domingo, 4 de septiembre de 2011

4575.- RAFAEL AMÉRICO HENRÍQUEZ


Rafael Américo Henríquez . República Dominicana (1899-1968)
Nació en Santo Domingo el 30 de septiembre de 1899. Colaboró inicialmente con el movimiento postumista. Hijo de EnriqueHenríquez,
uno de los nombres más puros de nuestra poesía romántica, Rafael Américo Henríquez se forma dentro de un círculo de intelectuales
pulcros y disciplinados. A su alrededor se aglutina un grupo heterogéneo de poetas, cuentistas, novelistas, quienes se reúnen en su casa, no con
el propósito de formar un movimiento literario, sino como un medio de estímulo dentro de sus obras y de intercambio de ideas. Asistían a estas
reuniones tanto escritores jóvenes corno figuras consagradas, tales como Fabio Fiallo, quien según cuenta Max Henríquez Ureña en su Panorama
histórico de la literatura dominicana, bautiza el estrecho cuarto donde se realizan las tertulias con el nombre de «La Cueva». Se daban
cita allí, además, el propio padre del poeta, Andrés Julio Aybar, fuan Bosch, Ramón Marrero Aristy, Andrés Requena, Manuel Llanes, Franklin
Mieses Burgos, Héctor Incháustegui Cabral, Manuel del Cabral, Juan José Llovet y otros. Rafael Américo Henríquez –“Puchungo” para sus
íntimos-se tuco rpora más tarde al movimiento deLa Poesía Sorprendida, siendo uno de sus directores. Lo mejor de su obra se publica entonces.
El colorido y la gran plasticidad de su lenguaje débense a la mezcla de elementos modernos y de giros arcaizantes. Su estilo, eminentemente
sensorial e imaginativo, recibe influencias de Gabriel Miró y de García Lorca. Su obra es breve y poco conocida. Trabajó con suma morosidad
y poemas extensos como Rosa de Tierra fueron compuestos y corregidos en la mente en sus más mínimos detalles antes de ser vertidos al papel.
Falleció en Santo Domingo el 11 de enero de 1968.

OBRAS PUBLICADAS:
Rosa de Tierra (Ediciones La Poesía Sorprendida, 1944), Briznas de cobre (1977).





NORMA

Exprimir de la luz
todo su contenido:
árbol, agua sendero...
a cielo suficiente,
a pájaro bastante;
latir en el sentido
humilde de la vida;
con ímpetu consciente
quedar en lo cantado,
y ser en hora alguna
más verde que lo verde,
más luna que la luna.






CANCIÓN DE CUNA

¡Oh destino fiero!...
Oh canción humosa
de sepulturero!...
Con filo de estrellas,
cavando su fosa,
rompieron la tierra
de toda la sierra.
Voces de campana,
dedos de rocío
abren la ventana.
El hueco titila
en la paz de acero
de un blanco sendero,
y se enreda el cielo
en la frente yerta
de la niña muerta.
Velan a su vera dolientes colores:
el verde oloroso que lanzan las flores,
el rosa andariego que viaja en los vientos,
el vago violeta de los pensamientos,
el gris y el bermejo de la cordillera
y el verdín sonoro de la primavera.
El sol vespertino sirvió de mortaja.
De vaho montañero le hicieron la caja;
bujías de aurora vestirán de luz
dos alas de alondra que serán la cruz.
Paisaje nocturno,
duro, taciturno.
Ringlas de silencio
huellan la campiña
que espejó la niña,
y es canción de cuna
el canto amarillo
que canta la luna...





VA CANTANDO

Amarillos
sus pezones.
Amarillas
las estrellas de las charcas del sendero.
Va descalza, va desnuda, va sin miedo
cuesta arriba.
Son sus huellas
huellas vagas de una luna ya difunta.
Canta un gallo. Cantan ciento.
Amanece.
Verde y rojo
en el viento
y en el filo de la sombra:
colorido montañero.
Algún día
sus pezones, y sus ojos, y sus manos
serán joyas de silencio,
serán tierra, serán nada.
Monte arriba,
con los ojos en las luces de la aurora,
va sin miedo, va descalza, va desnuda,
va cantando.





