MIGUEL CASTRO
Nació en el distrito de San Isidro de El General, Pérez Zeledón, Costa Rica en 1979. Psicólogo, abogado, poeta. En la función pública se ha desempeñado como docente de enseñanza especial; promotor social; desde el año 2007 trabaja como psicólogo en la Unidad de Vida Estudiantil en la sede regional Brunca (Universidad Nacional). Ha trabajado, desde el año 2006, como docente en diferentes universidades. Ha publicado ensayo (Revista Cubana de Pensamiento e Historia CALIBAN, 2012); Crepúsculo de un sueño (Novela psico-educativa, Publicaciones El Atabal, San José, 2013); Psicologías Intencionales: Poemas de mi noche (Poesía, Publicaciones El Atabal, San José, 2013); Poemas Imposibles (Poesía, Publicaciones El Atabal, San José, 2014); Collage (Poesía, B.B.B Producciones, San José, 2014) con el que gana mención honorífica del Certamen Literario Brunca
ANTOLOGÍA
MÍNIMA
Lectura poética sin atestados
En el aire, The Doors: “Love me two times”. La música viaja en esporas de notas. Todos los colores arrebatan, y crean figuras que pronto se arrancarán la carne, figuras desmembradas, sin más sentencia que la de sus propios fondos. Esta madrugada no habrá ningún castigo. Una mujer llora. Le cuento el fin de todo. Su mar de culpa la arropa, mientras se arranca con violencia otra noche, fuera de los almanaques. Me agito después de la próxima madrugada. Sigo sin dormir, destilando las palabras que no te dije; avanzo hasta la puerta del próximo infierno, tropiezo con cuerpos, faldas, madonnas, medallas, labios carmín, desinfectantes, sodas, limones y sal. Hay un espíritu en la botella que se resiste a salir. Las salamandras no tardarán en encontrarlo. Descanso en un bar, luego en un escritorio. Una alfombra manchada de vino me recuerda su cuerpo. Siento el verano. El aire acondicionado, le eriza la piel. Dentro de ella suena “Love street”. Ella se infiltra. Trae monedas de oro en sus pupilas. Sabe la contraseña. Viene y se deja llevar. Bebe la sugestión, se arranca la falda, nos miramos, mordisquea mi lengua, le remuevo el sostén, la pellizco, la tomo en mis manos, persigo su ombligo, le como la espalda, la entrepierna y entro. Bebemos la tinta de las venas. Liamos un cigarrillo. Huimos del mundo. Apagamos la luz de los fantasmas. Intentamos un desayuno, pero es absurdo. La resaca es muy grande. Una copa de vino blanco. Otro cigarro despierta todos los escalofríos, se apropian del instante. Enciendo una candela azul o verde. Un incienso y un eructo me tranquilizan. Destapo una bebida, reduzco mi abstinencia. Rodeo el refrigerador, las compulsiones, el rito. Emerge del Hades la alegría de las latas muertas. Esta mañana no podré leer a Baudelaire, ni a Rimbaud, menos a Henry Miller. Tendré que hacer un poema con ella: tarde que llegas tarde/ tarde/ y sin ningún Cristo. Sí, un poema que suspire, ante la literatura emancipada de su ropa interior. Verter la noche en sus nalgas. Enterrar mi frente en su pubis y asfixiar mi jadeo en el sudor de los cuerpos. Volveré a sus pechos, al hueso tímido que sale de su cadera. Me dice al oído: muérdeme, si conoces el temor a Dios.
Señales
Tengo 35 años y todavía no he leído los indicaciones para distorsionar la pedalera de mi guitarra. Me asombra pensar un orden y una combinación precisa para expresarme. Tampoco estiro cuando corro, ni antes ni después.
Hace unos versos, supe, la convivencia entre caníbales está saturada de reglas. Las únicas reglas que respeto, son las que dictan las caderas. Las que publica, junto a sus muslos, en Venus.
He tropezado millones de veces con normas y señalamientos estúpidos, tan comunes, que aturden lo descomunal. Verbigracia, maneje con precaución/ fin del camino/ ALTO/ velocidad máxima 40 caricias por segundo/ despacio/ curvas peligrosas.
Otras, me llenan de gozo, cuando me reafirman, y recuerdan, no virar a la derecha, mientras tanto, juntos/ seguimos naufragando y en contra vía.
Las señales, —algunas veces—, grafican los signos del cuerpo, y me restringen, recusan, y apelan informativamente: NO HAY PASO.
