jueves, 26 de enero de 2012

5694.- PATRICIA MEDINA



PATRICIA MEDINA

Nací en Guadalajara, Jalisco, MÉXICO el 30 de diciembre de 1947. Mi primer contacto con la palabra (en párvulos) me hizo encantarme con la musicalidad de los versitos que cantábamos, y ya en primaria me gustaban mucho los poemas de María Enriqueta, los cuales memorizaba. Como mi papá murió cuando yo tenía dos años, en cuanto puede hilar la sintaxis más o menos, comencé a inventarme un papá de papel lleno de virtudes y bondades que en nada se parecía al que les oía describir a mi madre y a mis tíos. Con ese papá creció mi amor por la palabra y la presencia de mi padre se hizo absoluta, pero demandante. Sacaba primeros lugares en “composición”, pero 5 y 6 en “conducta” y “aprovechamiento”. Luego trasladé mi emoción inventora al ser amado imaginario. A los doce años hacía perfectos endecasílabos permeados por el espíritu romántico de mi edad y de mis lecturas; así también fabriqué un ser amado de papel, el cual nunca cotejó con los modelos vivos que me tocaron. En la secundaria les hacía las cartas de amor a mis compañeras y a mis hermanas, así que a mi pluma se deben dos que tres matrimonios felices y otros tantos desgraciados, entre ellos el mío propio, que empezó con un periódico mural donde mi exmarido publicaba sus versitos y yo los míos. Durante el divorcio decía: maldita poesía que no me dejó ver quién eras. Y en realidad, lo que no veía él es que la poeta era yo (que estaba dispuesta a ser la gran mujer detrás del gran escritor, acorde con lo que me enseñaron las Siervas de Jesús Sacramentado) y no él. En 1980 —ya divorciada— me dije: ¿y todas estas cajas de poemas para qué servirán? Y me entrevisté con el Dr. Pedro Rodríguez Lomelí, quien era espiritista y luego luego me dijo que yo traía encaramado a un espíritu protector, lo cual me puso muy nerviosa, y como para no dejar, me dio dos nombres: Elías Nandino y Arturo Rivas Sáinz. En la primera cita con Nandino, dijo: muchachos, vengan a oír esta poesía, esta mujer es un genio. En la segunda, dijo: mire señora, usted váyase a hacer bien los frijoles a su casa, la poesía y usted no van bien juntas. Entonces me fui con Rivas Sáinz, que me acogió como un padre, y con él estuve hasta su muerte el 5 de enero de 1985, fecha en que volví a quedar huérfana. He publicado hasta la fecha 14 libros de poesía y una novela. Tengo trece libros inéditos y otra novela inédita. Pero lo que más me ha gustado es la docencia. Para mí una clase es un sitio al que llevo toda mi pasión creadora y mis pocos conocimientos. He hecho guiones de cine, obras de teatro, y un libro de teoría: El ser de la escritura.

Libros de poemas: Avatares, Guadalajara, Unidad Editorial del Gobierno del Estado de Jalisco, 1983. Mi Palabra, Guadalajara, Departamento de Bellas Artes de Jalisco, 1983. Trayectoria del ser, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1987. La memoria era hoy, Guadalajara, Ayuntamiento de Guadalajara, 1987. Fronteras de cristal, Guadalajara, Ágata, 1988. Trópicos fundamentales, Guadalajara, Mantis, 1994. Lo mismo en pan y flor, Guanajuato, La Rana, 2001. Tras tornar, Guadalajara, Paraíso Perdido, 2002. Azúcar limpio, Québec-Guadalajara, Écrits des Forges-Mantis, 2002.




16


Limpia la ropa


LAS PIERNAS ENROLLADAS EN INFORMES
la blusa sin pecado
oliendo a virgen


así me acuerdas
cuando te soy película de nunca estreno
y me reescribes la virtud en rollo.


Yo, de verdad
no soy tan sanitaria
de cuando en cuando
se me ensucian de semen las partículas
trajino en geografías non sanctas.


A tu dedicación asceta
se opone lo percudido de mi sábana.




El pan invertebrado


DI A LOS HOMBRES QUE LA MUERTE
no es sólo una palabra
ni aquello que se abre entre un instante y otro
y todos especulan como la minúscula hendidura
por la que se hace Dios.


