domingo, 6 de marzo de 2011

3264.- PABLO DE CUBA SORIA


PABLO DE CUBA SORIA (Cuba, 1980). Ha publicado los cuadernos De Zaratustra y otros equívocos (Ediciones Extramuros, Cuba, 2003), y El libro del Tío Ez (Ediciones Itinerantes Paradiso, Miami, 2005).



GAGO MUNDO

[indigestión del Gago]


acidez estomacal del Gago: reflujo (cacofonía) de un
idioma a tumbos –

la noche de antes habían se mis mujeres suicidado, el
recelo a la fallida ilación de la sintaxis – los gendarmes
nada entendieron de tales escisiones de la lengua:
ordenanzas cotilleos de un adagio oscuro,

cocimiento de cañandonga en memoria de mis mujeres –

en revoltura estomacal se sostiene el mundo: respiración
cortada trastabillar del Gago – hasta reventar la anatomía
del cerdo el día primero del Hanukkah en barracón cubano,
servilletas de muselina para labios leporinos, paladar
tropeloso –

qué podrían decir me remendonas de jarcias si mis pausas
simulan un lenguaje muerto? – el latín que enseñaron mis
maestros quedaba se cojo la vigésima declinación de los
mutilados –

canales comunicativos de rapsoda x con soneto rosa a las
multitudes: resulta aceptable,

ininteligible es lo otro: tales aguas albañales (desechos
sintácticos) donde garza al Gago ve inflamada la encía –

las remendonas muestran el bolo fecal en su ilación
compacta los gendarmes muestran:
those horses who showed the World through the
greenish shit –

en tales contracciones se retuerce el Gago, la lengua
muerta, latines de sus conductos







[divertimento del Gago]

las mujeres de Lot fueron mis viudas, la reverberación
telúrica de las partes –

a la diestra de Lot, el incesto – a la zurda, tales sus mujeres
que dejaron me ebrio en los postigos de Sodoma,
desmollejado, partícipe de la última circuncisión de los
contentos –

ordenó me Gago fundador de Gomorra, tales pocilgas que
animaban mis viudas: teiboleras que predicaban el día de
culto: cordero de Dios que propicia el atracón del mundo,
matambre con monga de azúcar prieta – allí el adolescente
Sören prefiguró sus injurias, allí Ludwig (cerumen electivo)
esbozó su patética rumbera –

las mujeres de Lot mis concubinas fueron, sabedoras del
marchatrás muertas de risa – pocas las veces muchedumbre
entendió algo: cebadas para aliviar contracción de la laringe,
allí Antón Pávlovich medicó espanta muerto a sus enfermos –

con los ojos del fuego vi las marcharse, desmollejado,
aguacero a cántaros,

simulaban el trastabillar de la tartaja







[voyeurismo del Gago]

The little hole in the eye
Williams called it, the little hole
George Oppen


farfullar de la escritura: Anna Magdalena gagueando de la
Be a la Zeta, y viceversa, el génesis vocálico no le requiere
mayor esfuerzo: la obertura de sus partes, aquello – todo el
alfabeto cancanear se traduce cuaderno de apuntes – en
Bradenburgo, o en Leipzig, no bien recuerdo, la mulata
meretriz de Bach le educó la lengua, el orden fonético de
sus costumbres –

farfulle gráfico de Anna Magdalena es erección de mis lecturas,
se la introduce – hasta en época de menstrua (murgas) se la
introduce, cancanean te –

madre pedían las niñas demos la ronda a los pabellones que
los cañeros de Bradenburgo o Leipzig, mal me acuerdo, no
se acuestan demasiado tarde: su ignorar libresco del desencloche
nos estimula –

anden con Dios decía la madre el párroco les decía anden
ligeras – pero no nos apuremos, vayamos cortando en
cuadritos los pedazos de caña que urge desvestir los
monosílabos las niñas, sus luengos cuellos un tanto
amanerados,

pubertantes se interrogan –

la hora del té las condiciona el buche de café amargo las
condiciona: vejación al equinoccio del calendario juliano,
tocata y fuga prohibida a las niñas –

