lunes, 23 de febrero de 2015

MARÍA DE ZAYAS [15.035]


María de Zayas

María de Zayas Sotomayor (Madrid, 1590-¿1661?), célebre escritora española del Siglo de Oro español cuya obra se siguió editando durante el siglo XVIII, hasta que la Inquisición decidió prohibir la publicación de sus novelas.

María de Zayas y Sotomayor fue una célebre escritora española del siglo de oro cuya obra se siguió publicando durante el siglo XVIII. Sin embargo, su vida, como la de tantas otras escritoras contemporáneas suyas, no se consideró relevante para ser publicada, razón por la que se carece de los datos necesarios para una biografía. Se sabe que fue bautizada en Madrid, el 12 de septiembre de 1590 y que su madre fue María Barrasa y su padre Don Fernando de Zayas y Sotomayor. Pero no hay certeza respecto al lugar y fecha de fallecimiento pues, aunque existen dos partidas de defunción a nombre de María de Zayas, una del 19 de enero de 1661 y la otra de 26 de noviembre de 1669, ninguna corresponde a la novelista. Su padre fue capitán de infantería, sirvió como caballero al conde de Lemos, razón por la cual se supone que la familia Zayas debió seguir al Conde al virreinato de Nápoles. En 1628 obtuvo el hábito de la Orden de Santiago, lo que significa, entre otras cosas, que la familia perteneció a la nobleza menor y que Zayas conocía las reglas de esta Orden monástica. Otros lugares donde se cree que residió son Zaragoza, porque allí se publica parte de su obra, Sevilla o Granada. Asimismo se supone que vivió en Barcelona, si bien este dato está respaldado por las investigaciones que realizó Brown Kenneth en torno al Vexamen de 15 de marzo de 1643 del poeta barcelonés Francesc Fontanella de donde Kenneth deduce que la escritora residió en Barcelona en 1643. Otros datos relativos a la publicación de algunas obras, le llevan a afirmar que regresó a Barcelona en 1647 ó 1648 para allí negociar la reedición de sus narraciones, o bien que nunca se marchó.

Por su parte, María José Martínez indica la posibilidad de que María de Zayas y Madame de Sévigné se hubieren conocido porque las novelas de Zayas fueron traducidas y escandalosamente copiadas por el poeta Scarron, primer marido de Madame de Maintenon, futura esposa morganática de Luis XIV, quien mantenía una excelente amistad con la marquesa.

Sobre la base de que en toda obra literaria hay datos autobiográficos del autor, los estudiosos de la obra de María de Zayas deducen aspectos de su carácter, personalidad, experiencias personales, creencias religiosas e incluso identidad y orientación sexual. Todo esto gira en torno a un mismo eje: el feminismo premoderno, la actitud feminista de Zayas. Así, hay quienes deducen de lo que consideran datos autobiográficos que, lo que mueve a la autora, es bien un desengaño personal, un antimachismo, o una ideología feminista. Por su parte, quienes investigan la genealogía del feminismo, hacen una crítica literaria desde la perspectiva feminista, señalando la denuncia que hace la autora de la opresión que sufren las mujeres y del trato que reciben de los hombres.

Obras y estilo

Durante su estancia en Zaragoza publicó la primera parte de sus Novelas amorosas y ejemplares o Decamerón español (1637), un grupo de diez novelas cortesanas que analiza los estratos sociales superiores de su época y en la que se percibe influencia de Miguel de Cervantes.

Del Decamerón de Giovanni Boccaccio toma la fórmula de una reunión por culpa de una enfermedad (en vez de la peste, unas cuartanas de Lisis) a lo largo de cinco noches, en cada una de las cuales se narran dos novelas de gran crudeza. Al contrario que otros novelistas contemporáneos suyos, no pretende exhibir un ingenio cortesano complicando el estilo ni hacerse pasar por moralista sermoneadora, sino que le interesan la amenidad narrativa, la psicología de los personajes y los ambientes en que se mueven. Además, en sus denuncias de injusticias indignantes reflejan independencia y recio orgullo femenino, sin mostrarse pacata en las escenas escabrosas.

