miércoles, 18 de agosto de 2010

527.- CARMEN ALARDÍN


Nació el 5 de julio de 1933 en Tampico, Tamaulipas. MÉXICO. Actualmente reside en Monterrey. Poeta. Licenciada en letras alemanas por la UNAM (1976) y maestra en letras mexicanas (1987). Entre sus publicaciones destacan: Pórtico labriego (1951), Celda de viento (1953), Después del sueño (1957), Todo se deja así (1960), No puede detener los elefantes (1964), Canto para un amor sin fe (1971), Entreacto (1981), La violencia del otoño (1982) y La libertad inútil (1984).

En 1984 recibió el Premio Nacional de Poesía Xavier Villaurrutia. En 1991, la UNAM dio a conocer una selección de su obra poética en un disco de la colección Voz viva de México.

Recientemente, en un homenaje celebrado con motivo de sus 55 años de labor poética, afirmó que escribe porque le es imprescindible y de que así debe ser para cualquier autor: "Sentir que si no se escribe se muere o estalla, aunque los poemas sirven para nada, se disfrutan y punto, lo que sí sirve es la palabra: Ya ves que nadie pone en el periódico se solicitan poetas".



Aporte

Lo que la mar arroja
no son únicamente iniquidades.
De cuando en cuando
el tiempo se amotina
para corporeizar nuestros ensueños...
y entonces llega a nuestras playas
un gigante dormido,
un desmayado cuerpo de profeta
por el que todos claman,
que casi todos esperaban,
que cada hombre alguna vez
encontró en los escombros
de su ruinosa fantasía.

De: Entreacto



Asesinato sideral

En mi aposento tengo un prisionero
que no soy yo,
que no eres tú,
que no es aquel que nos rompió los huesos
por fabricar collares.
En mi aposento tengo un prisionero
que galopa en mis sienes
y que me hace sudar, callar o blasfemar;
y sin embargo tengo que clavarlo
cada día de los pies y de las manos,
de los rotos harapos que aún le quedan;
pues se que cuando escape
volando a lo intangible,
ya no estaremos tú ni yo,
ni aquel con quien tú sueñas
y al que impregno de polvo sideral.

De: Entreacto




Azogue

Mi mano en el espejo es algo más
que un paso derrotándome la carne.
Brillan sus cinco dagas temerosas
como excavando letras vírgenes
en la cera imantada del silencio.
Viene buscando tierras prometidas
de más allá del nilo de su llanto.

Mi mano en el espejo se diluye,
se transforma y de arcilla es limpia fuente.
Y salta el hombre de las notas blancas
y la mujer aguda de las claves.

¡Si yo pudiera más allá del sueño
poder contarles lo que a mí me dicen!
Mas de mi mano fluyen mecanismos,
seres que sin pensar saltan y gritan,
y campanas que llevan los sonidos
a enredarse en el hilo de las letras.
Y de mi mano brota un arco iris
para inmolarse en las combinaciones.

¡Si yo encontrara más allá del sueño
a ese arcángel con brazo de colores!

Pero esa fuente no podré dejarla
abierta mucho tiempo a los presagios.
Mi mano en el espejo es esa flecha
¡que se clavó en la almohada de tus besos.
Siempre quiere decirnos tantas cosas,
y tanto tiempo la dejamos sola!

De: Celda de viento




Barco de papel


Y si supieras sólo la mitad
de lo que le he contado hoy a mi alma,
ya no protegerías mis pupilas
del gusano del mundo,
ni serpearías entre largas sombras
de lirios y ventanas.
Yo no he lanzado la primera piedra
ni he construido flotas vengativas
por conquistar el mar;
Pero yo en cambio,
he colocado un barco de papel
al frente de tus ojos.
Si lloras algún día,
navegará hasta ti.

De: Después del sueño




Con otras palabras

Y no regreses nunca
por el mismo camino.
Espera que los vientos
remuevan las montañas
y que la selva cambie
su máscara de oxígeno.
No vuelvas al conjuro
de las mismas palabras.
Que el "Levántate y anda"
no sea un movimiento
de tumbas que se abren.
Espera que se cierre
la muralla del tiempo
con la novena hora,
y el despertar del mundo
signifique,
algo más que un aplauso
de pájaros perdidos.

De: Después del sueño




De la mano del viento

La luna vieja reflejada sobre el pozo,
yendo a pasear de la mano entre los árboles.
De la mano del viento en las plegarias,
entre el negro horizonte de los cardos.
La luna yendo a hallar, a interrogar,
a quedarse de codos en la sombra
esperando su muerte
y atribulada por lo que ya no existe.
Dispuesta a orar por el momento ido,
por las horas gastadas en la sombra...
por ella misma, yendo sin marcharse nunca.
Sin desunirse de su voz de viento.
Segura de su inmersión en el olvido.

