lunes, 6 de diciembre de 2010

LARRY D. THOMAS [2.330]




Larry D. Thomas



Laureado como poeta de Texas (Estados Unidos) en el 2008, Larry D. Thomas nació y fue criado en el lejano oeste del estado. Desde 1967 reside en Houston, a donde se mudó para realizar sus estudios de literatura inglesa, los cuales culminó en el año de 1970 en la Universidad de Houston. A pesar de comenzar a escribir poesía durante su estadía en la marina a comienzos de los años setenta, no fue sino hasta el año 2001 cuando fue publicado su primer libro The Lighthouse Keeper (El farero). Compartió su vocación literaria con actividades como consejero correccional de prisiones y otros servicios sociales hasta su jubilación en 1998. Es miembro honorario del Directorio Americano de Poetas y Escritores de Ficción. Hasta ahora ha publicado diez poemarios y colabora periódicamente con revistas y diarios.

Su poesía mantiene ese lenguaje claro y resplandeciente en imágenes, venido de la tradición de poetas como Whitman o William Carlos Williams. Y sus versos se alimentan de las experiencias vividas, tanto de las grandes como las pequeñas; de los paisajes recorridos; de las historias escuchadas.


Premios:


2001: Texas Review Poetry Prize

2003 and 2015: Western Heritage Wrangler Award
2004: Texas Review Poetry Prize
2004: Violet Crown Book Award
2008: Texas Poet Laureate (appointed in 2007)
2009: Texas Institute of Letters

Bibliografía:

2001: The Lighthouse Keeper (poetry chapbook), Timberline Press
2001: Amazing Grace (poems), Texas Review Press
2002: The Woodlanders (poetry chapbook), Pecan Grove Press
2004: Where Skulls Speak Wind (poems), Texas Review Press
2005: Stark Beauty (poems), Timberline Press
2007: With the Light of Apricots (poetry chapbook), Lily Press
2007: Eros (poetry chapbook), Slow Trains Literary Journal
2008: The Fraternity of Oblivion (poems), Timberline Press
2008: Larry D. Thomas: TCU Texas Poet Laureate Series (poems), TCU Press
2008: The Circus (poetry chapbook), Right Hand Pointing
2009: Plain Pine (poetry chapbook), Right Hand Pointing
2010: The Skin of Light (poems), Dalton Publishing
2010: Dark Pearls (poetry chapbook), LaNana Creek Press (Stephen F. Austin State University)
2010: Wolves (poetry chapbook), El Grito del Lobo Press (Fulton, MO)
2010: Five Lavender Minutes of an Afternoon (poetry chapbook), Right Hand Pointing
2011: A Murder of Crows (poems), Virtual Artists Collective
2011: The Red, Candle-lit Darkness (poetry chapbook), El Grito del Lobo Press (Fulton, MO)
2011: Far (West Texas) (poetry chapbook), Right Hand Pointing
2012: Social Networks (poetry chapbook), Right Hand Pointing
2013: Uncle Ernest (poems), Virtual Artists Collective
2013: Colors (poetry chapbook), Right Hand Pointing
2014: The Lobsterman's Dream: (Poems of the Coast of Maine), El Grito del Lobo Press (Fulton, MO)
2014: The Goatherd (poetry chapbook), Mouthfeel Press (El Paso, TX)
2014: Art Museums (poetry chapbook), Blue Horse Press (Los Angeles, CA)
2014: The Wadded Up Poem Behind the Dumpster (poetry chapbook), Right Hand Pointing
2015: As If Light Actually Matters: New & Selected Poems, (Texas Review Press)
2015: Los Dias de los Muertos (poetry chapbook), Right Hand Pointing
2015 The Circus (poetry chapbook, revised print edition), Blue Horse Press (Los Angeles, CA)
2016 Jake & Violet (poetry chapbook), Right Hand Pointing
2016 El Padre (poetry chapbook), nodding onion (Virtual Artists Collective, Chicago)
2016 Bleak Music: Photographs and Poems of the American Southwest, Blue Horse Press (Los Angeles, CA)



Traducción y nota: William Guaregua

Gorrión casero en verano

A través de la ventana de mi oficina
lo observé por varias horas
saltando desde su percha
hacia el árbol de pascua, y luego,
en minutos, regresando.

El árbol se erguía a sólo pocos pies
de las puertas del museo de arte.
Cada vez que una puerta se abría,
un soplo de aire acondicionado
se fugaba, despeinando el rubí

plumaje de su cabeza y pecho.
Él sólo cerraba sus ojos,
aferrado sobre la rama,
y se refrescaba. Todo el día lo hizo,
sin cansarse nunca de sus morisquetas,

como disfrutando del aire
perfumado y dilatado
por los óleos de los grandes maestros;
cargado con la emoción,
con el aliento que se expira en la admiración.


