miércoles, 29 de diciembre de 2010

2707.- IZASKUN GRACIA QUINTANA


Nacida en Bilbao en 1977, vive en Madrid desde 2005. Es licenciada en Filología Vasca y cofundadora de la editorial de poesía Masmédula. Ha colaborado con la revista UD Berriak, editada por la Universidad de Deusto, redactando artículos, poemas, reseñas y editoriales tanto en euskera como en español, y como fotógrafa y periodista para la revista virtual Cónclave (2004). Su poemario fuegos fatuos fue galardonado con un accésit en el certamen poético Centro Juvenil Latina (2003) y el más reciente, eleak eta beleak, ha sido premiado en el XVII Certamen Poético “Ernestina de Champourcín”, organizado por la Diputación Foral de Álava (2006).




hoy es uno de esos días en los que el aire se vuelve negro como un castigo y los pies reasfaltan sus plantas antes de salir a morir al pavimento

puede que esté aquí el infierno y no acabemos de darnos cuenta
o que las horas
arrutinadas
se colapsen y den a luz cánceres de sol hecho noche

pese a todo cabe pensar que no es aquí donde acaba nuestra andadura
y que tras las cortinas la esperanza se muestra guía que no hemos de seguir nunca







no queda nadie a quién pedir cuentas por la tristeza

en los vacíos de mis habitaciones se abren puertas a lugares que desconozco y la casa se vela oxidada por la luz de las ventanas

yo que he visto la materia inerte devorar la tierra de mis antepasados he perdido mis caminos

y las murallas que levanto no bastan para apartar de mí el sol

quizá hay que abrirse paso a cuchilladas

amputando los miembros sobrantes y regando con nuestra sangre los cultivos

o alimentando a los niños muertos que bajo las higueras nos previenen de nuestro yacer








acaso (bicéfalo) sobrevuela las ciudades

sin estela sin sombra que traicione su presencia sin alas tejiendo calles a título de acordeón camino

el rompecabezas de notas que llueve a otra cadencia reconstruye el mundo

y los perros

aún vivos

se ahogan silentes regurgitando huecos todos los gritos










el movimiento llega a su fin
se sacude los restos del camino y descalza el tiempo que le sobra
pues no vale la pena agotarse
los gemidos se han terminado y cubierto de hielo el fragor se apaga
necesito más postigos cegar todas las ventanas dejar la estancia sin resquicio de mi vuelta sabiéndome exiliada yo que siempre creí en la vida eterna
yo me consumo pereciendo intentos como el que desconoce que el momento ha llegado y por nada luchar vale ya la pena









es lo innombrable dentro de lo que nos tiembla
nos agita en la noche agotada de verso y al revés
cuando el pasado se convierte en pasta de presente
y el tiempo se retuerce
puedo encontrarlo
encogido crisálida
entre las hojas y los asfixiados
puedo saber de la inexistencia de lo que nos rodea
y de su fin en una lluvia de cristales sin ruido
y para qué
para tener hogar cuando todo acabe
y dormir acaso en calma las angosturas










mis héroes tenían el corazón que me faltaba
y asaltaron los caminos el día en que la turba en la que clavé mis pilares se hundió en el fondo de arena que nos guardaba
mis héroes blandieron sus armas y me asesinaron
expoliaron los campos y el dolor de mis ríos
y agujas de fuego redujeron a cenizas mis huesos durante la caída
mis héroes se agotan a ritmo de raíces se satanizan desvaneciéndose vapor de sueño
y auguran días de viento y pasos en falso a escampar en otro rompiente










a pesar de las horas y los lugares no nos encontramos
a pesar de los muros y del campo abierto nos enredamos en las lenguas muertas de nuestros antepasados
y redibujamos a dentelladas los mapas de nuestro cuerpo
huyendo de la pérdida innata por caminos nuevos hacia aquello que somos








espejismo
oasis de malfelicidad continua destinada al hundimiento y la rabia
y no me canso
mérito pues reconocerme en lo eterno sin caer a sabiendas de lo real efímero







todos los años del mundo se empujan dentro de mi locura
de mi caída a lo inevitable roto y a lo perdido
pero qué sino perderme
qué sino ahogarme en esta tormenta que trueno
mujer de lluvia como tal ad aeternum
ex profeso de volverme sombra y luz e indivisible uno








vivo en un cuerpo que llora de forma extraña
que desjironado se desnutre y atenta contra este universo
que es mi medida del mundo
tan pequeña
(así)
que en sí no cabe
y me amanece hache bajo el brazo de nuestras erres










y en el ocaso enveneno el aire buscando momentos que no sean blancos
adivino otro juego y los brazos se lanzan a través de la ventana porque la caída no es tan grave
huesos rotos y sangre bajo las marcas que no escondo las señales de otro intento
hoy tampoco supe volar
y la tierra se cubrió de pétalos abriendo llaga en equilibrio
desorientando
dirigiendo rastro sobre rastro
que otra vez desfilan luces sobre caras sin boca en este amanecer de ojos extraños y a vuelta abiertos a escándalo
y yo asesiné el fin del día pasado y los retazos de noche aún me manchan las mejillas teñidas de polen



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