De: Después del sueño




El cuento de nunca acabar

Aquí me tienes al alcance de tu alma
y a merced de tus ojos,
protagonista de una historia que no he vivido
y que sin embargo se ha eternizado en el tiempo
y se ha filtrado dentro de tu piel.
He luchado por encontrarte
sin darme cuenta que desde hace muchos siglos vivías dentro de mí,
saliendo a veces a la superficie con una palabra lejana,
con angustioso parpadeo semejante al de un faro
que busca un barco en la tormenta.
He pugnado por encender un fuego que tú no conocías
porque el fuego eras tú.
Ahora ya no quiero que nadie lleve mis cenizas
a donde habitan los batracios,
sino que los espolvoreen los fantasmas
que llevas en las piernas.
Lo cierto es que a la muerte tu y yo no llegaremos.
La muerte ya se aleja y el camino es inútil,
plagado de letreros incongruentes
que prohíben el paso a los ensueños.
Nos estamos soñando en un camino que los relojes no conocen,
que ignoran los teléfonos.
No hay réplica para ti ni para mi,
ni cuando te duele la cabeza puedo inyectarte el entusiasmo
de un compromiso de amatista.
Nuestra historia no se muere como el mar en las orillas de la arena.
Nuestra historia no acaba.
Me hablas por medio del rumor de un disco,
o haces el sexo con las ventanas abiertas.
Te acurrucas en mi pasado sin chistar,
y sigues embistiendo el horizonte
bajo el asombro de este amor tenaz.

De: Canto para un amor sin fe




El tercero

Va el hombre con su hermano asesinado
y el viento no ha perdido la costumbre
de modelar el mar.
A veces una lágrima le advierte
pero no siente ya.
Y se va con su hermano asesinado
mintiéndole al espejo,
y piensa que el tercero que le acosa
tan sólo es el recuerdo,
y eleva piras falsas sobre el fuego
de su propio calor.
Hay veces que le claman la venganza
los rumores del agua,
pero él va con su hermano asesinado
disfrazado de rey o de demonio,
mas nunca acabará de darle muerte
porque no le conoce.

De: Después del sueño




En blanco

No la noche.
Ni el telegrama urgente.
Ni las ojeras grises.
Ni las plazas en llamas.
El amor es un lirio
y es un poco de espuma.
Es un silencio blanco
enmedio de unos clavos
que tratan de fijarlo
sobre la eternidad.

De: Entreacto





Entreacto

Has bajado el telón porque una mancha
de duda ensombreció los escenarios.
Un héroe mutilado violaba los cadáveres
y las hembras mojaban lentamente
sus cabelleras en el mar.
Has bajado el telón porque me evades
o acaso porque temes que escuche tus palabras
y las llene de algas y de musgos.
Has bajado los ojos negando que conoces
por su nombre a los elfos y a los ángeles,
por lívido temor a que sus alas
te acaricien el torso, y tal vez lleguen
a convencerte de que aún te amo.

De: Entreacto




Intimo espejo

Eres sólo el reflejo
del reflejo
de otro espejo que está
dentro de ti.
Y el más oculto de tus espejos,
viene a ser esa lágrima
que el tiempo
congeló para mí.

De: Entreacto




Llena está el agua...


Llena está el agua del dolor de los postes
y la añoranza de las avenidas.
De la canción que brota sin asombro
y la sorpresa de la primavera.
Llena está el agua de presentimientos,
del amor que evadieron las palomas,
de visitas a diario a los planetas
donde habitan los muertos.
De la inicial trazada con la rama
que rasga sus pupilas.
Todo lo sabe el agua,
menos que de mi amor nunca te dije
la última palabra.

De: Después del sueño




Mural abstracto

¿Serás la música mañana
o serás simplemente el fugitivo
huésped de la canción?
¿Serás el esencial y adormecido
lirio de la palabra?
¿El verbo o el aroma que despierta
la luz en la ventana clausurada?
¿Serás todos los Lázaros del mundo
o lo buscas aún en los pasillos
ocultos de la tierra?
¿El esperado eterno o el que tiene
la clave primordial de la esperanza?
Para entonces quizá estén muertos todos
los peces y los panes,
y tendrás que inventar otras montañas
nuevas bodas de luz y otras estrellas.

