domingo, 5 de diciembre de 2010

CAMILA MARDONES VERGARA [2.307] Poeta de Chile


Camila Marcela Mardones Vergara 

(Santiago, Chile 1991) es Profesora de Historia, Geografía y Ciencias Sociales y pertenece a la actual generación de poetas jóvenes de Chile.

Pese a ser santiaguina de origen, actualmente reside en Puerto Montt. En ambas ciudades, ha participado en talleres literarios, encuentros de poesía, importantes mesas de lecturas y certámenes artísticos, además de su trabajo como tallerista y docente.  

Destaca la obtención del único premio joven en el Concurso Nacional De Literatura Premio Lagar Gabriela Mistral 2009, lo que trajo consigo la publicación de los textos ganadores en el libro “Anda Libre en el Surco”, libro de difusión nacional. Además, el año 2010 obtuvo el Primer Lugar en el 2º Concurso de creación literaria Balmaceda Arte Joven, lo que también incluyó la publicación de los ganadores en el libro “ContraSilencio”. Recientemente, obtuvo el primer lugar en poesía en IV Concurso Internacional de Poesía y Cuento 2014 de El Parnaso del Nuevo Mundo (Perú). 

Sus textos fueron publicados también en la revista “JóvenesOlvido” de la ciudad de Valparaíso, que fue lanzada el año 2010 y que recoge a importantes poetas jóvenes chilenos, como también en la revista “Papeles de la Mancuspia” de difusión mexicana y cubana, el año 2014. Su obra también se encuentra en diversos sitios web, donde destacan los blogspot “Antología poética siglo 21”, “Antología poética universal”, revista virtual “Sorbos de letras”, y el destacado sitio web www.letrasdechile.cl 

“Cautiverio” (2015) de Ediciones Balmaceda ArteJoven  es su primer libro.




"algunos poemas de Cautiverio (Poemario Ediciones Balmaceda ArteJoven 2015).

Si vuelvo a nacer
quiero hacerlo desde las venas
de tu corazón aletargado de piedra y luciérnagas

no veo posible otro origen
no hay más                        
                                            todo nace donde este amor nace
sólo se puede resucitar desde el éter
                                           todo nace donde este amor nace
no me preguntes el nombre de dios
no me hables con esos ojos que asesinan temores
háblame fuerte para que pueda verte
                                            todo nace donde este amor nace:
desde las raíces de un árbol
donde duerme un niño y llora escapando de su reflejo en el agua

si vuelvo a nacer       
                                       escúchame bien dueño de todos los tiempos
quiero hacerlo desde las letras de tu nombre
                                       escúchame bien dueño de todos los tiempos
tus ojos pájaros todavía lloran la muerte de dios
                                      escúchame bien dueño de todos los tiempos
me encuentro caminando entre corderos sin cabeza
¿qué piensas que piensa dios?

                                    escúchame bien dueño de todos los tiempos
soy buena haciendo nidos.

por eso no veo posible otro origen
mis hijos mueren en tus brazos          no veo posible otro origen
háblame fuerte para que pueda verte
                                                            el origen es siempre el vacío
háblame fuerte para que pueda verte.

De pronto sucede                      ¿qué sucede?
                                                     lo esperado         el nacimiento desde el vacío

vuelvo a nacer
desde las venas de tu corazón aletargado de piedra y luciérnagas

Y convulsiona este planeta de arena e infancia triste
planeta de cuna mecida por dedos negros
planeta de niños friolentos y temerosos
pequeños que temen a las brujas                   pequeños ingenuos
aquí no hay brujas                                            no hay duendes
sólo pequeños caracoles que se comen
los sueños de los huertos
pequeños ingenuos                                          allí no está el terror:
en este planeta el terror
proviene de las palabras vencidas que descienden por la lengua
y no llegan a ser ideas

Fin del nacimiento
miramos al infinito a la cara y se asusta de nosotros
te cambio los nudos de mi árbol por los nidos de tu garganta.



*



no caer
          no caer
              no caer                                    r e s i s t i R


resistir el cambio del cuerpo
                                  al cuerpo de la rutina y los relojes grises 
que suenan justito a las 6:30
el traspaso del alma al alma que no tiene sueños ni alivio

quedarse en pie justo frente al temor primero
   y apuñalarlo como palabra en las venas del poeta

                                    p a r i R
parir los amaneceres y sus botas negras
como madre que busca en el parto a su hijo muerto

para vociferar con todos los gatos
                                    de todos los techos          que la luna 
baila al tiempo tuyo
                           
     q u e d a r s E
    de pronto callado como esperando
                                encontrarte en cada raíz cada semilla cada 
centímetro de tierra
y reír al verte llegar vestido de horizonte.



