jueves, 10 de febrero de 2011

2993.- RICARDO FERNÁNDEZ MOYANO


Ricardo Fernández Moyano (Minaya (Albacete) 1954). Ha publicado los libros de poesía Tras la Huella del Tiempo, Diputación de Albacete 1996, Transparencias, Devenir Madrid 2002, Paseo por el Parque (VV. AA.) libro de haikus, El Taller del Poeta Pontevedra 2006, La Voz en la Memoria, Bubok Madrid 2009 y Poetas suicidas: sensibilidad o supervivencia (ensayo), Olifante, Tarazona (Zaragoza) 2009.
Ha publicado sus poemas en las revistas Turia, Barcarola, Cuadernos del matemático, El perro blanco, La siesta del Lobo, Almiar, entre otras.
Incluido en las antologías de haiku Alfileres Ayuntamiento de Lucena 2004, Poetas de corazón japonés, Celya 2005 y Brisa del mar Albacete 2007 (haiku). Guía de Poetas de Albacete Que vayan ellos 2009 y Poesía en la margen (antólogo) Certeza 2009.
Ha publicado el libro de relatos El Círculo de los Nombres Acumán, Toledo 2007. Enero 1ª edición, abril 2ª edición.
Incluido en el libro La luz escondida (Una poética de los ángeles) de José Antonio Conde y Raúl Herrero. Libros del innombrable. Zaragoza 2010. Antología de poetas españoles desde 1919.



SER POETA

Ser poeta no es un título,
es una pasión incontrolada
que se extiende más allá
de la frontera de los sueños.
Un ansia de vida evocadora,
un pálpito, un enigma,
la búsqueda eterna de la luz
en un mundo de sombras.









TARDE DE ABRIL

Cuando camino en ti,
en tu serena e inquietante belleza,
se agitan violentas emociones
y tu mirada se vuelve salvaje.
El amor hace hermosa la vida,
evoca luminosidad y ternura
en el hueco perdido de la tarde,
una tarde irrepetible y febril
en la que ardieron nuestros cuerpos
bajo el palio sagrado de las sábanas.







EL DESVÁN DE LA MEMORIA

Buscas en el desván de la memoria
las luciérnagas de ojos tristes
que solían acompañar tus noches
y te hacían resucitar en soledad.
Llevas la mano a tus sienes
en un gesto aprendido, mecánico,
vuelves a sentirte ese extraño
que se ahoga en el lecho de una lágrima.
El ocaso se apodera de tu mente,
ya no eres aquel náufrago
que frotaba con ardor la lámpara
en un delirio arrebatado y efímero.
Aunque tu vida no es serena
te dejas arrastrar por un momento
al territorio de la pérdida
en un impulso por sobrevivir.








A HILARIO CAMACHO, IN MEMORIAM

En el cálido silencio de la noche
se oye una voz que grita: ¡Taxi!
para huir del país melancolía,
de las horas tristes y los días negros.
Juglar de tiempos oscuros,
arquitecto y diseñador de sueños
infatigable cazador de nubes,
poeta del desencuentro y la nostalgia.
Con tu guitarra al hombro
recorriste ignotos caminos
sin más equipaje que tu vida
y una mochila de notas a tu espalda.
Hoy la ausencia llenamos con tu canto,
sin Tristeza de amor y Sin decir adiós,
y mientras suena Una mirada diferente
rescatamos del olvido tu memoria.

(*) Del libro inédito Rituales de identidad
de próxima aparición








CARTA DE AMOR

Enredado a ti,
a tu serena belleza inexpugnable,
elevado a las abismales cumbres
de tus ojos
de tu risa me alimento.
No hay otra luz en mis tímpanos
dormidos,
ni otra voz sacia mis huesos.
Tiembla tu niña en mis venas
y la temprana sed de tu recuerdo
enciende las cenizas insaciables
de mi sangre y tus besos.
Me duermo en el hueco de tu sonrisa
y abrazado a tu nombre vivo enredado a ti.


De “TRAS LA HUELLA DEL TIEMPO” publicado
por la Diputación Provincial de Albacete en 1996









FUEGO DE AMOR

Me miraste intensamente
como la luna mira al mar,
tus ojos me hablaron de la noche
de las horas fugaces y de las rosas.
Acariciaste mi alma de fuego
con suaves dedos de espuma,
el silencio se hizo eterno
y la noche ocultó tu sonrisa,
mientras en el labio ardiente
morían deseos inconfesables
y lejanos.


De “TRANSPARENCIAS” publicado por la Editorial
DEVENIR de Madrid en 2002







Por qué tengo que ser
siempre yo, cegado de amor,
quien llame a tu puerta
con el sigilo del deseo.
Por qué tengo que ser
siempre yo quien se deslice incansable,
hasta esponjar tu corazón de hiedra.
Así quedo a la espera
de que seas quien
llame de nuevo a mi puerta.
Puede que en soledad
haya muerto en la sombra,
ahogado en un mar de quimeras.


Del libro "LUZ EN LA CENIZA”





He aprendido en tus brazos que la vida
no es tropezar mil veces en una piedra,
caer, levantarse una y otra vez cada día
en el espejo silencioso de tus ojos,
dejarme mecer por el mar cada noche
y dormir al arrullo de tus sueños.

Levanté la cabeza para mirar al sol
elevarse sobre el negro horizonte,
descubrí tu mirada frente a la mía
como único y ensoñador paisaje
y mis ojos se quemaron de pasión
ante el fuego inmortal de tus pupilas.


Del Libro “ESTRATEGIAS DE SUPERVIVENCIA”










TU LUZ (*)

Mancha la luz tu luz.
Ángel Guinda


Tu cuerpo es una isla,
muralla de escala insalvable,
fosa de inquietante ternura
donde anida la magia de la luz.
Tus ojos las ventanas de lo cierto,
tus brazos remos para mis zozobras,
tu boca nido de mi aliento
y tu voz guía de mis pasos.

No hay más luz que tu luz.



(*) Poema premiado en la X Muestra
de Poesía Picarral de Zaragoza.

Del libro “ESTRATEGIAS DE SUPERVIVENCIA”






EN CALMA

I

Hace tanto que no ha llorado
que olvidó el frescor de la lágrima,
el húmedo tacto en su piel,
la suave caricia de la gota
mejilla abajo deslizándose.

La vida secó su inagotable fuente
donde manaba la ternura,
el sopor se hizo insoportable
y la noche se apoderó de su luz
deshaciendo preciados deseos.



II

Existe un lugar en mitad de la tormenta
donde siempre puedes encontrar la calma,
una brizna de cálida ternura
en el rincón oscuro de la nieve.

Un lugar olvidado en el vientre
del huracán feroz de la rutina
donde evocar un destello de paz
extasiado ante el mar y su belleza








11 DE SEPTIEMBRE DEL 73

Veintiocho años después del gran crimen,
un crimen más atroz y sangriento,
pájaros de gris acero golpearon
con fuego al ídolo de pies de barro,
la ciudad se estremeció incrédula,
un alud de pétreas y sombrías miradas
inundó el aire con el pavor de la ausencia
y una luz vaporosa color miel y ceniza
atravesó la dura mortaja del silencio.
Yo lloré aquella tarde de septiembre
en la que Allende murió por Chile
y todas las libertades sucumbieron.
Hoy sólo quedan gritos amargos
donde ayer dominara la prepotencia
y la certeza de que no hay castillo
inexpugnable ni insondable ciénaga.

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