De: Canto para un amor sin fe




Mural barroco

Escucho a Bach
consciente de que esa piel que te envuelve
es la misma que ahora me circunda
que me llena de lirios navegantes,
porque no somos dos
sino algo que se cumple solemnemente en una flor.
Somos una cadencia, un aria triste,
un aire que se empapa con los mares del sur,
algo que va despacio y va de prisa
sin reclinarse en las espumas
ni en los lechos de seda.
Me alimento con los acordes de Bach,
mientras la radio y el periódico
me miran celosos de tu lejana cercanía.
Penetro en Bach
sabiendo que te oprimen asimétricamente
las volubles tormentas atmosféricas.
Rasgo sin ímpetu mis vestiduras
para que sus veinticuatro hijos
me revelen los secretos de la fertilidad,
que me digan qué hacer con tus prolíficas miradas
por donde los abismos de los moros
cabalísticamente se proyectan.
Y entonces voy furtivamente
por esos laberintos empapados de whisky,
regados por sudores de Marbella,
por orgasmos de Rodas,
para regresar con el alma cabalgando en la armonía
de las cuerdas de sol.

De: Canto para un amor sin fe




Mural cómico

Si no vienes hoy
te sacaré de tu sombrero cordobés,
como si fueras un palomo de alas níveas.
Si no vienes hoy arrojaré tus cartas en un álamo hueco,
para mirarlos destrozadas por la humedad o por los pájaros.
Si hoy no regresas te diré que has muerto,
que estás soñando que de mí te salvas,
golpeando inútilmente un muro de agua
nadando entre montañas de silencio.
Si hoy no regresas perderán la guerra los ingleses,
o tal vez los judíos, o el petróleo los árabes
o los adolescentes sus flexibles cabellos.
Si no regresas hoy iré a buscarte
hasta las cuevas donde el vino tinto
se convierte en palabra.
Si no vienes hoy,
haré girar el carrete de tu vida al revés,
la historia de los hombres al revés,
y no pararé jamás hasta llegar al paraíso,
y reírme de ver cómo te aburres
sin tu traje de parra y sin corbatas.

De: Canto para un amor sin fe




Mural en blanco

Hay un abismo blanco en todo lo que pisas
y un enorme vacío para llenar el mar,
un insondable pozo de inocentes palomas
y arrecifes de estrellas junto a tu soledad,
Hay puentes de magnolias en todas tus palabras
y asombros que se atreven a engendrar otro dios,
un copular de luces y de bosques que esperan
el disparo ambicioso de tu noche infinita.
En tus ásperos sueños hay águilas que cruzan
temerosas del límite de alguna catedral.
Hay temibles racimos en tus manos que matan,
mas como no se atreven, vuelven a acariciar
y se llevan el alma borrando soledades
y arrancándole al viento su llave de cristal.
Hay una encrucijada que siempre nos devuelve
al vientre silencioso del primer despertar.
Hay encuentros callados en todas tus pisadas
de cosas que se fueron y por ti recuperan
el verano insistente que nos viene a cercar.
Hay un monte de nieve y un crepúsculo añejo
cansado simplemente de oírnos sollozar.
Hay un punto de angustia y de deleite
a donde nunca habremos de llegar.
Hay el límite siempre, existe el puente
la puerta cuya llave no podemos hallar
y hay un cansado río que simplemente quiere
con su final ternura sepultarse en la arena
entre esqueletos rítmicos y entre flores de sal.

De: Canto para un amor sin fe




Mural sin tregua

Me duele verte vivir
sentir el río de tu cuerpo
lleno de barcos y arrecifes.
Me duele ver que te desangras
lejos de la virtud de los geranios,
lejos de las encinas que todavía no plantamos.
Me duele verte encender las luces de Bengala
sólo para alumbrar los siete mares
y sentir cómo organizas el combate de la ilusión
únicamente por doscientos años.
Me duele ver que te divides
en invisibles piezas
que tienes que juntar todos los días
antes de que se ponga el sol o den las ocho,
que quisiera guardarte inmóvil en un cofre,
para leer las puntas doradas de tu alma
y ver si una de ellas es tan fuerte
para anudarse al cuello del sol
y estrangularlo con paciencia
hasta frenar los ritmos que nos separan.

De: Canto para un amor sin fe





Nuevo día

Es que alguna mañana despertamos,
y ya no padecemos
por lo que tanto ha muerto.
Nos vamos poco a poco
cubriendo en polvo de oro
y abotonando el cuerpo.
Como si aquella muerte
también nos sostuviera,
nos vemos hacia adentro
desmoronados, pálidos,
y no sabiendo cómo
darle vuelta al anillo
del mundo hacia el oriente.
Es que alguna mañana
padecemos la luz, como si fuera
el día aquel en que empezamos
a romper el silencio.

