martes, 15 de marzo de 2011

3428.- ODILE L'AUTREMONDE


Odile L'Autremonde (Madrid, 1992). Ha colaborado con la revista Actores. Ha publicado en la antología "Tenían veinte años y estaban locos" de Luna Miguel. Forma parte de un grupo que se dedica a las performance relacionadas con la poesía llamado "Puesta en abismo". Ha escrito dos poemarios que permanecen inéditos "La órbita perdida" y "Transiciones". Actualmente escribe su tercer poemario y tiene entre manos un blog:

http://odile-lautremonde.blogspot.com/.







Vislumbrar la luz de la próxima estación desde la nuestra

No todo muere,
dijo el poeta viejo.
No todo muere.
Después de la luz del mediodía
alguien enciende las farolas
al igual que se enciende el valor
cuando la vida pesa.
No todo muere,dijo,
no todo muere.
Y yo me pregunté qué importancia tiene
la materia de los faros,
mientras sigan siendo la bujía
que nos mantiene vivos.
Qué importancia tiene bordear un acantilado
si hay una cuerda que nos impide temer al precipicio.
No todo muere,
dijo una vez un poeta viejo
a los del vértigo al deterioro.
Escuchadme,
el tiempo no cabe
en un reloj de arena.








Dark as your grave

Porque conocí tu máscara
supe que eras el exterminio.
Tu mano se acercó a la mía en la avenida
donde los pactos se sellan a
oscuras.
Y escalando el agujero, el vacío era tu cuerpo
y tu mentira pesaba más que mi existencia.
No ardió lo pasado, ni lo presente,
ni lo futuro dos veces
pero entendí que ya tu mano
no valía nada.









LA MUERTE DEL ELEFANTE

Aquí no respira ni Dios,
El silencio es la lengua madre
de los muertos.
En esta habitación todo el mundo llora
menos yo
Yo no lloro,
lo intento pero descubro
que ya no sé llorar.
Los ríos se han secado y sólo
quedan los surcos de lo que fueron.
La mujer camina.
Todos la observan
deslizarse por las tuberías en busca de viento.
Todos lloran y hacen ruidos con sus enormes narices y
me miran como esperando lágrimas.
Intento buscar la mirada de mis primos,
me ignoran, miran al suelo y se sorben los mocos.
Preveo que esta noche no acabará nunca.
Ahora hablan del tiempo, de las heladas, del frío que hace en esta tierra
cuando no amanece,
de cómo se enteraron de la muerte del hombre que yace en la habitación contigua,
mi abuelo.
Sí, mi abuelo, sí,
sin embargo no recuerdo ninguna sonrisa,
ninguna rebanada de pan con chocolate,
ninguna historia de la guerra.
Eso sucede porque mi abuelo jamás me amó
como aman los abuelos a sus nietos.
Yo era para él tan sólo sangre.
Ya veis, soy un átomo enredado en la nuca de mi abuelo muerto.
Que alguien se atreva a decir que no estoy viva.

Publicado por las afinidades electivas - España







People are strange when you're a stranger*

*The Doors

Por qué hablar de esta muerte
ya descrita
en otro cielo rojo.
Para qué pronunciar la sangre
que no brotó a la hora exacta.
¿No es mejor rozar las aristas de lo ignoto
que esperar eternamente
a que se cierre la herida?
Yo invoco al riesgo que afila sus dientes
con otros cadáveres
iguales al mío.
Yo invoco al miedo que aguarda sentado
en el rellano de mi locura,
al viejo harapiento
y a la mujer gorda.
Invoco a esos seres deformes
que me hacen temer,
que hacen que me pregunte
por qué no soy distinta
a ellos,
por qué a pesar de mi apariencia
noto la deformidad
a cada paso.





Coney Island moliendo el suero inalterable de las palabras



Esto que arde en mi garganta
es el vómito de los niños que no lloran,
es el ácido de unos ojos que no miran,
de una multitud que me devora
lentamente
mientras camino por la Gran Vía y
me pregunto
¿Por qué siempre fue demasiado pronto
o demasiado tarde para empezar
a amar?
¿Por qué no simplemente no ser refugio
de huesos y bocas?
Aquí en la Gran Vía,
las fieras han desatado
su furia y sus mejores galas,
han buscado mi sangre en la nuca
de los que no respiran.
Aquí una mujer sola que sólo amó una vez.
Aquí una mujer en la Gran Vía
que simplemente se pregunta
si volverá a amar.
Las fieras han desplegado sus túnicas
por la ciudad,
llevan chisteras y máscaras y ríen mientras
persiguen un cortejo fúnebre.
¿Por qué siempre fue jamás y nunca
quizá tus labios?
¿Por qué no simplemente desprendernos
de las agujas del reloj?
Aquí una mujer, una mujer que no repara
en vomitar,
una mujer en la Gran Vía
con una bomba en el músculo vital
que augura muerte.





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