*



Mi ansiedad es el león que ruge tras las más altas rejas
esperando al visitante oscuro que se apiada de él y le arroja comida
como si con ello apagase el dolor de la libertad no concebida

Mi ansiedad es el tigre que ruge a una luna que no se deja ver los domingos
y que no tiene padre, ni madre, ni hermanos
solo un par de crías que le fueron separadas al nacer

El dolor de esas crías es eterno

Como el llanto del lobo que vive en mis ojos
como la sangre del pájaro que muerde mi corazón 
como la nostalgia de mis perros y de todos los perros del mundo.



*



Desperté gritando tu nombre
y vi que el cachorro herido
que temía el abandono de su madre
y que buscaba hogar lejos de las arañas
hambrientas que se habían comido su inocencia
en ningún caso fuiste tú
en ningún caso fuiste tú
ni cuando me dijiste que eras cachorro
y temías el abandono
ni cuando me dijiste que eras cachorro
y temías el abandono de tu madre
ni cuando me dijiste que temías
al abandono
y que buscabas hogar
lejos de las arañas hambrientas que comieron tu inocencia
ni ahí
ni ahora que vuelves a mis brazos
buscando tu casa
tu telaraña
tu hueco tu nido
un nido de pájaros
ni ahí ni ahora
ni antes
fuiste tú

siempre fui yo la cautiva

no me había dado cuenta que me gustaban tanto
las rejas. 



*



Piedras salen por mis ojos
por mis ojos piedras con la cara tuya nacen
y todo lo que sabe a ti
me duele
el vino me sabe a ti
a tus pequeños labios me sabe
el vino y todo me duele
duele el dolor y los besos del vino
me duelen las ramas
las ramas del nido del pájaro de las alas quemadas
pajarillo, ay
pajarillo qué complejo
complejo creer en la facilidad del nosotros
la facilidad del tú y yo y nuestros mundos completos
esos mundos completos
esos mundos invisibles y eternos
que se esconden en el barro de lo perverso
esos mundos completos
que se esconden bajo tus labios
labios que nombran y besan
a mujeres de otras lenguas y de otras
leguas
ay, pajarillo quemado
complejo creer en la facilidad del nosotros
la facilidad del te quiero
del te quiero infantil, cariño
cariño pequeño que me transforma
en niña otra vez niña feliz y triste
como antes
como mucho antes
niña que espera en las bancas de las plazas
y en las esquinas de las calles
que llegue el niño azul
con la carta prometida
niña que besa lo complejo
complejo creer en la facilidad del nosotros
lo fácil que sería aprender a quererte
quererte con tus complejidades y con el peso
del nosotros
kererte con k con q con c
con el abecedario de todos y el mío
kererte con tus complejidades y nuestros mundos
esos mundos completos que se cruzan
buscando agua y buscando cama
buscando peces y almohadas

oye.

duerme conmigo hoy
aunque haya sólo una cama
si te asusto no importa
duermo en el piso
no importa, créeme
soy buena haciendo nidos

oye.

piedras salen por mis ojos
no busco camas que sean camas
unos arbustos
unas ramas
un chaleco
tus zapatitos me sirven
pa' dormir y pa' volar
incluso si me dejas
usar tus brazos de cama
de mis ojos
ya no escupiré piedras

escupiré lunas
escupiré soles
escupiré todo aquello que es infinito
y que brilla
escupiré tus ojos

oye.

¿no sería lindo?
¿no sería lindo escupir desde mis ojos tus ojos?
¿hay algo mejor que ver nacer
tus ojos de mis ojos?
¿más bello que la tierra?
¿más bello que el fuego?
¿más bello que el tinto?
¿más bello que el blanco?
¿más bello que ver a un niño reír?

oye.

soy buena haciendo nidos.




*



Recógeme los ojos
no me dejes siendo el mismo cordero
corazón de retrete público

que tengo frío
y hace miedo
de mirar cualquier cosa que no sea

tú y tus misterios astronómicos.




