martes, 21 de septiembre de 2010

KOULSY LAMKO [1.204]


Koulsy Lamko Dadouar

Chad, 1959. Poeta, dramaturgo, novelista, guionista, actor, y gestor cultural. Estudios de Artes, y Lengua y Literatura Francesa. Ganador de diversos premios por sus dramas y narrativa breve. Sus obran han sido montadas por compañías de Teatro en África, Europa y Canadá. Promotor del Teatro de la Comunidad en Burkina Faso, fundador y director del Centro para las Artes y el Teatro en la Universidad Nacional de Ruanda. Publicaciones: Le camp tend la sebile, 1993; N’do kela ou l’ initiation avortée, 1993; Tout bas…Si bas, 1995; Comme des fleches, 1996; Le mot dans la rosée in Brèves d’ailleurs, 1997; La tête sous l’aiselle, 1997; Regards dans une larme, 1990; Le repos des masques, 1995; Sou sou sou gre gre, 1995; Exils, 1993; Aurore, 1997; La phalène des collines, 2000; Le Serpent à Plumes, 2002; y Au large de Karnac in Europe vue d’Afrique, 2004.


RECUERDOS DEL EXILIO 1

(Fragmento)

(madre mía)

1

Ella me sienta sobre sus rodillas descarnadas. Ritual secular acarreado de edad en edad por la embriaguez de los reencuentros. Sentar al hombre, ¿qué digo yo? Sentar al niño que él fue. ¡Estallar el orgullo y aplastar el peso de mis treinta años! Yo acepto el recogimiento y me asiento sobre sus rodillas, titirité antes de emoción y de reumatismo. La carne flácida de sus muslos de quincuagenaria poco a poco se anima, se sacude de felices espasmos.

Ella me aprieta contra ella entre sus brazos: un abrazo de puro amor, de indecible gozo.

Ella es mi madre. Ella lo era ya esa noche de siembra cuando el grano de mi padre se cayó entre su maleza de algas fértiles. Esa fue la noche de sus primeros amores.


2

Ella era todavía mi madre; el alba donde la fibra del tallo del mijo como una cuchilla de guillotina tronó mi ombligo del globo placentario. Escisión. Divorcio de un cuerpo doble no hace tanto fusionado por el irrazonable destino. ¡Oh inexpresable voluptuosidad! : el sentimiento de un último darse a sí mismo que sólo conoce la mujer y que jamás el hombre sospechara.

Ella ha sido siempre mi madre desde los quince años; la pesada puerta se cerró atrás de mí abriéndose esta al delirio y la aventura. Ya hace quince años; yo tenía en las piernas el candor y la puerilidad de la edad donde la elección que se cree ejercer tiene un acre perfume de revuelta; un gusto amargo de romper pero también un tinte púrpura de la libertad.


3

Madre, la mía, ella se queda cada instante en la paciente y dolorosa espera del día de mi regreso; espera mezclada de pedazos de esperanza y de desilusión, de danzas en el claro de lunas abortadas, de guisados suculentos cocinados en los secretos de las ollas, de innombrables idas y venidas sobre la senda de “kapokiers” al acecho de mi endeble, indolente y enfermiza silueta de niño rápidamente destetado; silueta apareciendo en la bruma de un espejismo, el retorno de un camino.


4

Ella es mi madre. Yo soy su hijo. Ella llora silenciosamente. El sobrecogimiento licuifica los párpados en gotas densas y saladas que caen como una tormenta de octubre. Sus lágrimas lavan mi rostro de renegado, lavan la peste de la errancia y las estrías del exilio.

Yo apoyo mi pesada cabeza contra la saliente de sus costillas. Ellas se despliegan y se vacían como un fuelle de herrero. Y mi cabeza enloquece la música de su corazón. Yo siento bajo mi mejilla sus senos de repente rebosantes de leche.

Ella renace, la fuente a la que ocho bocas golosamente tomaron y a plena garganta la leche tibia y vivificante. Todo su cuerpo se infla como un arroyo seco que bruscamente se deja inundar, poseer, invadir por la crudeza de un generoso invierno. Estas rodillas jadeantes de emoción, este aprieto casi incestuoso, estas lágrimas brotantes, este riachuelo de leche que corren la red de viejas venillas y se expande por el delta de la teta... el rumor sordo y confuso de mis primeros recuerdos me avasalla, me asordo ¡Sublime instante de éxtasis donde el tiempo y el pensamiento se eclipsan bajo su manto de eterna tiranía!