De: Después del sueño





Nuevo puerto

Nada de nuevo al mar podemos darle
que los restos de todos los naufragios.
Su lindero infernal nada permite
bajo el secreto de las viejas algas.
Todo se ha dicho ya.
Todo han callado
muy a tiempo las brisas,
las arenas.
Nada nuevo al amor han de brindarle
nuestros nombres grabados bajo el sol.
Todo se amó y lloró,
pero los barcos
saludan siempre como nuevo al puerto.

De: Entreacto




Para decir azul...

Para decir azul no es necesario
tener el cielo entre las manos,
basta lavar el alma cada día
y arrancar al amor lo extraordinario.
Para excavar la luz ya no es preciso
apresar su lejana geometría
entre los vasos cotidianos,
basta tener la agilidad precisa
para viajar entre sus años.
Dejarnos ir así, de sombra a luz,
de noche a día,
con sólo la sonrisa indispensable;
y encender un otoño en cada puerta
con su signo dorado,
para que no extermine el ángel del invierno
la raíz primitiva.

De: Después del sueño




Todo se deja, así (fragmentos)

Era todo tan leve como el punto
más liviano del sol cuando amanece.
Era todo tan suave como el higo
picoteado de pájaros con sueño.
Era luz que se quiebra en tu sonrisa
suspendiendo sus frutos en la sombra.
Era todo tan tenue que cabía
en un adiós o en una bienvenida.
Era todo tan tuyo y tan ajeno
que se fue dispersando con la vida.


Tu modo impersonal abarca todos
los nombres de la tierra,
cuando se dice "llueve" simplemente,
nadie piensa en tú y yo,
o en él o en ella...
todo se deja así correr de pronto
como si tus palabras fueran una
frase común con rumbos de infinito.


Llévame allá donde la fuente es fuente,
no palabra o dolor que se renueva.
Llévame donde son nubes tus nubes
y no la vaguedad inalcanzable.
Llévame, te lo digo,
donde con la nostalgia de tus brisas
vuelve a nacer el mundo,
donde jamás se esconda entre la niebla
tu verdadero puerto.


Sin palabras quiero guardarte,
sin memoria, sin espectros,
sin ningún más allá que nos pregunte,
sin ningún más acá que nos conteste.
Guardarte elemental y simplemente
como un poco de lluvia en el tejado,
o el caracol retiene, según cuentan,
el sonido del mar.


La noche,
donde sólo encontré tu oscuridad,
donde a ciegas el roble se dolía
de su propia belleza,
donde un dolor ambiguo se clavaba
luminoso, insistente,
donde una risa anónima, inmutable,
pasaba por tu puerto sin tocarlo,
como el instante místico que ronda
los puertos de la muerte,
donde un olor a espigas inundaba
de amorosa humedad tu lejanía,
donde a solas y heridas las palabras
se rompieron en música y en lluvia.


En los sueños impares,
cuando la noche llega a encanecer de tanto
escuchar el gemir de los luceros,
yo te reclamo y me abandono al vértigo
de tu luz cual nocturna mariposa
que se muere golpeando a los cristales.
En los sueños impares,
baja el reloj de arena del silencio
hasta el fondo de todas las miradas,
baja de un muro real para llenarnos
los pasos de arenosa fantasía.
Y así nos vamos suave y lentamente
desandando y andando nuestro tiempo,
dando amor a las huellas del instante
e implorando las huellas que vendrán.
En los sueños impares,
buscando el par al par de soledades
que la arena de ayer rescatarán.


Los adioses van solos,
blancos, lentos,
ya ninguna palabra los despeña
por la pendiente del olvido.
Van casi regresando al primer beso,
como el río que a veces nos parece
que sube, pero fluye aguas abajo.
Los adioses resbalan como perlas
por las mejillas del paisaje.
Nunca podrán volver a nuestra senda,
porque ningún guijarro les indica
la trayectoria del amor pasado.
Y navegan sin rumbo y suavemente
a lo largo del tiempo y de la tarde.
Solos y lentos mueven su blancura
como el pañuelo de la luz final.


Con tanto mar y me quedé sin ese
ondular de tus ojos en mi alma,
con tanta luz y anocheció el contorno
de aquellas tus facciones fugitivas...
Con tanto tiempo y me quedé sin esos
instantes que apresaban tus palabras.
Con tantas como fueron tus palabras
para ahogarme en silencio.

De: Todo se deja, así



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