jueves, 14 de julio de 2011

4173.- CELIA BAUTISTA


Celia Bautista Iglesias, nace en Riotinto, provincia de Huelva el 13 de junio de 1953. Se licenció en Filosofía y Letras, especialidad de Filología Moderna (Francés) por la Universidad de Sevilla (1975) En la actualidad ejerce como Catedrática de Lengua y Literatura Españolas del IES Leonardo da Vinci de Majadahonda. (Madrid). Ha impartido clases en varias provincias españolas. Y ha dado cursos de Español para extranjeros en Dijon (Francia) en 1975 -76 y en Gdansk (Polonia) en el 2001. Premios: · XII Premio de Poesía Nicolás del Hierro. Piedrabuena –Ciudad Real-. Agosto de 2008, por el poemario “Sombra despierta”. Publicación en noviembre. · Premio del XXI Certamen de Poesía Joaquín Lobato. Vélez Málaga. Julio de 2008, con “El Diario del Norte”. Pendiente de publicación · Premio en el XXV Certamen de Poesía La Bufanda de Coslada (Madrid) Abril 2008, con “De una voz que no cesa”. Publicación en curso (Noviembre. · Premio en el XXIII Certamen de poesía andaluza Villa de Peligros. Abril 2008 con “A orillas de la carne”. Publicación en curso. Saldrá en noviembre. · VII Premio “Leonor de Córdoba” de Poesía. Marzo 2008, con “El ritmo de las sombras”. Publicado en la Colección Daniel Leví. Córdoba (2008) · Segundo premio de las XLI Justas Poéticas de Dueñas 2007 (Palencia), con Conversando con Eva. Publicado en la Septima Antología de Verbo Azul. 2008 · Premio “Carmen Conde” del año 2005 del Ayuntamiento de Majadahonda con “Lo digo, sí, lo digo”. Publicado en el nº 10, La hoja azul en blanco, de la Asociación literaria Verbo Azul · Premio “Carmen Conde” del año 2001 del Ayuntamiento de Majadahonda con “Palabra de mujer” (Publicado en la Revista nº 10, La hoja azul en blanco, de la Asociación literaria Verbo Azul) · Premio de la Editorial Toremozas “Voces Nuevas” (XIII Selección) 2000. Antologías: · Antología de EXPOZARAGOZA 2008 patrocinada por la Unión Europea de 10 poetas que han escrito un poema sobre el agua y Europa. · Antología colectiva de la Editorial Torremozas con las premiadas en la XIII selección de Voces Nuevas. 2000.



MI OBESA DESNUDEZ

No sé si hablar de esto con vosotros
o callar para siempre.
Y guardar mis secretos,
como guarda
la tierra, en sus estratos, su esencia mineral.
Esa que, en otro tiempo,
fue pura circunstancia
que crecía
a los pechos del sol.

No sé si hablar,
no sé…

Y es que no encuentro
palabras XXXL,
para poder vestir
mi obesa desnudez. Si alguien supiera
dónde hay un almacén de tallas grandes
con stock de metáforas al uso,
ruego que me lo diga. Últimamente,
está como mal visto pasearse
por los parques y foros en topléss.

De: El ritmo de las sombras









EN UN MOTEL DE PASO

Tiempo ha que mi cuerpo y quien os habla
cohabitan
en un motel de paso.
Ni siquiera recuerdo
desde cuándo tomé conciencia clara
de que sería mejor estar bien avenidos.
Pero es cierto que de un tiempo a esta parte
es tal el acomodo al que estamos llegando
y tal la independencia
que no nos molestamos para nada.
Es más, ya ni lo siento.
Por fin nos convencimos mutuamente
de que es mucho mejor andar en zapatillas,
que hacer tanto ruido con los tacones altos.
Atrás quedaron ya
aquellos días locos de las desavenencias.
Y desde ese momento,
yo hablo y hablo y hablo
y ni siquiera sé si está o si se ha ido.
Sólo nos encontramos cada trece de junio,
para firmar de nuevo el contrato siguiente
y aprovechamos ya
para hacer inventario de algunos deterioros
y asumir con la estética - cada uno a su forma -
lo que aún tiene arreglo.

De: El ritmo de las sombras









Y AQUÍ ESTOY EN EL TIEMPO DEL ACASO

No sé si aún recuerdas que hubo un tiempo,
en que el amor
soñaba de memoria los lugares
que en tu cuerpo tenían mis medidas.

Yo, sin saber llegaba
al milímetro exacto en que el deseo
le ponía una trampa
al delirio constante de mi boca,
dispuesta a sofocar su sed en ti.

Era un tiempo de tacto y de miradas.

La palabra, subida a sus tacones,
ensayaba tan solo un tercer puesto
entre mis preferencias.

Insegura, tomaba
apuntes tras apuntes
de todo lo sentido - por si acaso -

Y aquí estoy
en el tiempo del acaso
llenando mis sentidos con el roce
que dejan las palabras
cuando, descalzas ya, caminan por mis versos.

Tan poco me alborotan
que paulatinamente se van quedando sordos
los poros que en mi piel
estaban siempre
como perros que saben
que su dueño se acerca.

Tal vez por eso sea
que siento hoy más que nunca
el bullir de la tinta cuando pasa
del corazón al beso.

De: A orillas de la carne









A ORILLAS DE LA CARNE

Recuerdo que hubo un día en que creíste
que la piel del silencio era de aire,
y sus voces formaban
un coro de fantasmas,
un idioma
de sílabas suicidas
que sueñan despeñarse
para verle los ojos
a la luz.

Entonces no sabías
que el silencio es la música
que emana de los cuerpos
cuando entornan
el tacto
y se desnudan.
Y dejan bien doblados los placeres
a orillas de la carne.

De: A orillas de la carne







SENCILLAS

Fueron días de abuelos, aquellos de mi infancia.
Las palabras llegaron filtradas por sus años,
reposadas,
sencillas,
con la talla precisa que tenían las cosas
y ese sonido mágico que nutría mi anhelo.
De aquellas largas tardes en torno a la camilla,
salía la cultura con olor a alhucema,
cuando con la badila movíamos las brasas
que quemaban las horas de aquel presente pleno.
Allí, fui aprendiendo a tricotar con sílabas
los hilos de la niebla de tantas sensaciones
y abrigué mil latidos que hasta entonces vivían
a la intemperie helada que dominó el silencio.
Ahora es cuando noto
que han crecido conmigo
y han pensado conmigo
e incluso alguna vez han sido ellas
las que me han alumbrado el sentimiento.

Pero las miro y veo
que se están arrugando conmigo
y que pasan de moda conmigo
y le hacen el amor
al silencio conmigo.
Y hemos llegado a un punto
que, a veces, no nos vemos
cuando necesitamos
poner un antifaz a las pasiones.
O disfrazarnos juntas
para engañar al miedo.

De: Sombra despierta








Y ME SUPE UNA SÍLABA PRENDIDA

Yo descubrí la luz
cuando el silencio
se lavaba la sombra una mañana

me miró
lo miré
yo sonreí

y me supe una sílaba prendida
elevada por dos haches de fuego

un paréntesis vivo que subía
a una cima muy alta

no sé si abrí los ojos
o sentí solamente

aquel era el idioma
en el que yo
era un signo encendido

De: Sombra despierta

No hay comentarios:

Publicar un comentario