lunes, 25 de octubre de 2010

LUIZ DE MIRANDA [1.592]



Luiz de Miranda 

Nació en Uruguaiana, Brasil, (Frontera con Argentina y Uruguay), en abril de 1945. Ha colaborado en importantes revistas de poesía, entre ellas, Poesia Sempre, en Río de Janeiro y en importantes suplementos literarios. Ha trabajado y escrito en varios periódicos de su país, entre ellos: Correio do Povo, Folha da Manhã, Zero Hora, Jornal do Brasil, y O Globo. Algunos de sus libros publicados son: Amor de Amar; Livro dos Meses); Livro do Pampa (que obtuvo mucho reconocimiento por parte de los lectores); Trilogia do Azul, do Mar, da Madrugada (Editora Sulina, Porto Alegre, 2000); y Quartetos dos Mistérios, Amor e Agonias (1999). La mayoría de sus libros están en ediciones agotadas. Fue creador y primer presidente de la Asociación Gaucha de Escritores en 1982.


De Trilogía del azur, del mar

Robinson Barenho
Por la gran boca del cielo
me llegan las nubes de la tarde.
Quería el velo espeso de la lluvia
deslizando melodías por los postigos de la casa.

Pienso. La memoria es triste,
como un pájaro que no existe,
en el soñar, en el volar.
Caminando el territorio del lenguaje,
la imagen izquierda del cuerpo,
todo es un navío sin puerto.

Vasta es la lejanía,
el horizonte que nunca termina.
Mi alma, ternura
que el viento murmura en el paisaje
el lirio de los ojos de ella,
deambula en la vastedad de los caminos
bordando en verde el lino de las mañanas.

En el fondo del cielo la mano de Dios es mi Talismán
Estrella, estrella sin estancias
ventura que ondula en mi primigenio corazón..
Después se deja así, olvidada,
como nos ve, a veces, la vida.
Lo que tu posees
es un secreto de luz
que desmaya antes de hacerse.
Vivir todas las horas,
designa el destino ,
en la errancia que movilizo
desde la primera infancia

Siempre fui lo que quise de mi,
viajando a lo imprevisible del mar,
ardiendo en sueños y primaveras,
enfrento la tempestad y el invierno,
voy al cielo y al infierno.
No soy nada, mas Dios me guía ,
Campo de girasoles, hoguera santa ,
ungida luna y santa Poesía




La aurora del nuevo día

Nada permanece en el vacío,
las acritudes de la soledad condensan
la melancolía desbordada en el rostro
y se amplía cuando el día avanza,
desolada esperanza,
de nuestras posibles pasiones.
Trabajo las horas olvidadas,
mas nada retorna.
La vida que se tiene, también,
es la vida que se gana.
El sol baña nuestras manos tristes
que todavía escriben lo que resiste,
lo que leerás tiempo después ,
en tu cuerpo iluminado,
en medio de la madrugada,
y descubrirás que la mujer amada
está dentro del silente corazón,
mas lo que tu memoria ilumina está ausente.
El vacío engendra más vacío,
estancado en nuestro pecho,
iluminado, el río, en el fondo del lecho,
ruedan las piedras,
las almas
y los peces,
un racimo de luz,
una manzana
resucitan la esperanza de las mañanas,
y el vacío que se preña
de música,
viento, 
y nuestra voz
va bordeando en la vereda
nuestros bellos huesos
y nuestros ojos encendidos

Toda la promesa se cumple,
si camináramos la avidez
que el cielo desce en los caminos,
a terVar la rota que nos faltq
la voz alta de Dios,
sus anjos suspenden la posible agonía,
y nos da la aurora del nuevo día.



Nada tengo de mi mismo

Nada tengo de mi mismo:
automóvil, casa, terreno.
Vivo la vida que Dios me dio
con los días largos, ásperos o amenos.
No me doy al dolor,
soy frágil
mas renazco.

Leo el libro de las pequeñas verdades,
silencioso, onVo los murmullos y la saudade
y todo sigue su antiguo trayecto.

No cultivo odios, cultivo amigos.
Soy lo que sobró de mis asombros.
Pregunto a las estrellas lo que ellas no son,
muero abrazado a mi corazón.
Voy por ciudades extrañas e inútiles,
sin mañanas tardes o noches,
apenas el tiempo mugiendo en los relojes.

