lunes, 23 de febrero de 2015

DEMETRIA MARTÍNEZ [15.032] Poeta de Estados Unidos


Demetria Martínez 

Nació en Albuquerque, Nuevo México. 
Ha publicado ensayos (Confessions of a Berlitz-Tape Chicana, 2005), novela (Mother Tongue, 1994) y poesía (Breathing Between the Lines, 1997, y The Devil’s Workshop, 2002) y colaboró en la antología Three Times a Woman, (1989).  Escribe en el semanario National Catholic Reporter y pertenece a Enlace Comunitario, organismo que apoya a mujeres inmigrantes hispanas.  Reside en su ciudad natal.
Demetria Martínez, poeta, periodista y novelista, que escribe desde Albuquerque, Nuevo México y Tucson, Arizona, también reterritorializa el conflicto salvadoreño al espacio fronterizo del suroeste. Nacida en 1960, si era muy joven en los turbulentos años sesenta durante la guerra de Vietnam, se radicaliza en los ochenta con las protestas contra la intervención estadounidense en otra guerra, la de El Salvador. Al terminar sus estudios universitarios en Princeton en 1982, regresó a Albuquerque, donde trabajó con un grupo de artistas católicas en Sagrada Arts Colony. Fue grandemente marcada después de asistir a una reunión organizada por los Quakers en Albuquerque, en la cual un refugiado guatemalteco contó su historia con la cara cubierta para proteger su identidad. En estos eventos de los refugiados daban testimonio de fe en la teología de la liberación, influyendo así sobre los norteamericanos que trabajaban en el Movimiento para dar santuario a los refugiados.

Martínez comenzó a escribir poesía y periodismo sobre los conflictos centroamericanos y la ayuda financiera que proveyó a los militares en El Salvador el gobierno del Presidente Reagan. Aprendió de los testimonios que presentaron muchos refugiados que fueron perseguidos como católicos que luchaban en su país por la justicia social. En 1987, Martínez y un pastor protestante fueron acusados en un proceso federal por haber ayudado a dos refugiadas salvadoreñas a entrar ilegalmente a los Estados Unidos. Después de un largo juicio, fue declarada inocente. A partir de estas experiencias, Martínez recrea en su novela Mother Tongue (1994) la historia concreta de un exiliado salvadoreño y su relación con una participante en el Movimiento Santuario, en el suroeste estadounidense durante los años ochenta. Como Limón, basada en una relectura de la Biblia, Martínez extiende la crítica de las estructuras económicas desiguales en Latinoamérica a la desnaturalización de las estructuras patriarcales, e invita a sus lectores norteamericanos a participar en un nuevo significado de la globalización, en el cual ya no quedan reprimidos ciertos elementos de la inconsciencia política del imperio norteamericano.

Se puede proponer que tanto la literatura chicana como la teología de la liberación releen las grandes narrativas y los textos sociales desde la perspectiva de los oprimidos.
Con un desarrollo dramático en las décadas de los sesenta y los setenta, después de incursiones iniciales en los años cincuenta, tanto el movimiento religioso como el literario respondieron a los problemas sociales de su momento histórico, promoviendo la justicia por medio de la palabra y la acción. Los escritores chicanos igual que los teólogos de la liberación inventaron narrativas con nuevos protagonistas en nuevas posiciones actanciales.
Así como los pobres se hicieron sujetos activos con la apropiación de la nueva teología, los chicanos crearon una nueva identidad en su producción literaria y en su acción política.
Desde esta perspectiva, Demetria Martínez nota que los escritores chicanos como Helena María Viramontes, Benjamín Sáenz y Luis Urrea y otros escritores latinos como Martín Espada, dan una voz a los desposeídos, desarrollando una especie de “literary liberation theology [teología literaria de la liberación]” (“What a moment...” 16). Martínez y Limón inscriben su narrativa explícitamente en los discursos de la teología de la liberación latinoamericana. Trascendiendo los paralelos metafóricos,
narrativos y sociales con una nueva práctica religiosa, éstas aportan una nueva perspectiva en sus novelas sobre las luchas contemporáneas por la justicia social en Latinoamérica. La teología de la liberación influye tanto en el contenido como en las estrategias narrativas de su escritura. Martínez y Limón resemantizan las narrativas bíblicas y resignifican las categorías tradicionales de lo bueno y lo malo, cuestionando así oposiciones binarias que eliminan todo proceso de negociación y cambio social. En estos términos, invitan a sus lectores norteamericanos a reconcebir la realidad a la luz de una frontera entre los Estados Unidos y Latinoamérica, que se desintegra al proponer una nueva conciencia social que trasciende, por ejemplo, las fronteras convenientes entre las naciones ricas y las pobres.


