miércoles, 17 de noviembre de 2010

1968.- JUAN CARLOS ELIJAS


JUAN CARLOS ELIJAS, nació en Tarraco (España) en 1966. Vida escasamente emocionante. Nació a doscientos metros de donde trabaja y si cruza la calle descubre a diario su plaza, su sala de teatro, su bar, sus ruinas y su casa de comidas. A veces viaja y, cuando El Poema decide, escribe versos e inventa formas en ocasiones esperpentaculares para declamarlos. Es más de mar que de montaña y, con la edad que tiene, no promete nada.
LIBROS PUBLICADOS:
Vers.o.s. atávicos (Tarragona, Cuadernos de la Perra Gorda, 1998), La tribu brama libre (Tarragona, Cuadernos de la Perra Gorda, 2003), Versus inclusive (Tarragona, Zarppa’s Entertainment, 2004), Camino de Extremadura (Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2005), Talkin’ heads (Varese, Italia, La torre degli arabeschi, 2006) -edición de arte-, Al alimón –con Manuel Camacho- (Puebla, México, Ala Impar/UAP, 2006), Talking Heads (Tarragona, Silva Editorial, 2007), Delfos, me has vencido (Barcelona, El Bardo, 2009), Cuaderno de Pompeya (Zaragoza, PUZ, 2009).


http://elpayaso-talkingheads.blogspot.com/






Poemas

De Cuaderno de Pompeya (2009)

LA DIRECCIÓN DEL INCENDIO


¿Creéis acaso que quien hoy llama a la puerta
no es el náufrago que fuisteis, el arquitecto
de lo que sois ahora?
¿Acaso no reconocéis vuestro propio aliento
ante el umbral o ante el azogue sin aristas,
ante los riscos de un corazón de grito interminable,
ante los perfiles de un aire impuro o tornadizo?
¿Creéis acaso que ese rostro que os mira del ayer
tiene otro nombre que no sea el vuestro,
el que asumisteis como un caracol o una hiedra,
como un pórtico que indicara la dirección del incendio?









De Delfos, me has vencido (2009)

POESÍA REQUEMADA

Hasta el fondo de tu cántaro, hasta el fondo, erógeno, del Gran Cántaro de barro de las escolopendras.

Afrodita, la espuma del esperma contra la hoz mientras dormía, la que vino del mar para mis aguas interiores en una concha, en un telar de símbolos lingüísticos donde escribió su nombre, su tiempo genital y su mañana.

Poesía requemada, en Hefesto, en la fragua de los cuerpos indolentes que siempre acaban derramados en ósculos prohibidos, exhaustos como el emisario de Maratón.

Afrodita, la que mira con las saetas del deseo y los labios preparados, la que asume la noche como una negra sábana de tauromaquia y músculo.

Acaricio con el dorso de mis manos tu blanca cara mientras una música de liras y vihuelas conduce los dedos hacia el cuello. Yo jamás toqué el arpa.

Separo las sedas de los pechos y olvido mi nombre ante tu boca, dominas el cielo de beso en beso, caigo con la rodilla en el légamo de tu mirada.

Y ése es el poema, tizón o ceniza, el abismo de la rosa de nadie, el canto apalabrado que regresa desde el amor, el que tiene como forma última el polvo, las palabras que lamen la desintegración, el brusco alud de los verbos ya descompuestos, final o silencio, grano de voz, beso próximo al Gran Cántaro, a las escolopendras que apuran el bálano desfallecido, la destrucción efímera, la saliva urgente de su abundante nada.






De Camino de Extremadura (2005)


8

La fábula se encarga ya de las imágenes.
Porque venimos de esa raza de pastores de majada y hierbabuena, porque venimos de una estirpe de campesinos, de enterradores con un farol de frío en las carretas y una barca y una súplica, siempre suplicando, siempre dando gracias.
Por eso vinimos aquí, desde Berlín, del adoquín a la losa, del muro al tajo, a la arquería mudéjar, al adobe o al acueducto romano.
Porque ardió nuestra casa, la quemamos para no volver jamás, para podar la nostalgia al primer brote y desafiar así a la melancolía.
Y vinimos aquí a comprobar si nuestra infancia tenía un rostro conocido o si todo estaba en su sitio, tal y como lo dejamos en el último verano azul de las leyendas.
Ya han muerto casi todos. Algún tío lejano que vigila. Fue prenderle fuego y marchar. Fue oler esta tierra y supimos tanto sobre nosotros, que nunca nombraremos el gozo, por no ofrecer a los fantasmas del todo la nuca, ni la respuesta, ni la pregunta, ni la nobleza.
¿Qué será de esta tierra, pensamos, sin nosotros, sin esa voz de hierro? ¿Tan sólo la fatiga que provoca el ascenso, la coz de vientre contra vientre y marea?
He aquí la mansedumbre en torno a una presencia fugaz tras los montes, los bueyes del llamazar en su círculo como el guante de la edad en nuestro rostro, el duelo eterno de la nieve y su memoria, el desafío de la Historia y el Poema, etcétera, etcétera y etcétera.







