domingo, 14 de noviembre de 2010

1901.- DAMSI FIGUEROA



DAMSI FIGUEROA (Talcahuano, Chile, 1976): En 1994 publica su primer libro de poesía “Judith y Eleofonte” (Ed. Letra Nueva, Concepción). Sus poemas han sido incluidos en varias antologías, entre las cuales se destacan: “Poetas Chilenos para el Siglo XXI” (Ed. DIBAM, Santiago, 1996); “Ecos del Silencio” (Ed. Mala Face, Concepción, 1998) e “Informe para Extranjeros”, antología que recoge las voces más representativas de la poesía chilena de los últimos treinta años (Colección Juan Ramón Jiménez, Provincia de Huelva, España, 2001). El año 2000 publica textos inéditos en revistas de poesía, tales como: Trilce de Concepción; Archipiélagus, de Valparaíso y Vox, de Buenos Aires. Su trabajo poético también se extiende al campo experimental de las instalaciones y el arte conceptual. En 1997 concluye la escritura de su poema “Sobre los bellos durmientes”, poema escrito sobre durmientes de 200 metros de línea férrea, en el pueblo de Hualqui. Actualmente es egresada de la carrera de Pedagogía en Español en la Universidad de Concepción.







AUTORRECONOCIMIENTO

Yo no soy la que se pierde
tan pronto como se la encuentra
El amor en mí no se toca
se escribe
Yo no soy la piadosa con los hombres de poca fe
no intercambio los calzones con nadie
En cambio asumo la desvergüenza
de una desnudez colectiva
en una casa de playa
o en una playa a secas
Yo no escribo para nadie
aunque intente escapar
y evite sacarte al baile
tus malabares y piruetas
siempre exigen un aplauso cerrado
es decir, una palabra
Yo no me complico la vida
omitiendo adverbios y conjunciones
Patino por la hoja y tapo los surcos amargos
con la sangre de mis amigos
Yo no hago el amor
lo desarmo
por el puro gusto de volverlo a armar
una y otra vez
hasta tener sexo
para olvidarme del amor
y de todos ustedes









ESTATUAS VENDADAS


Para Yohanna Villegas

Hay cosas que sólo suceden en el amanecer
Estrías del tiempo. En el amanecer
el aire y la noche se besan. El aire, la noche y el agua se contemplan
y se abrazan
Sobre un ajado paño de la niebla.
En los vapores de ese beso la umbra nace
Diamante perdido, el segundo en que es parido el día.

En los vapores de ese beso viajan los poemas noctámbulos
a refugiarse en sus sarcófagos de silencio.
No los sorprenda la brillante luz del sol
No los sorprenda que serían devorados
como dulce carne, carne amarga
por las bocas de los hijos e la luz.

En el amanecer
se pueden ver mandalas en las nubes y en la arena
se puede ver el ojo de pájaro en su centro,
separando mandíbulas
Abriendo
las desdentadas mandíbulas
las nubias coloridas

Fauces de la flor.

Supe, este Amanecer,
el Secreto de Las Estatuas Vendadas por la hiedra

Vi, a través del gusano y de su tiempo verdadero, las almas
que los cuerpos de cera o de ceniza
de roca, de arcilla o de madera
siempre esconden.

Vi a Gepeto que estaba solo
en su vejez envuelto por una maraña de hilos transparentes

Vi al anciano con la costra de su hijo entre las manos
Segundos antes del amanecer

Vi a Midas llorando Lágrimas de sangre
bajo el sol de invierno atado
a la piel de oro de su hija

estrella que se vacía en un milagro efímero
estrella que se fuga de su ciclo y cae
como una tilde en el cielo de la umbra

Vi a la estatua con máscara de bronce
arrancada de los brazos de su padre por la Sal
Lágrima que comparte
el destino de los pozos abandonados del desierto.

La hiedra es un manto que no abriga
sino del ojo pernicioso de los dioses

tan secreto es el latido de la piedra
tan minúsculo el segundo en que se mira
tan secreto es el segundo en que se ama
tan secreto y tan minúsculo.


