
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Rupamum
Mi angemew
kimnoelchy takuwe tukuniey
ti dungun trayen
kuyfike pülli ñi trayen.
Lelituenew ñi pewma
welu kimlan chemew.
Mi angemew tripan
mutrungreke
kiñe wepüñeñ ñi kuwü
mütrümenew.
mutrungreke trekan
chew ñi rupamum füchake antikuyem
ngümanmew, ayenmew,
dakinmew ñi pewma
ina pen kiñe cruz katrünmaetew ñi lonko
ka kiñe espada bendecipeetew petu ñi lanon
Güypechymutrungen
mi rukamew, ñuke.
Pasos sobre tu rostro
Madre, sobre tu rostro, con un
traje desconocido
apareció el murmullo del agua.
Todos los recuerdos presentes
envolvían ese sonido
y algo me miró.
Yo era un tronco formado
por miles de caras
que salían de tu rostro.
Por el tronco caminé a través
de cientos de generaciones
sufriendo, riendo,
y vi una cruz que me cortaba la
cabeza
y vi una espada que me bendecía
antes de mi muerte.
Soy el tronco, madre
el que arde
en el fuego de nuestra ruka.
Ka-wün
Kiñe aliwen ñi newen
ñi newenuwi
aliwen-uwen inche.
Kimün wüla
chemew ñi llaskülen.
Ngüman ina ñi chaninmew
ñi folilmew.
Kiñe epe-lalechi güñüm
umagtumekey ñi ruwmew
kürüf lelitupefilu
ñi patrigülmaetew
ñi müpü.
Inche aliwen-uwen
aliwen-ngefuy ñi newen.
Transformación
La vida del árbol
invadió mi vida
comencé a sentirme árbol
y entendí su tristeza.
Empecé a llorar por mis hojas,
mis raíces,
mientras un ave
se dormía en mis ramas
esperando que el viento
dispersara sus alas.
Yo me sentía árbol
porque el árbol era mi vida.
LEONEL LIENLAF CONJURA LAS AGUAS
(Texto de presentación de "Kogen" en Villarrica y Temuco)
Por Javier Aguirre Ortiz
La poesía habla por sí sola. Lo que yo -extranjero y extraño- mal pueda decir es superfluo, prescindible. Leyendo Kogen, de Leonel Lienlaf, me viene la idea de que la poesía es traducción (la buena poesía, la rara poesía que sí es poesía): se expresa con palabras lo que no puede decirse con palabras, y parte de la extrañeza, la extrañeza de la entraña intraducible; porque la entraña es lo más extraño, por asombroso, por inefable. Leonel, vlkantufe cuya lengua materna es el mapuzungun, acude al castellano para traducir su diálogo con la naturaleza, con la que el poeta no se diferencia, sino que vive una continuidad: las divisiones son artificiales. Finalmente, a través de esa doble traducción, acude a nosotros la resonancia del profundo encuentro. Doble traducción: una implícita, desde la naturaleza, de la que el poeta parte y es parte, a la lengua materna que hizo sus ojos, que refleja como espejo de agua el mundo natural, y otra, explícita, hasta la expresión castellana, que queda fecundada por las visiones, los sueños, las experiencias que moldean la lengua extraña entrañándola, naturándola, hermanándola.
Hay quien se queja de que Leonel Lienlaf escriba en español, pero no es para ser dominado por la vieja lengua imperial, sino para domeñarla como Lautaro-Leftraru el kawellu-caballo, cambiándole la mirada. No se engañen pensando que el poeta renegó de su lengua: al contrario, reniega de la reducción, y amplía el territorio, es un estratega, y mucha será su obra por llegar en mapuzungun. Escribe también en castellano sencillamente porque el castellano también es su lengua, aunque la trabaja de otra manera. Escribe desde la misma raíz de la diferencia latinoamericana, en que una lengua se convierte en algo distinto por el protagonismo de quienes la trabajan, que literalmente no caben en el molde y lo rebosan y renuevan. Aquí estamos en la misma fuente de esa riqueza, desde dos corrientes que se encuentran provocando un estallido de espuma.
Hay poesía que nace del juego verbal; aquí se le deja hablar a la naturaleza, y escuchamos la ternura de su canto hermanado, transmitida al castellano impelida por la propia terneza de la tierra, como dos ramas próximas que se abrazan, y la voz salta entre ellas como ardilla que no distingue diferencias, "que soy amor, que soy naturaleza" (Lorca). Leonel habla con el fuego “y el fuego estaba allí, mirándome”; y con el agua, agua que llega a nuestra boca a apagarnos la sed, esperanza de la resistencia, vivida desde cada nuevo brote de los bosques nativos -“vienen ya de nuevo los brotes de laureles”-, los sueños que recuperan el territorio, que se levantan, delinean el paisaje, avanzan con el viento y ocupan todos los ámbitos.
Lienlaf reniega de las reducciones, también de los preconceptos, de los grandes discursos y las voces lastimeras que vieron perdido el mundo: “No busques entonces los augurios fáciles / porque no hay destino, / sólo ráfagas de viento entre las ramas”. “No hagas caso del aullido insípido de la muerte”. “No prestes atención a esos murmullos (…) sequedades antiguas, aguas muertas”. El lector también está incluido, llamado a participar en ese sueño que recupera las aguas, la vida: “Escucha este relato como un sueño / y sentirás su huella, su neblina”. A veces, en las horas más oscuras, el escalofrío viene a confortarle “con su baile intermitente”. Pone el oído en tierra, en tantos hermanos pobladores, y escucha el concierto. No hay límites. En los vagos lindes se hermanan la memoria y la tierra, el río del cielo y los sueños, las montañas y las nubes: “la montaña es etérea, sus rocas nacen de las nubes”. A través del insomnio, de su conjuro primaveral, vuelve el agua por donde solía ir, “aguas que hierven en lentas horas de insomnio, / aguas que destilan la pureza del guijarro, / aguas que destilan en vapores por la madrugada espesa”. El mundo está naciendo a cada instante. “(A lo lejos veo el bosque y las cascadas renaciendo)”.
Kogen es un camino recorrido y un camino por recorrer. Es territorio soñado y territorio por real-izar (realizarse no es un juego de palabras). Una escritura consciente en la que habita el bosque ingenuo y genuino, en la que las nubes engendran las montañas, un libro genésico. Desde el comienzo, en un bello poema-pórtico (el templo es la naturaleza) el poeta (wirinzungufe y vlkantufe, escritor y cantor) avisa a quien escucha, y a sí mismo, que no se fíe "de los augurios fáciles", que nada está dicho de antemano, que sólo hay "ráfagas de viento entre las ramas". La revelación no viene, pues, de un discurso preconcebido, la poesía no trata de pre-ceptos, sino de post-ceptos, de lo encontrado durante el viaje, en este caso por senderos, "fragmentos de la Memoria_Tierra", por la inocencia invencible de cada brote, por el renuevo, por las voces_ancianas, presentes para quien ve porque sueña. Nada vive solo. Lo minúsculo, lo casi imperceptible, las criaturas que se escabullen entre los chilkos, una gota de savia ante un precipicio, cayendo en tus arterias, nos conectan a todo. Leonel Lienlaf ha preparado un conjuro para despertar, un sueño que nos abre los ojos.
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