DE Vers.o.s. andróginos

DE LUNA Y PLATA

En esta casa se moría a oscuras.
Todas las noches se escapaba un niño
por salir al mar con los pescadores.
Tres kilómetros marcaron mi infancia.
Con el sudor del riesgo en todo el cuerpo,
de vuelta abría, muy de madrugada,
la puerta entornada tras la aventura.
Respiraba hondamente si ella,
mamá, aún no había regresado.
Mi hermana dormía un frío de velas.
En esta casa murió tanta gente
mucho antes de que nosotros viviéramos...
Mamá, el hombre tardío de tu vida
se ha criado en la mar
y su olor escucha
dormir en tu frente de luna y plata.





TUS AMORES

Hoy no puedes demostrar que me quieres
pues toda mirada es dardo directo,
bala convulsa contra quien decida
dar un paso adelante en favor mío.
Hoy, según la paliza, como siempre,
el hermano Cecilio, ya mayor,
acariciará mi rostro y mi mano
los testigos buscará del cariño.
Mañana seguirá ignorando en clase
los insultos, marica, en voz muy baja,
que bien pronunciaréis cuando yo salga
con un dolor de tiza a la pizarra.
Él me requiere en sus habitaciones
y vosotros en sórdidos retretes;
menearéis la insaciable conciencia,
vuestras manos limpiaréis en mi cara.
Hoy no puedes demostrar que me quieres,
decir no debes cuáles tus amores.






MODELO

Social life, Iggy
Porque también fue cárcel del cuerpo cada copa,
siempre tan a deshora, siempre yendo más lejos.
Esas cosas suceden a veces en la vida
—a veces se enmascaran, a veces no hay complejos—.
El adiós fue la página primera de esta historia
de barra de bar, típica,
el índice futuro
de un tacto terso y dócil en costuras ungidas
por yemas deseadas del brote más maduro.
Pero el amor fue sólo un tercer grado,
una fase tercera del abismo.
Tener ese misterio y no tenerlo,
lograr que el tiempo nunca sea el mismo.
Cuanta dulzura ayer acumulamos
entre las cuatro paredes del ático,
es hoy mensaje en locutorio umbrío,
correo sin sello de invierno a invierno.
Siempre se nos presenta una nueva ocasión
para descubrir de lo que somos capaces.






DE Invitación al suero


I

MI CORAZÓN ES UN PANTANO
que sepulta con sus culebras
las ruinas de un poblado y sus leyendas.
Alguien ha reventado los candados
de este tiempo amarillo,
de esta distancia sumergida
bajo el peso de la luz.
Toda la noche del encinar en tus espaldas
bajo surcos arañadas, impacientes
de una estancia interior entre las aguas.
Mi corazón es la compuerta
de un caudal turbio y prisionero,
un órdago ahogado entre la ilusión
y el lento discurrir de mi cerebro.


II

MI CORAZÓN ES EL ÚLTIMO SIGNO
del día que se acaba.
Conjuntado de arterias y de arcillas
se pierde tras el monte
porque ya está repleto.
Ahora sí, después del lenguaje,
después de la visita
a los vírgenes páramos
de la imaginación.
Ahora un silencio en cada rincón,
en cada abeto,
en cada pizarra. Silencio
violado por un temblor
de moscas pertinaces machadianas.
Mi corazón guarda bajo sus aguas
una carretera antigua, establos
del deseo y de la melancolía,
una música de tamborilero
tañida con el pífano
que precipita su canción
hasta el barranco de la soledad.


III

MI CORAZÓN ES UNA NUBE TÓXICA
bajo las húmedas cuevas del suero.
Como si no hubiera bastado
el haber sido cómplices,
río arriba mil palacios deciden
la anestesia del vientre,
el eclipse fugaz del mediodía
y su corona de muerte pequeña
en un sueño vacío, sin saber lo que ocurre.


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