Diles que sus ondas atraviesan el tiempo
y nos alcanzan
si la hacemos memoria
(un día, al abrir un libro
frente a tus ojos huele a permanencia
zumba tu corazón
queda muda tu piel
y cuando cierras nuevamente el libro
ya no reconoces tus zapatos
y todo lo que tocas te produce
un escozor extraño.)


Diles, Inkla, que al centro de la estrella
se mece el punto oscuro
que crece imperceptible en cada hombre
en cada hormiga
en cada brote hijo de la lluvia.


No les mientas jamás
porque la certidumbre que han llamado amor
les disfrazó la casa
y a su sombra inventaron
las lámparas
el vino
y un pan invertebrado.


Se borró el horizonte
pero luego
levantaron los muros.


No les mientas a aquellos
que ya viven la ausencia
convídales un trozo de tu muerte
que la amen en ti
que te vivan en ella
aunque caigan los puentes.




XIII


PAGUÉ PUNTUAL AL SIAPA
por cierto cuota fija
con mi derecho al baño diario
el café mañanero
y la sonrisa fresca de mi casa.


Hoy me la han restringido.


Estoy a cuentagotas con la malva
y duermo al tropezón de maremotos
en percudidas sábanas.




23


HAY PALABRAS QUE QUISIERA BORRAR
por sus estragos:
las que, dichas
jamás han de escribirse
las que atrofian el alma
las entre dientes, ruines.


Las mancas
las a sueldo
las deudoras.


Todas ellas a cambio, por ejemplo
de las palabras árbol, casa, Dios
(siempre en mayúscula)
y pájaro —que es aire—
y lluvia (sobre el árbol de luz
que hallé
junto a la casa
y dentro de él
un pájaro
en la mitad de Dios.)




31


TUVE UN CUERPO.
Lo malgasté
lo fui desheredando de la vida.


Bien.
Contabilizo mis desbarajustes
y no me conmisero.
Hay otros cuerpos
adentro de mi carne
que he cuidado mejor
cuerpos que dono
para otro despertar afortunado.


En lo que queda de éste
hilvano
un puñado de mirlos.




49


QUE ME NOMBRES A PUNTO
que de los monstruos
hagas colibríes
que me adivines trigo
del corazón al páncreas
que me invites un éxtasis
que me dejes atrás en el concurso
que apagues mis cabellos
con el cirio pascual
que sea tu lujo
inventariar mis brazos
que me evite la bala
que me quieras
me oficies.


Que me lleves al feudo
de lo que no claudica.
Que me salves.




5


OIGO LA MÚSICA
entro al parloteo
y ahí estoy, esquinada
para mejor ser parte de la fiesta.


Entre dos que se aprietan en la danza
hay un centímetro de polvo
una micra de mueca
un decir en lo indicho
algo se está muriendo en esa risa
hay tanto nudo; ciego en las palabras.


Cadáveres de pie
tocan las pieles vivas,
pero nadie lo nota
todo lo que se calla
se vuelve techo de humo
todo lo que se dice
cae al suelo


pero nadie lo nota.




11


EN LA MADRUGADA ME DESPIERTA EL RUIDO DE MIS
pensamientos. El asunto —otra vez— es la muerte:
la lenta desintegración del cuerpo; pero antes:
la lenta descomposición de los sueños; o antes
aún: el lentísimo crecer hasta alcanzar altura
razonable, y ya ahí ignorar lo que pueda seguir.


El asunto es la contabilidad de tantas muertes,
sus fichas, sus archivos, y también la urgencia de
ponerle otro rostro, otro nombre, algo más fami-
liar: como un cachorro dormitando a mis pies. Ya
no puedo dormir.




16


YO SOY TODA DE MÍ
me pertenezco porque me llevo
a los sitios que voy
y debo ser una buena pertenencia
ahora
porque no suelo dejarme olvidada
ni llegarme tarde cuando me cito
en ocasiones especiales.


Y como soy toda cuanto poseo
suelo portarme sin ostentar
lo valioso de cada uno
de mis pedazos de mí
y nunca me llevo ya
a sitios concurridos.


¿Qué me haría yo sin mí?




26


YA VOY NO SIENDO
lo que por tanto tiempo fui
y en su vacío voy incorporando
lo que va en vías de ser.


Deja mi rostro su antigua dictadura
y está la piel cayendo
en su nuevo elemento.