El Día es el Martillo
que galopa sobre el cuero de las bestias
Y las bestias tienen, a la vez, una sed inconsolable de aurora y de muerte.

Así como a las bestias
a Las Estatuas, también se les debe hablar de amor.








LA PIEDRA

Para Alejandra Pizarnik

Yo se porque te duele
atraer con furia la piedra hasta los dientes
y arrojarla después como si nada
a la danza magnética donde acaba el milagro

Con el tiempo te has vuelto ciega
Encandiláronte los verbos
la incandescencia de los versos dolorosos
Te paralizaron las alimañas palabreras
el susurro esquizofrénico de la naturaleza del hombre

Yo sé que tu lamento no cesará jamás
porque tu hambre es mi hambre
y el pan que buscaste, ese pan se hizo carne
se hizo fuego imposible de llevarse a la boca.








EL ÚLTIMO

Ando buscando un árbol que de sombra
entre cuyas raíces repose un cuerpo que ya no lo sea tanto

Ando buscando una humedad
que se hunda como un túnel en la tierra negra
olorosa, con olor a sombra y árbol

Ando buscando un libro, seguramente
no un libro abierto sobre dos rodillas

Ando buscando un libro, para no humedecerme las nalgas
cuando me siente bajo la sombra del árbol que ando buscando.









EXECRACIÓN DE LA LUZ

Desde hoy viviré bajo la tierra
Oír los pasos que arando con espinas, invocan el miedo
ahuyentan el miedo para invocarlo nuevamente
tan vano es como sostener el Misterio

Me despido de la lluvia, crin del viento
de la sal que se revuelca en los océanos
Mas, extrañaré las rocas retrocediendo hacia la playa
eterna huida de espuma y sangre
la sal sobre la llaga, su caricia

Desde hoy viviré bajo la tierra
donde la salamandra teje su llama de coral
y una serpiente roja late en el corazón de un magma extraordinario

Invocando el nombre de las aguas remotas
vadearé los ríos que se abrazan
los diminutos ríos que se abrazan y se quedan abrazados
los diminutos ríos que conservan el pensamiento sin voz.





ABRAZO EN TAÚRIDES


Para Carlos Henrickson

Por una noche ácida y sin tregua
arrastro el cuerpo de mi amigo
Por el hueco confortable de su pecho
mi noche y mi lámpara y su mueble
la noche roja en la que escribo pasan.

Tan lejos de mi puerta silabarios de la lengua suya
cabalgan un poema que se inclina
sobre la espuma ensangrentada de mi boca
o el recuerdo de la espuma ensangrentada de mi boca
que en mi pecho hacen la lámpara y su mueble
la noche roja en la que el escribe.









SOLSTICIO DE INVIERNO

En invierno me hablan las golondrinas
de su pasión por el aire secreto y alzado
yo les hablo de fotografías enmohecidas en las manos
de ríos y canales con memoria

Basta un movimiento acelerado de la tierra
para que las palabras sean como golondrinas
para que con nosotros parezca que ya no estamos muertos








POEMA DE LENGUAS

Temo a la espina que zurce tu lengua
a ese hilo de azufre que te escurre
y amamanta el dócil canal, tus hendiduras

Así como a la muerte temo a tu arcilla
a la moldura que la sostiene
temo al diente que se te clava en la sombra

Temo a la boca que se traga tu lengua deliciosa
y como a hostia envenenada la devuelve a tu boca

Temo, pero aún así permanezco
Triste en la desmesura
Sola en mi amor por los espejos








EL TIEMPO

Insomne la luz dispara sus dardos epidípticos
sobre los cuerpos
Los cuerpos deben abrazarse
Hasta hacer caer la noche
A oscuras los abrazos deben repetirse

La noche debe caer sobre los cuerpos
Oscureciendo los abrazos hasta hacerlos desaparecer
El ojo debe desaparecer
Para que los abrazos sean soñados

La oscuridad dispara sus dardos epidípticos sobre los cuerpos
En el sueño los cuerpos deben abrazarse
A la luz del sueño la intermitencia de los abrazos debe abrir el ojo
Para que los cuerpos despierten








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