Las embravecidas aguas rojas

Durante las últimas semanas ha llovido en Texas
Sacando al río Brazos millas afuera de su cauce
Donde aún crece bajo el cielo oscuro de Texas

Sobre el piso de madera de la iglesia Batista en el valle,
Flotan los chirriantes bancos amoldados por los adoloridos traseros
De varias generaciones, el indomable Brazos crece aún más alto

Llega hasta los vestidos de los Apóstoles en los vitrales,
Mojando los pies de Jesús y lamiendo los codos
De sus levantados brazos, subiendo lentamente hasta el púlpito

Sobre el cual en una Biblia abierta se enrolla una gorda cascabel,
Las embravecidas aguas rojas del Brazos
Uniendo en dulce comunión a la serpiente y a la santidad.

(de Amazing Grace; anteriormente publicado en The Texas Review)




El pantano

Los carcomidos tablones de pino de su porche
crujen debajo del banco de oak manchado
fabricado por las manos de su padre
Él mata el tiempo allí, meciéndose,

mirando profundamente dentro del bosque
de su abuelo, hacia el pantano.
Por diez años, desde que cumplió setenta,
aquello había crecido en el fondo de sus sueños.

El refugio de cocodrilos y mocasines de agua,
ha estado oculto por tres generaciones
el más oscuro secreto de su clan. Bien entrada la noche,
si él escucha con suficiente cuidado, puede oír

el rumor, la máquina serena de todo lo que envejece.
Ella aún trabaja sus maravillas intemporales
debajo, en las oscuras agua. La película en la superficie
ha reclamado el reflejo en sus ya nublados, ojos azules.

(de The Woodlanders; anteriormente publicado en Louisiana Literature)




Repentinamente

Excepto por nosotros tres,
el parque estaba desierto aquel día
Mamá dijo sin peleas
y dije que ella sólo estaba bromeando
cuando, repentinamente,
se montó y salió disparada en el Buick
y nos dejó a mí y a mi hermano menor
paralizados sobre el mantel
que habíamos extendido para el picnic
Mas allá de los acres sombreados por los olmos
de El Parque Cole, en lejano Oeste de Texas
la explanada de tierra rojiza
corría sin obstáculos
hacia las cuatro direcciones
donde se extendía el horizonte.
Sam se abrazó a su oso de peluche
y comenzó a llorar.
Yo me paré vestido con mi short
de tirantes blanco
y miré el carro
disolverse en una nube de polvo.
Minutos más tarde,
cuando ella regresó,
yo todavía estaba parado
demasiado en shock para hablar o llorar,
despojado a la cuenta de tres de mi confianza
aferrado a su fuerte pecho,
tan liviano como la concha
de una cigarra.

(de Where Skulls Speak Wind; anteriormente publicado en The San Antonio Current)




Manejando a lo largo del oeste de Texas

Manejando por una hora con el controlador de velocidad activado
sin haber visto otro vehículo,
estoy hipnotizado por las líneas
amarillas, que se deslizan como flechas.

Sesenta millas atrás no leí el aviso
en la estación de combustible Mobil Hooper
que pudo haber anunciado que era la última gasolinera
antes de un recorrido de cien millas

El viento aúlla entre la ventanilla
rota. Bien oscura y sin luna, la noche
me recuerda la escena
de la vieja película de Frankenstein,

con cientos de antorchas encendidas
La fluorescente y anaranjada
flecha del medidor del tanque,
cae lentamente, casi horizontal.

Maniobro para esquivar una cascabel
que se deslizaba a lo largo del asfalto.
por no sé cuál razón digo en alto
la palabra cascabel

esto me sorprende, no tanto la palabra
sino la familiaridad
con la cual la pronuncio,
como si fuese el nombre de una amiga.

(de Stark Beauty)





El iniciado

A través del reflejo,
de sus lentes oscuros
él mira las estrellas
agrupadas en la fraternidad

del limbo.
Él descansa al lado de sus nuevos hermanos
al aire libre
el aire de una noche con luz de luna

y la respiración de los cuervos dormidos
Su cuerpo todavía tiembla
por el silencioso terror de los juramentos.

En el frío cromado
de la Harley,
millones de estrellas encendidas,
ceremoniales cirios.

(de The Fraternity of Oblivion)




The Initiate

Through mirrored,
dark sunglasses
he sees the stars
clustered in the fraternity

of oblivion.
He lies beside his brethren
in the open air,
the night air of moonlight

and the breath of sleeping crows.
His body still trembles
with the hushed terror
of the vow.

In the freezing chrome
of Harleys,
millions of stars burn bright,
ceremonial candles. 