La segunda serie está compuesta por Novelas y saraos (Barcelona, 1647) y Parte segunda del Sarao y entretenimientos honestos (1649), reeditados como Desengaños amorosos. Este segundo grupo de novelas intensifica los argumentos truculentos y escabrosos.

Compuso además la comedia La traición en la amistad. Se conservan además algunas poesías suyas en diversas antologías (Botello, Montalbán, Cuevas, Del Castillo o la Fama Póstuma dedicada a Lope de Vega), aunque de altura inferior a su prosa.

Como narradora le caracteriza una gran fuerza. Es de una frescura y novedad sin precedentes ni tampoco epígonos. Tiene de su época el gusto por la violencia, la crueldad, la magia y los encantamientos. La moral en ella no es moraleja sino escarmiento. Ni ahorra episodios picarescos cuya crudeza no desmerece del Buscón quevedesco, ni queda atrás en el cultivo de la novela bizantina a la Cervantina en otros como La fuerza del amor o El prevenido engañado. Pero quizás lo que más sorprende en ella es la desenvoltura con que se comportan los personajes femeninos en el aspecto sexual y amatorio. Desde la que persigue a un hombre que ve por el balcón hasta la que guarda un amante negro en el establo hasta devorarlo sexualmente, «antes de infinitos adulterios». No en vano en el XVIII, la Inquisición prohibió reeditar sus novelas.

Invariablemente, hay mujeres que acaban mal por la liberalidad con que se entregan; pero no son todas. Es también notable lo poco que miran al decoro personal o familiar cuando siguen sus impulsos, que es casi siempre. Al hilo de diálogos sobre los distintos narradores en torno a la discreta Lisis, María de Zayas critica con la misma libertad que muestran sus personajes las idea de la época acerca de la honra y la virtud, que, en su opinión, tanto perjudicaban a las mujeres. Así, en una frase que recuerda las de Sor Juana Inés de la Cruz, dice Lisis a un galán que proclamaba su deseo de encontrar mujer tonta y honrada:

«Y ¿cómo sabrá ser honrada la que no sabe en qué consiste el serlo?»

De la burla picaresca, abonada al tremendismo, que domina la primera serie novelesca, pasa en la segunda al motivo barroco por excelencia: el Desengaño, que es a veces notación de la injusta burla de las mujeres por los hombres y, en otras, expresión dolorida y casi metafísica de la imposibilidad de los sexos para vivir lealmente y en armonía, tan distintas son las fuerzas que los gobiernan. En La esclava de su amante, La inocencia castigada, El verdugo de su esposa o Mal presagio casar lejos, un hado siniestro domina las vicisitudes amorosas. De la carcajada en El castigo de la miseriase pasa a la melancolía y el pesar de Estragos que causa el vicio, última narración y despedida aparente de la autora. No hay dignidad en el amor:

¿Qué más desengaño aguardáis que el desdoro de vuestra fama en manos de los hombres?(...) ¿Es posible que con tantas cosas como habéis visto y oído no reconozcáis que en los hombres no dura más la voluntad que mientras dura el apetito, y en acabándose, se acabó?
Lisis entra en un convento al final de las novelas y por ello muchos de sus críticos y editores han supuesto que ése fue el destino último de doña María. Azorín se la imaginaba en una buhardilla madrileña, mirando los tejados lluviosos y los gatos vagabundos.

El estilo de María de Zayas rehúye los excesos retóricos propios del culteranismo, tal como declara en la última novela de Desengaños amorosos:

Yo, como no traigo propósito de canonizarme por bien entendida, sino por buena desengañadora, es lo cierto que, ni en lo hablado ni en lo que hablaré he buscado razones retóricas ni cultas, porque demás de ser un lenguaje que con extremo aborrezco, querría que me entendiesen todos, el culto y el lego (...) Y así he procurado hablar en el idioma que mi natural me enseña y deprendí de mis padres, que lo demás es una sofistería en que han dado los escritores por diferenciarse de los demás, y dicen a veces cosas que ellos mismos no las entienden. ¿Cómo las entenderán los demás sino en diciendo, como algunas veces me ha sucedido a mí, que, cansado el sentido por saber qué quiere decir y no sacando fruto de mi fatiga, digo: "Muy bueno debe de ser, pues que yo no lo entiendo".
Joan Pere Fontanella