Avanzo por calles que no se me,
la es turba y tiene sus propias leyes.
A dónde llegaré en éstas alamedas sin nombres
donde el alma no há y lo que sobro del pasado some.

Insisto en días mejores,
un destino en que la luz nocturna
me olhe y me veja,
que cuando baje la cabeza no llore.
Vida que me desea y me besa

Bebo vino, la vida se extiende,
menos breve, menos herida.
El cielo está cerrado para mí,
Antiguos dolores siempre vuelan
No son amores, si ausencias
que vigilan en la alta hora del firmamento.
Soy un hombre pobre. Me sobró
la más alta estrella de los sentimientos.


Sao Paulo, 9 de junio de 1999.

Traducción de Jairo Guzmán 



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Pozo sin luz

a Adovaldo Fernandes Sampaio

Todos los días caen en la oscuridad,
la brea de las horas canta en la amplitud.

Amo lo que no tuve.
Fui siempre por callejuelas
pobres y olvidadas,
donde el mimbre de la vida
vibra
sus cristales más antiguos.
Una carroza de viento
es mi herencia mal recibida.
América adentro;
del vientre de la pampa,
por agua de río
a la estampa sagrada del mar.

El viaje no tiene fin,
no tiene rumbo,
mas tiene alma,
que exhala su luz,
prolongando los caminos.
La hora es acre y dulce para mi sufrimiento,
pan, vino, palabras son mi alimento.
No permanezco en la avenida, rememoro.
Si miro hacia atrás, sin duda lloro.
Existo demoradamente,
en aquello que no sé.
Amar martiriza el horizonte,
con su plumaje sin viento.
Construyo mi angustia
y sus puentes.
Pienso con pesadez y estoy ausente,
el mar inmenso es mi sustento.
En la lejanía, construyo
una casa de madera,
para que en ella habite
la ingratitud y el olvido.

Oh estrellas,
hermanas primeras
del laberinto,
del pozo sin luz,
donde fue puesta la esperanza,
rosa púrpura, rosa sin tallo,
creencia que me ilumina,
sueño feliz que ya soñaste,
pero que vibra
donde todo termina.


Porto Alegre, 3 de agosto




Es tarde

Es tarde, muy tarde para que vuelvas
de la insolvencia del tiempo.
Calles y calles
cayeron en la ceniza de las horas,
perdieron mi dirección.
Lo cercano llora,
la vida es lluvia,
lluvia
que no conozco.

Asperezas bajo la intemperie
permanecen
cerca del corazón.
Lo que era amor,
desmaya,
se olvidan de mí,
como de un jazmín
arrojado en la playa,
lejos de su perfume
y su raíz.
Lentos relatos
me quedan,
donde antes estabas,
bordada en oro,
hoy, un cielo apagado,
sólo un dolor sonando
en la sombra de tu mirar,
a millares de millas del verbo amar.Es tarde, muy tarde,
mas en el horizonte se eleva
la flor en tus ojos,
que parece un puente
para quien vive esperando
la esperanza:
son mis días
y su triste geografía.


Porto Alegre, tarde del 9 de mayo de 1997.




Solo

La ventana de mi corazón está cerrada.
Has permitido al viento del invierno
barrer las esperanzas
que había en mis manos
blancas y azules
sobre el espacio brillante del poema.
La ventana de mi corazón está cerrada.
El cristal de mi canto no responde
a la mujer amada.
La tarde iluminada
vence a otras tardes pálidas.
Llega la noche.
El cielo resplandece
en la más alta estrella.
Solo,
el vino derrama
sus ácidos de silencio.
Y quien ama
está solo.
Un camino que llama
por mí, desde los confines del mundo.
Solo,
iluminado por el sol de la soledad,
y él en azules se reparte.