Con el ceño fruncido, te sentarán en el banquillo de las despedidas, y te dirán: no Estacionar. Si descubren tus intenciones, al descampar los inviernos, o, incendiar, tus peores veranos.
Hay preceptos, positivísimos, te obligan a portar tarjeta, no importa cuál, ni a qué interés. De lo contrario, atienden las petitorias con negativas, y te dicen: espacio reservado, parking zone whith card, (no importa, si es visa, risa, o master).
Ah, pero otras, muy oficiosas, te acarician, y te dicen de un solo rostro, CEDA EL PASO.
Entonces, —justo ahí—, terminas el poema, y estacionas. Descubres, te valen una mierda los parquímetros.
Por favor,
no me golpees
con tanta dulzura.
No me cuelgues
del silencio.
Frases en des-bandada
Entrar de golpe
tropezar borracho
amordazar la luz
cargar el engaño
endosar la maldición
perpetuar la tumba
palpar el vientre
chuparlo
inundar los montes
penetrar la lluvia
el calvario;
eructar la deshonra
la defensa
y los bares
hasta el descalabro.
Mirarte,
patear los esquemas
los fantasmas
mantenerme en pie
enterrarme
en los labios
en la arena
bucear los pálidos muslos.
Enterrarme
hasta morir.
Caballo frenético
“…la monté…”.
Charles Bukowski
Nada más parecido a la locura
que la imagen de su ropa
volando por la alfombra
en la sala.
Nada más incierto que la sonrisa suya
sus jugos cayendo sobre mi rostro
en –nuestro momento–
en que yo asumo
la búsqueda de su orgasmo
debajo de sus piernas
donde sus labios
rodean mi boca
y su pubis, guía mis cascos.
Nada más seguro
que ubicarme bajo el vientre suyo
donde, sus muslos me protegen
de las pesadillas.
Seguramente
uno de estos días
su vientre y su vagina
se pintan de rojos murmullos
en medio del viaje de los óvulos.
Así
me llena de hierba
el estómago
y ella se desvanece
de placer sobre mí.
Para que mi lengua
y mis dientes y mis labios
tomen su orgasmo, en sus preciados jugos
que me hacen caballo frenético.
Ah sí , té … quiero
Estremecí un recipiente con heridas, cicatrices, hierbas y palabras inexpresables.
Combinando: de-se-ar-te,
te-ner-te,
ol-vi-dar-te,
con es-te ar-te.
Remembranzas después,
revolví con cuidado el orden del caos:
el té de manzana
con el té verde
que despierta la llama del corazón
y sana mis excesos,
el té rojo inquieto y salvaje de insurrecciones
el té de manzanilla que desinflama mis egos /ocultos en legiones
—por las dudas —
té de hombre grande para el orgullo
té blanco de espíritu y sus brotes sanadores de intuición
té de menta que embriaga el pensamiento en dos pétalos.
La rosa de Jamaica, la mezclé con mis propias manos
conjurando sus flores en grupitos de tres
en busca de los versos que deshonran los textos y luego escapan
como nacidos de ácidas letras
que descontrolan la pasión
y luego vienen a patearme el rostro.
Incorporé a la infusión
té de jazmín
para calmar el monstruo bajo mi cama.
No podía faltar
té de canela para volver el ánimo;
perdido en las lecturas
cuando me convierto en el escarabajo angustiado de Kafka y
Nietzsche medica mi voluntad para bien morir.
Ah,
pero denme triple dosis de Tilo
con hojas de pirámide que cuelgan como jardines angélicos
llenos de elementales
que dominan la bestia, a veces sí, a veces no.
Esta noche nos tomamos
la infusión
y por fin
sanamos
la herida.
El Poema Original
A
Prima facie:
Origen del poema,
teorías para un poema caído
descendiente del Poema Original.
Los sabuesos bioquímicos escudriñan
la reacción de nuestros elementos químicos,
los psiquiatras persiguen con electrodos y lecciones lacanianas
todas las psicosis y las esquizofrenias
las angustias de las suprarrenales y su adrenocromo
mientras tanto, los psicólogos jungianos se deleitan estudiando,
viviendo, percibiendo y traduciendo con su propia piel: la poesía.
Exorcizando mientras tanto, la ciencia que no ha dejado de estorbarle al Poema
[Original.