Lope de Vega

Lope de Vega la elogia en la silva VIII de su El laurel de Apolo, a lo que ella correspondió homenajeándolo en un soneto. «Sibila de Madrid» la llama en La Garduña de Sevilla Alonso de Castillo Solórzano:

En estos tiempos luce y campea con felices lauros el ingenio de doña María de Zayas y Sotomayor, que con justo título ha merecido el nombre de Sibila de Madrid, adquirido por sus admirables versos, por su felice ingenio y gran prudencia, habiendo sacado de la estampa un libro de 10 novelas que son 10 asombros para los que escriben deste género, pues la meditada prosa, el artificio dellas y los versos que interpola, es todo tan admirable, que acobarda las más valientes plumas de nuestra España
Emilia Pardo Bazán


Durante largo tiempo oscurecida por la crítica, Emilia Pardo Bazán reivindicó su obra, definida como picaresca de la alta sociedad del Siglo de Oro.

Doña Emilia Pardo Bazán citaba algunos pasajes suyos sobre su feminismo:

En la era que corre estamos con tan adversa opinión con los hombres, que ni con el sufrimiento los vencemos ni con la conciencia los obligamos. (...) ¿Por qué, vanos legisladores del mundo, atáis nuestras manos para la venganza, imposibilitando nuestras fuerzas con vuestras falsas opiniones, pues nos negáis letras y armas? ¿Nuestra alma no es la misma que la de los hombres? (...) Por tenernos sujetas desde que nacimos, vais enflaqueciendo nuestras fuerzas con temores de la honra, y el entendimiento con el recato de la vergüenza, dándonos por espadas ruecas, y por libros almohadillas.

Para María de Zayas, "las almas no son hombres ni mujeres". Era muy aficionada a la lectura, como dice en el prólogo "Al que leyere" de Novelas amorosas y ejemplares:

¿Qué razón hay para que no tengamos promptitud para los libros? Y más si todas tienen mi inclinación, que en viendo cualquiera nuevo o antiguo dexo la almohadilla y no sosiego hasta que le paso

Una lectura feminista de la obra de María de Zayas

El feminismo premoderno es, en la genealogía del feminismo, un primer bloque histórico en el aparecen las “primeras polémicas feministas” y se articulan, tanto en la teoría como en la práctica, un conjunto coherente de reivindicaciones, para cuyo logro se organizan las mujeres Andrea Blanqué, citando a Sandra Foa, sitúa la obra de María de Zayas en la polémica “misoginia-feminismo premoderno".Las denuncias que hacen las protagonistas de sus novelas tienen una finalidad de cambio social para lo que no es suficiente entretener. Zayas insiste en que son verdades lo que se relata, en la segunda parte de su obra que llama "Desengaños". Son verdades para el desengaño. En el mismo sentido, María José Martínez Girón, que considera que María Zayas es una feminista apasionada, afirma que pretende llamar la atención sobre las limitaciones que la sociedad de su tiempo imponía a las mujeres.

Por eso desea convencer de que sus historias son efectivamente verídicas, ya que de lo contrario perderían la condición de aviso y enseñanza que pretende darles.

Rosa Navararo analiza en la obra de María Zayas, las descripciones de la belleza y hermosura femenina y todo lo que a esta idea de belleza se le ha atribuido, como causa de todos los males sociales. No obstante, por un lado, Zayas se esfuerza en advertir a las mujeres que son víctimas de los engaños de los hombres. Por otro lado, a través de otra de las narradoras de sus novelas, Zayas afirma respecto a los afeites de las mujeres que:

"pues no hay duda que si no se dieran tanto a la compostura, afeminándose más que naturaleza las afeminó, y como en lugar de aplicarse a jugar las armas y a estudiar las ciencias, estudian en criar el cabello y matizar el rostro, ya pudiera ser que pasaran en todo a los hombres"

En opinión de Rosa Navarro, la hermosa Filis, que es la narradora del Desengaño cuarto, encarna la voz apasionada de María de Zayas cuando dice:

De manera que no voy fuera de camino en que los hombres de temor y envidia las privan de las letras y las armas, como hacen los moros a los cristianos que han de servir donde hay mujeres, que los hacen eunucos por estar seguros de ellos. ¡Ah, damas hermosas, qué os pudiera decir, si supiera que como soy oída no había de ser murmurada! ¡Ea, dejemos las galas, rosas y rizos, y volvamos por nosotras: unas, con el entendimiento, y otras, con las armas!