Porto Alegre, Septiembre 25 de 1996

Traducciones de Carlos Ciro





Salve Paris, Pátria das Almas - Poemas de Luiz de Miranda



Luiz de Miranda e Diego Mendes Sousa

A poesia de Luiz de Miranda. Esta poesia pura e limpa, em que as palavras do poeta estão menos próximas dos instrumentos de percussão do que dos bandoneons e das flautas de puro sopro. O sopro às vezes suave como as brisas de sua cidade fluvial, às vezes violento como os ventos espantados do pampa. Tua poesia, como a dos neo-helênicos de Alexandria (vide Kavafis), é uma das poucas neste país em que se estrutura como num “organum”, a grande voz única e inumerável do homem que traz dentro de si, ao mesmo tempo, sua cidade e seu campo. É a mais alta voz poética do Rio Grande. A voz do homem do Rio Grande, homem “polido” da “polis”, cavalheiresco e urbano em seus galpões reunidos, como gauchesco e magnífico nas praças de armas de sua cidade. Neste Quarteto, Luiz de Miranda alcança momentos dos mais altos da poesia brasileira de nossos dias, e funda em um Canto Maior – como os maiores que até hoje nos chegaram do sortilégio de vozes e visões do país do Rio Grande. Luiz de Miranda é o poeta medular do Rio Grande. Rio, 1999.

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Luiz de Miranda é o grande poeta do Pampa, no mesmo lirismo épico de José Hernández, num tom mais alto que o próprio Martín Fierro. Rio, 2003.

=

Como já disse, tua Poesia é única, funciona como um “organum”, como os neo-helênicos de Alexandria(vide Kavafis). Chegas com Nuca Mais Seremos os Mesmos ao topo mágico dos grandes poetas. És uma das mais poderosas poéticas do mundo atual. Pena que eu ande adoentado e não possa escrever um ensaio sobre isto. Rio, 2006.

Depoimentos do grande poeta GERARDO MELLO MOURÃO sobre Luiz de Miranda.



(Mário Quintada e o seu primo Luiz de Miranda)



SALVE PARIS,
PÁTRIA DAS ALMAS
                                  
(Livro-Poema dedicado ao louvor de
Paris, Capital do mundo das artes)


Canto I

Paris, Paris, Paris,
só aqui sou feliz!
Volto atrás pela luz
dos teus doces olhos
que me inventaram 
uma paixão dentro do peito,
longe dessa tristeza
que rói ainda minha alma,
mas já vejo bem longe
o clarão da novidade
que só o futuro nos traz
em baús de espanto,
que no fim é puro canto.

Vou indo abrindo azuis,
cheio de amor e enganos.
Palpita dentro de mim
um resto de ausência
que me ficou latejando
e um pouco de pranto
no céu alto da paixão,
onde habita a solidão.

Escrevo o que está longe,
mas mora no coração,
como canção de Jacques Brel
que nesta tarde fria
me acompanha por perto.

Vou ao deserto,
sem medo nenhum
e posso te encontrar
ao lado do verbo amar.

​Porto Alegre, tarde de 11 de julho de 2016


Canto II

Paris, Paris, Paris,
és inesquecível país!
Regresso sempre pra ti,
mesmo que ande longe,
pois tu és a pátria
luminosa da arte,
de onde quem parte
sempre quer voltar.
Passa uma semana
caminhando pelo Louvre,
onde a alma abre
todas suas asas
e se acendem todas as brasas
de um fogo de chão
para o café ou chimarrão,
pode ser à beira do Sena,
água que corre ligeira
e atravessa a nobre Paris.
Também perdura seus pobres
que se exilam sob viadutos
e em cada vulto
carrega a doce esperança,
flor menina da criança,
que está abaixo e acima
de todos nossos sonhos,
onde ponho este verso
para navegar o universo



Canto III

Busco a nova trilha de chegar logo à Paris,
que meu cavalo dispara na estrada,
estou sempre partindo nos engenhos da linguagem,
em meio à vida que me cerca com sua plumagem.
Apresso o trote do meu cavalo baio,
é isso que digo ao vento quando saio
para só para quando chegar ao fim do mundo.
Mesmo as distâncias que já percorro,
nunca me canso ou refugo a jornada,
não conto as horas, nem os segundos.
Nada me intimida e vou além do permitido.
Não separa dor de amor no horizonte,
onde construo com paixão nova ponte.



Canto IV

Reponho Paris na minha memória
e de lá vem logo Diva Pavesi
e o céu está limpo e bem azul
e vejo agora no seu rosto
a infância que nunca tive.
Já passeia por essa cidade
a nova nave dos meus amores
e a vida que se chama dolores
vinda do fundo do tempo,
e na cidade de ruas largas
que hoje já são  bem tuas
e te levarão  para tua praça,
onde tem um poema de Rimbaud
e manda para longe nossa desgraça.