5

¿Qué cantar otro si no el patético paisaje donde la infancia de poeta ha cogido las primicias del néctar de las flores bajo sus estambres?
La madre renace. El poeta también renace a su infancia... a la tierra donde su grano sembrado vaticino ya anunciando la germinación.
En estos lugares la tierra se llama BAGOUA.

Bagoua de colinas denegadas; Bagoua de ríos filtrándose entre las rocas
a las faldas del musgo verde...


¡LIBERTAD!

Una mañana se nos anunció
Entre dos ráfagas, dos metrallas
Tu casta, tu nacimiento milagroso
Jamás habías sido concebida
¡Mas no quedó por eso!

Esa mañana se nos dijo Libertad
Que eras en fin parte del jaque
Donde todos los peones son pintados de bermejo
Y degradados escarlata, violeta, negro sangre coagulada
En fin parte del juego de cartas
Donde reyes reinas y lacayos
Nadan en una piscina
En que flotan cabezas, brazos, cerebelos
Testículos y pedazos de senos
En una sopa de cebolla
Sagradamente condimentada con especias
De la Fábrica “dios es glorioso”

El almuédano gritó sus borborigmos
La campana agitó frenéticamente su glande

Esa mañana se nos dijo Libertad
Que no eras ni oro ni plata ni petróleo ni uranio ni cacería de hombres ni laberinto de prisiones subterráneas donde se emascula las vergas de los hombres con la espina de cactus donde se masturba a las mujeres con la ascua de cigarrillo donde se ata el dedo del pie al dedo de la mano en indescriptible postura de Kama-Sutra o de pescado ahumado.

Aquella mañana, se nos anunció
Que nos eras ofrecida
Como si fueras un platillo de saltamontes salados
Para embriagarnos en el Bar Charbon
Para acompañar nuestras cervezas espumosas

El almuédano había gritado sus borborigmos
La campana, su glande agitado frenéticamente

Aquella misma mañana




Y después forzosamente no estabas en la cita de los ingenuos
Ya que nunca habías sido
“lo que se ofrece o que no se ofrece”
Porque conquista de los pueblos siempre has sido
La iguana de cola azotadora
Y muy pretencioso el que cree haberte encerrado en su alforja
Para generoso ofrecerte a los demás hombres

Libertad!
Ya nadie sabe deletrear tu alfabeto
Ya nadie sabe donde comienzas tus primeros pasos
Ya nadie sabe más donde mueres

Y si podías sólo ser... ¡Libertad!


NDJAMÉNA

Esta puta ciudad
No sabe callar los retozos de los que follan
Esta ciudad de leprosos de dedos entumecidos
Esta ciudad de mentiras donde se matan a los conejos
Que atraviesan por el río un paquete de azúcar

Ciudad horno para cocer el cuero de hipopótamo
Cuando soplan los alisios del árido desierto
Marzo abril mayo junio
Se engancha por completo al ojo, a la jeta, a la nariz

Ciudad polvo
Calles tablero, adoquinadas de bolsas plásticas negras
Aquí delante del hotel de la ciudad
En las inmensas pilas de detritos de botes de basura
Se intercambian anillos de compromiso

Ciudad cenagal de temporada de lluvias, ciudad lacustre
Inundada con la mínima gota de lluvia
No se tiene pie más que en el agua
Casas de adobe y ocupantes
Y de llevar sobre el cráneo sus mocasines
Para la travesía de las calles-riachuelo
Y de afianzar su pantalón sobre los montículos
Antes de volverse a sumergir en el tumulto de Beguinage

Moscas verdes gordas, arácnidos
Coca-rahuachas tristes, en desorden
Preservación fauna; Naturaleza; Ecosistema

Bella reserva para rematar en la UNESCO
A manera de patrimonio de la humanidad
Aquí se sabe conservar la herencia neolítica
Toumai es muy nuestro

Siento los escarabajos peloteros harto alegres
En la fiesta nupcial en el hipódromo
Que regresan a su hoyo a horcajadas
Llevando, rodando vituallas en bolas redondas
Comida de anos defecando
Una gran algalia pesada negra
Enrollando en su viscosidad
La enorme pasta de mijo rojo
Aquí los jardines son escusados

Ciudad carnívora y sanguijuela
La adolescencia viaja hacia la disolución
Ratero, mejilla cuchillada
Se corta los nervios, la carne
Para hacer bandidos

Y los coyotes ingenuos sobre los botes de basura
Escarban pedazos de carne rebelde
Asida al hueso de pollo masticado
Los perros tienen tan débil el hocico
La más mínima tibia es tan pesada de llevar

Mientras se ahogan los hombres-mosca
Entre los vapores del alambique
La conciencia en la pasta de yuca
Alimenta con cianuro inyectado intravenoso
Que me digan que aquí se descansa
Y no puedo creer que en un destino suicida
¿De qué se descansa en tal desolación?
¿No podíamos continuar caminando?
Mejor algunos pasitos de más
Que haber nacido cansado, agotado y ajetreado
Para decir que aquí
¡Es Njaména! ¡La fatal última parada!