Cuando en diciembre de 1987 un gran jurado federal acusó a Martínez y al pastor luterano Glen Remer-Thamert de haber conspirado para ayudar a dos salvadoreñas a entrar en los Estados Unidos ilegalmente, ella insistió en que sólo estuvo allí para escribir un reportaje para el periódico Albuquerque Journal. Según la escritora, el ensayo periodístico constituía la rearticulación de una historia bíblica de la Navidad: dos mujeres embarazadas viajaban buscando asilo para dar a luz en el mes de diciembre. A la narrativa acusatoria del jurado federal, Martínez contrapone la historia de una narrativa que escribía como trabajo profesional, intercalando a la vez la versión rearticulada del episodio bíblico. La escritora elaboró varios segmentos de estas narrativas en su poesía de los años ochenta y más tarde en la novela Mother Tongue.


En su poema “Nativity: For Two Salvadoran Women, 1986-1987 [El Nacimiento: Para dos mujeres salvadoreñas, 1986-87]” escrito en 1987, Martínez se dirige a las dos exiliadas que trataban de cruzar la frontera:



[observándote vomitar la naúsea matutina
una enfermedad infinita como la guerra en El Salvador,
una enfermedad que mi pluma y mi cuaderno no borrarán,
dime, Por qué están aquí?,
cómo cruzaron?
En mi país cantamos sobre el niño en el pesebre,
Y auspiciamos los escuadrones de muerte,
Cómo podemos escribir sobre esta vergüenza,
Sobre los niños que elegimos salvar?]



watching you vomit morning sickness,
a sickness infinite as the war in El Salvador,
a sickness my pen and notebook will not ease,
tell me, ¿Por qué están aquí?,
how did you cross over?
in my country we sing of a baby in a manger,
finance death squads,
how to write of this shame,
of the children you chose to save?




Al final Martínez sobrepone al lugar del nacimiento de Cristo el pueblo nuevomexicano del mismo nombre: “babies turn in your wombs,/ summoned to Belén to be born”. Aunque el gobierno empleó este poema contra ella en el proceso legal, el jurado la declaró inocente en 1989, bajo la protección de la primera enmienda de la constitución norteamericana.



EL MILAGRO

A veces, cuando
no puedo recordar
una palabra en inglés,
la palabra llega
en español.
Vuela desde
la cima
de las Sangre de Cristo,
cae como las rosas
en el invierno
desde la tilma de Juan Diego.
¿De qué otra manera
se puede explicar
este milagro
cuando has dejado
de creer
en la historia
de la cigüeña?




TARJETAS DE VOCABULARIO

Extendidas como cartas de tarot sobre
la mesa del comedor,
auguran un futuro de fluidez,
inglés por un lado,
español por el otro,
sombrías como tarjetas de presentación
que pueden llevarte con el oficial
que te permitirá cruzar las fronteras
sin pasaporte o visa.
Río, river, tempestad, storm.
De dos en dos las palabras aparecen
en el baúl de tu mente, the lion
se echa junto al cordero
hasta que un día, el diluvio
de la ignorancia cede
apenas lo suficiente como para comprar
más tarjetas de vocabulario,
nivel intermedio,
y empezar otra vez
el juego
del solitario.

Estos poemas de Demetria Martínez fueron traducidos por Carmen Julia Holguín Chaparro.




Descubriendo a América

Santo Niño sobre
una mesita del cuarto,
agua bendita
en una botella
de enjuague bucal
que la abuela hizo
al cura bendecir,
esta casa,
una ciudad medieval
que tú visitaste,
lo que buscabas
no estaba aquí.
No estaba en las muñecas
untadas con aceite de salvia,
tierra de Chimayo
esparcida por las sábanas,
tampoco
en las campanas de San Felipe
que picoteaban, alejando
la oscuridad,
frazada de Córdova
en la que despertamos
 empollados.
Para demostrar el amor
deshojé aún
más siglos,
peldaño a peldaño
 hacia una kiva
pueblo donde tocaste
el sipapu,
canal del universo
surgió de él,
bebé marrón barnizado
con barros natalicios.

Pensaste que
América
se encontraba en un mapa
no podías verla
en una mujer
piel oliva,
aros de plata
en los lóbulos,
uno por cada milenio
resistido en esta
de tierra colorada
este nuevo méjico.

Anoche
soñé
un mapa
del continente,
el tren
que te llevó
de mi veloz
cruzó los carriles
como aguja
en un dobladillo
por alguna parte
cerca del Canadá.
El sanarme
tomó
cuatro años.
Y tú? 
Has descubierto
a América
o por lo menos
admitido
que una mujer
aquí cultivó
el maíz
mucho antes
que tú le cambiaras
de nombre? 




Lengua e identidad en la novela Lengua Madre, de Demetria Martínez
El Salvador

Por Manlio Argueta


En 1987, la poeta, periodista y novelista norteamericana Demetria Martínez, fue acusada de conspirar en contra del gobierno de los Estados Unidos por hacer ingresar salvadoreños ilegales. Un jurado, la declaró inocente salvándose así de una pena de 25 años de prisión. De esta anécdota viva y vívida, de contenido testimonial, surge la novela que escribiría nueve años después de haber sido exonerada de un delito en contra del Estado. Lengua Madre fue publicada en español por Seix Barral, España, 1996 (y publicada originalmente como Mother Tongue, 1994, en inglés por una división de Random House de Nueva York, una de las editoriales más grandes de aquel país).

