miércoles, 25 de febrero de 2015

LITZA QUINTANA [15.065] Poeta de Honduras


Litza Quintana

Elvia Castañeda de Machado. Ensayista, periodista y poeta. Más conocida por Litza Quintana.
Nació el 15 de febrero de 1932 - Falleció el 1 Julio 2014

Oriunda de El Rosario, Comayagua, Honduras. Realizó estudios de bibliotecología y de educación en Argentina, España, Francia y Estados Unidos.

Trayectoria profesional

Trabajó como periodista docente. Utilizó el seudónimo de Litza Quintana para firmar sus escritos. Perteneció al grupo femenino de Ideas y a la Academia de Geografía e Historia. Estuvo vinculada con la Generación del 50, que agrupó a poetas, ensayistas, dramaturgos e historiadores tan respetados como Roberto Sosa, Oscar Acosta, Francisco Salvador, Andrés Morris, Pompeyo del Valle y Ramón Oquelí.

Fue miembro sobresaliente de la Academia de la Lengua, Asociación de Prensa Hondureña, Sociedad Literaria, Comité Promonumentos a Juan Ramón Molina y otras instituciones de gran prestigio.

Su vasta y diversa educación le facilitó su continua labor como promotora de la cultura nacional. Además de su poesía, que se encuentra dispersa en diarios y revistas dentro y fuera del país y con algunos poemarios inéditos, fue creadora de una gran producción de ensayos, asimismo, ha incursionado en el género dramático y es biógrafa.

Muerte

Falleció el 1 de julio de 2014 en Tegucigalpa, Honduras. Sus restos mortales fueron sepultados en el jardín de Paz Perpetuo Socorro, sobre la carretera del norte a inmediaciones de San Matías.​

Publicaciones

Obras

Teatro

La lección de Sofía Seyers (1995).
Biografía

La batalla del amor, biografía de María Josefa Lastiri de Morazán (1992).

Ensayo

Valle en el génesis del panamericanismo (1977).
500 años después (1992).

Premios

En 1989 fue declarada “Panamericanista del Año”, en 1990, Graficentro Editores le confirió el Premio “Ramón Ortega” y en 1996 la Asociación de Prensa Hondureña (APH) le otorgó el Premio “Paulino Valladares”.




ANHELO VEGETAL

Quiero ascender hasta la huraña cima
y dibujarle con mis versos, árbol,
con un crayón de sombra vespertina
sobre el fondo violeta del paisaje

Quiero extender amplísimos los brazos
copiando el ademán de tu ramaje,
clavarme por los pies al horizonte
y cambiar por tu sangre esta mi sangre,

y tocarte las manos, árbol,
con un roce de novia solitaria,
entonar cien canciones primitivas
junto al oído verde del follaje

Quisiera superar esta mi carne
volviéndola madera de la dura,
para elevar la frente florecida
con retoños nacidos en la tarde

Oírle a la quietud su voz de pájaro,
al viento, el ensayar de su guitarra,
aprender el susurro de los bosques
y el llanto sin llorar de la montaña

Como tú, compartir mi pobre lecho,
con el mendigo grupo de las hierbas,
acariciar con mis raíces tiernas
la soledad obscura de las piedras.

Mirar a Dios andando en las estrellas
y en el blanco reír de la cascada,
en la hormiga nerviosa que en tu leña
se esconde de los ojos el invierno.

Si fuera vegetal, yo ya pudiera
bañarme con el agua de los cielos,
dejar que me rasgaran los costados
Y ofrendarles mi savia de luceros

Pudiera resurgir, afán de fénix,
de la ceniza que abonó la tierra,
cuando Nerón se sale del infierno
para incendiar el alma de la sierra.

Yo, no conocería los rencores,
ni el mal que hace llaga en los humanos;
Yo sería bondad, amor, silencio,
sombra y frescor clavado en el camino

Por eso es que quisiera ser un árbol,
para ser superior a mi destino;
para apagar la sed de dar eterno
esperando tan sólo un poco de agua. 






ELLOS
                                                      A mis hijos Litza, Arturo, y Patricio


Los saqué de mi alma
como si hubiera prisa.
No sé donde encontraron sus agujas
los dioses del instinto que tejieron
esos hilos tan tiernos de su cuerpo;
y no sé dónde obtuve el colibrí
que les puse en los dientes
para afinar su risa.

Su intuición fue tan sabia
que previendo mi infancia torturada
trajeron las muñecas
que encontraron dispersas                    
en la vivienda oscura de mi vientre.