CIELO
(Onda)

Expresión de paisaje en el agua vestida
de claras desnudeces, de pájaro, de nube,
y de pena que llega y de pena perdida
y de espiga que ya de madura no sube.
Entrega bajo el cielo de gloria luminosa,
ágil, varia, perfecta. Dispersión dolorosa
de formas escapadas de la forma concreta:
Dibujo de la rosa; movimiento de un vuelo.
Matices de una fronda. Plasticidad secreta
de la luz en la luz que moja por el suelo
y si quiebra la luna toma carne de estrella
y corriendo por sueños de sueños se querella.

lI
(Sol)

A llevar, ya llevara sueños de peregrino
pues le tornan barbado las sombras del camino.
Én limones, redondo; en dolor, concebido
y en pechos de doncella por luz oscurecido.

III
(Nube)

¿En qué gota del hilo sonoro de la fuente
comienza a ser paisaje el paisaje de fuera
el cierto de la nube que lucha vanamente
por salirse de nube y quedar a tu vera?

IV
(Hostia)

Hostia para la rnisa azul de primavera,
ha de quedar en moza que pan es de sendero,
y suyos son espejos de plata volandera,
y toma lo tomado por el cielo de Enero,
y sueña porque sueña, y llora por la luna,
y al mozo vagabundo le muda la fortuna,
y siempre va por agua, y desnuda la tarde
si su cuerpo desnuda dándose sin alarde.

V
(Maravilla)

Onda con sol y nube: música, maravilla
libre, maravillada de ser luz y semilla
de canción campesina si el sol, rudo, violento,
desenreda la siesta a lo largo del viento.






PAZ

Ademanes de barro de manos sembradoras
han tomado la tarde. Jícaras amarillas
la gozan prisioneras, la muestran triunfadoras,
que tales son bandadas sonoras de semillas.
Oro móvil, espigas, color y campanadas
son presencias de luz, pájaros forasteros
en esferas de sol, en lumbres alcanzadas
por el propio rebrillo. Irrumpen los primeros
heraldos de la paz. Ya no siembra la moza
mil diamantes azules llovidos de la frente
cándida, nazarena; en rojez alboroza
un naranjo dormido. Y rezuma la gente
y mecen los frutales arpegios de laguna,
reflejos de senderos... ¡Despereza la luna!






