sábado, 26 de febrero de 2011

3164.- DAVID MONTHIEL


David Franco Monthiel (Cádiz, 1976) es diplomado en Magisterio de Educación Musical, escritor, músico y dibujante, y forma parte del colectivo de expresión y agitación cultural La palabra Itinerante. Ha publicado “Renta básica de olvido” (Ayuntamiento de Lepe, 2004) y “Aforos completos y otros mínimos aforismos” (Ediciones del 4 de agosto, 2007). Ha sido antologado en Voces del Extremo: Poesía y Realidad y en Poesía y Capitalismo (Fundación Juan Ramón Jiménez, 2003 y 2008), en “Once poetas críticos en la poesía española reciente” (Baile del Sol, 2007) y en “Poesía viva de Andalucía” (Universidad de Guadalajara, México, 2006). Poemas y textos suyos han sido recogidos en revistas y publicaciones como Diagonal, Tres mil, Lunas Rojas, Alhucema, La hamaca de Lona, Rojo y negro, Óxid y Portales.







IN GIRUM IMUS NOCTE ET CONSUMIMUR IGNI

Hemos venido para no hacernos los sordos,
para golpear desde la palabra,
para continuar en pie amándonos,
para mirar el rostro de la muerte,
y seguir soñando, seguir viviendo.
Hemos venido para no volver,
para despertar en el paso adelante
y ser cada día un único cuerpo
que desea una luz en carne viva,
un verbo de plural desinencia.
Hemos venido para cambiar la vida.
Nuestro terror será suave caricia
en los tiempos de mordaces bozales.
Hemos venido para formar parte,
para ser poema, para ser trabajo.
Hemos venido para esperanzarnos,
para vivir de nuestras manos,
para tener un nombre sin fiebres
deudoras o vómitos mensuales,
para ser gritos o cuchillas que desentierren
las podridas raíces.
Hemos venido para ser feroces
a pesar de mandíbulas
y de segundos despojados,
a pesar de domingos asignados
a la cómoda muerte.
Hemos venido para preguntarnos,
para vivir a la intemperie,
para ser un instante incómodo
en el tiempo pasajero de los ladrones.

Las cenizas de Salvochea, Baile del Sol,
Tenerife, 2008






Poética

Hemos venido para no hacernos más los sordos,
para golpear desde la palabra,
para continuar en pie amándonos,
para mirar el rostro de la muerte,
y seguir soñando seguir viviendo.
Hemos venido para no volver,
para despertar en el paso adelante
y ser cada día un único cuerpo
que desea una luz en carne viva,
todos los verbos con plural desinencia
Hemos venido para cambiar la vida.
Nuestro terror será suave caricia
en los tiempos de mordaces bozales.
Hemos venido para formar parte,
para ser poema, para ser trabajo.
Hemos venido para esperanzarnos,
para vivir de nuestras manos,
para tener un nombre sin fiebres
deudoras o vómitos mensuales,
para ser gritos o cuchillas que desentierren
las podridas raíces.
Hemos venido para ser feroces
a pesar de mandíbulas
y de segundos despojados,
a pesar de domingos asignados
a la cómoda muerte.
Hemos venido para preguntarnos,
para vivir a la intemperie,
para ser un instante incómodo
en el tiempo pasajero de los ladrones.




SEÑAS

Teníamos una dirección.
Ahora no tenemos nada.
Sólo el impulso de ir hacia algún sitio.
Quemaron los mapas.
O los dieron en las escuelas.
Sólo tenemos unas señas.





NUBES

La vida de una nube.
Sublimada de un ciénaga.
Acariciada por los reactores.
Soplada por vientos muertos,
recogida en las cumbres.
La vida de una nube.
Ensalzada en los ocasos
por aquellos que no creen
que va a llover.
Cargada de cúmulos y nimbos,
lloviéndose calaboba.
La vida de una nube
albergando truenos y rayos
para otras nubes,
diluviando sobre los cotos.
La vida de una nube.
Sin rumbo. Alejada de la tempestad,
del monzón inverso de gritos y danzas.
Otorgando fiel sombra a los meteorólogos.
Escondida
cuando predicen bonanza.
Encapotada
cuando auguran chubasco.
Disipada en la niebla del hoy.

La vida de una nube.







GENTE QUE HUYE DE LOS TRENES

Paseo mi mirada por las gentes.
Por si acaso entre las cansadas
estás.
Y estás.

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