Hoy ya no está el deseo
ni su consecuente: el miedo
en su lugar la hierba nueva
echa raíz profunda.


Ya voy no siendo suma de adjetivos
ya aliento en mi sustancia.


Que sólo quede el verbo.




27


EL ADIÓS NO ES UN ACTO DE MI VOLUNTAD.
Ayer, en el abrazo de mi amigo
pactábamos lo eterno
y hoy está muerto.
No puedo conversar con ese sordomudo
que no se le parece.


Tres semanas esperé por mi gato
y no volvía.
La vida dice adiós y yo me entero tarde
todo me va dejando sin anunciarse.


Debo aprender el arte de la renuncia
en el instante en que doy la bienvenida.


La muerte es un adiós
que se hace cuerpo
carta
malentendido de las horas.


Habré de despedirme de la ausencia
y volverla presente
definitivo.




Mira, niña


A Ileana y Gabriela


MIRA, NIÑA, SE ME HA PUESTO SEVERA LA CINTURA
el alma se me empina en cosas que se pierden;
hago como que sé acunarte,
como que atrapo tus estrellas.
De pequeña no vi alejarse trenes.
Y tú me pides cuentos imposibles
Mientras miro mi agenda.
Vuélvete a las crayolas,
deletréame amor para que entienda,
cuéntame tú qué horas de tu tiempo,
qué mañana es tu flor,
cuántos cabellos caen de mi cabeza.
Dime mamá sin carne,
sólo beso para encontrar sentido
a este temblor de vigilar la noche
por si se engendra no niños, sí escaleras.
Y duérmete en mi vientre sin oír el zumbido
que esta noche aterra.
¿POR QUÉ ERAS TÚ Y NO OTRO AL QUE DEBÍA ENCONTRAR?
Entre miles de seres y lugares
¿por qué eras tú y ahí el accidente irreparable?
pues ambos, transformados
nos fuimos a los otros
a cambiarlos.
¿Por qué así la forma de tu cabeza
el labio superior mordido en cada titubeo
la peculiar manera de afirmar?


¿Por qué no el que iba adelante de ti
o el que a tu espalda estorbaba tu sombra?


¿Y por qué yo, ahí, en la hora nuestra
también dije mi nombre y sonreí
como en dos actos premeditados
que se estaban cumpliendo?


¿Qué de ti tengo tanto
que nunca se termina?
¿Qué de mí andas llevando
por el mundo?


Nuestros espectros vuelven a la impronta
de una tarde cualquiera
en cualquier mundo
donde tú y yo repetimos
esos actos eternos.




DEL OTRO LADO DE LA VIDRIERA
alguien que se parece a la que fui
me mira con tristeza
sabiendo que se parecerá a la que soy.


Le sonrío
ella responde con una mueca
levanto la mano para saludarla
y ella me da la espalda.


Alguna vez miré detrás de una vidriera
a la que sería
y le dije a mi acompañante:
qué mujer tan horrible.


En el próximo giro de la rueca
seré mi acompañante.




HE DEDICADO TANTOS AÑOS DE MI VIDA
a poner montones de palabras
en las aceras del tiempo
que se ha llegado la hora
de hacer limpieza.


Al bote de basura
las que están sostenidas desde el aire
en un aire invisible que se propone
dejarlas al garete.


A la trituradora las que puse a la vista del mundo
creyendo que eran yo
y también las que escondí bajo ladrillos
por parecerse demasiado
a otra que desconocía.


Quiero dejar las imprescindibles
—si es que hubiese palabras imprescindibles
al paso del transeúnte
para que cada cual se lleve
la que le corresponda.


Si al final no queda
ni aquella palabra con que ilustro mi nombre
entonces, es seguro:
comenzaré a escribir.




VIVO MUY POCO EN MÍ
ando entretenida con minúsculos seres
que habitan bajo mis plantas
con seres muy lejanos
que viven en confines insospechados.


De pronto, ante el espejo, digo:
ah, eres tú
y alguien en la calle me llama
por un nombre que no hago mío.


Y es que el cuerpo
no llega a ser la casa
sino lo que adentro resuena
por sus muros
—lo que casi no atiendo.


En lo poco que vivo
cuando recuerdo visitarme
voy tan acompañada
estoy tan casa llena
que a veces tengo antojo de quedarme
la vida entera.



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