ROSA DE TIERRA

Rosa de Tierra fue pez. Pez de la mar llevado por el viento a ser
pez de la luna. Hoy es pájaro y sombra de pájaro. Los pájaros
frustrados quedan siendo rosas de rosal. Un pájaro imperfecto ha
de ser siempre una rosa perfecta.
Si Rosa de Tiera fuera únicamente pájaro, ella bebería de la
luna y buscaría canción en los pechos de las doncellas. Pero
además de pájaro Rosa de Tierra es sombra de pájaro. De ello se
deriva que, siendo Rosa de Tierra sombra de pájaro en vuelo, o en
actitud de volar, o en actitud de dormir, malamente podría ser
Rosa de rosal.
Los cabellos de Rosa de Tierra jamás han sido cauce de río, ni
gajo de almendro, ni agua de montaña; y ello es así porque Rosa
de Tierra jamás ha sido tierra concebida como tal, jamás ha sido
vereda con soledad de cielo, ni surco de tierra de labrantío, ni
espinazo embellecido por retozo de criaturas, ni sendero ceñido
por sombras de vientos de montaña.
Quien vacíe miel bastante a colmar una jícara de corteza, o
trence agua con superficie bastante a contener la sombra de un
pájaro, dará por cosa bien sabida que Rosa de Tierra no ha sido
pájaro ni sombra de pájaro.
Y quienes hayan tomado enseñanza de las estrellas de los siete
mares tendrán por verdad comprobada que no hay pez de la mar
que viaje a lomo de viento hasta mudar su condición de cosa
marina en condición de cosa astronómica.
La figura de Rosa de Tierra es figura vaga, imprecisa, derretida
como los bronces de los crepúsculos.
Las posturas y las actitudes de Rosa de Tierra guardan gran
semejanza con las posturas y las actitudes de las hembras posibles,
únicamente, en luces y sombras de recuerdo.
Las hembras que van por los sueños de los que sueñan son
hembras como todas, hembras como las que beben de los ríos y
orillan las orillas de los senderos. Sus manos se muestran
humedecidas porque han padecido ilusión de atizar deseos
exigentes; y si dan prueba de desgana de danzar, cuando la luna
se posa sobre un gajo del almendro más alto, es porque pecarían
sabiamente si escaparan de la nasa de los sueños.
Rosa de Tierra no ha pecado pecados de la carne. No ha yacido
donde yacen las aguas. Las reacciones de Rosa de Tierra han sido
reacciones de gran candor; han sido como sería la leche de una
cabra que fuese ordeñada mientras cantara el gallo de Belén. Los
pezones de Rosa de Tierra no han sido gotas de sombra roja.
Cuando al anochecer ha parpadeado con párpados de plata de
estrellas, las manos de Rosa de Tierra no han sido como arañas que
arañasen sobre plata de estrellas, ni como arañas que fuesen como
candeladas o que trepasen hilos de luz invisible.
Sería demasiado figurarnos a Rosa de Tierra desnuda, puesta en
pie y sorbiendo miel a orillas de un mar con sombras de pájaros
mudos. Y demasía mayor, concebir a una Rosa de Tierra que
hiciese porque tal postura fuera espejada por espejos de agua
elástica.
Si la lágrima de ahora no fuera el retorno de la lágrima que
vimos mientras cantaba o se astillaba o se dormía en retinas
borradas ya por la muerte, o puestas más allá del círculo que van
trazando los pájaros del río por realidad de ausencia; si no fuera
esta lágrima de ahora la lágrima que rodó como nube sobre el
júbilo de nuestra madre o de nuestra hermana, sería lágrima
vulgar, sin méritos capaces de sensibilizarnos; y sino fuese porque
el paisaje, quieto ahora con quietud de oveja dormida, ha de subir
a nuestros ojos detalles de otro paisaje y a nuestra sangre música
de otras estrellas, cerraríamos los ojos negados a ver lo que hemos
visto tantas veces. Y la luna, que ya rebasa las campanas del
campanario y que cuando los ríos ennegrezcan será lámpara para
los pájaros de la montaña, sería paja de horizonte si no fuese
porque lo que vamos viendo no es la luna actual, sino una luna
vista ya en horas de antaño y cuya lumbre alcanzó modos de
enredarse en las escenas que hacían con nuestras abuelas, o
nuestra madre, o alguna de nuestras tías, cuando se atolondraban