Allí están ya.
Dinastía orgullosa
sus tres nombres
son blasón de mis siglos
perpetuados.
Ella,
una muchacha clara,
pinta con flúor musical
su casa.
Ellos,
jóvenes buenos,
están almacenando primaveras
y unas ideas grandes, para la hora amarga.

Yo que unté con amor
esos tres panes diarios 
que en la doceava hora de mi lucha
llevaron a sus labios,
digo:
también habrán de enarbolar mi empeño,
bandera pisoteada,
por un mundo tan ciego
que caminaba a pie
porque era ingenuo.

Ellos van a construir
con teodolitos nuevos
todos los edificios de la comprensión
a su debido tiempo.
Y guardaran sus conciencias
con respeto
para que no dibujen los carteles
del odio callejero.
 
Yo sé hacia donde van.
Si les dicté lecciones con esmero
desde que fueron óvulos.
Con una forma nueva
comparten los anhelos
y la argamasa noble
del ensueño.

También sé 
que ya no son mi yo.
Ni son mi cuerpo.
Que mi presente ya no está en 
su tiempo.
Harina de distinta levadura
son otro pueblo. 
Con el tamiz sereno del amor
repito:
ahora ya son. . . Ellos.
                          



EL QUE NUNCA LLEGÓ

Nunca llegó el que me tuvo en vela
El esperado sembrador de astros
sobre mi cielo negro.
Aquel. Hombre misterioso que trajera
en el centro de su alma firme y recia
un fiel a la balanza de mi ensueño.

Nunca llegó el de la paz ansiada.
El de armadura azul, jinete en vuelo
hacia la imperfección de mis ventanas.
Aquel. Lucha y amor, rima perenne,
bautismo sideral para mi anhelo
resquicio de canción, germen del verso.

¡ Tanto anunciar su arribo con mi reloj viajero !
¿ Cuánto ansiar la elocuencia de su guía
sobre lo subjetivo de la ideal ! Nunca llegó.

Árbol sin hojas me he doblado triste
sobre la soledad la soledad sepulcro abierto
y el epitafio de mi espera reza:
"Al que nunca llegó . . . porque no existe".

El que nunca llegó. Manuscrito no publicado, Tegucigalpa, Honduras .






¡ AL FIN LLEGASTE !
                                                  

 A José Arturo.


¡ Al fin llegaste, amado, a mi hosco mediodía!
¡ Al fin viste mis manos, que tras de la distancia
llamaban, como lirios flotando en la tristeza!
Viste mi fe olvidada como una gota de agua,
ya para evaporarse entre la oquedades . . .
y esa ternura tuya,
fué brisa refrescante bajo mi sol en llamas;
tu voz de amante pleno
cual vivero fecundo de semillas azules
hizo brotar orquídeas sobre mis piedras muertas.

¡ Al fin llegaste, amado, venciendo tu cansancio!
Con el pecho en raudales, desangrando,
pero con luz de amor entre los ojos.
Y cayó mi dolor sobre tus manos
con tibieza de lágrimas;
y se perdió en mis ansias el miedo de la conquista;
y tu voz fué cual rojo terciopelo
que alfombró mi vagar por los caminos.

Y compartimos todo:
desde la savia misma que corre entre las venas
hasta el hondo silencio para las soledades;
desde el beso que tiene sabores siderales
hasta la Gran Palabra que allana los destinos.

¡Al fin llegaste amado, hasta mi ensueño!
¡Como la media sombra que completó mi sombra!
¡ Cual marmórea columna para mi angustia débil!




MAR ADENTRO

Mar adentro . . . Mar adentro 
viaja un resumen de anhelos
que en el sodio de las olas
desbarnizan sus maderos.
El ayer amotinado
va desnudando palabras
con intenciones de espejo
sobre la proa del canto.

La noche es niebla que amarra
las puntas de los luceros;
en los dinteles del agua
se va asomando el recuerdo:

¡ Nube de mi juventud
fuiste gaviota de enero!
Con alas atropelladas
por espumas de lamento.
¡ Y está mi bajel orlado
por tantos listones negros!
Forcejean naufragando
los versos en mi cerebro.

Mar adentro . . . Mar adentro
se sumergió el sentimiento
y en arrecifes ocultos
sus velas se destruyeron.

La brújula de pasión
fue imantada en el exceso,
y pleamares de engaño
carcomiendo el velero.
Mi regazo de sirena
no retuvo su cabeza.
¡ Desgraciado amor de sal
desafiando a la quimera!

El marino despreció
mis escamas de tristeza.
Mis labios fueron gastados
por la espera de sus besos.
Aquel faro de dolor
que se quebró en cien pedazos
no dejarla de flotar
en caracoles morados.