Barrio Francés

Bajo el nivel del mar, entre la niebla nocturna
espesa como un asopado de pollo y salchichas, aparece,
todo el lugar como un bloque y una tumba de concreto
adornado con hierros de España y Francia,
una tosca cesta de pascua.

forrada con alternadas cintas
de celofán verde, dorado y púrpura
bajo las cuales parpadean las luces,
las espectrales luces de las lámparas de gas y neón
con todos los colores del arco iris

iluminando el fantasmal rostro
de la vuduista Marie Laveau
y la Catedral de San Luis
punzando el cielo nocturno con sus campanarios
como alfileres en un muñeco de vudú, vudú

de cuyos rítmicos cantos nació el jazz
en esta centelleante ciudad de pecado y Cuaresma
por siempre atrapada gentilmente por la gigante anaconda
del Misisipi, triunfante, brillante,
y rellena de los ratones y los hombres que la alimentan.

(de New and Selected Poems; Texas Christian University Press, 2008)




Diminuendo

Primero escuchó el inicio
en el sorpresivo ritmo
en stacatto del habla,
en la merma gradual
del radiante recuerdo

desde el acorde al arpegio.
Aunque la mayor parte del tiempo
está recluida en la composición
minimalista de un cuarto de asilo,
todavía insiste en que su asistente

le ayude con el vestido negro
y le haga el moño en el cabello.
Sobre el banco, con la postura
de espalda recta que asumía
como concertista de piano,

se sienta al lado de la única ventana
a mirar el diminuendo de la luz
al pasar del mediodía a la tarde
de la tarde al anochecer y del anochecer
hasta el interminable estudio

iterativo de la noche,
todos sus dedos
delgados, largos
oscilando como la varilla
agonizante de un metrónomo.

Traductor: Armando Ibarra



In the Nacreous Hours 

before the Great Storm of 1900,
a calm breeze rustles palm fronds
like cotton castanets. The evening sky
is opalescent, disturbed by nothing

but the glides, swoops, and dives of gulls.
The children are nonchalant,
licking their bright red lollipops,
stuffing their mouths with sticky

pink wads of cotton candy.
The waves, grown mysteriously angry,
strike shell beds with the opening notes
of Beethoven's Fifth. The puppet limbs

of lovers are thrashing in the sky,
the cotton threads of their lifelines
twisting, fraying, held by but the screaming
of the brute, careening gulls. 




Fingers

Clad in but your black,
silk kimono, you sit
on the sofa's edge as I
sit on the floor, facing you.
I slide your feet apart
a few inches, and,
with my right index finger,

trace the blue, pulsing veins
of your left foot.
As my finger
eases across your ankle
to your Achilles tendon
and starts its treacherous
journey up your calf

and around your knee
to your inner thigh,
you position on my scalp,
for imminent pressing,
your long, tapered nails
lacquered with the color
of crushed cherries. 




Driving Through West Texas 

Locked for an hour on cruise control
without meeting another vehicle,
I'm hypnotized by yellow
stripes, whizzing by like arrows.

Sixty miles back, I missed the sign
posted by a Mobil Hopper 
would've liked, the last gas stop
for the next hundred miles.

The wind howls through my cracked
window. Though moonless, the night
reminds me of the set
of an old Frankenstein flick,

flaring with hundreds of torches.
The Day-Glo reddish-orange
needle of my gas gauge
quivers, almost horizontal.

I swerve to miss a diamondback
slithering across the macadam.
For no clear reason, I say aloud
the word diamondback.

It startles me, not so much the word
itself but the intimacy
with which I utter it,
as if it were the name of a friend. 



Crabber 

Ninety years of Galveston sun
reign in her flesh like a bronze tattoo
needled indelibly into her face,
arms, and legs. Her throat's adorned
with a choker of perfect sharks' teeth,
hard, imperturbable as her squinty gaze.
Daily, during the summer months,

she takes fresh chicken necks, yanks string
around them tight as tourniquets,
grabs net and bucket and prances
the few yards from her shanty to the surf.
With nothing but her sense of touch, she works
her stringed necks like a master, easing
the net under the bellies of greedy crabs

and shaking them violently
to the bottom of her bucket. As she waits
for the next strike, she fixes her gaze
on the sea, matching its brute indifference
with the iciness of her stare,
the crabs clacking in the bucket like dominoes
shuffled by the age-blotched hands of old men,

fueling her dream of dropping big blue males
into a bubbling stockpot flaring her nostrils
with crab-boil, reddening their blue
in but minutes, their sweet, white meat
but briefly satisfying to her appetite
as the seven feckless husbands
whose cremated bodies she's dumped into the sea. 










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