como mariposa en busca de buenos hallazgos para que no
lloráramos.
Las campanadas de una campana que tañese asfixiada por el
revoloteo de los vencejos, serían pura ficción como campanadas
de campana. Cosa así le ocurre a Rosa de Tierra en su marcha hacia
personaje de poema. Rosa de Tierra es pura ficción como personaje
cierto, concreto, sensible a palpo de playa con bulla de veraneantes.
Unas manos deshilachan luz recia, luz torrada por las distancias
del mar. El litoral padece orfandad de pájaros de mar. Falta el
detalle, de belleza frívola, que caracteriza los litorales con ocio de
señores que han amasado fortuna.
Las manos se van comunicando de algo postizo, de belleza
madura, de ademanes que siempre les fueron ajenos.
Y para que el fenómeno se realice, ha bastado con que hubiese
ausencia de pájaros que vuelan con gran majestad y lanzan gritos
de júbilo como si lanzasen pedradas.
El litoral sin pájaros, sin vuelos de mucha lentitud, corno si
fuesen nubes que volasen, hizo bosquejo. Bosquejó a Rosa de
Tierra como personaje de poema. Lanzó los inicios de un personaje
que fuese realidad y estímulo de recuerdo.
Durante años Rosa de Tierra fue esbozo de personaje de
poema. Las raíces de sensibilidad resultaban con cualidades de
azogue, incapaces de concreción, de quietud meditativa.
Y los caminos pasaron a enrojecer; y las piedras criaron barbas
de musgo; y las estrellas lamieron sobre las piedras y las campanas
de los campanarios. Fueron cosas ociosas, escapadas del significado
que les alcanzaba como integrantes de paisaje útil.
Las muchas mudanzas mantuvieron a Rosa de Tierra como
esbozo de personaje de poema. El bosquejo, concebido como luna
que nunca cambiase y llevado a realización con trazos de monotonía
severa, paraba en mostrenco, en cosa sin armonía de línea, en
proyecto al aire, en sueño sin basamento lógico. Había desniveles
y resaltos violentos. Rosa de Tierra cuajaba como fuerza que
mudase siempre y que siempre estuviese inmóvil, estática, atada
a sí misma. Cuajaba en pez, en pájaro y en sombra de pájaro. Y el
pez de la mar y pez de la luna. Y el pájaro y la sombra de pájaro no
fueron sino canto de tierra. Canto de la tierra tomado por pájaro
y sombra de pájaro.
Como canto, Rosa de Tierra era emoción con riesgo de volver
a pájaro y a sombra de pájaro. Era canto inestable, quebradizo
como gajo de árbol que ha proyectado sombra sin laxitud de
tregua. Había desniveles, resaltos violentos entre el canto y la
fuerza que lo originaba. Era mezcla sin pureza de ligazón. Bosquejo
con invalidez, sin posibilidades de marcha, sin modo de llegar a
realidad con rasgos firmes, con psicología definida, con
personalidad propia, capaz de concitar, en su contra, los celos de
las estrellas académicas.
Las aguas muertas son aguas con flores que agonizan en busca
de expresión, que padecen agobio de mudez, que mueren porque
no han de decir cómo es la luna, ni cómo son las estrellas. Allí la
sombra y los silencios podrían turnar cual música de mar o cual
música de canción, sin que el paisaje sufriera mengua en la
sinfonía de sus perspectivas.
Rosa de Tierra siente lástima de sí. No ha de encarnar sino en
persona de moza con brazos aptos para levantar cosecha; o en
persona de moza que ha de cantar para que los aquejados de
invalidez de andar, sepan dónde van quedando las revueltas de los
caminos de la marina.
Para que Rosa de Tierra sepa cómo es la luna y cómo son las
estrellas, será menester que Rosa de Tierra sea realidad y estímulo
de recuerdos.
Un horizonte reflejado en el ánimo de los niños, ha de ser
necesariamente rotundidez de afirmación o de negación. Ha de
afirmar o de negar las delicias imaginadas durante el lapso de horas
de clase. Si el horizonte es horizonte desnudo de nubes, será
afirmación de retozos, de gritos que han de durar mientras dure el
crepúsculo. Si el horizonte, visto más allá de una ventana y
mientras se hace aritméticas amenaza con que ha de llover