Traducciones de Araceli Zuleta Zarco



A Laokein B.

(amigo y jefe de la resistencia asesinado por los soldados del gobierno de Tchad)

Todas las noches cuando la tempestad derriba casas de adobe y chocillas
Todas las noches cálidas donde los hombres están a merced de los mosquitos
Todas las noches silenciosas que resaltarán el gugú del búho
Todas las noches cuando el renadío en tierra hará brotar su cotiledón

¡Serás estremecimiento!

Mucho tiempo te acosarán las noches agitadas de
Esos comerciantes de almas
Esos comerciantes de armas
Esos comerciantes de lágrimas
Traidores ralea de perras sarnosas
Aquellos que te vendieron
Por una brocheta de cordero sobre la parrilla
Por un trago de cerveza caliente amarga
Todas las noches de tempestad, llevarán las barrigas llenas de vergüenza
Todas las noches cálidas, tendrán los hígados llenos de pus
Todas las noches silenciosas, los gorgojos les perforarán el estómago
Todas las noches de renadío, tendrán el bazo enorme empapado, reventado, ahogado

Felones, camaleones de ojos viscosos, hienas con la cola entre las patas
Gordos serán gordos y grasos de la grasa ganada de sus comilonas
Y después un día la pierna pesada por la gota
Nunca más los llevará

Sé que eres abono al pie del hibisco
Tejes en la rueca la aurora boreal
Para las nupcias de la estrella de la mañana
Cuando el dedo del pie del campesino no tropezará más con la cepa de néré
Cuando el pie del pastor no albergará más la espina de la saponaria
Cuando el diente-sable del hipopótamo no henderá más al piragüero


Se llama miseria

Nos hace codiciar los fríos territorios de los otros
Los espacios bulliciosos de cometas
Donde se confunde la gimnasia con la magnesia
Nos empuja hacia el esófago erizado de humillación

Nos empuja hacia las cloacas pútridas
Excrescencia en los costados de nuestros nidos de tierra
Nidos de gusanos, de anofeles, de pestes y cólera

Nos empuja, nos golpea como reserva
A lo largo de las olas ninfómanas, golpea para tirar
Por la borda cuando puntea el hocico mal pelado
Del pescado en tarros de los jardines abismales

Nos empuja como quiste o edema
En el útero demasiado estrecho de una bruja desdentada
Estéril, y que la ignorancia lapida con ladrillos rojos
Bajo la mirada unas veces plácida otras divertida del gendarme

Nos empuja hacia las heridas costras apestosas
Aglutinadas como ventosas en la nariz asmática del lactante
Se le pega en el rabillo del ojo como mosca de vaca tiñosa
Y esmerila kwashiorkor hinchando los vientres de arácnidos

Nos empuja hacia los prados de genuflexiones donde pacemos
Los templos de huída y de violencia, las ventas de sueños en las subastas
Los paraísos encielados prometidos para la felicidad cuando no estemos más en la tierra
La necedad que estalla la intolerancia culta del yo tengo razón

Nos empuja por doquier, nos pincha, espina al cuerpo
Nos atiborra de su lodo salobre brebaje
Nos querellamos, nos golpeamos, nos entre matamos, todo lo que sabemos hacer
Hermoso pasatiempo para la bella luna de vida, en virtuoso o artesano

Y la miseria, ella, nos empuja como planta rampante
Como la striga

Traducciones de Araceli Zuleta Zarco




1

Mi sombra-tonta me sigue, me trastabilla el paso. Salto, salta; me pongo a croar, croa
Me sigue. Se empeña en seguirme. Testaruda. Me acompaña desde mi croar de rana, desde que aprendí a saltar. Sombra-tonta, espesor de mí mismo y revela el sol que ineluctablemente nos dobla.
Me pongo a croar. Sombra-tonta, desmedida: se me pega al trasero. Marcha más rápidamente que yo mismo, salta más alto que yo mismo, se pone en cuclillas, elegantemente, más que yo mismo. ¡Sombra-tonta que habla! 
Cuando murmuro, ella murmura, grita sus palabras y cuando yo hablo de modo audible, ella me grita al tímpano. Me contradice. Ella propone universos sonoros de su elección. ¡Insinúa propuestas tendenciosas!
El sol huyó de allí desde que cayó la nube negra. Halos pálidos de farolas que se derrumban vertiginosos sobre el cráneo. Para infiltrarse intermitentemente. 
Mi sombra-tonta me adelanta cuando la farola se aleja.
Claro-oscuro. El halo de luz desaparece a merced de los vuelos de los buitres. ¡Carroña!


