lunes, 5 de septiembre de 2011

4614.- LEÓN FÉLIX BATISTA


León Félix Batista (Santo Domingo (República Dominicana), 30 de octubre de 1964), realizó sus estudios universitarios en Nueva York, donde se quedó a vivir por un par de décadas. Ha sido traducido al inglés, alemán, sueco y portugués. Publicó, hasta el momento, El Oscuro Semejante (1989), Negro Eterno (1997), Vicio (1999), Crónico (segunda edición de Vicio, Tsé-Tsé, Buenos Aires, 2000), Se borra si es leído, poesía 1989-1999, (2000), Burdel Nirvana (Premio de Poesía “Casa de Teatro 2000”, 2001), Prosa del que está en la esfera (Tsé-Tsé, Buenos Aires, 2006; 2da. edición Editora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo 2007 y una parte del cual había sido publicado en edición bilingüe en Sao Paolo, Olavobrás, 2003, traducción de Claudio Daniel y Fabiano Calixto); Mosaico Fluido (Premio Nacional de Poesía “Emilio Proud’Homme 2005”, 2006), (pseudolibro) (2008) con el que obtuvo en Premio Nacional de Poesía de la Universidad Central del Este (UCE) en 2006, Inflamable (Montevideo, 2009) y Delirium semen (Aldus, México, 2010).

DE “NEGRO ETERNO”

los anhelos que no han sido
y el vestido de percal

He vuelto (es un decir) a Dean Street (fue circunnavegación, devenir de paquidermo). La parada de autobús –palizada de meadero– con la misma palomina e infamación, mas ausentes tu percal y el pigmeo de las nieves, activas cosas nulas clamando por mi anuencia. Los vecinos soportales ya no ceden por alisios sino ante oxidación –las minúsculas miserias que radican en la tráquea me limitan de explicarlo. Para darte dos ejemplos del fluir de tramontana: se divulga apenas marzo pero mutan los abetos, requeríamos ardillas, que los cardos prosperaran, y germinan sobredosis. Vuelvo pues al meridiano contra el que discurre el cáliz: por poder así filiarlo con las mallas dilatadas de la indeterminación.


una tarde me fui hacia extraña nación


Aturde un componente (adultera el territorio) varios metros calle arriba. He aquí el contrargumento: sea un cielo con mancillas como oscura parentela e hilvanándose tenaz como un cardumen, ramas. A la mente le repugna el contenido heterogéneo, presunción de que el prodigio va alcanzando claridad. Aunque sé cómo trenzar ambas manifestaciones: fraguar con todo y huesos dimensión y escalofríos para tejer tapices, extenderlos en alambres y ponerme a equilibrar respiración y asfixia. Con buen método, asilándome (sin tacha la simbiosis): así llego a la ciudad que parece una mucosa que injertara a su volumen materia muy lejana. Así como el dolor, que se ubica en zonas álgidas y desde allí se irradia para inhabilitar.



mientras fumo mi vida no consumo


Encallado me encuentro como en casa. Flotando en nicotina (mariposa penitente explorando un parapeto, frenesí y fascinación). Se enzarzan mis falanges asistiendo a la barbilla, casi como si auguraran un desplome. Jamás abordo el suelo (tan fácil de falsear: mis pies vulcanizados). Libérrimos deslaves las piernas, dan zancadas: compuestos gaseosos en combustión muy tenue. Pero yo fumando espero recibir vapor balsámico, materia a transmutar de entre la inconcreción. Una víctima del plomo sin flujo de los días, colocados en cuadrante sus flagelos.




es la última farra de mi vida


Supón que lo aniquilan registros de saudades, y que puede (con un disco) remediarlas (en cierto bar de Brooklyn en pino de Oklahoma.) Esferas como aquella mixtura la ciudad, materia de un orate y extravío. Y que ves cómo resalta (el resorte que tú eres) contra el cielo raso recto, por sus tonos intangibles; y que luego se rasura, solicita su calzado, tantea las urdimbres y radio de su miembro. Entonces dale elipsis, describe su derrumbe. Habrá quien paute el coágulo que deje.