durante las horas de asueto, será negación de retozos, de gritos que
han de durar lo que dura el crepúsculo.
Lo bello es sensación amable para el ánimo de las criaturas;
pero sensación captada, como si lo fuere desde las ventanas de una
casa que girase, como si les viniese de un jardín con trasunto de
juguetería.
Los recuerdos son pájaros que vuelan en círculo sobre las
entrañas de los niños; pero pájaros que no se posan porque el ruido
de posarse podría despertar algo que duerme, algo que los hombres
se han dado en llamar infancia.
El factor belleza empieza cuando empiezan los recuerdos. Es
sombra proyectada por semilla que llegó a ser fronda de árbol,
mientras la luna fue danzando arrebatada por la música de los
años que ya se han vivido.
Los recuerdos van a todos. Son como si fuesen estrellas que
viésemos siempre durante las noches, y con sol todavía llegándonos
de rechazo, de rebote por haber querido ser badajo de campana;
son como niña que anduviese sin susto de lo miserable, porque
fuera ciega; y sin asquear de las llagas de los llagados, porque como
cosa que anda ciega ha de andar con estorbo de rocío en los palpos
y con estorbo de luz en el sentido del olfato: Los recuerdos no
hacen distingos. No dicen aquí sí, allá no. Son como viajeros que
llegasen atraídos por la lumbre de una sola bujía, o que cantasen
imanados por infantes, o por ancianos en aguardo de que la
muerte llame a las puertas de sus pulsos.
Rosa de Tierra entró en jerarquía de personaje de poema por
accidente fortuito. La simetría, la correspondencia entre los tonos
y los movimientos del mar le dieron enseñanza; modos de ser, a
la vez, realidad y estímulo de recuerdo. Habiendo sido pez de la
mar y pez de la luna, pájaro y sombra de pájaro, le había dado
cumplimiento a las leyes de la preceptiva. Había quedado lograda
la fantasía que ha de alcanzar a cualquier personaje de poema.
Crío pringoso en calle de arrabal.
Una señora que por allí acertara a transitar, y que mientras
transitara viera, aunque fuese por primera vez, al crío puesto sobre
un fondo de pregones, podría ser gobernada por atracción extraña,
por corrientes que buscasen cauce en chico con mugre en la
vestimenta. Y la fuerza, el fluido determinante, podría ser lanzado
a correr por identidad de parecido entre el chico mugriento y otro
que viviera circuido por suavidad de luz recatada, y que fuera
llevado por la muerte, porque la madre, que tuvo ternuras de
madraza, no tuvo por imprudencia de mucha gravedad el entonar
canciones de cuna, de manera que las canciones ascendieran hasta
rebasar las tejas de los tejados.
Cuando las canciones de cuna ascienden hasta rebasar las tejas
de los tejados, la muerte, que es siempre como loba que ronda en
busca de presa, busca disfraz en cosas inocentes. Se disfraza de luna
o de estrellas; y, escondida en halos de luna o de estrellas, baja sin
ruido, sin que se aperciban las aspaventeras, y como sueño que
anda se, se cuela por las junturas de las ventanas que quisieron
cerrar. Y en las cunas que han de quedar vacías, habrá mucha
angostura para las campanadas de tantas campanas.
Perfecciones en las líneas del dibujo facial; o boca, que para
dibujada, fueran menester lápices de estrellas; o fallas en los
modos de andar, de reír, o de estarse quieto, podrían ser puentes
para cruzas zonas oscuras, para que un crío que jugase con
pregones, sirviéndoles de fondo, cruzase a ser él estímulo de
recuerdo.
Como era de todo rigor que Rosa de Tierra encarnase, sin que
quedasen fuera realidad o estímulo de recuerdo, fue Rosa de Tierra
a todos los ojos y de todos tomó ojos propios; y fue a todas las
manos y de todas tomó manos propias. Y como la luz hace la
sombra, Rosa de Tierra se hizo y fue persona de hembra ventanera.
Siempre asomada a ventano con grosuras de hierros y flores de
jazminero.
Lo físico en Rosa de Tierra es de gran paradoja. Armonías
inarmónicas, perfecciones conseguidas por acumulación de
