viernes, 3 de septiembre de 2010

850.- FABRICIO ESTRADA


Biografía de Fabricio Estrada, Nació en Sabanagrande, Francisco Morazán, Honduras en Octubre, 1974.
POEMARIOS PUBLICADOS:
Sextos de Lluvia, 1998
Poemas contra el miedo, 2001
Solares, 2004
Imposible un ángel [antología], 2005
PREMIOS:
I y II lugar de Juegos Florales San Marcos de Ocotepeque, rama de poesía. 1997-1999
II lugar Certamen de Poesía Joven Roberto Sosa, Conjuve 1995.
II lugar Certamen de Poesía Víctor Hugo, Alianza Francesa 2003.
ANTOLOGIAS:
Cien años de poesía política en Honduras, Roberto Sosa, 2003.
La Hora Siguiente, poesía emergente de Honduras, Salvador Madrid, 2005
Imposible un Angel, Il Miglior fabbro editores, 2005
Versofónica, Antología en Formato digital, producción de Il Miglior Fabbro editores y Sexta Vocal.
Muestra de poesía de Honduras, Revista Tinta Seca, México, Saul Ibargoyen.
Proyecto Papel de Oficio, Cuadernillos de Poesía Joven, Secretaría de Cultura – Paíspoesible, 2006
Las Rutas del Viento, antología luso-española, Antonio Colinas, Madrid, España, 2005




Canzone fellini

Ay de los hiperbóreos gatos
del ambarino Vístula,
ay, de los gatos del Shangri Lá
omniásticos y videntes.

Ay de los gatos de Karnak
guardianes e intérpretes,
sombras prudentes del ronroneo fúnebre.
Ay, de los gatos equilibristas
ahogados en el Yang Tsé
y aparecidos intactos en Nazca y Titicaca.
Ay de los gatos del jordán
que no ayudan al trasiego como los perros
y prefieren esperar en la otra orilla
con su garra hipócrita.

Ay del gato inmolado en todo barrio,
mártir de salem
y amuleto para impacientes.
Ay,
de los gatos todos,
escuadras sigilosas, falanges indomables,
herederos de un mundo
que se irá de cabeza, mientras ellos,
parcos y serenos, caerán siempre
de pie.







VASA, 1628

Pasé
catorce horas de vuelo para llegar a ella
y ella,
cuatro siglos bogando para atracar en mi asombro.
¡Ah, bestia boreal de lo imprevisto!
Me contaste de ballenas que pelearon
a canto vivo tus cuadernas,
de las salvas de silencio
con que espantaste sus ardores
y del día aquel
en que la última gaviota se prendió a tu mástil
y arranco las velas como un recuerdo.

¡Cuántos abedules para abrazar tu casco!
¡Cuánta premura para entrar en los sueños!

Báltica joya en la ostra de los inviernos,
limpia de hombres, vacía de voces y contraordenes
conservaste para mi
un corazón de laberintos y espejos,
el adios perdido de los reyes
y un mascarón de proa, vacío
para este amor de lejanías.

¡Ay, Alfonsina escandinava!
coral de museo,
momia marina que jamás
revelará mi pecho.








EN LAS GALERAS

Yo serví en las galeras contables,
amarrado a la silla
empuñaba el lápiz remando
en contra del cifrado mar de horas y cierres.

El sol teñía la mitad del rostro
mientras el ventilador henchía los papeles
con su soplo hastiado.
A la altura de los pájaros
que se estrellaban en los ventanales,
imaginaba que el edificio entero levaba anclas
y dejaba atrás
las nubes de un cielo petrificado.

¡Cuántos salarios pasaron
como esqueléticos peces multiplicados!
¡Cuántos memorandos silbando
como látigos en mis manos!

Yo serví en las galeras contables,
restándome, borrándome,
batiéndome manso en la espuma de las tardes.










HOMBRE SECULAR

Todo está en contra del hombre secular:
La marea que truena
en los silencios de la palabra,
la fruta ácida que se encuentra
en medio de la sed,
la órbita sorprendida por Newton y Copérnico
y que ahora, entre los simios,
es el dogma de las esferas;
la veloz ráfaga que viene de los calendarios
y el otoño de días y horas
donde gira el inconforme,
el universo fragmentado
ante la primera pregunta del niño
y ante el sueño precoz de los astrónomos.
Todo está en contra
del que va desnudo
con un arreglo floral para el forense,
las enormes vitrinas bajo las cuales
surge el amor de los ciegos,
los símbolos patrios, el candado de las fronteras,
el tañido escrupuloso de las campanas
que avisan el desastre,
la prudencia de los anarquistas,
la bala que se oxida
en la ruta sanguínea de lo tiempos;
la limpieza de la muerte,
la nostalgia inútil de los ebrios
recién casados,
el soltero que desgusta
los platos fríos de la soledad,
la polilla que engorda de luz
en las bombillas abandonadas,
los burdeles donde se ama con uñas y dientes
con un amor más tierno que el de los enamorados.
Las oficinas del tedio,
la oración cifrada
en la administración de Dios,
el goteo de santos y blasfemos,
los que esperan una llamada
o un signo de fe trás la orgía,
los que buscan empleo
para ser objetos de burla
o simple objetos de inventario.