(leer a Tralk o pagar las cuentas, según corresponda)

rondando el pabellón las escuché gagueando, mira huecos,
cancanean tes de arrebuje,

investía Anna Magdalena de monaguillo a los cañeros






GRAMATICA DE LOS ESPECTADORES

cuando así el que la sinfoniíta en la pista escucha: los
despistados fonógrafos que a dormir se van habían se – cómo
podrías disimular te tus entradas: sí!: tan joven y ya cortas
picas el pan en tales trozos y no multiplicas – que no que
no: que no multiplicas siquiera las movidas jugadas del
genio de Riga – o digo enfermo (da igual) de Riga a luego
matches tantos de candidatos los estribos perdió y sintió
frío – abrígate bien Mikhaíl traquea te los dedos a que
mientras en tanto cuanto mi padre salgan los niños de la
guardería la exacta movida con el alfil – en vestiduras
ligeras el gran maestro Tal la gramática de los
espectadores, y dilo –

Bach: Tal: el despiste de los fonógrafos que a pistas de
espectáculos populares el rumbón los maitines los malos
educados al estuario del Daugava – pero pongamos las
cosas eventos en su lugar a ver si nos entendemos si tú
y él nos entendemos – pasas te cursos de una adolescencia
organizando fichas disponiendo de un juego que siquiera
hoy todavía desconoces – un juego que disputas domésticas
provocaron y de casa fuiste tras institutrices de aquellos
impresionistas de enfrente: putas francesas que a
impresiones los fonógrafos saqueaban, haciéndose –
déjame contar te el dinero a que veas rápido lo qué cuentas:
tales los cuentos chinos que en Bradenburgo Bach a las
putas vacilaba las mismas: el mismísimo genio el enfermo
de Riga –

no te demores Mikhaíl: las banderillas del reloj podrían
caer se – es que mi madre puso me madre mía tal nombre
por tales motivos, y eso, lo aseguro, décadas antes una
gramática de los contadores espectadores castellanos: pero
castellano que bueno baila usted – negar se no podría que
nenúfares madreselvas lilas hacen le excelente compañía,
y los árbitros se sientan a placer escuchas de los espectadores
y su lenguaje de las gagueras – así las parturientas de
Bradenburgo gritaron Johann Mikhaíl gritaron las
parturientas de Riga –

esto: lo que a un país sin gramática se tuerce, cosen
– institutrices que los fonógrafos entrando las pistas – a mi
gustaba me trabajar con Rina, de Riga las parturientas
amantes los contadores que desde hace algún tiempo
partieron, y aquí vienen – tú, que has sabido el cansancio a
sucesivas migraciones – la sureña Rina que fue mi amante,
de aquellos: los esponsales corresponsales de guerra
cuando genio el de Riga, Tal, los dedos (cejijunto)
amputados lo en disputa doméstica – ese amor por
Hiroshima no correspondido, y dilo, y profieres prefieres el
cine francés que desconoces ignoras todavía – por eso lo
justo cuando apenas la revancha perdiste: años ha, y te
volviste a Riga para escuchar a Bach:
los renales –

Bach: Tal: los despistados fonógrafos que país sin
gramática entrando las pistas – en fin: la pronunciada
ceguera gaguera de los espectadores, y dilo