2

Y esta sombra-tonta que no veo más a mi lado; ¡pero que se afana por contarme a mí mismo! ¡Insistente, tiñosa, y que me canturrea al tímpano, y que me ensordece a veces! Ella se impone a mi conciencia, rectifica todo lo que pienso, se subleva contra mi lógica, impone la suya, despótica, tiránica. Ella me grita:
“Soy tu sombra tonta. Yo soy tu mismo. Si tú me matas, te matarás tú mismo… ¡Me has matado!"


3

Me pongo a croar.
¡Ofrendas a la tierra madre! Libación. Agua. Sol.
La temporada había sido excelente, los graneros rebosaban mijo, frijoles, cacahuates, sésamo.
¡Tierra, madre de todos! 
Esa tarde, la luna se había divertido en ponerse una diadema, una corona soberbia y láctea engarzada con estrellas luminosas que se precipitaban por todos lados en un correteo despeinado. 
¡Me pongo a croar!

Ofrendas a la tierra que se dejó alegremente embarazar y que generosamente porta los frutos de sus múltiples amores.
Es una tierra sin petróleo

No había gemido, la tierra, durante toda la temporada, no había conocido los dolores del parto que a veces la indomable sequía introduce en el ciclo de la gestación.
Es una tierra sin coltan, sin oro
Ella no había sufrido abortos y por eso había portado las semillas a la maduración, hacia el hogar blando donde estuvieron fuertemente enganchados los ovarios a las trompas.
Es una tierra sin uranio, sin plata, sin diamantes
Ella no había sido inundada por un río de sangre roja y fluyente de gruesas olas hacia la delta de la nada, un río de cuerpos de goma-inflados ahogados flotando sobre los mantos de la crueldad
Es una tierra sin acero, aluminio, cobalto, hierro, manganeso, mercurio, níquel, platino, tungsteno, plomo, plutonio, radio, vanadio

Entonces las espigas fueron pesadas de romperse, pesadas de cosecharse, pesadas de transportarse en los cuévanos sobre la cabeza y el cuello hundido hasta los hombros. ¡No hacía falta sino que el pueblo de la tierra agradeciera a las fuerzas que agitan la vida! Y los hombres, y las mujeres danzaron.


4

¡Danza! ¡Eh! Sí, porque bailar es una plegaria. Que un cuerpo se mueva así en un ritmo, solicitado por la música y los cantos del ambiente, que un pie se ponga a martillar el suelo, a levantar polvo y se deje atravesar por este trance… que un individuo se licuifique en un cuerpo desarticulado con el movimiento de las mejillas que se contraen, se relajan, ojos que se abren se cierran tal el relámpago, del vientre que se contrae, se distiende ondulando sus músculos, del pecho que sacude los hombros, agita los brazos y bate las alas… de retozo en retozo, de acecho en acecho, astucias de estremecimientos felinos… luego el goteo del sudor salado sobre el torso desnudo o empapado que moldea la película fina de tela de algodón sobre los senos…esa libertad que atraviesa el pensamiento se lo lleva consigo y deja el cuerpo en ebullición…
Sólo los dioses y las diosas saben bailar
Necesito una tierra de paz… de paz , de paz, de paz.
¡La tierra de los dioses está muerta!


5

Salto croando e hincho mi piel rugosa recorrida de veneno mortal 
si los muros del “Castillo de Varans” pudieran hablar, dirían de la esclerosis múltiple, la muerte cuajada en los intersticios de las paredes de ladrillos mal cocidos y  hormigón, gritarían el dolor de los andamiajes-árboles metálicos enmohecidos en el pasillo de un jardín de pesadillas donde crecen los bultos de patatas en las lianas invasivas; apestarían el hedor repugnante de los perros cíclopes tísicos y sarnosos que encontraron allí en el palacio conquistado sobre los campos de perfidia, el reino del caos. 
Si los muros del “Castillo de Varans” pudieran hablar,
gemirían, contando la tierra cuajada en estatua de sal, cuajada en granito rosa en los cofres de feldespato de mica y de gneis, publicarían la esclerosis en las articulaciones de los gandules desgraciados y pobres diablos con el cabello prematuramente encanecido, la hipertensión correría por las venas embrutecidas de las inquietudes, farándula de enfermedades cortas: diabetes, sida, Ébola, zika… los corazones gruesos de decepciones y de delirios abortados, los hígados despedazados en la absorción de las aguas de letrinas infiltradas, aguas manchadas por el fracking, el ahogamiento de los hombres-moscas en los vapores fermentados en el alambique; la conciencia en pasta de mandioca alimentada por cianuro intravenoso;