POEMA EN ONDA CORTA

Con la radio venía la revolución.

Por las noches, cuando mi abuela dejaba
el responsorial y la estación católica
interrumpía su señal,
la radio quedaba a la deriva
en la curiosidad del niño:

¿Quiénes eran los santos furibundos
y quiénes los mansos pecadores?

"Condenamos
la grave orientación de la revolución vietnamita
y el leve alzamiento de la revolución filipina.
Condenamos
la lejanía que advertimos en la revolución sandinista
y el tímido apoyo de los afganos
a los tanques soviéticos.
Condenamos
el marasmo en que camina la revolución en Polinesia,
y la interpretación vaticana a la furia del italiano.
Condenamos
la pésima interpretación de los comandantes búlgaros
y la casa de caracol donde duermen
los comandantes albanos.
No hay duda que la doctrina jamás será superada,
así, que también condenamos
el enfriamiento de la pasión
en los camaradas moscovitas
y el calentamiento prematuro
de las Panteras Negras en Louisiana..."

Con la abuela, llegaba el fin de la revolución.
Siempre me atrapaba trasnochando,
cambiaba el dial y me reprendía.
Con tres padres nuestros olvidaba,
según ella,
el evangelio prohibido
que ya se filtraba en mis sueños.

Poema que la muerte espera
Nada es para siempre,
aceptémoslo,
Lo eterno se inventa
para no vernos acabados.

Nada dura más tiempo que una vida,
sólo las aves creen que el planeta es infinito,
sin imaginar que su vuelo
es inferior al de los astros
y que estos, a la vez,
un día se opacan
y surcan vacíos el silencio
como el corazón de un hombre
que ha dejado de amar.

Por ello, cuando sé
que el amor es el primero en morir,
no dejo de sentir una extraña alegría,
saco una silla al patio
y entre las flores,
dejo a los gatos atrapar
y matar mariposas
en su juego.










Brozas de luz

Ante mí, tu antes,
el profundo albor de un destello,
la ternura que oxida
y el tobogán blanco que arde en su desliz.

De tu pelo guardo la fosforescencia
el blando pálpito
de una anémona de cobre,
palabra que hilás en la rueca de tu boca,
palma real de tu sombra,
pájara enloquecida tu palabra,
resplandor perenne en la pantalla de la noche,
tierra veloz y oscura
que el amor hace como lo hace un ciego.

Desde vos me palpa un beso
un golpeteo rítmico que se hace boca en mi agua.
Desde vos fontana,
confusión del reflejo,
friolento abrigo en el yermo del Gobi.
Desde vos me palpa la lluvia
y me inunda,
humedece a la sombra,
me adormece dispersa en cascadas de luz









Címbrica

Crucé el Rubicón sin mojarme,
separé su lado oscuro
y medí exacto su porción de frío.

En lomas finas crecidas de niebla
cabalgaron mis ojos,
tu boca me llamó y entonces
abrí el espacio consecuente,
Vías Sacras, embalses transalpinos,
gargantas de luz gritándome el camino.
Sin mapa alguno diste conmigo,
llevaba apenas en mi alforja
la sonrisa nuestra del raro día,
un hexámetro mordido
y la clara sangre de Remo
para fundar
la ciudad negada a mi ombligo.

Así llegamos,
así te vi, cobriza cabellera al viento,
mármol y bosques en mareas,
murmurantes, mudos...
Yo hice una cama de mi escudo,
vos, una flecha azul de tus ojos.








Palabras del acusado de sedición, Teg. Ag. 2003

Ese día, el mundo iba contravía.
Enderezador de entuertos, supuse
un rocinante que cabalgara sobre los autos:
furia en ristre
practicaba el discurso y la traducción,
aprendí pues, el lenguaje extinto de los lencas
y con él me fui trovando
entre los vidrios rotos.

Reuní a varios para raspar las piedras
e hicimos fuego.
Supuse al papa resentido
y llevado en andas en la fuga,
supuse que estaba solo
y grité, grité buscándome en ecos.

Hebrón detonaba sus bombas, entonces,
en Lima reventaba la lluvia.

¡No sólo de piedras se alimenta el pobre!

Qué bellas mantas quemamos,
qué gran encierro de San Fermín.

¡Corríamos, corríamos!










Casa De Rubén

Se pueden cerrar conclusiones,
amanecer estirado o encorvado,
una de dos.
Se pude intentar un monólogo
frente a los objetos mudos.
Creer en nada.
Se puede madurar un verso
en diferentes tristezas,
madurarlo,
verlo caer como las viejas teorías.
Andar despacio a través del silencio ajeno,
sentarse,
entablar un duelo con el librero.