en cofre de vulgar hipocresía


Salgo, así acontece el mundo, para hacerme del mercado entre graznidos de mestizos. Despiezado de estridencias y en el verde turbulento, vicioso: vegetal. Ya sé: los embutidos, las aves de corral, suplantan al sopor, que aparece (aquí) barrido y retirado en montoncitos. Pero la soldadura del ruido monofónico de dónde habrá salido, y esta abulia de colores y los croquis criminales y pellejo de paredes. Las viandas tan hendidas que estallan en tangente, más los cuños en las carnes depuradas de un fragor. Como su ficción me instiga yo, con simples frotamientos evito delinquir, por dentro el alma rota. Coartada insuficiente: primero está el dolor y a seguidas está el filo, que es el que lo apadrina.



DE “VICIO”

paja brava

“...apreciada como pasto, y como combustible...”
Diccionario de la RAE

Cuatro dedos entre montes y pulgar sobre los múltiplos y trámite del zíper. Tiene cáscaras el tronco (barranco sus venillas) exponiéndolo a sabiendas a la masticación. Se manifiesta y no, la intermitencia interna, con exótico danzar de cobra ante el faquir. Por un lado está el deseo, por otro la incidencia de objetos de libídine: patrones de su engorde infinito y proyección. Y finalmente encarna, desplegando sus dobleces: nudos, sebos y follaje desatándose, masivos.



Deschamps y el sax tenor


Estoy bajo la cana para velar mi aspecto; y así como el rumiante que (en estrépito agresivo) despliega su demencia me someto a mi no-estar. Preciso coordenadas para supervivir a la aproximación turgente (el otro cuerpo): la cal de las columnas revoca luz que mana, boleros subrepticios tejidos con bramantes al flanco, por la izquierda. Quién sabe si razono: cada instrumento músico me da animalidad: bongó en su cuero enfático y al bajo las viriles tutelas de un acorde. La voz tremante y gorda postula sobre el núcleo mi inestabilidad, un ebrio vertebrar de la lengua sobre un eje. Qué hacer sino seguirla en su brote, sin anclar.


para kozer, que lo sabe



autorretrato con condón


Sostengo un doble mágico, rasgado en componentes, aunque ningún exceso lo consiga compensar. El busca su infinito, ejecuta sus contextos como símbolo y espacio para la disipación. Sostiene varias poses, alternativamente: una variante explica (desunión con lo sublime) la anquilosis de los huesos, lo turbio en sus conductas: la tara de la edad. Otra ofrece expresión allende el plano físico: quimera pertinaz a manera de silueta, sin contornos ni grosero protoplasma. Cabría –pese a todo– datarlo en otro estadio, basado en presunción. Mi doble siempre quiso pasar apocalipsis, posarle a Mapplethorpe.


DE “TORSOS TÓRRIDOS”

un evento de libido

Me atreveré a hilvanar, de otros tiempos venatorios, las cenizas –y esbozarlas. Eso porque sedimentan (en violenta anamorfosis) grabándose en estampas ya amarillas. Se conoce que ella vuelve más denso el flamboyán porque los pies se mezclan con la membrana ardiente. La modela un overall (debajo dril austero y (a la yunta de las piernas) vedado queda el núcleo); el pelo vuelto cúmulo en el cráneo viriloide, duro de dilucidar. Y muta en mito un gesto, predominante entonces: sus falanges sobre un muslo, ligadura imaginaria, tres urracas en los ramos imponiendo el desenfreno.



libamen


Ingieres ligereza con tus zapatos suecos. El tiempo desmantelas entre lo indeterminado. Tu vínculo al instinto, con otra latitud, lo debes a la yerba y al núcleo de un temblor. El tramo de la recta (lo “siempre indefinido”) conjura tu vacío con signos diminutos: cocuyos, anatemas, y rachas de automóviles a cuyo raudo fósforo estiras hasta el fondo los cantos del vestido. Lomo a lomo contra el árbol extirpas un espejo, después el ademán retrógrado de un lápiz engendra los eclipses –el rímel se agostó. Por enésima ocasión la vulgar anacronía y tu asfixia con la baba: qué denso el pensamiento. La sombra de un cliente, la mano con puñal, deslíen tu monólogo. La vida es malabar en el aro de un esfínter.

Para Plinio Chahín, que me ha dado el personaje

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