Este es el antecedente de la obra y de la novelista que visitará por primera vez El Salvador, con motivo del "Primer Coloquio Internacional sobre Literatura en América Central". Lengua Madre se agrega al acerbo bibliográfico sobre El Salvador. Temática, inspiración, y visiones culturales de la escritora tienen como fuente experiencias de un hecho migratorio. La novela es eso. Una historia de salvadoreños narrada en primera persona, María; un salvadoreño, Luis, por medio de un diario; y Soledad, con familiares salvadoreños y partícipe de la conspiración de ingresar ilegales a los Estados Unidos.

Uno se puede preguntar ¿cuál es la realidad y cuál es la novela? Demetria Martínez, logró ser declarada inocente porque el jurado consideró que ella tenía el derecho a viajar con miembros de la iglesia que conformaban el Movimiento Santuario, en la década de los 80, y que contiene alguno de los orígenes de la emigración salvadoreña a los Estados Unidos. Por consiguiente forma parte de la memoria histórica nacional. Pienso que cuando se escriba sobre las expresiones culturales salvadoreñas, el Movimiento Santuario jugará un papel preponderante para buscar las raíces de lo distinto que estamos siendo y seremos en un plazo mediato por ese fenómeno que algunos críticos denominan desterritorialización, que revierte conceptos de identidad nacional (Deleuze, Jean Franco).

La idea que subyace en la novela de esta novelista norteamericana, es su encuentro con sus propias raíces chicanas a través de su experiencia salvadoreña. El nombre de la norteamericana, Demetria Martínez, podría confundir a quienes pasan por alto, la hibridez y la interrelación cultural de la postmodernidad, que debemos absorber sin haber superado la etapa de la modernidad.

Demetria Martínez descubre el poder del idioma como instrumento de lucha. Su práctica con los salvadoreños ilegales le permite descubrir la fuerza del idioma original como elemento de rebeldía, integración y como autodescubrimiento de los orígenes culturales. Por algo una de las luchas políticas que se dan en los Estados del Sur Oeste de los Estados Unidos es la defensa del empleo del español como idioma alterno y que, al prohibirse y trasgredirse, puede constituir acto de conspiración o subversión política. Los mejicanos que llevan más de cinco o seis generaciones formando parte de los Estados Unidos, se repite en una problemática centroamericana desde las dos últimas décadas que se ha descubierto un sueño que se paga deponiendo tradición nacional para adherir a su identidad elementos de la cultura dominante: blanca, sajona y protestante que no es la única ni tan cohesionada como se creyó antes de Martin Luther King.

Para Demetria Martínez es una paradoja que su lucha por recuperar la lengua española tendría que pasar por una experiencia centroamericana de hacer ingresar ilegales a los Estados Unidos, su país no por adopción sino por historia y nacimiento, en tanto es originaria de Nuevo México, lo cual plantea un fenómeno de fragmentación e hibridez. Lo mismo deberá enfrentar la cultura centroamericana que pasa por una etapa de obligado desarraigo de su localidad, de su paisaje, sus emociones propias ante los desastres y alegrías, para sumarse a una sociedad distinta no sólo proveniente por traslado físico sino que también por acceso libre a la cultura del ciber espacio y de la multimedia. Independientemente que se deteste o se desee. Es ya una realidad. ¿Sabemos lo que pasará culturalmente con los centroamericanos después de tres o cinco generaciones de una emigración continua y ligada a una necesidad vital? Esta podría ser una reflexión que nos despierta la novela Lengua Madre: recrea un hecho cultural de gran actualidad para la región de la cintura de América.

Lengua Madre, de esta periodista del National Catholic Reporter, no sólo es novela de amor entre un salvadoreño y una norteamericana; es una obra que se origina un sentimiento emotivo para proteger a los emigrantes, que sienta bases para lo que parecería ser un encuentro cultural universalista.

Para quienes trabajan el tema de la identidad cultural, es importante descubrir las obras literarias sobre los centroamericanos (con más énfasis entre los salvadoreños) que se escriben como historias de una vida reciente: en Australia, Canadá, Estados Unidos, Francia, Inglaterra; elemento novedoso de una Centroamérica que rompe barreras espaciales, elabora nuevos parámetros al margen de situaciones animicas nacionales y marginalidad económica. Una Centroamérica que se está definiendo en una práctica diaria y que los intelectuales quisiéramos ocultar o revelar, según sea que nuestras pasiones estén adormecidas o en vela.

Una Centroamérica joven, como es joven la tendencia en todo el mundo el abrigo y refugio que no se tiene en la localidad propia. Que tiene que ver muy poco con los buenos deseos y querencias; lo cual nos hace adivinar que vamos hacia una ciudadanía global, aunque sea difícil digerir del todo.

Manlio Argueta


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