martes, 19 de octubre de 2010

ANA WAJSZCZUK [1.535]


ANA WAJSZCZUK

Ana Wajszczuk es una poetisa y periodista argentina, nacida en 1975. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, con especialidad en Periodismo. Es coeditora de la revista de poesía joven latinoamericana Los Amigos de lo Ajeno. Actualmente trabaja como periodista en diversos medios de Costa Rica y Argentina. Ha publicado en poesía Trópico Trip y participado en varias antologías, entre ellas Poesía en la Fisura, Buenos Aires no duerme y Poesía en el subte. En 2001 ganó el tercer premio del concurso Gines García de poesía organizado por la Subsecretaría de Cultura de La Plata, también quedó finalista en la VI edición del concurso de poesía Sor Juana Inés de la Cruz. En el año 2003 ganó el XXII Concurso de Poesía Ciudad de Badajoz, en España, con su poemario El libro de los polacos.


Una Varsovia de la mente


I

Como en Coney Island
nunca estuve y nunca estaré

la lejanía

Cuando imagino su nombre sólo veo el pavimento
la dureza del gris donde arrastraron sus pisadas mis abuelos
No sé una palabra del idioma
de zetas y eses

El lenguaje que la lengua no pronuncia
que pronuncia la lejanía
dice : Warszawa


II

El mapa partido, el territorio es lejanía
para siempre se aparta
de dueños eventuales
Para siempre en su pasado que se me cierra
para siempre Warszawa como el marco de la puerta
después del temblor

o es el temblor mismo
y tristísimo


III

El nacimiento se me partió en la lejanía de un territorio
Luego
un despliegue
de sus tácticas & estrategias
para sobrevivir
Luego

vinieron Siberia & las cáscaras de papa para el
hambre
& El Líbano & Irán
& Egipto & Palestina & Londres

último
el mapa partido & este país


IV

De Warszawa en mi rostro no queda rastro alguno
ni el nombre permanece
ni la lejanía siquiera

y sólo veo quedarse un semblante como un muro
un recuerdo que lo jaspea
los ojos aguados
de todo un lado de mi familia.

tejiendo flores en mi pelo de almendras
meciéndome en mis propios brazos
espero que algún pez dé su salto curvilíneo hacia mi falda
y me pregunte
los ojos tan abiertos
retorciéndose en el charquito de mis ropajes
si quiero irme como se va uno de paseo
no sé cómo irme ni cómo llegar –le diré
cada vez que intento cruzar un espejo
el mundo del otro lado me dice que es demasiado tarde




¡Pez, si yo hubiera llegado primero que Alicia!

bebí todas las botellas de colores esfumados
que encontré
recostada entre margaritas y agujas
vi a todos los días bajar
lo miré de tantas maneras distintas como pude
de frente de reojo fijo
con los ojos cerrados sin pestañear
conspiré con los ojales de su ropa
y con la hiedra que cubre el sopor del trópico
para saber dónde es que corren sus miradas
cuando los párpados se le encierran tras pequeños patios moros
en albercas inventadas

Yo no sé si existe el mundo acá afuera, pez
no sé dónde queda la línea ecuador
entre lo que voy a pedirle y lo que él va a darme
-y en el espejo no me dejan entrar
¡soy la medusa, la fulgurante, ábranme!
¿no escuchan que ya he leído todos los libros y estoy triste?
¿no ven que me canso de habitar en las excusas
y cuando me doy vuelta de súbito las palabras susurran otras cosas?
y si no las pronuncio me golpean
maúllan a la noche en el alféizar de mi ventana
pero si les abro es el peligro
parecen doblarse sobre mí como juncos, y amenazan

¿qué hago, pez, con las palabras o el ardor?
¿será verdad que alguien en algún lugar dio un paso?
¿será cierto que la palabra "encontrar" dice lo que dice?
Yo huelo a vainilla y a fiestas antiguas
tengo secretos hundidos en profundidades acuosas
y te lo daría todo
hasta mi destino avaro
si vinieras como el pez a buscarme.



1

No dejes que llueva dentro,
dijo al despedirse
le dijo a Dios, tal vez, esas palabras
porque mi madre no escuchó de ella ni una queja
ni un suspiro.
Ese día en Warszawa, octubre, 1939
el temporal bajaba por las calles,
sin detenerse
Y ella tenía su maleta lista,
su abrigo negro
y sabían que vendrían los soldados.
Pero no sabí lo de la lluvia,
para esas cosas no estaba preparada.


2

Eran cinco
Agnieszka Halina Olga Ewa Stefania
en esa foto
tomadas del brazo.
Domingo, seguro.
Día de cine
en la calle transversal.
Trece años, o catorce:
el cabello marcado con bigudíes,
el distintivo de las szkola
los vestidos almidonados
como todas las muchachas de Warszawa
antes del levantamiento y del servicio diario
de trenes a Dachau.
Antes de que
fusilaran a Agniezka contra la pared de su cuerto
y reclutaran a Olga para coser heridas en el Hospital Nacional
antes de Halina enferma de tifus
Ewa escondida con su tía en la granza de Zamosc
y Stefania en un convoy a Siberia
escondiendo la foto
en el bolsillo interior de su abrigo negro.


