lunes, 5 de septiembre de 2011

JUAN FREDDY ARMANDO [4.612]



JUAN FREDDY ARMANDO 


Nació en Hato Mayor, República Dominicana, el 21 de diciembre de 1951. Ha escrito poemas desde los 13 años. Empezó a publicar poemas y cuentos en el año 1973. Tiene casi toda su obra inédita, excepto la publicada parcialmente en suplementos y revistas literarias nacionales y extranjeras. 
Se considera un lector voraz de los clásicos, sin descuidar la literatura moderna. Platón, Homero, Aristóteles, Hugo, Pound, Whitman, William Carlos Williams, Franklin Mieses Burgos, Borges, Vallejo, Hegel, García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Onetti, Bosch, Huidobro, Lugones, han sido algunos de sus escritores preferidos. Su obra adquiere matices filosóficos, eróticos y humorísticos, haciendo acopio de los logros de las vanguardias, pero con la mira puesta más en comunicar emociones al lector que en sorprenderlo con fórmulas meramente literarias. 



DE "VULGARIDADES PROHIBIDAS":

TORRE DE MARFIL.

Hablemos de la tierra,
poetas del carajo.
Qué tanto joden
ustedes con el mar,
si esa vaina nos más
que agua con sal
revuelta por el viento.

LOS ENCADENADOS LATINEGROS DE NEW YORK.

No sé por qué
los negros
de New York
y los latinos de América,
después de tantos siglos
arrastrando cadenas,
sigan en nuestra época
con ellas,
aunque sean de loro,
aunque sean de plasta.

EPITAFIO DEL NEGRO QUE INGRESO AL KU KLUX KLAN.

Fui por la mañana a inscribirme en el Klux
porque yo no quería saber
de los negros por negros.
Iban a matarme al abrir la puerta,
pero me dejaron vivo
al decirles razón de mi visita.
Analizaron mi caso
con gran profundidad,
admirable inteligencia
y sabios argumentos.
En la tarde me ordenaron
que empezara matando
al negro que más cerca sintiera,
y en Georgia me lancé
a las aguas del Tennessee.
Por eso yazgo aquí
en este cementerio líquido,
orgulloso de haber cumplido fielmente
la primera misión que me asignara el Klux
para su gloria y honra.


NO VOY A MATAR AL PRESIDENTE.

Hace unas décadas pensé
cortarle los pies al presidente.
Después, pensé que era mejor
cortarle la cabeza.
Luego me convencí
que era imposible,
porque ser presidente
no tiene ni pie ni cabeza.


SE QUE HAY VIDA EN OTROS PLANETAS.

Porque hay vida en Gualey,
y vida en Harlem,
Guachupita, el Bronx,
el Messogiorno,
y hay vida en Haití
y en Lengua Azul,
bajo los puentes,
entre las aguas negras,
dentro del hielo invierno
y los mares de excrementos.


EL PECADO DE LOS DIOSES.

Si es un crimen ponerle a oler comida
a un hombre hambriento
y condenado a no comer jamás,
cómo puede considerarse justo a un juez
que le descubre al hombre
lo eterno y lo infinito,
lo hace oler lo perfecto
y le provoca el deseo de habitarlo,
sabiendo que prosigue inexorable
el apestante del hombre que se pudre,
segundo tras segundo,
primero tras primero.

GLOSAS AL GLOSADOR DANTESCO.

Narciso Brusi Costa,
sabio glosador de la Divina Comedia
dice que Dante fue un siervo muy devoto
de la Santa Lucía, pues de la vista sufría,
y ahora me pregunto cómo el genio
fue tan inteligente y tan pendejo,
pues yo pienso en los ciegos
y en los tuertos y en los de vista débil,
despotricando y maldiciendo,
condenando, abominando
contra esta santa santa,
porque por ser la santa de la vista,
debe ser quien la da y quien la quita.
Tal vez soy el idiota y no Alhigeri,
que no tengo la clara inteligencia
que ilumine estas verdades,
quizás no ser devoto de la Santa.


ORACION GLUTEA.

Ora,
culo del suicida,
por cambiar
de dueño.


PASION INVERTIDA.