Canto V

A capital da França
é também a capital do mundo,
onde se vai em um segundo
ao que existe de melhor na arte,
a parte que amamos
e nos leva ao coração,
aquilo que dura para sempre,
rente e dentro de nossa alma.
Vim de longe vou mais longe,
a primeira vez que parti
parecia ser a derradeira,
mas sempre  voltei à pampa
para refazer as forças
e iniciar novos caminhos
com minha estampa
e andar a montanha que me falta,
onde fui sempre sozinho
na voz do meu canto
                    mais alta.



Transgrido

                   e vago
                   no infinito
com meu grito de dor
entre outras falas,
espalhado pelo mund

Não me preocupo
                    com o presente,
nele
                    é o breve
                                 momento
para ir
        de novo

                   embora,
é hora
         da estrela vésper
que nos
              inventa           

novo trajeto
                       pouco reto,
onde deposito a esperança,
flor de lírio branco,
onde falo franco
e nomino
                     os animais
de outra maneira
debaixo de uma amoreira,
com lábio cor de sangue,
me envolvo logo
num vento que me leva
sozinho para a eternidade
e assim alumbro  em qualquer cidade,
que hoje é Paris,
também pátria de nossa raiz.



Canto VI

Não queimem, quando morrer, meu corpo,
feito de carne, ossos, fome e solidão,
deixem que a terra me devore
na sua palpitação eterna.

Voa para o alto o que sonho
no perfil celeste do que amo,
no que da paixão tramo
para no porvir da felicidade
que há de reinar por  todas as idades.

Vou no voo longo
das garças eternifiicadas
e assim chego logo,
onde quero iluminar
os caminhos desconhecidos,
com ou sem amigos,
para poder cantar
alto e bom tom
para que a palavra
e seu som dobrado
avive o que dorme
e chegue à beira do mar
e a vida sempre  torne
a ser feliz
no fundo que diz
justiça e verdade
por todas as cidades
que venha a passar.
Incendiando de estrela,
onde corre o Sena.



Canto VII

No bairro Le Marais, repleto de estrelas,
ouvirão as vozes que escrevo
secretamente no meu dorido coração,
que o vento, meu padrinho,levará
aos quatro cantos do mundo,
lembro minha origem
na vertigem das horas,
vago solito na vastidão da pampa,
minha memória é vasta
                    e lembro de tudo.
As vezes, não falo por parecer
melhor ser silencioso e quieto,
gente que fala muito se atrapalha,
deixando os outros mais perdidos.
Dou abrigo a tudo que me falam,
quase sempre não sei as respostas
como a mesa de aflitos posta,
mas sem nenhuma resposta.
Acredito naquilo que digo
principalmente frente ao mar,
onde lembro de uma namorada,
quer me ensinou tempos atrás
a pensar e morrer de amor,
mas aquilo que amo sempre vejo,
                          vai adiante
e nunca na vida nos encontramos,
mas persegui-los é sempre meu dever,
e viver é ir com todos
​sem nunca se perder.



Canto VIII

Vou pelo Quartier Latin na direção da Sorbone,
todos os dias são terça-feira,
o dia bento da minha vida,
onde uma rosa branca é erguida
no ponto mais alto do caminho.
Mesmo que ande por esstas paragens,
que são todas minhas miragens
de sonhos, pampa e solidão,
uma canção triste e fatídica
nos abre folhas novas do vento
que nos salva e mói o desafeto.
Ah, meu amor.estás no que fere
forte na dura marcha da linguagem,
onde fazemos o reverso desta viagem,
ladrilhando o assoalho do mar,
onde passamos bem abraçdos,
pois sempre reinvento novas paragens,
onde abrimos diferentes paisagens,
que nos fazem fortes e imbatíveis,
frente aos inimigos que avançam,
mas minha espada corta dos dois lados
e os infiéis tombam um sobre o outro,
e em nossos ombros vibra a vitória
que nos dá um pedaço da história.

Mesmo distante ainda foco é pensar em ti,
e parto para novos combates longe daqui
e aperto o trote de meu cavalo,
o cão, como sempre, vai junto, ao lado,
farejando as novidades da jornada,
onde procuro uma árvore para descansar
e fazer um fogo para matear solito.
Depois, banho o meu amado cavalo,
que come bastante pasto com milho.
Depois, falo com Deus antes de dormir
e espero por sonhos certos e vindouros,
escritos no lindo do céu como tesouros.











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