imperfecciones, afirmación de belleza negada por estetas con
bizquera trasmitida durante siglos.
Un pintor hábil haría retrato de Rosa de Tierra mientras
durmiese, mientras los recuerdos soñasen.
Una luna que no diese lugar a confusión, que fuese luna sin dar
barruntos de ser otra cosa, le vendría mal a Rosa de Tierra. Sería
como lámpara sumergida en un mar con estrellas y con pájaros
que volasen desde una torre.
Días con sol redondo y vientos de sequía, han traído al
ventano polvo de la marina. Pero como el polvo ha de ser polvo,
que no persona, lo que pudiera creerse como dicho por Rosa de
Tiera, y lo que lleve indicación de ser como dicho por persona que
hablase con Rosa de Tierra, no serán sino pensamientos de Rosa de
Tierra, expuestos a modo de conversación, ya que Rosa de Tierra
es soledad sola, realidad sin presencia de personas ciertas.
-Los hombres conocen una luna de verdad, cromática, cierta,
buena para sacristán dado a requiebros.
-Yo conozco a la que encoge en tus ojos, y descoge descendiendo
a tu boca, y no queda allí, sino que baja a las manos o retorna a los
ojos.
-Nunca será igual. Para unos seré en los ojos, para otros en la
boca, para otros en las manos.
-Y siendo uno, he de ser yo el de los ojos y el de la boca y el de
las manos.
-Serás lo que eres. Tierra, polvo de la marina, traído aquí por
sol y vientos de sequía.
-Polvo... Seguiré volando.
-Hasta la luna... que conozco. Es como una hermana. Hermana
única para mí que no he tenido hermana. Ella va mudando en las
cosas que yo voy imaginando. Es criatura con consciencia, con
gozo de ser criatura; esto es, criatura desnuda, porque ya que el
alma no tiene cosa que la cubra, las carnes inocentes han de ir
descubiertas. Cuando no, es como mar que diese flores o flores con
distancias de mar; y camino, para andado, sin que sea menester ir
andando; y torre que hablase, y río que cupiese en el hueco de una
mano.
-Es el eco de tu propia persona.
-Sí. Eco llevado a forma sólida, dura, palpable.
-Pero siempre en la sangre de todos.
-Y siempre allí, sin salir, aunque salgan las estrellas y alumbre
la luna.
-Y aunque el amor cante como cantan las campanas del
campanario.
-Si eso ocurre... ha de venir la muerte. Siempre acude llamada
por las campanas de los campanarios.
-El amor le hará miedo, le dará espantos.
-¿Sabes de ensalmos?
-Sé de amor.
-La muerte es noche cuando el amor es día.
-La muerte engaña siempre. Ha sido invento mío para que la
mentira quedase inventada.
-Entonces... ¿es mentira eso del cementerio?
-Mentira.
-Yo... pensé que la tierra era para que luego no sintiera frío.
-Pensaste sin engaño.
-Y pensé que fueras tú...
-Pensaste lo que soy. Soy la que tú has enterrado y la que han
enterrado y han de enterrar todos los hombres.
-Pero... jamás te he besado.
-Si. Ya. Me besaste por las orillas de todos los caminos; y como
si los caminos son muchos, las orillas son más, los besos fueron
tantos que de ellos cayó sangre. Sangre como la que dan las piedras
de las montañas.
-Lo he olvidado.
-Los besos no recuerdan. Por eso se besa de nuevo.
-Si te besara... ¿olvidaría que te he besado?
-La luna hace siempre el mismo camino y siempre piensa: ¡qué
bello! Pude haber venido antes.
-No mezcles la luna. Es sombra que rastrea por los caminos de
la tierra, y por los caminos del mar.
-Y yo sombra de la suya. Y sombra de moza, y sombra de barbas
de abuelo.
-Bésame. Busco que brotes de mí como brota el humo de las
candeladas.
-Eres tierra, polvo de la marina traído aquí por sol y vientos de
sequía.
-Soy carne en tus pechos. Aunque yazga en el fondo de los
mares, habré de calentar tu lecho cuando duermas.
-Cierto. Eres ya o serás carne en mis pechos; y ellos calientan
el lecho mientras duermo. Te he dado lo que eres: tierra.., a ti y a
todos los hombres. El futuro fue semilla, para que yo fuese hembra
y sombra de árbol y lumbre de luna. Todo queda en mí, y todo
corre fuera de mí. Soy cuerpo sólido y sombra de cuerpo sólido.