Ahora,
cuando pienso este poema,
tengo en las manos
unos pezones que tiemblan,
unos senos rojos
de pasión y de sangre.
Ah, ah, ah,
qué erótico poema
hubiera escrito
si yo no fuera
Jack al que destripo.


GRAFITY QUE ESCRIBIRÉ EN NY.

El hombre es un error de Dios,
y no lo digo yo,
la blasfemia no es mía,
me lo dijo un contén recién pateado
aquí en la Madison Avenue,
y lo demuestra mi cuerpo,
esta basura andante
que arrastra el zafacón de mi cabeza,
donde la radio,
el cine y la TV
depositan diariamente su excremento.


SENSACIONAL SENSACION BERKLEYANA.

El filósofo Berkeley
creía profundamente
en que las cosas no existen,
sino apenas
la sensación
que de ellas tenemos.
Por eso no he podido
nunca comprender
por qué él nunca quiso
cruzársele a la sensación de un tren
que él tenía.


RUTINA CANSONAMENTE NATURAL.

Cómo es posible
que haya estado lloviendo
desde el principio del mundo
hasta este instante.


ROSA DEL MONTE HONDO.

Una rosa no es vanidosa
ni le preocupa que la corten
ni es coqueta ni le importa
quién va por el camino.
Pero debe morir muy triste
si pasan sus 13 días de vida
y un ojo no la mira.


DEFINICIÓN DE LOS NIÑOS.

Si Dios existiera,
nos quedara sólo su oscuridad,
la eterna noche de su frente sedosa,
porque ¿qué son los niños
si no gotas del cristal
de su mirada infinita
saltando sobre el alba?


INDIFERENCIA.

Muchacha,
iba a llenar esta página
de desgarramientos teóricos de sangre,
de tajos de carne abstracta,
de alfabéticas lágrimas por ti,
pero recordé que te alimentas de silencios,
y no debo escribirle a una mujer
que me mira con los ojos de Borges.

DEFINICION DEL ABRAZO.

El intento de cuatro brazos
por ser dos,
de dos cuerpos por ser uno,
de un alma por dejar de ocupar
dos lugares
en un único espacio.


VERDADES GEOMÉTRICAS.

Mi profesora de la escuela primaria
pensaba que yo no le ponía atención
cuando sentada en su cátedra decía
que una circunferencia será siempre
la curva cerrada plana cuyos puntos equidistan
de uno interior llamado centro.
Y yo comprobando está verdad
de la ciencia geométrica
por debajo del escritorio de su cátedra.


LA OPCION DESESPERADA.

Es tan bueno nuestro Dios
que ante un mundo
tan injusto,
con tan poca razón,
con tantos crímenes,
con tanto desperdicio,
tan mostrenco,
ha tomado la sabia decisión
de no existir.


TU Y EL INFORME DE LA ONU.

Qué pendejo estoy yo
ansiando estos dos senos,
escribiéndole a un vientre,
dos labios, una boca,
dos nalgas y una fila de pelo
entre dos piernas,
considerando única a esta hembra,
en vez de hacerle caso
al último informe de la ONU
me habla de un exceso
de mujeres en el Globo.


SABROSO PLATO QUE SE CHUPA SIN CUCHILLOS.

Jack nunca conoció
las ciudades-aldeas donde los cuerpos se comen crudos,
sin que llegue a cocinarlos el cine o la tv,
como pasa en su Londres o New York.
Por eso nunca comprendió
que un cuerpo de mujer es un plato que se degusta sin cortar,
intacto, entero.
Que no hay nada mejor
que un lambí de senos en sopa de sudor,
un shop swi de entrepiernas al vinagre blanco,
un vientre sin cortar, sazonado de vellos comidos a la lengua,
un bistec de nalgas ahogadas en vino,
unos dedos de pies de mujer bella a la saliva,
un sandwich de labios al horno con su carne mechada,
una sopa de pelos al diente,
o el cuerpo entero desnudo a la parrilla,
bien apretado, con fuego abajo y arriba
y movimientos para que quede todo comestible,
y luego de comérselo volvérselo a comer
porque no cansa.
En fin, Jack nunca comprendió
que un cuerpo de mujer se come vivo.
Lo cortaba al cuchillo porque no supo nunca
que la forma mejor de consumirlo,
es cuando el cuerpo de mujer consume a uno.