Se puede llorar como en los primeros años,
cuando te dejaban solo,
cuando moldeaban tus nervios
para lo que venía.
Se puede incluso agitar,
armar una revolución de hastío,
tomar una cuchara y observarla
como el gran descubrimiento del siglo…
Sí, se puede hacer de todo:
servirle de modelo a un pintor invisible,
hacerle una declaración de amor a los muebles,
buscar el corazón de la guitarra
que se abandonó hace mucho tiempo,
buscarle sus pulmones,
lo que piensa.
Se puede incluso existir,
nunca haber existido,
nunca haber tomado el lápiz,
una cerveza entre viejos conocidos,
la vida en serio,
la muerte en serio.









Cuando El Rojo Se Detiene

En esta esquina, el peón
y en esta otra, la torre.

Salto como un caballo al centro de la pista,
me niego al juego
a costa de volverme humano
y atropellable.
Con un pase de pecho,
Evito la corneada del último auto
y siguiendo el ritmo, giro
en un torbellino de risa
que apaga y destroza pancartas.

Una sonrisa en la nuca, me salva,
espanta puñales…

Semáforo en rojo y palpito,
detengo por breves segundos
la muerte en los cristales,
la próxima estocada del mundo
que resopla
y se me viene encima.









Del Buen Gusto Per Natura

Supongo (y esto se nota, es cierto),
que para ser feliz
hay que tener mal gusto,
cautivar al amor con lenguaje de plata
y canciones terribles
de lo eterno y sus fantasmas.
¡Imaginadlo!
Palidez en las tardes,
perfecta oscuridad en los trajes,
garbo, pues, luna de tocador,
cajita musical con la bailarina y todo.

Pero hay más
¡Oh Dioses de la impotencia!
Toda una vida
todas la flores confundidas en cifras,
lentes por ojos y amores por odios.

Hay que tener buen gusto, señores,
el porte de los búfalos
la precocidad en los gorriones.

¿Quién no ama el fuego de los tigres
aún sabiéndose pasto del engaño?

¡Animales!, señores,¡sin rencores ni temores!
Simples criaturas sonrientes,
presas de una estética más pura,
volátil, simiesca,
infelices pues,
displicentes.








El Hombre Infeliz

Resulta fácil reconocer
a un hombre infeliz.
Su pecho gira
como un cubo
de diversas dimensiones.
Ángulos y vértices
los caminos hacia su alma
tienen el margen abismal
de los abrazos posibles.

Su casa es grande
y de fórmulas y alambres cubierta.
Nada de ella con vida se escapa,
ni los ecos
ni la noche que dentro de ella
euclídica se fragua.
Es tan fácil golpear su mejilla,
una palabra de amor lo desbarata,
el paraíso se rompe
y caen pedazos
de sus guardias de bronce.

El hombre infeliz
engorda recuerdos
que saca a pasear por las tardes,
recuerdos rabiosos
que muerden el aire
y que se van abriendo paso
a dentelladas tristes
y a torpes gemidos vanos.

(De : Folleto publicado por Fundación
Poetas de El Salvador con motivo del
II Festival Internacional de Poesía
llevado a cabo en junio de 2003)










El Muro Frontal

I

Cierta suciedad en el ambiente.
La basura desordenada
entre las vísceras del aire.
Los amigos viéndome distinto,
muy cambiado;
verme una vez por cada uno que se casa
no es para menos…
Las distancias se alargan cuanto pueden,
como la edad y el olvido.

Pasan las circunstancias,
indicios de que tiempo atrás
anarquizamos la noche.
Pasan las actitudes,
lo alienante,
horas que fueron parte y hechos.
Ciertas imágenes como un sueño empañado
o como un recuerdo
que se resiste a concretar sus líneas.

II

El muro de la casa de enfrente
es el mismo que quisimos pintar
con graffitis de mujeres desnudas,
con nubes que desde aquí
nos parecieron siempre
las olas de las playas.
Tras los cerros conocimos
la imponente redundancia del adolescente,
imaginábamos,
el primer compromiso con el amor,
la última promesa de nunca separarnos
y el estruendoso silencio
con el que posiblemente dialogan
los seres submarinos.









Ocho A.m. de Fabricio Estrada

8:00 A.M.

Llego a la hora en punto.
De esta forma,
el tiempo adquiere matices históricos.
Marco tarjeta
y busco a tientas mi escritorio.
Ya no dirán nada,
he cumplido con llegar
y esto para ellos es suficiente.

Ahora me verán callar,
yendo del baño a la fuente de agua,
de la fuente de agua al baño
y no sabrán que transito siglos atrás,
por montañas del Ponto
y ríos de Mongolia,
acompañando a Julio César y exigiendo
un desfile con elefantes y timbales.
Luchas atrás,
con Gensis Khan
por una larga estepa y con un buen caballo;
con Ibn Batuta y Marco Polo,
junto a walkirias que me ungen
entre los muertos de Germania.

Y nadie sospechará,
me dejarán tranquilo
con mi rostro atento,
dirán que cumplo
y me pagarán por ello.





(Referencias: El Wrong Side de Daniel J. Montoly)

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