jueves, 30 de diciembre de 2010

2731.- MADA ALDERETE VINCENT


Mada Alderete Vincent
(Madrid, Octubre 1959), periodista, profesora, educadora social, tiene dos libros de poemas: La ciega tiene boca (Crecida, 1997) y La casa de la llave (Tenerife, 2007, 2ª edición 2009); ha participado en las antologías: Carne Picada, antología clandestina de la poesía onubense contemporánea (1999), Voces del Extremo. Las voces de la poesía española al otro extremo de la centuria (1999), Voces de Extremo. Poesía y Conciencia (2000) y Mujeres en su tinta. Aproximación a la poesía de género en Huelva, 23 Pandoras. Poesía alternativa española (Tenerife, 2009). Y también en varias revistas, como “La Línea Inclinada”, “Lúnula”, “Material inflamable para manos incendiarias”, “Manual de Lecturas para la Supervivencia”…
Como sexóloga ha escrito: Las Primeras Preguntas (1997) y Las Preguntas más Difíciles (2006) y varios artículos publicados en la Revista Sexpol.






Editorial: Baile del Sol
Año: 2007




En mi primer día
del trabajo nuevo
me han colgado un puñado de llaves del cuello
y me han dejado sola
tengo encerradas a seis mujeres
a sus hijas y a sus hijos
no es una cárcel
solo cuido de que sus amantes
no las quieran demasiado



***




ÉL SUJETÓ la punta de sus dedos
cuando ella le abrió aquel chicle
en el bar.

Luego se subió a la bici detrás
y se apretó contra ella
sospechosamente fuerte.

Pero fue arriba,
en la cuesta de San Diego
cuando ya no pudo más
y se abalanzó en picado
sobre su escote.

Así, aquella noche,
por pintarse ella
de cereza
los labios
le regaló el hombre-lobo
la luna entera
de noviembre.







POR LA FORMA DE LLAMAR
se distinguen las visitas.

Las niñas gritan y ríen
antes de golpear la madera.

Mi antiguo amor llama suave,
muy flojito,
ese las mata callando.

Y tú,
que has invadido mi casa
aporreas sin piedad mi pobre puerta.

No sé qué buscas, chico,
o qué vendes,

pero llamas igual
que el del butano
o el de los congelados.








LA BOCA DE LA CIEGA
La saliva de la boca de la ciega.

La ciega te la mama
y habla.

A cambio tu risa,
caricias en el pelo,
palabras que suenan bien
y dos o tres corridas.

Luego la dejas sola
y ella cierra la boca
y llora

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