LA DIOSA BIEN PEINADA.

Oh, Circe, la diosa bien sentada,
abiertas las puertas al cielo,
y yo de hinojos,
orando a los ángeles negros
que protegen la entrada
a tu rojo paraíso
que me dejen pasar
a probar el pan divino
que según tu dulce verbo
nos da la vida eterna.


MUCHO GUSTO.

Puesto a escoger,
refiero el dorso
al dorso de tus manos.


¿ME PREGUNTAS

qué haría yo
muerto entre tus piernas?
Vivir.


LA SALUD DE LA MUERTE.

Vivir da cáncer
gripe,
hepatitis,
gonorrea,
sífilis,
sida,
arterioesclerosis,
síncope,
claustrofobia,
embolia pulmonar,
tuberculosis,
delirium tremens,
accidentes de tránsito,
prisiones,
balazos,
cuchilladas,
locura senil.


DE "CONVERSACIONES CON LA MUERTE"

CONVERSACION CON LA MUERTE DEL OTRO.

1
Allá abajo dicen
que mi nombre es Jorge Luis Borges
(aunque no sé la razón,
pues si me llaman,
no respondo por él,
como ignoro si es abajo o arriba,
ya que tienen razón
de antiguo los astrónomos
en que no tiene signo
en el universo,
sino una loca organización
donde el norte ignora al sur,
el este al oeste
y el resbaladizo centro
a las fantásticas orillas,
tal como la vida y la muerte,
que no tienen diferencia
sino un tránsito con dos vías
que aparentan contrarias
y se unen como el cóncavo y convexo
de aquel lado del círculo)
y allá o acá
la muchedumbre humana
dice que hice una gran obra,
que soy famoso y emulable,
pero eso,
ahora en la muerte,
tiene para mí tan poca importancia
como la tuvo en vida,
porque nunca he comparado mi grandeza
con la de los hombres
pues entonces
se desparrama el concepto
en la fangosa tierra del espíritu.

2
Lo que me interesó de niño
fue compararme con los dioses,
hasta que supe de ellos
y encontré en los libros el chisme de su grandeza,
y empecé a preguntarme
si, tal como con los hombres,
valía la pena compararse con los dioses.
Si Apolo es bello pero es homosexual,
si Hermes es ladrón,
Vulcano cojo y feo,
Palas Atenea, sabia pero sin sexo,
Afrodita con sexo y sin cabeza,
si Zeus aplastó a padre y hermanos,
y junto a Yahvé, Amón y Krishna,
han violado a mancebos, vírgenes,
gopis, huríes, sacerdotisas
y son padres de niños incestuosos y bastardos.

3
Si Dangbé tiene la virtud de ser negro
y la disvirtud de arrastrarse en el lodo,
si de Zandor no sirven ni el nombre ni los hechos,
si los dioses druidas tienen el encanto de pequeños
y el desencanto de ponerle agujas
al hielo que irá a la boca de las niñas
que piden limosna al frío.

4
Si Osiris e Isis tienen hermosos nombres y figuras
pero son maridos y hermanos
y hermanados
engendraron a Horus,
el odioso niño del olimpo de Egipto.

5
Si el dios de Moctezuma era tan torpe
que confundió su figura con la del matador
que a matar a caballo trajo el barco.

6
Si el dios de África antigua
se alimenta de sangre,
si el Mitra de los persas
odiaba tanto que a sí mismo se incendiaba,
y el de Mahoma regala la esclavitud de las mujeres
como paraíso de los hombres.

7
Si a Cristo lo envió un dios infanticida
que lo sirvió a la muerte
en vez de suicidarse él mismo
por haber hecho imperfecto el universo.

8
En fin, vi que los dioses eran tan tontamente dioses
que desprecié ser dios lo mismo que ser hombre.

9
Y ahora en esta tumba ginebrina
sé que son mucho más pequeños
que el chisme que de ellos
cuenta el libro sagrado,
y menos quiero identificarme con su nada,
pues no logran levantar mi carne ni mi espíritu.