Ya lo dijo Blake, lo urgente es depurarnos:
depurar el oído, el tacto, el gusto, la vista, el olfato de tanta vanidad
limpiándonos la grasienta y hedionda inconsciencia adoctrinada.
Estimado lector:
estas son las notas que constantemente guardo
debajo de los expedientes que resaltan en mi escritorio,
estas son las palabras que emergen de cualquier otro texto
distinto en apariencia y esencia
a este que le comunico.
Pero qué puedo hacer cuando rondan mis oídos
y se insertan debajo de mis pestañas
los versos deseosos al salir del inframundo.
Yo sólo siento un golpecito en la frente
y al momento caigo en razón,
pasan por mi piel en forma de estampida,
con carretonadas
que se enchufan en mi corteza cerebral
y aprietan con descargas ingeniosas todas las neuronas
hasta que explote
en canciones sobre mis muzas
con manuscritos eclipsados como este.
El tiempo se regenera en un tic.-tac
cuando veo caer un segundo lleno de sensación con su respectivo ángel
en un torrente de imágenes, percepciones, fantasías, sentimientos, intuiciones, símbolos]
y
—casi incomunicables—.
Ves
Jung dibujaba sus dudas en poéticos mandalas.
Se me antoja sentir/ lo que ocurre dentro de las venas del poema
pero no llegas, y estás lejana,
acaso ¿nunca has estado en una sesión infernal de soledad?
¿Será que te visitan demasiado los cazadores de poesía?
—Ya me lo has dicho, no tienes que aclarármelo
que exprimes tu rutina hasta desaparecer del Holograma
donde todo está en el todo
donde busco en cada uno de tus universos
en cada uno de los versos
en cada una de las entonaciones del agua cayendo en forma de cascada,
pero no llegas, y estás
en los lugares deshabitados de longevidad
pero no llegas, es más, te ocultas
dentro de las ventanas
simulando estar presente
pero yo sé,
que te has ido sin retorno
y estás en el limbo cósmico
—aunque no lo sepas buscándome—
y que saliste a sopesar los símbolos,
ancestralmente propios
que quedaron ocultos
cuando
tocó desaparecer y enterrarse de la furia de Apolo.
Yo lo sé,
casi muy bien,
que ahí estás, aunque los psiquiatras griten en sus pronósticos
que tu isla es una catatonia abrumada y confundida
y que tu viaje es una resistencia del instante
y que tus uñas crecen como anuncian crecerán los delirios.
¿Acaso nunca han vivido en una isla de ensueño?
¿Acaso el Olimpo no está bien informado de lo que es?
exclusión?
Entonces,
¿Por qué sorprenderse cuando se ve venir otra exclusión?
¿Por qué no aceptar las islas que sirven para autoexcluirse?
Sí
excluirse
de los que estamos hartos de prescindir.
¿Por qué será que este divorcio social da para tanto hablar?
y para tanto celar
con celos infundidos, por estar cada vez más cerca de la Creación
del milagro abierto,
del instante de piel,
es decir:
del desnudo Poema Original.
Poema que de polvo en polvo y
de vida en vida
nos refresca la memoria
oculta tras los ángeles de las sensaciones.
B
Nacimiento del cuerpo del poema
I
Esta noche,
la poesía intenta escapar sin laceraciones
escapar de las impertinencias, los imprevistos, las excusas,
las puertas bien abiertas,
las ventanas transparentes que ocultan las dudas,
los mal llamados deberes,
los muertos,
las enormes heridas,
las horas
y los días dementes
que han perdido su memoria.
En esta oscuridad,
mi carne ha sido transmutada en poesía.
Todo yo intenta abandonarse de mí, por ejemplo,
abandonar mi sombra de hechicero
—casi tan efectiva como la del poeta—
abandonar mi olvido,
hecho de pasamanos infinitos
y sin retorno
que nos recuerdan la nada,
y la nada nos recuerda lo que todo calla.
En otras palabras,
todo yo intento
abandonar las puertas que ríen en mi rostro,
evitándome otro poema
y al impactarme, como el beso de Judas,
su burla
se sitúa en mi cara
arrancándome cualquier idea
su rostro sonríe delante del mío
reflejo de mí burla
puerta sonriente jaula agitada
con humor disgregado en los vasos de madera
en las pasiones en bloque
los montes —mal habidos—
su mezquindad monosílaba
los impertinentes labios de su bosque
los silencios multiplicados
los buses llenos de máscaras
las sillas vacías de espera
—que nutren la desesperanza—
los ecuadores los meridianos
sus mares desnudos que ocultan mi escape
—con anticuadas sobriedades que comen las entrañas
y le aseguran ser el modelo de dama—
insensible
lejana y autista de mí.
