martes, 3 de enero de 2012

5578.- MATÍAS NÉSPOLO



Matías Néspolo (Buenos Aires, ARGENTINA 1975) es uno de los periodistas culturales más activos y reconocidos. Estudió letras en la UBA (Universidad de Buenos Aires) y participó en el consejo editorial de la revista cultural Boca de sapo. Desde 2001 reside en Barcelona, colaborando en multitud de publicaciones (Lateral, Letras Libres, Qué Leer, Quimera, El Periódico de Catalunya…). Ha formado parte de las redacciones de cultura de ADN y El Mundo, diario para el que coordinó el suplemento Tendències y desde el que sigue informando de manera habitual. En 2005 publicó su primer poemario, Antología seca de Green Hills (Emboscall). Ha publicado cuentos en diversas antologías y en 2008 formó parte del volumen Odio Barcelona (Melusina). Antólogo, con Jimena Néspolo, de La erótica del relato. Escritores de la nueva literatura argentina (Adriana Hidalgo Editora), que reúne a diecisiete narradores de su generación, en 2009 publicó su primera novela, Siete maneras de matar a un gato (Los Libros del lince).








Réquiem por las enaguas de chocolate
de Tatiana Mijailkova


no era mujer
fue pura dicha era demonio
de nueva orléans se vino orillando el río


siete palmos de condenada cordura
por la cintura se ahorcaron
por el cogote la gallina


ay, Tatiana
"bendita sea la madre que te parió"
y benditas sean tus pecas
azafranadas


locos
todos locos se volvieron
por untar de chocolate su vainilla
"entre la hombrera y la cabeza
entre rodilla y cinturón"
no hubo hombre sensato
ni lo había
que no perdiera el juicio y las plumas perdía
por hurgar sus pecas el pico
ni quisiera resistirse
ni podía


encendido el braguero
ígnea la melena y coloradas
sus deliciosas pecas azafranadas


en aguas de permanganato se bañaba
y las enaguas de chocolate se quitó
dulce melodía sureña
oreaban al sol del mediodía secó


empolla sus huevos la gallina
y la locura rompe el cascarón


bien delineados
encantadores fueron sus labios
mayores y menores
"la señorita Mijailkova hoy no recibe"


y locos desplumados
todos locos se volvían
Red McKensie subía a la azotea por ella
por ella abandonó la causa
el padre Benedit purgaba el infierno por ella
por ella enfermó grave
el loco Sid componía lamentos y por ella
por ella predicó cinismo


la locura rompe el cascarón
y ardió el azafrán en la hondonada
aún hoy la siguen penando
y en aguas de chocolate
lloraban resecas
las vidalas.












Fe de erratas


Y así fue como malogró su cena,
la furia se apoderaba de él
al echar sal en la cacerola.
Ahora se encuentra sentado solo
y no prueba bocado.














Eran los apuntes de la cólera negra
que de nada van a servir
si los hombres, como iguanas calentándose al sol,
recuperan el hartazgo imprescindible.
Serán los escritos de la melancolía
que sirven para nada
si el hijo putativo de dios, el procaz y protervo lagarto,
se empecina en el hechizo ya disuelto -escarlata el cielo y los pezones-
descalabro de penas piernas de la cordura
al parecer está sufriendo, sufriendo al padecer
y como soy un caballero
no hago preguntas.
















La hemorragia de la mañana y su frescura
intimidan a la mesura de la luz,
una mordida inofensiva -alfileres y punta roma-
las inicuas fauces del verano tardío.


Carcajadas a mandíbula batiente
recorren paso a paso la cúpula negra
y al llagar al punto más alto
se desploma destilando el agua buena o rocío
de los perezosos adoquines que reciben el impacto.


Gorriones de hojalata y cristales de algodón
conspiran en la rancia prestidigitación
de un truco ya viejo e irrepetible.


Hieren el aire la premura y las glicinas
de súbito enmudecidas.




















Un viento seco sopla sobre la superficie de calle deshabitada o poblada
de hojas secas y perros hambrientos.
Un día tenue golpea en el interior de los envases empinados de indecisos borrachos,
acodados en pringosas balaustradas.
Una suerte negra y recia acomete dura a los viandantes o viajantes de comercio q
ue taconean diligentes, por aquellos lugares que ya nadie frecuenta.
Y hay algo raro en todo esto.
Algo extraño en el día que declina presuroso a media tarde.
Algo bizarro en esos coches abandonados que sirven de albergue a increíbles
criaturas antropomórficas.
Algo turbio en esa luz anaranjada de las calles, al encenderse esas lámparas
fotoeléctricas que penden de lo alto.














"No es más que el crudo invierno"
decía la vieja escrofulosa
escupiendo azares y peces perfumados
y el cielo negro como una cabellera aprisionada por el broche...


danza en remota lontananza un arlequín
y la turba de indecorosos muñecos lo contempla
inventa palabras, solivianta su paciencia de madera callada
variaciones a su pirueta, una y otra vez una
y otra vez repetida
pero las señales de los astros
despertaron un mar funesto y embravecido como la cola estática del gato
sobre la zarza


y puedo jurarlo porque lo he visto
el Jinete ennoblecido de fatuo furor y celo
desmontó de su pecado-recuerdo
e hincándose avergonzado se postra, sobre tierra floja


el gusano de Dylan Thomas
insoslayable bajo la uña
avanza, ahora, encorvado
y horada el sudario


una artera complicidad de antaño
corroe como lejía de cobre.


















la exquisita quietud de los parques
la llama trepidante y la cerilla exhausta
el hormigueante acecho del espasmo
la dinámica de los cuerpos y la metafísica de las pasiones
el azul de metileno
la perfidia y un par de sandalias
la pecunia
la rana en su estanque
la radiante alegría de las baldosas que devuelven a cada paso el tono perfecto
el sincero desprecio de las orquídeas
el clave bien temperado
la espesa luz del fluido sanguíneo
la transparencia del día
la desidia
la indolencia de un cuerpo
el hierro forjado de una puerta cancel
la ubicuidad de un espacio sin espacio
el sortilegio
la imagen súbita
el engaño
la perra fístula de la conciencia
la filigrana de un vidrio
el berberecho de las bestias
las calles entrelazadas
el descanso del peregrino
la distancia
la simpatía de los niños
el túmulo de piedra de un antiguo catafalco
el pétalo de piedra
la impasible sonrisa del viento
la demora
el zodíaco y la ira de los dioses
el pensamiento secular
la paronomasia y el hipérbaton



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