-Posible. Soy polvillo de la marina, cosa mínima, sin sangre
para que beban las raíces de los árboles. Los vientos me han traído
aquí y me han llevado allá. Me han arrojado sobre copa de árbol
y sobre manos en espera y sobre canción de camino. Y llevado y
traído, he sido muchas cosas. He sido nivel, para que guarden un
mismo nivel los ríos, los mares y la luna. Y de ello he sacado que
todo ha de ser posible.
-Porque somos cosa idéntica. Tierra, polvo de la marina, y
polvo de la luna, y polvo del mar. Vas a donde voy; y quedo yo
donde quedas. Somos los sueños y la carne y la sangre de todos los
hombres.
-Quizás... habrá algo imposible: son muchos los caminos para
que tú seas tantas cosas a la vez.
-Soy para que los caminos de la tierra y los caminos del mar
sean caminos borrados.
-Cuando la muerte sea mentira, han de sobrar todos los
caminos.
-La he inventado yo para que la mentira quedase inventada.
-Y sin inventar la verdad, la mentira ha de ser verdad y la
verdad mentira.
-Todo ha de ser recuerdo.
-Sin que nada quede.
-Algo ha de quedar. Han de quedar los pensamientos; porque
andando sobre los pensamientos, llegan los recuerdos.
-Y por caminos de pensamientos, llega y asoma la luna.
-Y llegan y asoman las estrellas.
-Y los hombres marchan como si no marchasen, y sueñan
como si no soñasen.
-Todos se empeñan en ignorarme. Se figuran que soy como
fruta de árbol, que cae porque ya ha madurado; y que el mar es el
mar, y la luna, la luna.
-Y que ellos son hombres, y sus sombras son sombras de
hombres.
-Y que los recuerdos llegan a ellos y de ellos salen como las
palomas llegan y salen de los campanarios.
-Y que lloran, porque lloran.
-Y ríen, porque ríen.
-Y no porque recuerdan.
-Y que serán como canciones, cuando las canciones de ahora
sean todas palabras, todas estrellas; porque las estrellas fueron
palabras que jamás retornaron.
-Palabras de ternura, o de odio, porque volando hasta allá, las
palabras que salieron de los odios, de ver la tierra tan lejana, son
ya palabras de amor... Son ya recuerdos.
-En eso aciertan. Serán recuerdos. Hoy todavía recuerdan o
creen recordar. Mañana serán recuerdos.
-Marcharán sobre sus propios pensamientos.
Como llega y asoma la luna.
-Como llegan y asoman las estrellas.
-Los que te trajeron, hacen por arrastrarte.
-Sí. Me arrojarán sobre copas de árboles y sobre manos que
esperan y sobre canción de camino.
-Sería así; porque los hombres marchan sobre los mares, y
sobre la tierra, y sobre los sueños que sueñan. Golpean los caminos
cuando creen haber alcanzado mayor quietud; cuando beben o
están en aguardo del fruto de la compañera. Y tú, volando y
volando, les darás ilusión de reposo, de quietud hogareña; y yo, de
que los recuerdos son como el ganado que ellos gobiernan o como
el agua que beben cuando les quema la sed.
-Me empujan ya.
-Y yo, quedando aquí y tú, yendo a donde te lleven, seremos
cosa idéntica. Realidad y estímulo de recuerdo, tierra sobre los que
mueren y luz sobre los que han de nacer. Luna, mar, paisaje y
palabras hoy y risa mañana y lágrimas siempre. Lágrimas caedizas
y lágrimas que no se lloran.
-Porque decimos callando, y lloramos sin que se vean las
lágrimas y cantamos con lágrimas lloviendo sobre el júbilo de
cantar.
Cuando las palabras y los ademanes y los sueños son de
verdad: cuando los recuerdos son recuerdos.
El ventano con grosuras de hierros y flores de jazminero pasa
a ser luna con belleza y alas de pájaro. Y la luna, que ha sido luna
de todos los caminos, no remonta con ruido de pájaro que volase,
sino que asciende en gran silencio, como si la ascendiesen vientos
de sangre. Y ascendida más allá de nubes que fuesen posibles como
tales, es lámpara que alumbra, con sol brillando, a los que viven;
y noche ya, a los que duermen sin fatiga de soledad interior, sin
cansancio de ir sobre sombras de seres y de cosas. Es ya luna alta,
ingenua, leal. Es Rosa de Tierra.



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