6

Si las paredes del “Castillo de Varans”  pudieran hablar,
 gritarían el desamparo de cien mil adolescentes suicidados en la hoja de cáñamo; el desamparo de cien mil niños " los llamamos los colombianos "; vivienda-basura ocupada ilegalmente en que se amontonan arroyos de pollos pinchados y heces de cervecería; vivienda-basura ocupada ilegalmente con pedazos de chicouang seco bañado de residuos; vivienda-basura ocupada ilegalmente ocupada por noches blancas tiritando en el ángulo muerto del suelo frío de las tiendas; vivienda-basura ocupada ilegalmente por el polvo de las fábricas abandonadas, de las tiendas des- laminadas bostezando  al viento, gritarían la adolescencia que viaja bad trip con el  pegamento solvente, hurgando en el bolsillo de los demás, andando a navajazos, se rasga los nervios, la carne… viviendo en bandas-desperradas compartiendo con los coyotes de enfrente la tira de carne rebelde colgada en el hueso del pollo masticado; son todos perros, niños y perros … si, debilidades de boca en el mundo de los perros. ¡Perreros! ¡Perrerías!


7

Si las paredes del “Castillo de Varans” pudieran graznar,
contarían el tiempo de los niños vaqueros, esclavos de vacas, que dicen en coro el blues desmontado la llanta: " ¡Deshonrado sea quien me esclaviza! Maldito sea y mi dolor en esta tierra donde el genitor de las vidas ofrece en esclavitud sus entrañas a los rapaces por una becerra sarnosa; maldita sea la tierra y - a mí esto me desgarra- donde los vientres vergonzosos quemaron el oprobio hasta las cenizas de sal gema. En el pasado, la angustia de dar a luz era un orgullo. 
Mi padre, mi madre me han vendido como boyero sin trompetas sin tambores; todavía en mi tobillo ensangrentado el anillo pesado de esclavo cautivo de vacas; la tierra se hizo pueblo de nuevos esclavos, pueblo de zombis; el granizo se derrumbó, rabioso, luego un viento de amoniaco sopla, leones trasijados yacen en tarumbas; zombis que mutan en metempsicosis, leones se dan por el culo sin esperma en los canales del glande; la tierra de los hombres está muerta; qué la tierra maldita se abra y me trague para siempre y qué jamás yo renazca nunca más, ni siquiera en estrella. No I don’t!
 Si todos estos muros pudieran llorar, derramarían torrentes furiosos de lágrimas de cólera y sollozarían: dolores de parto; daño a mi país de placenta donde mi pueblo valiente pueblo reducido a la mendicidad melindrosa y torsiones hilarantes de densas habladurías estériles; mal en mi país del sueño aplastado por las diosas llamadas geoestrategias, los lobbies petroleros, las redes militaristas, nostalgias de colonos, esbirros asesinos de llanas devociones, los falsificadores del desarrollo, los fundamentalistas iluminados cooptados, y la lista es infinita; mal en mi país desierto sabana y bosque dónde mi pueblo valiente pueblo pace heces de desesperación como un montón de orugas, torciéndose en contorsiones en una calabaza pirograbada llena de cenizas ardientes. Taparse la oreja, es indecencia; ser ciego es una vergüenza; callarse un crimen.


8

Si los muros del “Castillo de Varans” pudieran hablar, croarían con gravedad y se dejarían pintar un mural  en el llano de su espalda con estos colores de revolución roja de mendigo: ojos saliendo de sus órbitas cavernosas, aliento sulfuroso en huevo macerado, basura de palabras gritadas-mojadas en la baba espesa, rabia - basta - mierda – mierda… muchedumbre negra comprimida - apretada, oscurecida, bramando de esperanza; codos escamosos contra los pechos libres, arroyo que chorrea sudor de las axilas, los esqueletos desgarbados,  pies sobre pies que chapotean en la sangre de gruesos hervores; vejigas rojas estalladas por los cañones de los carroñeros; muchedumbre gris que no vacila más en los albores del día naciente; puño en alto apretado-cerrado; dedos desnudos para la alianza de bodas eternas selladas para el grito…
BASTA
 y el copular histérico con los florilegios de fraternidad autentica… de la Libertad…

México, abril 2016


http://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Festival/26/News/Lamko.html






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