ANTISEXTINA

lo que al estornudo substituye o el pulso en arte mayor de
la sextina,
o, quizás, lo epigramático de un óvalo (del Greco?)
sea chasquido de babas en salón de comatosos –
a ras de pabellón cernícalo:
treinta y nueve versos para sostener su vuelo –
de los oficios: rumian –
pero tensa las partes, la diseminación del viceversa,
aunque un óvalo (de Cassini?), al parecer,
tampoco esclarece la parálisis o
impotencia de enmarcar una sextina a la manera de Arnaut,
siquiera el estrambote donde aquellos comatosos asisten
a la masturbación de sus lecturas –
es la ronda lo que cuenta, comentan en ajeno de los cojos –
nada resulta en pronunciar la persona si abrían se zanjas en
atore del ritmo,
desplazaron cortinas en dimensión de muebles o
amarre anterior de los soportes –
de facto, habría que corregir al talabartero
en los gastos métricos del hijo,
su dotación de los afines corridos de a ojo –
equilibrio apaleado en las mismas lindes, de canto,
fluye el tono en reinvención de los conceptos,
ya le dicen: atórese la imprenta cuando rajen las niñeras –
fijemos nos en el pareado:
tales inscripciones ajenas resultan me en familia,
bien recuerdo los golpes silábicos de lavanderas chinas
lavanderas pelonas que pernoctaban el patio donde mata de
nísperos se abría en flor –
lo que alarga cacatúas con acento leporino –
en el blanco: se confunden –
quizás abreven en la suma de los lloros o
en engranes se oculta el gallo incierto desde abajo –
resultan le improbables composiciones semejantes
al entrar las enfermeras, o, qué digo, lavanderas a placer
de comatosos –
(punto de partida señalando mito y descripciones, era)
lo que substituye la armazón, el estornudo:
he olvidado masturbar me a merced de los cernícalos








ADAGIO DE LAS MIMOSAS

cuando atestado de las mimosas certificó al garete
las correcciones
a petición de Bouvard o Pécuchet
en definitiva lo inconcluso nos condiciona,
ingerimos los tantos galones de caca blanda
(medidas cúbicas)
para creer nos provechosos,
el adagio de Albinoni que reseña la belleza:
de tantas circulado se malogra,
bien sabes que se malogra al ausentar se olores fétidos,
Emma se maquilla –
tales ritmos, de la belleza,
habría que sostener los con migas de pan que carcomen
las ratas –
escucha la allá afuera, parlotear, desganada de
charcos de vómitos
que expelen tales epígonos de Pollock
que ni un comino de las notas donde trepa el adagio:
tampoco los normales que en un café trafican
el guten Morgen
pasada la hora de las decapitaciones –
bibliómano es la manera de declinar las gagueras,
entramado de lo babélico u hormigueo de la mosca posada
en caca blanda –
tal corrección, también, la degustaron los perros
sin lugar a regañadientes,
a orillas de balancín: las patas derrengadas –
ya desvarío: cuando atestado de las mimosas, adrede,
prosiguió el saltimbanquismo de la página,
un desprendimiento de sostenes (gagos) en la retina









HOSPITAL POR MAURICE MAETERLINCK

marcan fila desquiciados en hospitales de Occidente,
le sale en gana o dispone: internar se las cabezas,
a esta hora el hambriento se muerde la cola o se la ordeña –
el zumbido, a propósito –
supo del queso de cabra y timba al festín de los contrarios,
soportes oxidados en campos de fracturas –
de tales fermentos ya van quedando pocos,
siquiera el guionista de Lieja que premeditaba sus actos,
aunque rodajes de exteriores (ignoro) o
mancha de pájaros picoteando nos cabeza:
esos inquilinos amarrados por el cuello
descienden del Bosco
en ignorar de bocones que sus coces ocultan,
las perchas donde gagos cuelgan a expulsar de los salones,
antecede el intermezzo la mata de tamarindos les antecede–
(he leído panfletos de dicción intravenosa,
abejas por ejemplo)
sobre el muro, malabares,
picos de botellas impiden paso de insectos tú:
en el páramo gotean ramilletes de tamarindos,
aquellos que del catar de mis glándulas testimonios dan,
la mala traducción de mis farfulles –
a esta hora se hace fila en camposanto,
apuestan ruleta rusa en las calvicies –
en mata de tamarindos llueve fino,

pululan desquiciados

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