Intento abandonar
la madera y la muralla
con la que sueño tras la puerta
que ya no pertenece a ningún árbol
y encarcela cualquier escritura.
Este vórtice,
sin nervios de colores
no podrá darse cuenta
de mi eterna mirada
de su muerte a medias,
casi eterna,
muerte erosionada de puro temor,
muerte casi eterna con reservas
envuelta y devuelta en papeles de regalo
muerte decorada
con ramales violeta
y pasifloras
con las que endulza sus propios insomnios
compartiendo, el suave veneno de su propio Thánatos.
II
Se registra que sólo la Luna,
algunas veces muerta
ha escapado de los balbuceos de la poesía
posando
en el firmamento
inalcanzable
desnuda de estrellas.
Ante tanta lunática lejanía
prefiero el dolor en mi piel
suministrado por otras lunas
que intentaban callar mi escritura
con rezos a la Muza Lunar
para que duerma mis pasiones
y me quede tendido en una sola cama.
III
Recuerdo
solo una luna escapó del Poema Original
gestando los poemas ardientes
en noches de plena luna
escritos con llamas en lenguas de fuego
sin ninguna menguante
más que la ausencia marcadamente suya;
para recordarla
he tenido que escurrir un universo de labios,
penetrando otros cuerpos
sin encontrarla
lamer sus recuerdos concebidos en poesía,
intentando programar su búsqueda
con mi péndulo como testigo
buscando los versos encriptados en sus heridas,
escritos con toda la tinta de su pozo
—registralmente mío—.
IV
Yo lo sabía, lo evitaba, lo enseñaba, le temía a esta lección:
—no se puede saciar ninguna sed con sus jugos.
Era un pretexto para succionar mi condena
para cantar y reinventar las palabras
para lavar su moral y sus buenas costumbres
las que olvidó al salir del paraíso
cuando cayeron sus terrestres frutos
y preparó sus mejores vinos
entre jaurías de lobos
que acompañan su llegada
como se acompaña
a cualquier prostituta.
En conclusión,
no pretendas
que intente abandonar
el delirio, el verso, el motor y la puerta
que sutilmente cierras con palabras,
oraciones
y palma bendita
que en forma de cruz,
cuelgas junto a la imagen de algún santo,
para que olvide
las combinaciones que yo mismo escribí
cuando te di la llave
y comiste mi estrategia
cuando entraba y salía de tu cuerpo
y me quedaba en vos
lejos de ser un recuerdo
mucho más cerca de ser el Poema Esencial.
Lobotomía cualquiera
A veces resiento tanta soledad
me arrulla el sentir del lobo
—como el que traigo tatuado —
caigo de bruces
aruñando las últimas memorias de la manada,
al descifrar tanta distancia
encriptado entre sonrisas
como los —buenos días—, siempre tan falsos
me brotan las garras y la zozobra de mis colmillos
ante el rompimiento inefable de cualquier vínculo.
Los lobos viejos van muriendo
otros desaparecen en los reinos del olvido
los restantes
se distancian y aprenden la compañía
—yo por ejemplo
escucho los cantos del aire.
Pero existen otros
que llenan sus barrigas con introyectos
para terminar transmutando pieles de ovejas
ovejas celestes como las de la igle o ingle
donde acechan otras ovejas con fantasías escindidas lobóticas.
Vez que Jung no deliraba al plantearlo.
Existen cerdos con piel de lobo
que sólo se acercaban a pedirte otra cerveza
una
y otra
y hasta un zarpe anticipado.
Algunos otros juegan a ermitaños sin luz
la fuerza, sin siquiera un gatito que domar
otros creen que se apartan de su esencia
simulando ser soles, limando sus deseos, pintándose de un amarillo Heliocéntrico
algunos creen que ganarán sus guerras tomando las riendas,
pero sus bestias se desbocan ante cualquier disyuntiva
otros juegan a ser la justicia, pero la proporción con la que miden es [desproporcional
sus intereses irrespetan a todos
conozco lobas que asumen el arcano de una estrella: la desesperanza
otras simplemente se clavan a rodar —fortuna arriba, fortuna abajo—
sin importarles los altos y bajos
casi tan cíclicos
como sus humores
que ascienden y decaen de un estornudo
las hay también pseudoemperatrices
que explotan en risas
estas no construyen
ni crean
ni gobiernan
—ni siquiera un lamento—
conozco perras que se pasan por lobas
sacerdotisas
que sin fuego y sin labios pretenden develar lecciones
devolverme al paraíso
y sólo vienen con quejas, facturas y sesiones.