STEFANIA, 1943

Y en el Líbano era encierro
hasta las cinco de la tarde:
no podía salir a la calle
sin que el sol la abrasara
llegaban los extraños vientos
y el vendaval de polvo levantando murallas
en los ojos
y en la comida y en la garganta
el polvo
del color de esa gente morena
lastimaba su palidez
imposible escapar
de la respiración implacable del desierto
mejor cerrar los ojos
y los labios,
dejar pasar los vientos ardientes
como antes la nieve
barrida por el temporal de la estepa
pensó que era pecado
en el calor enloquecido
recordar el paisaje del hielo
y lloraba
porque toda la tierra
le era inhóspita.



STEFANÍA, 1999

Hablaba varios idiomas
polaco, español, lituano,
alemán, latín, inglés,
apenas pudimos decirnos algo
en todos estos años
hay una mesa entre nosotras
aquí sentamos todo lo que de ambas no sabemos
tengo un diccionario
hiszpansko-polski
una guía turística
de lugares que no sé pronunciar el nombre
ella está sentada
al borde de sus últimos silencios
y pienso en algo que pueda unirnos:
lo lejano que se siente
lo que no puede decirse, tal vez
o que a ninguna
nos hayan servido de nada las palabras
pero no encuentro nada para decirle
y ella guardó para sí lo impronunciable.
Ahora casi no habla
en ningún idioma
dice que todos los ha olvidado
dice que el dolor es en polaco
y todo lo demás sobrevivencias.



Poema de amor de la chica iguana y el peregrino

a javier, en love-trip

estamos en el trópico – green season
yo soy la chica iguana
amontono deseos en cualquier cueva
como animales abandonados después del verano

él es el peregrino y una vez me vino a buscar
dijo: sé para siempre tus secretos
dijo: princesa iguana
el brillo lunar de la noche nos mece, las piedritas
lagrimales de la playa van a acunarnos como joyas de tu única corona

todo de mí sabe el peregrino lo que no sé
sabe del cementerio de los barcos dolientes
sabe de los verdes rabiosos de mi salita interior
de toda una estirpe encallada en mi garganta
él puede entrar donde quiere
y donde nunca lo dejarán
ni le importa
a mi sí me importa porque tengo
sed
y quiero entrar
siempre entrar
donde nunca me dejan

en el espejo no me dejan entrar
en el centro de toda belleza no me dejan entrar

vení calmémonos en mi sed iguana me dice
que todos tus deseos son ridículos
y no tienen nombre

que sediento más soberbio
dice la iguana
peregrino no sabés acaso que toda salvación mata

soy la chica iguana
la medusa la princesa la fulgurante
pero ningún nombre me reconoce
pero yo igual voy a decir el tuyo
en el quiebre de esta noche

voy a decir magia
para que siempre me salves
de estos mediodías que me estrían
de esta demasiada sed

mi sed porosa y salina
como el pacífico de tu tierra prometida
mi sed odiosa
que se calma en la tuya

en el espejo no me dejan entrar
en el centro de toda belleza no me dejan entrar

teneme peregrino entonces así enredada
en tu suavidad cóncava
que me voy como una Alicia maniática
reptando por bosques niños inventados

que te voy a enfermar peregrino
que te vuelvo loco
le crecen los colmillos a la noche
y me encerrarán en una torre
con mi sed de mil demonios
ningún ángel querré que me rodee, ninguno
y prenderán todas las luces de mis salas interiores
de mis salas de estar

peregrino peregrino
no me dejes

decime algo más
que tu voz es el agua
el vaivén húmedo de un umbral
decime algo más peregrino
aunque ninguna palabra tuya
baste ya para sanarme




Las chicas que escribimos

A las chicas que escribimos
alguna vez nos llamaron al festín, al convite
a nosotras que escribimos todos los deseos con cada pulso

y allí nos fuimos
y allí nos perdimos apenas un piecito cruzó el espejo

¡ todas las palabras se abrieron capullos dentro nuestro!

las chicas que escribimos vivimos entretejidas
en sueños estridentes como todo secreto
Yo en el verdor, ella con los cactus bebé
niñas atragantadas llevamos dentro
llevamos pequeñas Alicias pornostar danzando
en tacos aguja de cristal ceniciento

¡ah el deseo que nos ahoga!
¡ah, si la sed no nos resecara más que los labios-frutilla!

las palabras de las chicas que escribieron antes de nosotras
-so close, so faraway-
viven en donde habitamos
enredadas quedaron en sus disfraces antiguos

y todas creamos el mundo
desde nuestros versitos
porque no hay otra manera de crearlo

porque todo lo demás huele a big bang trash

A las chicas que escribimos nos duele
todo el tiempo la decepción
y morimos siempre que sobreviene el mediodía

princesas húmedas en love-trip
nosotras las chicas que escribimos
aullamos
mientras nuestra piel miente la seda
luego nos queda el consuelo de descoser las palabras
amorosas hilarlas en nuestras ruecas
con el paso de las horas oscuras

luego salir a lo verde

somos ninfas de un bosque
del cual ustedes sólo pueden entrever el follaje

a nosotras que corremos por la fascinación de las calles
de una ciudad donde nacen mundos
como abismos que unos a otros se miraran

a nosotras que nunca sabremos qué hacer
con tanto deseo de todo

a nosotras todo

que vamos etéreas como telarañas desde donde espiar
y esperaremos penélopes
que las palabras que escribimos nos vuelvan

a abrazarnos en los umbrales desnudos
donde las chicas que escribimos
estamos tejiendo para siempre.



w domu/ en casa

la historia
es una telaraña
que se trama invisible
alrededor de un cuerpo

cuerpo que carga
con una
o dos preguntas
durante toda la vida

y va tejiendo
en la interrogación
la casa.





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