10
Hace rato, al principio del poema,
quería salir del cementerio y estar junto a los ángeles
(ya que mi cuerpo
no tiene condiciones
para volver a ser hombre,
ni yo quiero,
y ya mi alma
-bastón que lo guiara-
ha huido a no sé dónde
para no sufrir el olor
de lo que tanto quiso)
pero acabo de mirar a todas partes
y ver que mi esencia no tiene ya lugar,
y que ser dios y ser hombre y ser nada
es lo mismo.


UNA VOZ ESTÁ SOLA.

En el surco del disco
hay una voz que pierde su perfume,
una idea musical
entra en descomposición
en un cementerio de Bahía,
hay una serpiente cascabel
que no reguila,
se mueren de hambre
los micrófonos
y una honda desesperación
llena de soledad los canales de la Philips International.

Hay unos senos y glúteos
que ya no pueden darles música a los ojos
ni jugar a escondidas con la luz,
unos cabellos que no pueden mecerse
porque el viento les teme,
unos labios que no pueden amarrarnos
con la soga de su voz.

Hay una inflexión musical
caída en la locura.

Hay tonos,
notas,
melodías,
compases,
armonías,
instrumentos,
audífonos,
una pista sonora
que recorren el mundo
buscando a una mulata
de 5 pies 5 pulgadas de estatura,
36 años
y un magnético campo en la garganta.

Y en este instante
en mi cuarto hay una voz
que se ha quedado sola,
colgando del aparato,
hay la sombra de un grito
que intenta engañarme los oídos
pretendiendo ser Ellís Regina.





ELEGIA BLACK.

A Carolina, que también lo lloró.

Tanto que creíamos amar el cuerpo de Blacky.
Creíamos que amábamos sus patas, su rabo musical,
o sus ojos cuando nos vaciaban su animálica ternura,
prisionero del cristal o de las rejas,
y bailábamos la mano haciendo gracia a su cariño.
Juramos que amábamos su lomo, su nariz,
sin saber que el amor era hacia el alma.
Ahora
que tiramos su cuerpo a la basura lo sabemos:
aunque adoráramos su pelo negro
cuando convertíamos en agua y jabón
y champú el pedazo de amor
que a su cuerpo asignamos.

En esta hora cadáver lo sabemos.
Lo que amábamos del cuerpo era su alma.
Por eso al verlo quedarse en mitad del salto
sobre el sordo hierro
que no lo dejó ir al campo de batalla,
a debatirse en duelo con el otro perro
que viniera a dividir el amor que nos tenía.

En esta hora cadáver lo sabemos,
que nuestra preferencia era su alma.
Por eso sólo queremos rumiar nuestro recuerdo,
más que por su rabo, por el alma que lo movía.
Por eso mandamos al zafacón raudamente
su cuerpo deshabitado de alma.

¿Por qué amamos tanto la alegría
cuando ella es ya tristeza?
¿Por qué no sonaron para Blacky estos versos
cuando podían oírlo sus oídos
que sin entenderlos sabrían que fueran suyos?
¿Por qué amamos tanto la alegría
que infiel nos huye cuando ataca el dolor?
¿Por qué despreciamos la tristeza
que no nos abandona,
que como sudor, lágrima o sangre
nos consuela en la herida?

Si es verdad, ya lo he dicho,
que lo que amábamos de Blacky era su alma,
¿por qué entonces se empecina mi memoria
en no quitar de mi vista su materia colgante,
crucificada,
botando gota a gota en rojo río su alma?
Si ya sé que su cuerpo cuelga sin su alma,
que se fue por sus ojos, como diría Homero,
o por su boca, como Hesíodo,
¿por qué se empecinan en manar
estos versos como agua en llave rota?

¿Por qué sus ojos tristes no dejan de mirarme
desde el aire si no sirve de nada ya su cuerpo
que se reparten las hormigas?
¿Por qué, si ni siquiera fue mío,
ni conocí su pequeñez,
ni fui su amo ni lo alimentaba
ni la fuerza de la costumbre me impuso
su alegría en ningún amanecer
en que me levantara y lo viera
saludarme con su boca y su lengua
y su pelambre y sus patas ya viejas
me dijeran Buenos Días a su manera?