Rosangela Schardong, citando a de Lara, afirma que Zayas es la primera feminista teorizante que conscientemente comenta la situación del sexo femenino en España. Sin embargo, autores como Salvador Montesa advierten las contradicciones del feminismo de María de Zayas que defiende la igualdad entre los sexos ,pero no a las mujeres y hombres oprimidos por la clase social a la que pertenece. Melloni hace otra critica al feminismo de Zayas, por considerar que divide a las mujeres en dos estereotipos, buena y mala .Montesinos, además, está en la línea de quienes afirman que “todo es inventado”, que la pretendida verdad es un tópico más, propio del género literario que mezcla lo mágico y lo sobrenatural presentándolo como real. Ambas críticas son contestadas por Andrea Blanqué indicando los sesgos derivados del cronocentrismo y aplicando la hermenéutica de la sospecha en ese interés “demasiado agudo” por negar la veracidad de los relatos. Insiste Blanqué en que esas verdasdes las cuenta María de Zayas para mostrar el engaño de la la versión oficial de los hechos, que culpa de todos los males, a la mujer.

Por su parte, Oliva Blanco Corujo resalta de la obra de María de Zayas, los aspectos en los que se adelanta a la defensa de las mujeres planteadas por Feijoo en su Discurso en defensa de las mujeres. La autora del Decamerón español denunció la injusticia de que a las mujeres no se les dieran estudios:

...porque las almas no son hombres ni mujeres ¿qué razón hay para que ellos sean sabios y nosotras no podamos serlo?





LA POESÍA DE LOS DESENGAÑOS AMOROSOS
DE MARÍA DE ZAYAS Y SU FUNCIÓN UNIFICADORA
EN EL MARCO NARRATIVO

Benito Quintana
University of Hawaii at Mānoa 


El trabajo literario de María de Zayas y Sotomayor ha sido explorado con detenimiento por varios críticos quienes se han enfocado en sus Novelas amorosas y ejemplares (1634), en su Parte segunda del Sarao y entretenimiento honesto o Desengaños amorosos (1647), y en su única comedia conocida La traición en la amistad (1618-1620). En contraste, pocos críticos se han aproximado al estudio de su producción poética.

A pesar de que ésta no es de una calidad estilística particularmente memorable, los pasajes poéticos intercalados en las obras narrativas de los Desengaños amorosos cobran relevancia cuando se analizan narratológicamente y se presta especial atención a la focalización de los personajes que cantan los poemas. 




a Filomena y Progne como víctimas de la violencia masculina:

A un diluvio la tierra condenada,
que toda se anegaba en sus enojos,
ríos fuera de madre eran sus ojos,
porque ya son las nubes mar airada.

La dulce Filomena retirada,
como no ve del sol los rayos rojos,
no le rinde canciones en despojos,
por verse sin su luz desconsolada.

Progne lamenta, el ruiseñor no canta,
sin belleza y olor están las flores,
y estando todo triste de este modo,

con tanta luz, que al mismo sol espanta, 
toda donaire, discreción y amores,
salió Belisa, y serenóse todo.


Un poco más tarde, don Manuel deja caer por descuido sobre el vestido de Isabel una daga que llevaba consigo. La presencia de esta arma le causa un gran disgusto a Isabel quien compone un soneto que resalta sus sentimientos sobre su violación, los eventos transcurridos desde entonces, y las excusas que don Manuel continúa pronunciando para evitar casarse con ella. A través del poema Isabel le dice a don Manuel:


Toma tu acero cortador, no seas
causa de algún exceso inadvertido,
que puede ser, Salicio, que sea Dido,
si por mi mal quisieses ser Eneas.