A veces siento tanta soledad
me arrulla el sentir del lobo
caigo por cualquier laberinto
y aruñando mis historias
me distancio.
La caída
Caer
caerse de risa, caerse de nalgas sin emoción
caerse a destajo o por medio tiempo
caerse de arena en algún reloj
caerse a mitad de precio
caerse de fe en granos de mostaza
caerse en sí mismo
en las nalgas de miss universo.
Sentir
sentir desprenderse los lamentos
incrustados en las costillas
escurridos de apáticos recuerdos
que diseccionan las manchas.
Caer
caer líquido por su ombligo
etéreo entre su aliento
caer a cada instante,
en medio de sus labios
acariciando de espera
el descontrol
caer tras un gemido
debajo de su falda
caer cantando desde el tejado
con una lluvia vaginal
que desflora de arena y tornasol
el templo de los dioses.
Caer:
por apellido
de forma escalonada
sin escrúpulos
sin lógica alguna
caer irreductiblemente
por pura obsesión
y a puerta cerrada,
caer sin suelas en los pies
sin grilletes ni virtudes
con excesos invisibles.
En fin,
brincar en un pie
de alegría pura
|cuando perdemos los ropajes sacros
acompañados
de cuerpos sin nombre
y seguimos ascendiendo y,
cayendo sin almohadas
ni colchones
que amortigüen el híper golpe.
La cultura light
trajo:
Coca-Colas
almuerzos
chicas
estudios
cristianos
profesoras de inglés
y amores.
no hay
peor droga
que las percepciones
culturalmente
condicionadas.
nos reuníamos a beber
juntábamos cualquier dinero en comuna
las monedas y los billetes
a ninguno le importaba dar las gracias
apresurábamos la estampida simulábamos ser mayores de edad
con tolerancia
con dependencia etílica
inventariábamos los agujeros negros
trazábamos el destello
que algún dios constantemente nos arrebataba.
retorcimos hasta la última gota de madrugada
fornicábamos las ausencias
paliábamos nuestras incertidumbres
para deshierbar los insomnios.
con un litro de cacique
una gaseosa
y un paquete de ticos
orgullo nacionalista
—o en su lugar
una cajetilla de marlboro rojo
para fumar como los hombres
y publicistas mandan.
la alegría brotaba
al escurrir cualquier malestar
quemar cualquier reproche
y cualquier autopsia del instante.
envolvíamos
incendiábamos/ las amarguras con papel
desvestíamos el umbral de las damas
y su estilo siniestro
bebíamos
fumábamos
alterábamos
los pechos
y los buenos modales.
invitábamos a las horas a beber
y las horas se sentaban con toda su paciencia
sin fin.
—el cassette de turno se había vuelto nuestra unidad de tiempo
para medir la existencia
lado a
lado b
y de nuevo
otra vez y otra vez.
escuché la canción cien veces que había intentado no doler
irrumpimos su natural desenlace
por obsesión y compulsivamente
con ideales fijos
desestimaba cada una de nuestras fugas
escuchábamos demoliendo hoteles
y mil veces
hasta que charly garcía nos prescribiera
otra medicina con dos hielos y agua.
tomaríamos el bus
me perdería
te perdería.
perdidos de los valles
nos convertiríamos en barreras
levantadas para olvidar
y proteger
nuestras historias
la muerte maquillada
con fugas geográficas
risas que detienen el llanto
ropas/ que desvisten los sueños
de quienes huyen/ de sí mismos
enterrándose
en la capital.
olvidamos la vieja barra
—dejaste de acariciar tus perros—.
mi péndulo/ me aconseja
conectarme
esotéricamente
te bese en astral
y evite
encontrarte un poco menos.
posdata:
no tengo tantos amigos
ni enemigos como entonces
pero me atrapan versos como estos
pocos
—ciertos y tangibles—.
me atrapan versos como estos
desahogo mi garganta
me libero
de cualquier congoja
resistiéndome a casi todo
me libero del infierno y del invierno.
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