DE "LOS DONES DE LA PASION"


LLANTOS A MI MUERTA VIVA.

1
Amo a esta mujer aunque al abrazarla
sienta el cuchillo del hueso
de sus manos secas por la muerte
que me clave la espalda.


2
Amo a esta mujer aunque de su vientre
no me quede más que el vacío simétrico
del interior de sus vértebras y costillas
que tanto se movieron
para dar vida a lo que hoy luce ausente.


3
Amo a esta mujer aunque al acostarme
sobre la imaginación de sus carnes
encuentre sólo la cadena de huesos
que descansa sobre su dura cama,
en su casa de sordas paredes,
de maderas licuadas por el tiempo sin reloj.

4
Amo a esta mujer aunque cometa el sacrilegio
de que mis carnes amen huesos,
de que al buscar su hombro
me caiga de bruces hueso adentro
sobre el filo de las clavículas,
y sienta el tintineo de los homóplatos
que ya se desencajan
vencidos por la presión de mi cariño
transformado en prisión de carnes,
sobre sacros, maxilares, carpo,
metacarpo, parietal, occipital.

5
Amo a esta mujer aunque no sepa
dónde fueron a parar los pelos de la pelvis,
y en la fosa del placer no encuentre más
que un ilíaco que ha perdido la idea
de lo que es espalda o frente,
aunque encuentre una cadena de coralizados coxis
que ha sido abandonada a la intemperie,
sin la antigua almohada de carne
que mecía el placer en las noches aquellas
en que lo repartíamos en mitades iguales,
en proporcionales movimientos de mi cuerpo y el tuyo,
todavía abrigados por los músculos lisos y estriados,
y esos huesos que ahora veo
en el desierto oscuro de ser cuando no son.

6
Amo a esta mujer aunque esas pestañas que fueron suyas
le hayan dejado el lugar a un par de lagos secos
donde teme entrar la luz a descansar
en su carrera de trescientos mil kilómetros-segundos.
Huecos desde donde no me mira nadie
y yo no quiero mirar a nadie reflejado.

7
Amo a esta mujer que ha cambiado el poema de sus labios
por una forzada sonrisa interminable
en que sus dientes me desesperan
porque no conocen la causa de su risa
ni pueden decirme el sí de antaño.
Y me pregunto inútilmente por qué sonríes
así, mujer querida, sin motivo ni razón,
sin saber a quién regalas tu alegría,
sin saber quién te visita
en la casa estrecha y larga donde habitas.
Sin saber si sonríes a otro muerto
o a una muerta feroz que te insulta desde la vida
o a estos ojos que te lloran por escrito
y a estos dedos que te pulsan lo único
que queda de lo que fuiste tú:
unas neuronas que apagan lentamente tu recuerdo.

8
Te amo aunque no sé qué hacer contigo
cuando quiero acariciar tus brazos,
encontrar la llovizna de vellos de tu ombligo,
esos riíllos corriendo las montañas y llanos
del mapa de tu cuerpo,
y sólo encuentro el húmero, el radio, el cúbito,
el collar de tus vértebras secas y colgantes,
composición de huesos que tocan
la música gris de separarse y unirse
cuando los acaricia mi pensamiento ahora.
Y esas piernas,
amo esas piernas metafísicas, sombrías, supuestas,
pensadas, dibujadas, transformadas en palabras,
esas piernas que se abrían para mí como el mar a Moisés,
ahora no son más que tibias, peroné, fémures, tarsos,
y un polvo que al tocarte me rechaza,
un calor en los pies disecados,
con un déficit de nervios al cienporciento ausentes.

9
Cada falange hambrienta de carnes,
y sin el aguacero rojo que manche de vida
la inhóspita habitación de donde te robaron todo el cuerpo
en el sueño de tus huesos.

10
¿Qué ha sido del tercer espacio intercostal izquierdo
y su puño de sangre defendiendo la vida,
que buscaba como yegua sin bridas
al caballo de válvulas mitrales y tricúspides y venas
y arterias para repartir su embarazo de sexo y vitaminas
en los bosques tropicales de tu cuerpo?

