domingo, 30 de octubre de 2011

5039.- ALFONSO ALBALÁ


Alfonso Albalá, escritor y periodista español.
Nació en Coria (Cáceres) en 1924 y murió en Madrid en 1973. Como periodista, trabajó en los diarios Informaciones y Ya. Fue profesor de la Escuela de Periodismo de la Iglesia y de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, en el momento de su creación. Por eso, la primera promoción de esa Facultad llevó el nombre de "Promoción Alfonso Albalá".1
Obra

Poesía
1949 Desde la lejanía
1952 Umbral de armonía. Accésit del Premio Adonais 1951.
1966 El friso

Novela
1968 El secuestro
1969 Los días del odio

Ensayo
1970 Introducción al periodismo

Publicaciones póstumas
1979 El fuego (novela)
1979 Sonetos de la sed y otros poemas (poesía)
1998 Poesía completa, Ayuntamiento de Coria. Edición de María José, Paloma y Gracia Albalá. Prólogo de Manuel Alvar, de la Real Academia Española.
2005 Memorial del piano (novela), Editora Regional de Extremadura. Edición y prólogo de Gregorio Torres Nebrera.









ESTE VERSO QUE HUELLA MI GARGANTA…

Este verso que huella mi garganta,
esta voz que no es voz, esta voz muda,
larva de voz que mi garganta anuda,
¿por qué me hace llorar? ¿por qué no canta?

¿Por qué en mi corazón hoy no levanta
este verso su antena, y se denuda
de forma, y llena el pecho, y hace ruda
esta voz que a su paso se adelanta?

Este verso sin voz, ni prisionero,
como brisa sin viento en la alameda,
verso del corazón, su carcelero,

punzante aguja de dolor, vereda
que lleva hacia el Señor, desde mi otero,
¿por qué se apaga y a mis voces veda?

Sonetos de la sed y otros poemas, 1979 (póstumo).








Todo en la amada

Allá: todo está allí, en esa orilla.
Todo está en ti, mujer: todo en la amada.
Sobre mi seco pozo de silencio
espero la humedad de tu palabra,

lo mismo que la hiedra: brocal solo,
lodo y cal solo hacia las nuevas aguas.
Aquí todo está aquí, en esta orilla,
hacia mi pozo lleno de nostalgias.

Todo está aquí. Todo está en ti, canción;
eres canción, paisaje, tarde clara,
mis hijos, versos míos, tierra madre...
abre, llueve en mi pozo tu palabra.

Aquí, sobre mi pozo de silencio,
donde mi seca voz amurallada,
llueve, canción, mujer, llueve mi voz,
llueve tu voz, tu hiedra en mi antesala.






ÁRBOLES DE CIUDAD

Vuestro tronco era esbelto y verdecía,
sorbiendo soles allá en el cerro alto:
os arrancaron del paisaje un día,
para dar sombras sobre el negro asfalto.

Estáis aquí, anclados en la acera,
para manchar de verde el gris urbano;
se alarga en vano vuestra larga hilera
por ver el monte en el azul lejano.

¿Qué cruda mano os puso en estas calles
sin secreto, de ruido atormentadas?
¿Por qué os hurtaron a los hondos valles
llenos de dulces tardes sosegadas?

La tórtola no vierte sus arrullos,
árboles de ciudad, en vuestras ramas;
ni escucha vuestra copa los murmullos
que el viento dice al bosque y las retamas.



Como a niños de hospicio, uniformados,
la simetría vuestro tallo muerde,
¡Árboles de ciudad, civilizados,
sucia de grises vuestra capa verde!

Yo estoy como vosotros, prisionero,
hambriento de altos cielos y paisajes;
soñando siempre estoy con un sendero
que haga eterna mi sed honda de viajes.





TACTO DE DIOS


TU abandonada luz, continuamente,
sobre mis hombros cae como un ala:
ebrio, Señor, de luz en mi antesala
tu luz me aloca y toca tibiamente

Tacto de Dios apenas, blandamente
cala mi mocedad, como una gala
de domingo con lluvia, y me regala
este gustarme Dios calladamente.

Hacia tu blanda boca mi mejilla,
y Dios, calladamente hacia mi espera,
y esta luz en mis hombros, mi gavilla

de abandonada luz, ancha frontera,
ausencia apenas, luminosa quilla
continuamente hiriendo Tu ribera







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