jueves, 24 de febrero de 2011

3135.- MANUEL MANTERO



Manuel Mantero nació en Sevilla en 1930. Allí cursó sus primeros estudios. Durante su adolescencia asistió a un colegio de jesuitas (1940-1947), que en aquellos primeros años de la dictadura franquista se caracterizaba por una autocracia sofocante y un fanatismo religioso con énfasis en el pecado y en el castigo eterno. Su espíritu inquisitivo y de rebeldía le llevó a una crisis religiosa, y también a gustar de la poesía. Realizó estudios de filosofía del derecho en Sevilla y Salamanca, pero su pasión comenzó a ser la poesía. En 1969, sintiéndose asfixiado por el ambiente opresivo de la dictadura franquista, vino a Estados Unidos, primero a Michigan y en 1973 a Athens, Georgia, donde reside en la actualidad.

Novelista, ensayista, pero ante todo poeta, es un autor prolífico y difícil de encasillar. Por una parte, su alejamiento físico de España lo liberó de las presiones generacionales y de las modas que se auto-imponían; Por otra parte, su propia concepción del arte lo individualiza:

“Siempre he pensado en la poesía como interpretación del mundo. No conocimiento, ya que me parece una exagerada arrogancia la pretensión, epistemológica y ontológica, de conocer la realidad que percibimos o que no percibimos, lo de fuera y lo de dentro. Cualquier tipo de arte y no sólo la poesía, debe pretender una transfiguración de lo real a través de la visión propia, un mágico nombramiento de lo real.”

Este perseguir la “visión propia” en la obra artística lo lleva a rechazar que lo asocien a los poetas de su generación cronológica, y su obra justifica su posición:

Míos son vuestra edad, nación, idioma,
no vuestro tema. No os entiendo,
oh aburrida asamblea monocorde
a los pies de los ídolos abuelos.
……………………………….
Esta mañana, al levantarme,
en vosotros pensé. No os pertenezco.

Este rechazo a que se lea su obra desde una perspectiva generacional, no impide que su poesía, también la escrita en Estados Unidos, sea profundamente española. Más aun, precisamente por no haber estado sujeta a las modas, se presenta con más nitidez, mejor estilizada, la transformación misma de España.

Manuel Mantero es autor de dos novelas, Estiércol de león (1980) y Antes muerto que mudado (1990), y de numerosos ensayos y libros de crítica literaria, pero su producción más constante ha sido la poesía. Su obra se caracteriza por una continua preocupación estética y cuidado por la palabra. En España se reconoció pronto la trascendencia de su obra poética: en 1960, con motivo de la publicación de Tiempo del hombre se le otorga el Premio Nacional de Literatura y, en 1966, su libro Misa solemne recibe el Premio Fastenrath. Pero será durante su residencia en Estados Unidos cuando el nervio de su individualismo se proyecta con más fuerza en obras como Ya quiere amanecer (1975), Memorias de Deucalión (1980), Equipaje (2005). Su poesía se mantiene fiel a su propia máxima: “toda poesía es lucha, / sobre todo comigo mismo.”

El poema que hemos seleccionado para la antología, “En lo alto”, proviene de Equipaje.

(Gómez-Martínez)



En lo alto

La ninfa ha despertado.
Desnuda, no me teme.
Cansada está de tanto andar en sueños.
La hierba la sostiene como a cáliz tendido.
Vierte la fuente un agua confiada
en donde beben los que duran.
Ciervos rondan, perdices sobrevuelan.

Digo en voz baja mi deseo
y ella: “No. Volverás a mí
cuando aprendas los gestos y palabras
de los dioses.

Vuelve
cuando hayas aprendido a contemplarme.
Ver es humano y contemplar, divino”.






LA QUEJA QUERIDA

Poeta. Es decir, náufrago que grita,
que quiere sacudirse la tristeza
de su isla desierta y exquisita,
cuando la muerte a rodearlo empieza.

Su queja, cada día, arroja escrita
al mar: botella verde, uña, corteza.
Cada día, iza al cielo una infinita
bandera roja que arde en la maleza.

Y si algún transatlántico de espanto
sorprende su mensaje de humo y llanto,
es inútil la búsqueda, el viaje.

La expedición arribará a la playa
y el poeta, en su cueva más salvaje,
esperará de nuevo a que se vaya.

Mínimas del ciprés y los labios, 1958.







CONDENACIÓN DEL POEMA

El poema mataba a la poesía
con su opresión,
su límite,
su forja.
Dentro del verso el aire se volvió
irrespirable como un cuervo muerto.

Tiré al suelo las sílabas,
sajé las aliteraciones,
desanduve la música,
olvidé las ideas en su sombra,
y una vez abolida la estructura,
salí fuera, miré a los árboles,
toqué la luz de la luna en el agua,
corté una flor,
le dije algo vital a una mujer.

Volví a mi casa,
me dispuse a escribir.
Mas ya escribir era traición.

Y traicioné.

Poemas exclusivos, 1972.








GENERACIÓN POÉTICA DEL 50 (O DEL 60)

Míos son vuestra edad, nación, idioma,
no vuestro tema. No os entiendo,
oh aburrida asamblea monocorde
a los pies de los ídolos abuelos.
Me indago
como una espina penetrando un cuerpo,
lloro en Dios porque lloro lo que borro,
excavo mitos y en sus atrios duermo,
mi muerte tiene forma esbelta de ángel
no sé si de la guarda o del tormento,
mi palabra se afirma entre mis manos
golpeada y vertical (Colón y el huevo)
y es mi poesía contingencia mágica,
moderno aroma, juventud del hueso.

Esta mañana, al levantarme,
en vosotros pensé. No os pertenezco.

Poemas exclusivos, 1972.









AL LECTOR

1

Las palabras son vírgenes difíciles,
y escribir es arder en sus desaires,
y más quererlas, y asediar a un sexo
adivinado entre su noche oscura,
y enloquecer, y suplicar, y ya
propicias ellas, las palabras, vienes
tú y tú las gozas. Tanto urdir y arder,
¿sólo valió para una dicha ajena?

2

Digo mi palabra y todos
entienden lo que yo digo.

Alguno, hasta entiende el canto
de mi pájaro de símbolos.

Pero nadie sabrá nunca
el vuelo, el árbol, el nido.

Fiesta, 1995.









ARTE POÉTICA

Tú no alabes a aquel que muestra
deshilachados o confusos
los hilos de oro de su filigrana
pues (dice) toda perfección requiere
su transgresión para que no fatigue, etc.

Tú escupe en su oro díscolo, no es oro
ni díscolo. Es nailon y torpeza.

Equipaje, 2005.






CARTA A UN POETA NUEVO

Oh apasionado adolescente, cuida
que tus palabras no lo digan todo,
y sirvan ellas de iluminación
porque les diste persistencia de astro,
no por quemarlas y quemarte en ellas.

Equipaje, 2005.

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