Cualquiera atrevimiento es bien que creas
de un pecho amante a tu valor rendido,
muy cerca está de ingrato el que es querido;
llévale, ingrato, si mi bien deseas.

Si a cualquiera rigor de aquesos ojos
te lloro Eneas y me temo Elisa, 
quítame la ocasión de darme muerte.

Que quieres la vida por despojos,
que me mates de amor, mi amor te avisa;
tú ganarás honor, yo dulce suerte.


Más tarde, para mostrar la profundidad de sus sentimientos Isabel/Zelima compone unas décimas extensas donde ella detalla sus celos, la brevedad de la vida, el deseo y el sufrimiento de lo descendientes causado por los amantes.



Celos tuve, mas, querida,
de los celos me burlaba;
antes en ellos hallaba
sainetes para la vida;
ya, sola y aborrecida,
Tántalo en sus glorias soy;
rabiando de sed estoy,
¡ay, qué penas! ¡ay, qué agravios!,
pues con el agua a los labios,
mayor tormento me doy.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¡Oh tú, que vives segura
y contenta en casa ajena!
de mi fuego queda llena,
y algún día vivirá,
y la tuya abrasará;
toma escarmiento en mi pena.




¡Oh soberana diosa,
así tu Endimión goces segura,
sin que vidas celosa,
ni desprecie por otra tu hermosura;
que te duela mi llanto,
pues sabes qué es amar, y amaste tanto:
ya ves que mis desvelos
nacen de fieros y rabiosos celos!
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Daréte el blanco toro,
de quien Europa, enamorada, goza;
de Midas, el tesoro,
y de Febo, tu hermano, la carroza;
el vellocino hermoso, 
que de Jasón fue premio venturoso,
y por bella y lozana,
juzgaré que mereces la manzana.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
¿Cómo, di, ingrato fiero,
tan mal pagas mi amor, tan mal mi pena?
Mas ¡ay de mí!, que quiero
contar del mar la más menuda arena,
ver en el suelo estrellas,
y en el hermoso cielo plantas bellas;
pues, si lo consideras,
es lo mismo pedirte que me quieras.
Del amor dijo el sabio
que sólo con amor pagar se puede.
No es pequeño mi agravio,
no quiera Amor que sin castigo quede;
pues cuando más te adoro,
si lo entiendes así, confusa ignoro,
y es mi mal tan extraño,
que mientras más te quiero, más me engaño.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ojos, ¿no la mirasteis?
Pues pagad el mirar con estas penas.
Corazón, ¿no la amasteis?
Pues sufrid con paciencia estas cadenas.
Razón, ¿no te rendiste?
Pues, di, ¿por qué razón estás tan triste?
¿Pues es mayor fineza
amar en lo que amáis esa tibieza?
¿No sabes que te adoro?
Pues ¿cómo finges que mi amor ignoras?
Mas ¿qué mayor tesoro,
que cuando tú nuevas
Como Tántalo muero,
el cristal a la boca,
y cuando al labio toca,
y que gustarla quiero,
de mí se va apartando,
sin mirar que de sed estoy rabiando.
¿Hurté yo la ambrosía?
¡Oh Júpiter airado!
¿por qué me has castigado
con tanta tiranía?
¡Ay, qué rigor tan fiero,
que estando junto al bien, por el bien muero!
¡Ay, pensamiento mío!,
¿qué te han hecho mis ojos,
que, colmados de enojos,
es cada cual un río?
¡Y tú, sordo de mis quejas, 
in dolerme su mal, llorar los dejas!


Mientras doña Luisa se prepara para comenzar su desengaño, Isabel canta:

Su cruel tiranía
huir pienso animosa;
no he de ser de sus giros mariposa.
En sólo un hombre creo,
cuya verdad estimo por empleo.
Y éste no está en la tierra,
porque es un hombre Dios, que el cielo encierra.
Éste si que no engaña;
éste es hermoso y sabio,
y que jamás hizo a ninguna agravio.




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