11
Te amo a ti, mujer, aún así, muerta,
aunque un beso en los lóbulos parietales
o al centro de tu antigua máquina de pensar
se quede en un intento frontal y temporal,
porque ya no te habita pensamiento alguno
sino un hondo vacío de tambora
equidistante a cada hemisferio seco
de donde huyeron los líquidos eléctricos
que orbitaban bajo tu largo pelo.

12
Amo a esta mujer aunque ejércitos de virus y bacterias
libren ahora la última batalla por lo que queda de sus huesos.
Aunque una expedición de carnívoras hormigas
busque en tus costillas el último resto
del olor de lo que fuiste.
Aunque una asamblea de sabandijas y microbios
inauguren una república en tu esternón sagrado,
y quieran cosechar los últimos cartílagos
de esa nariz que tanto conoció a mis labios.

13
Amo a esta mujer aunque tenga que compartir
el cariño que le tuve a su carne con sus huesos.
Aunque tenga que pelear mi amor por ella
con el escarabajo estercolero
que ha puesto su residencia en el valle del ilíaco,
donde yo estuve en cuerpo y lengua y pensamiento.
Amo a esta mujer aunque mi mente se enrede y luche
y quede presa entre los hilos embreados
de la araña que ha tendido su trampa transparente
a todo lo que intente pasar la oscuridad
que va desde el tobillo al peroné y el fémur,
a los extremos del lugar donde hubo dedos.

14
Mujer,
haz un alto en el silencio absoluto e insondable
de tus huesos y respóndeme,
¿qué ha sido de la fábrica de lágrimas
que echaban agua al vino del dolor,
qué dichosa luciérnaga convirtió en luz verde
tus vísceras religiosamente amadas,
qué libélula tersa da música al viento en los alambres
con una fracción de tu pecho agitando sus alas,
qué murciélago fumó el último aire a tus pulmones,
qué ratón o qué mosca se hizo animal sagrado
desayunando tus cabellos,
qué cucaracha alada levantó sus antenas
y se dejó caer de revés para morir en tu honor
después de escalar tus senos y llegar a tus pezones
y contemplar su pureza y considerarse indigna de tocarlos?

15
¿Por qué los diosecillos más leves del reino animal
respetaron hasta el hueso tus labios superiores
y tus labios inferiores, como si les doliera
llegar hasta el olimpo del placer y la creación?
¿Cuántos gusanos tuyos, estirpe de tu muerte,
mató el sol al amanecer del día nono,
cuando empezabas a perder las montañas
de tu paisaje corporal y empezaba tu carne
a ser llanura o mar, pradera y desierto de óseas dunas?

16
Tus uñas, tu pelo largo como la mañana en el polo
se perdieron en un suicidio de horquetillas mortales
o un insecto tejedor cosió sin saberlo
tu nombre en la puerta de la cueva que habitas.
¿Y la niña de tus ojos y la última luz que almacenó el iris,
a dónde fueron, quién tiene tus colores, tus imágenes,
tus cristales cóncavos y convexos, y el humor vítreo
y el nervio que componía tus visiones?
¿Qué planta, qué hoja, qué raíz, qué polen,
qué estambre o qué pistilo
completaron la flor con un pedazo de tus ojos?

17
Dímelo, mujer,
y destruiré en guerra sagrada todo el reino animal y vegetal
por mi diosa muerta y viva,
por ti, que eres santa, trina y una e infinita,
misterio comprensible de carne, hueso y pensamiento.
Dímelo,
y destruiré el sistema mineral
y toda la estructura química del planeta
con el hacha de mis sueños,
buscándote por doquier,
cada pedazo de ti hecho manzana
o piel de gato o ala de paloma,
hasta encontrar tus carnes perdidas
aunque sea en la carne que se vende en el mercado
o el helado que excita las papilas del niño.

18
Encontrarte y unirte
molécula a molécula, átomo por átomo
y soplarte el aliento,
el aliento de vida.



http://www.obsidianapress.com/juan_freddy_armando.htm

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