*


Juntar estos pocos pedazos de rostro
y lograr que se parezcan al ser antes de la explosión
instantánea mentira
             imposible absoluto
pedazos sólo pedazos
            son y serán siempre pedazos

no me importa, a ratos
                        lo intento a ratos
juntar estos pocos pedazos de rostro
                        a ratos duele menos

me pego en la cabeza mechones húmedos de ciervos y conejos
y sólo oigo los aullidos de mi belleza humedeciéndome las ideas
como un árbol que acuna a los pájaros en sus hojas muertas

no me importa,
     a ratos olvido

y acumulo barro en las hendiduras de mi rostro
   en los labios acumulo amigos borrachos
     en los ojos quince o dieciséis sentidos
       toda la boca se me convierte en carretilla de piedras

juntar estos pocos pedazos de rostro
imposible             absoluto            imposible

pero sin dudas continúo

acumulando martirio en mis dientes
acumulando fierro y óxido en las pestañas
acumulando en las cejas a niños asustados

dudar que antes de la explosión
hubiese algo menos terrible y menos violeta

no me importa, créeme
                    a ratos.





"Poemario Bicicleta a vapor (Único Premio Joven en Concurso Nacional de Literatura Premio Lagar 2009)".


A modo de presentación

Estuve cara a cara con un Cristo que decidió no subir a la cruz.
Desde mi ventana tardes y noches los mismos pájaros
me miraban con cara de verdugo
mis pasos eran pasos de nadie
tuve una montaña de niños muertos
bajo la corbata.
Hubo algo parecido al hambre aquí adentro
trenes y amigos desaparecieron con velocidad asombrosa
cortaron los árboles del jardín
e instalaron nuevos cercos.
Un viejo triste se me escapaba por los ojos.
Mi lápida fueron los atardeceres miedosos
donde los tranvías tiritan de soledad
donde las letras temen a su sombra
y los amantes no se besan en los puentes.
Busqué la sangre y los relámpagos en todo lo viviente
sobre mi bicicleta a vapor.



I.

En tardes como éstas suelo matarme un poco.
Me quito de los labios el hábito y la costumbre
de los ojos me quito los niños felices.
En tardes como éstas
suelo llorar bajo los árboles,
escuchando a los muertos de mi corazón
que dentro de sus tumbas
hablan de corazones vivos.


II.

Escóndete en mis manos como si tuvieras frío
escóndete, que yo sabré cuidar tu sangre
yo cuidaré a los hombres que en tu pecho pueblan.
Del rumor del aire no debes preocuparte
de los árboles, de las flores, de las estrellas inmóviles.
Mi libertad hará una mesa
donde no sentirá fatiga tu libertad hambrienta.
Ahora
más allá de estos muros
de esta ventana donde los pájaros se desnudan
tantos hombres y barcas lloran.
Escóndete en mis manos como si tuvieras frío
porque tu lucha, ternura mía, tu lucha
aún mañana en el cielo
construirá molinos.



III.

Quiero verte siempre
como hombre que no olvida que es hombre.
Siempre, recorriendo los muros y los puentes
llevando en la sangre la humanidad y la tormenta
siempre, corazón, siempre
con piel de pan
piel que grita, piel que lucha
piel que avanza
piel que ama noche y día
el lamento del mundo
la lluvia del mundo
la sangre del mundo
siempre, corazón, siempre verte
con la palabra haciendo caminos
donde la sal no consuma las verdades
y los hombres no reposen silbando soledad.
Quiero verte siempre, siempre verte
como hombre que no olvida
que la lágrima no es lluvia
y la ausencia de guerra no siempre es paz.



IV.

Al destino la acumulación de esperas

al tiempo sus huesos torcidos.
A las ancianas tristes sus hijos vivos
a los vidrios sus piedras y reflejos.
A las guerras su sangre pútrida
y a los vencedores consuelo.
A la mierda su pisada diaria
a las conciencias su teta y su manta
a los solos su perro ciego.
A las canchas vacías
sus niños llorando barro.
A la poesía su fusil de armiño
al canto sus cantos tristes
y a la vida más vida.
Al pueblo lo que al pueblo pertenece.



V.

Quiero que hoy rías como un enjambre de mil peces
que rías, con toda la alharaca posible
como si no supiéramos que este mundo
se ha convertido en débil escudo de arena
con los bosques derritiéndose
y el mar en llamas de petróleo ballenero
y para qué hablar de los fusiles, amor
de las piernas y brazos desparramados
como lirios cortados
en un viejo campo de mi infancia.
Pero ríe, deja en la tumba el miedo,
el dolor,
los escalofríos
ríe lo más fuerte posible
olvidando las guillotinas de ternura
y las tormentas de injusticia
que aún en estos días engordan como arañas.
Si logras hacerlo
hasta que sientas que el pecho se llena
de águilas y nubes
yo no me avergonzaré
de traer en mis pies sonrisas funerarias
que nadan esperando que despierten
todas las aves perdidas del mar
y en su vuelo se apague el frío
de todos aquellos que no tenemos alas.





