Osmán Avilés
Nombre literario de Osmany Pérez Avilés, nació en La Habana el 15 de enero de 1979. Es un poeta y ensayista cubano.
Consagrado al estudio de las poetisas cubanas Dulce María Loynaz y Serafina Núñez fundamentalmente, ha revisitado a través del ensayo, diversas poetas cubanas, a las cuales ha dedicado también páginas críticas, entre ellas: Nieves Xenes, María Villar Buceta, Cleva Solís, Georgina Herrera, entre otras autoras. Dentro del grupo de los llamados poetas antólogos, su obra El manto de mi virtud mereció el elogio de la crítica, al tratarse de una muestra geográfica de jóvenes poetas del siglo XXI en la Isla, al cual acompañara otra muestra de poetas uruguayos, realizada por el editor de dicha publicación, el intelectual Alfredo Coirolo. Además, el título Sonetos escogidos de Serafina Núñez, con selección y prólogo de Avilés, constituye un valioso acercamiento a una de las sonetistas de mayor cultivo de esa forma estrófica, del siglo XX en Cuba. Su poesía, en constante cambio, ha sido valorada por importantes autores como Roberto Manzano Díaz de Cuba y Rafael Courtoisie de Uruguay a partir de la publicación de su primer cuaderno poético La persistencia de los fragmentos, editado en Montevideo. Osmán Avilés vive actualmente en Miami, Florida, territorio de los EEUU.
Obra
Pilares de un reino. Una incursión por la obra de Dulce María Loynaz. Ediciones Extramuros, La Habana, 2008.
Sonetos escogidos, de Serafina Núñez [Selección y prólogo de Osmán Avilés]. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2009.
El manto de mi virtud. Poesía cubana y uruguaya del siglo XXI. [Selección, prólogo y presentaciones de Osmán Avilés y Alfredo Coirolo]. Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay, Universidad del Trabajo de Uruguay y Editorial Letras Cubanas, Montevideo, 2011.
Los extraños monzones. Ediciones Extramuros, La Habana, 2011.
La persistencia de los fragmentos. Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay y Universidad del Trabajo de Uruguay, Montevideo, 2011.
Si no tiene edad la noche
Búscame el quince de enero
si no tiene edad la noche
dialoga con su reproche
si el viento aún sopla fiero.
Si el reloj a la hora cero
niega del tiempo el zumbido,
sea otro huésped bienvenido
si el gallo hereda el albor
y he vislumbrado el amor,
¿mi cuerpo será esgrimido?
A la deshora
A abuela María en su cumpleaños 88
Vela el mar su noche quieta
este suspiro callado
del horizonte apagado
tras la vigilia secreta.
A la cola del cometa
roza el aire su aventura
constelación que fulgura
bordada por un descuido
para el duende amanecido
que aflora con su frescura
Escena íntima
A mis padres
El overol de cierto hombre parece
zurcido por una vieja costumbre.
El hilo las puntadas
acaso remedan el espíritu de mi madre.
Ella lleva en sus manos
pequeñas agujas nerviosas
cerrando una abierta tristeza
los hoyos del tiempo
la singladura del alba.
Yerran las costuras
—el sonido del mundo—
detenidas por su luz.
¿En qué misterio residirá su afán
nacer a calladas hebras
salvar las fibras
que nunca interesó a nadie...?
Yo miro esos hilos madrecita
conquistadores de fe
que domeñan ancestrales congojas.
Tus ojos en cambio urden
el silencio que escuchas desde mi infancia
Báculo
Al borde del abismo
los dardos rebasan mis fuerzas.
Soy el incorregible
que remeda enjabonaduras
y debajo del agua
extravía los rastros la memoria.
Niestzche se burla de mí:
no sé si por la demencia
o el relativismo.
Aromas lavan el placer
de rollizos ébanos.
No purifican.
Tal vez Dios
confunde una verdad
con malogradas razones.
Busco un báculo
desesperadamente
la inconsciencia
en las súplicas
que subyugan mi espalda...
Acércate,
ayúdame a recoger
estos fragmentos.
ORIGEN
Demasiados vítores para la soledad
para el verso
que se rinde en el origen.
La división marca
y consume la piel.
Rayo que quiebra
el camino de los reyes.
También sucumbe
el alma de los actores
duele al público
mientras se enciman
sobre nuestros hombros.
Me sujeto al gran arco
a la ciudad donde abril danza
su sueño trunco.
Solo amo el tiempo
detenido vicio en el instante.
No sé si sobrevivo al sur
a esa hoja que cercena la distancia.
EN LA ROCA
se esparcen los graznidos
ese ir y venir de pájaros
que se posan
y otean
una noble criatura.
Tal vez no la merezcan.
Vuela un pelícano.
Ayer eran siete
en la búsqueda de su hábitat.
Los alados
deseaban huir del trópico
pretexto para lo insulso.
En la roca
recibo esta madrugada
la marea
un surco de peces y crustáceos muertos.
VARIACIONES CON PIE DE ADAGIO
Amadeus parece un tentador del Infinito/ Compone melodías que emanan gozo
y orquestan desolación/
Cuando cree alcanzar la belleza aumenta su sed/ la música/ el deseo/ ese
regocijo en las tardes cerradas del espíritu/ y hace variaciones desde los
fanales del vivir/ desde sus costumbres taciturnas/
Amadeus no entiende cuánto de humano hay en la conquista de la belleza/ Y
se joroba sobre el papel/ pensando en los alegres días de Baden/
EXPECTACIÓN
No llegues tarde a la roca
donde aguardo
irredento.
Gritando a mortales
que no se estremecen
intuyo a Dios
en el crepúsculo.
Modestas campanadas
atisban la memoria
y despiertan la sed
que invade otros sueños.
El anzuelo escucha el agua
el alarido la queja.
No llegues tarde a la roca.
Quizás todavía encuentres
esa luz en el mar.
DESPEDIDA
A Ana Purriños
Cruzo la avenida que da al ferry de la Olsen
el paso se hace más lento
en vísperas del 2 de diciembre de 2005.
No soy Kenneth Boyd.
Mi condena no será morir
bajo una inyección letal
y Raleigh está a miles de kilómetros.
No te olvidaremos, dice Ana Purriños
en ese aire de contagiar
su espíritu firme y a la vez delicado.
La escena conmueve
a un tripulante.
Sabe que el adiós
es óculo de incertidumbre.
Mi paso se hace más lento
y me resisto a ignorar
las risas el muelle
los abrazos un barco
esos apremios de la despedida.
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