viernes, 24 de septiembre de 2010

1252.- MARIETTA MORALES RODRÍGUEZ


Poeta. Nace el 18 de Julio de 1973 en la ciudad de Antofagasta, Chile. Es Diplomada en Gestión Cultural en la Universidad de Los Lagos. El año 2000 publica su libro "Cartas abiertas a Serguei". El 2001 gana la Beca de Creación Literaria del Consejo Nacional del Libro y la Lectura de Chile para terminar su poemario "El rudo alacrán de doble aliento". El año siguiente, parte de su libro es publicado en la revista "Nuevo Mundo", de la Editorial Ser, de Buenos Aires. El 2003 es publicado una selección de sus poemas en la revista "Letralia", de Caracas, Venezuela. Ha organizado Concursos y eventos culturales en el norte de Chile.




EL DOLOR DE CRISTO EN LAS CALLES FRIAS

Esta es la carta
en lo alto de un monte
donde las heridas de los clavos
calan en las hojas amarillas
de los arboles .
Son los milagros de un monje
que alimentan las bolsas de oro ,
por el abrigo del polvillo de la miseria .
Es el ulular de la Santa inquisiciòn
por la quema de las pitonisas
del libro de las sombras .
El dolor de Cristo
en las calles frìas de la indiferencia .
Te evoco
bajo el canto de amenaza
del hermano muerto .






LA PATRIA DEL CIUDADANO KANE

Miro aquella frìa tumba
en la quietud del desierto ,
donde el sol nunca se pone .
Siento el correr de las caravanas
como àngeles negros
en el cemento de la ciudad .
Pàlido trasluz
del espejo de dos caras ,
que gira como la brùjula
del norte y del sur ,
que sacude las flores secas
en la cripta de aquella novia
que jamas entro por la ventana .
Construyo cada pisada
en la linea horizontal de la carretera ,
en la tranquilidad
de un pueblo fantasma .
Olvido el momento
en que no puedo lanzar
el càntico de la amargura ,
por aquellos que dibujaron
cuerpos en las paredes .
Soy la patria del ciudadano Kane ,
que no pudo ser enjuiciado
en el momento de su muerte .







INTIMIDAD

Un encuentro furtivo
entre matorrales secos ,
en las colinas de una
vieja casona .
Es el viento de la desdicha
que danza sobre los vidrios
rotos del desamor .
Una casa abandonada,
un frìo piso ,
es el dialogo de esas sabanas
de los desconocidos.
En la mirada de esos gitanos
de las monedas desvanecidas
por el fuego de la angustia .
Es el cruzar de los cuerpos
como la mala jugada
de un juego de ajedrez .
El pequeño villano
del anuncio de un pub
en decadencia
por el ronronear de un gato
de un viejo burdel .
Los ecos de esa actriz
que despierta de un
largo sueño de los cien años ,
junto a un obeso cocinero.
Es la ecuaciòn perfecta del desamor .







EL FRIO EN LOS ARBOLES DE UN CEMENTERIO

Es el frìo de los arboles
de un cementerio .
El frìo , frìo , frìo ,
sin sentido en la brùjula .
Un aliento de las hojas secas
sobre las tumbas de los hèroes ,
en el silencio de los pasos nocturnos .
Es el polvo
que entra por mis pulmones
de esa grandeza del àrbol
de los lamentos de un leproso ,
sobre los caballos
que cabalgan
en el firmamento de las lapidas .
Es el canto de una cantante ciega
que cuenta las hojas amarillas ,
por ese largo llanto por el frìo , frìo , frìo ,
de una noche en el cementerio .
Es la fertilidad del fuego,
de las doncellas
que resguardan esa fogata .
Es el frìo , frìo , frìo ,
como la escarcha de las hojas del àrbol
de los lamentos de un leproso .







EPITAFIO DEL SILENCIO

En una vieja casona
se escuchaba
el baile de las brazas
y el movimiento
del agua de la batea ,
en el caminar de la gran madre .
El cìrculo del silencio
en el gènesis de la lluvia ,
en que todos los sueños
giraban en las botellas
de los viejos vinos
perdidos en el tùnel de Alicia .
Los años de la infancia
de esas ramas mortuorias ,
en el silencio del panteòn ,
sobre el hielo de la vieja casa .
La danza de las brasas
y el zumbido de las abejas .
Es el silencio
de la cripta de un Pontìfice .
El tiempo corriò
desafiando ese silencio
por los làtigos de la lluvia
que dibuja el cìrculo de las serpientes del silencio .







LOS ANCIANOS CIEGOS

Son los ancianos ciegos
que jugaron en la casa de muñecas .
Sus ojos se cerraron
por la espada ardiente de su propia miseria .
En el momento donde las rosas del jardìn
se secaron con la carta de despedida de emily .
Los ancianos ciegos
como el fantasma de la glorieta
acalla esas fiestas del viejo parròn .
Ellos escuchan esa voz de Emily
como el leve roce de la daga furiosa
y respiran el aroma de la sangre
que brota de las rosas muertas.
Son los rincones gèlidos
que observan el baile de sombras de Emily.
Los ancianos ciegos
con los pulmones llenos de tristeza
vieron como los niños
ya no juegan en el jardìn
por el ritual dominical de levantarse
y escuchar los ecos del predicador .
El brillo de las velas
de los rincones se apagan
sobre ese armario
donde las arañas tejen
el claroscuro
de la miseria de los ancianos ciegos .







El RINOCERONTE

Hace un milenio
que bajamos
al borde del barro ,
donde vimos a un enorme
rinoceronte prehistórico
enjaulado entre hojas quebradizas ,
con el cuerno al cielo
como el filo del cuchillo
que corta al mundo en dos mitades.
La humedad de su cuerpo ,
cayò como granizos
durante el temporal en el
campo asoleado de la ira.
Los pescadores observaban a la
Monumental bestia
Abrirse como redes en el infinito .
Donde los pequeños entes anidaban
en el interior de interminables líneas
del camino de la podredumbre ,
que surcan los ejércitos invisibles ,
y todo descendió entre el
campo ardiente de las descendencias .






EL AMOR EN LOS TIEMPOS DE LA DESESPERANZA

En el teatro de marionetas
El estruendo de Puccini
Retumba en tus oìdos .
Es la vorágine
que te ahoga entre edificios y jeringas
en los atardeceres ,
en las melodías del clarinete
junto al café evaporado .
Buscas la vida en el cajòn de fósforos
entre el baño y la cocina .
En la cantina de la esquina
El sonido de los látigos
Anunciaron la última travesura del
àngel descarriado .
Al sonido de Armstrong ,
que cae como la lluvia de los anuncios
en las calles húmedas ,
la fotografía
de fin de siglos
que estremece los amaneceres del mundo .

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