VI.

Desclavaré cada flor que habita en la luna
esperando que todas las aves negras
agoten su vuelo.
Así, al volver repleta de ellas en cada brazo
me esperarán nuevos hombres
‘sin más edad que la esperanza’
como decía Dalton.
Y ya no será necesario
buscar en astros lejanos
anestesia a tantas angustias.
Quizás volveré a amar la risa
de los niños que corren por las costas
y volveré a besar el submundo
las buenas intenciones.
Creeré en aquel tiempo sin tallos dormidos
ése, que los optimistas llaman futuro
allí donde se colocan panoramas
e ilusiones de nuevos y mejores amores,
volveré a abrazar a mis amigos
sin pensar que estarán bajo tierra
en un día, en un mes, en años
robaré cada gota de sudor
de los niños y los trabajadores,
volveré a creer
que la vida es más que una misa
vigilada por un guardia de cien ojos,
una ceremonia conmemorativa
al vaso de agua y los cuerpos desnudos.
Elevaré el rostro para mirar
las telarañas que se van formando
alrededor de las celdas y los pozos,
e incluso puede que soporte
estar más de cinco minutos en una
carnicería.
Mientras espero
que los laberintos tengan más salidas que entradas
y que importe más la risa
que el himno nacional
desclavaré cada flor que duerme tranquilamente
en la luna
mientras las paredes siguen gritando
que no sólo de pan
vive el hombre.





VII.

Estas calles me conocen
conocen mis ojos de perro guacho
conocen las flechas de acero que tengo por senos
saben cómo me ahogo los domingos por las mañanas
cuando cada esquina de la casa me hace recordar
la facilidad con que podría manejar una espada
y lo complicado que me es diferenciar
rocas oscuras de esmeraldas.
Estas calles me conocen
saben cuánto lloré al escapar de las jaulas
en las que no hacía más que mirar a los gatos huesudos
que beben del agua pútrida del único grifo que aún funciona
saben que saludo a las putas del puerto
envidiando sus deseados y pagados culos duros.
Me conocen, saben que dejo un espacio en la cama
en la espera de alguien que cubra con lágrimas mis lágrimas
para al fin volar como aquellas botellas quebradas
que lanzan esos viejos ya morados por el vino
ésos, que luego de creer ocho o más años en la vida
terminaron cortando sonrisas con cuchillos baratos
ésos, que luego de creer diez o más años en la justicia
aún comulgan esperando que algo o alguien que está
en algún lugar parecido al cielo
les regale de a montones alcohol y trabajo.
Estas calles me conocen
saben de mi madre y sus últimas taquicardias
de mi padre y su nuevo amor
saben cómo deseo nadar en sueños
y fumar tantos mares
hasta abandonar la capucha negra que llevo en el alma
y llenar mis mejillas de crisantemos dormidos.



VIII.

Yo quise invitarlo a mi soledad
allí, donde los días sin nubes son más largos
y la sonrisa no es más
que un miserable árbol de época fría.
Quise, verá que si lo quise
porque a ratos lo extrañaba
como se extraña la niñez y la muerte.
Pero usted vivía para correr y germinar.
No tuve sitio para tu mano extendida
mi boca y mi sangre aún son de piedra
del polvo
de neblina.







IX.

Me faltan piernas
para ir por las praderas
tras tu sombra.
Cuando casi te alcanzo
cuando casi te toco
cuando casi puedo contenerte
tambaleo
y vuelvo a ser palabra herida y rota.
Me faltan ojos para reconocer tu sombra.
Creo que tu silueta, podría ser también
la de los cóndores, los árboles
la de cualquier hombre que se dirija al norte.
Falta tanto para que cambie esta tarde.
Me falta tanto para tocar tu risa.
Me falta tanto para ser
valiente tierra y tambor.






X.

Tengo en la memoria
una cara tuya
casi triste.
Casi triste y casi muerta
como los amigos enterrados
como fantasma que ríe solo
como amante que se enamora.
Hoy me quedo
pensándote en blanco y negro.
Ojalá que tu rostro haya cambiado
estando allá lejos.

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