Suleika Ibáñez
(Nació en Montevideo, Uruguay en 1937 y murió el 7 de Marzo de 2013)
Suleika Ibáñez dictó cursos de Literatura desde 1958, en Melo, Minas, en la Universidad Católica de Montevideo y en el I.P.A.
Dirigió un taller de creación literaria con Lauro Marauda.
Inédita hasta 1989, ha obtenido múltiples distinciones en concursos: la primera en 1967, con un jurado integrado por Ángel Rama, W. Benavides y Domingo Bordoli, por un libro de cuentos.
Entre sus publicaciones, se destacan: Homenaje a Jean Genet: nuestra Señora de las Flores – 1989. Retrato de bellos y de bestias – 1990. El Jardín de las Delicias – 1991
En 1976 fue premiada por un cuento en el Concurso Givré de Buenos Aires.
También por cuentos en los Concursos de Banda Oriental (1985), Diario La Hora (1986) y otros.
Su pieza teatral “Feliz Año Nuevo” fue elegida en Paysandú para que se representara en la Segunda Bienal de Teatro (1986).
En 1989 obtuvo dos primeros premios de la Intendencia de Montevideo, en poesía y narrativa. Ese mismo año compartió con Ricardo Prieto un premio en el concurso de dramaturgia de la Editorial TAE.
En 1992 obtuvo el Primer Premio de la Academia de Letras de Montevideo por un ensayo sobre Juana de Ibarbourou, y una Mención de Honor de la Biblioteca Nacional por un trabajo sobre César Vallejo.
En la Antología Plural de la Poesía Uruguaya del Siglo XX, Seix Barral, 1995, cuyos estudios preliminares, selección y notas corresponden a Washington Benavides, Rafael Courtoisie y Sylvia Lago, se lee:
“De aparición tardía en el panorama de la poesía uruguaya, su primer libro Homenaje a Jean Genet (Nuestra Señora de las Flores) muestra una presencia poética densa, con tendencia a un cierto barroquismo.
Profesora de Literatura de larga trayectoria, Suleika Ibáñez había publicado antes ocasionalmente algunos relatos en revistas. Su obra, que delata la asimilación y sedimentación de un universo de variadas lecturas, a la vez se aparta del aspecto formal tradicional en la poesía. La vertiginosa asociación de ideas, la gran libertad para registrar imágenes y cierta impronta surrealista son algunas de las características de esta autora.”
Amor
Te besaba el amor de amor los oídos, los ojos y la boca,
amor en bruto, en luto, amor de un peso neto de nido, de
lingotes de olvido.
A veces una boca de cordero, con el beso rosado balando
en leche rota.
A veces una boca azul de lobo, con el diamante de la
muerte como un pedazo de risa.
te besaron la memoria, el vacío, a la tolondra, al desgaire.
A veces una alondra sosteniéndote el alba con su fantasma
orlado de rosa, a veces una terrible bestia dorada de la
noche, que se desplomaba con hedor a crímenes.
Labios de plata oscura, ojos de fuego obsceno abrían heridas
como escuelas o dispensarios en la ciudad oscura.
Sexo ya no sexo, apenas pan y vino, apenas una pluma de
claridad en el centro de la muerte,
y un ramo de amantes oriundo de la destrucción fue el
muro de tu insurrección.
Suleika Ibáñez de Homenaje a Jean Genet
Súbito rey Lear
V
(a Roberto Ibáñez, mi padre)
Por el prado paseaba con un libro de versos, y leía con voz de tierra firme, y arenas movedizas. Ya era la levedad de un ramo de tomillo, ya menguante de luna en avaricia.
Sólo cantaba quedo: “Había una vez...”.
Tiernamente me maldecía, con ferocidad su bendición me daba, con voz de plata y lámpara vacía.
Y se iba en la tempestad, de blanco, de luto, desnudo, rota su vara de varón, asido a su anillo de viudo. Bajo la hoguera de blancura de su melena salvaje, bajo el cielo de terciopelo verde y desgarrado. Y en el torcido rayo de su báculo, en ramo de violetas encorvadas se derramaba su sombra malherida.
Yo le seguí el crepúsculo mordido por las estrellas de centelleos crueles en adioses, y alcancé su sonrisa ya espejismo. Y con mudez le dije que lo amaba, antes de que su espejo me cediera la herencia de su rostro en el abismo.
De: Cartas de la pasión (inédito).
Aviso a Dios
“Con lo real cooperando estás,
y con la nada intimas.”
Shakespeare, Cuento de invierno, Act I, Esc. 2
I
Aeródromo del Mal, que llaman cielo, alguien allí
trafica veneno inaudible, para permutas por la maravilla
que no nace dos veces.
Alguien se nutre con la maravilla.
Alguien relame su terror secreto.
Parece que la vida de terciopelo rosa es su meta.
Caen labios de cuchillos en orgasmo de ácidos. Cae
baba de musgos espectros, caen buitres sexuales, con
buches de insomnio. Cae hemorragia de dientes atómicos.
Cielo gris, hijo del verbo de los nunca. Un gris
elefante pisó las luces adorables del oxígeno. Cae un piano
de cola, con suicidio de música en la risa.
Cae soledad célibe.
Caen las harinas seminales de la nada. Solo hachas
espumosas caen. De leñador de alondras.
II
Mírame, Dios, atrévete si puedes. Si fueran certeza
tu amor y poderío, te habría bastado una sola mirada a
Ella. De mirar se trataba, señor Dios, con prismáticos de
amar cuando hace frío. De mirar su sonrisa, breviario sumo
de las bocas en el suceso que llaman ventura. Ah, si
hubieses mirado su lápiz de labios color rojo-maravíllate-
de-ser. Color rojo escuela dulce de las cerezas, él te habría
enseñado el poder y la gloria, la piedad y la sabiduría.
Y aquel día de estío, hubiese conjurado tu uso
absolutista de la nieve.
De escuchar se trataba, señor Dios, pero padres los
oídos, las gotas que perdía su mejilla de espaldas en la
almohada. Y perdía lo recién comenzado, y lo aún
desconocido.
Se trataba de estar de teología, señor Dios. De buscar
un harapo de evangelio en la subasta de tus propiedades,
en el sótano de echar los milagros sin uso. En tus archivos
de la Gracia.
Se trataba de ser Dios de pronto.
Y detener la imperceptible crueldad de la noche.
*Del libro: Galia, con quien tanto quería.
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