Mar adentro. . . Mar adentro
pescadora de corales,
tendré que engañar mis redes
con moluscos del Ensueño.




EL ESPERADO

Dije una vez soñando:
¡ Ya viene él, el esperado! El.
El que viene muy despacio
para no pisar las hojas secas.

¿Lo escuchas hierba? Viene.
Mi espíritu se tiende sobre el aire
cubriendo por completo su llegada.

Su voz viril viene cantando
su voz viril y queda
su voz cálida y fuerte.

¡ Ya viene él ! Sombra precisa.
Sus ojos negros penetran en los míos
con posesión de llama;

ya siento hasta sus labios
tenazas de palabra
podando los ramajes de mi amor.

Horas de la penumbra lacerada:
¡ Traedme pronto al hombre
que ha de llegar tan quedo!

Hermoso como Apolo caminando,
imagino en mi joven arrogancia
¿ Cómo será su alma?

Se acerca . . . Si. Ya llega.
Lo intuyo por las flores extasiadas
viniendo hasta el imán de mi reclamo;
trayendo con su piel mano de siglos
la caricia completa
para esta tibieza de mis eternidades.

¡Estoy desde ayer mi canto esperándote
en la crisálida de una ansiedad
que estallará en tu imagen!

Y sin embargo, no era él. El esperado
cambio de ruta y encendió inconsciente
las ojas de mi llanto

¡ Cruzó de paso!




CANTO A LA PATRIA

PATRIA:
Todos preparan lenguas de campana
para nombrarte;
construyendo tus mapas
sobre selvas intactas,
junto a arenas azules,
con alquimia instantánea de celajes;
la multitud alarga tus vocales
con estridencias vanas;
las maquinarias copian tu bandera
sobre fríos papeles,
y la inquietud de amarte sin reservas
es una vez al año.


Mas yo, que soy enérgica proclama
tengo todo sobre mi ser para llamarte;
llevo bronces de idealidad,
mapas de sangre,
estridencias de corazón acelerado,
calor de venas,
emoción de consciente ciudadana,
y un subjetivo gozo de encontrarte
hasta en la oscuridad de mis entrañas.

Vives aquí en el iris de mis ojos,
para sentirte, Patria,
en el delgado paso de los niños,
en la cabaña que abre
su única puerta como boca de hambre,
en el pinar que dice leyendas en susurro,
en los campos labrados,
en la lluvia espumosa de los junios,
en los hombres cansados
por las hostilidades del trabajo;
y aquí en los edificios empinados,
que han afilado el vidrio de las cifras
para rayar el pecho de tus nubes.

Tú estás, Patria, en el aula.
Entre la polvareda de los autos;
en las casas blanqueadas
con la cal de la íntima confianza.
Estás entre las piedras de los Mayas;
en aquellos que llevan los puños levantados,
y en los poemas rotos
de algún libro olvidado.

Más que en ningún lugar
yo te aprisiono, Patria,
en la palma cerrada de mi mano;
donde un croquis de ríos
quirománticos trazos
le da a mis dedos fuerzas aceradas
para expresar en signos tu mañana.

Vas latente en mi índice
al señalar los cuadros de tus héroes,
cuyo espíritu vaga
ente la mescolanza
de ideas viejamente nuevas:
yo palpo a Morazán entre las hierbas
que borran las fronteras;
yo veo al Padre Reyes en la tinta
sobre blancos cuadernos
que emborronan los jóvenes al principio del año;
a Valle meditando en el descanso
de ruidosas imprentas;
a Cabañas, Herrera y a los predestinados,
en todos los nutridos con la leche
de candentes anhelos.

PATRIA:
Yo no quiero campanas
para nombrarte,
ni necesito esquemas
para sentirte,
ni trompetas que abran
agujeros sonoros en el aire
para poder cantarte.
Tú estás en el pigmento de mis brazos
que agitan vigorosos las ideas
más fuerte aún que en todas las imágenes.

PATRIA:
Mis manos son una sigma
y en su concavidad siempre te llevo
porque adentro, en mis nervios contraídos
llevo firme tu diástole,
mestiza hemoglobina dilatada 
por ardiente oleajes,
grano de inspiración que se agiganta,
en cada movimiento de mis brazos
le digo al mundo:
¡ Aquí tengo a la Patria !



SONETO DE CUMPLEAÑOS

Pasa un año y la vida es la que pasa.
Se fuga la ilusión por la ventana
y en cada renacer de la mañana
el ansia de vivir se despedaza.

Pasa la vida por el gran camino
y al llegar al umbral de la distancia
su murmullo que invade nuestra estancia
es como la visita del destino.

¿Qué soy? ¿Quién fuí? Veré mi sueño
abandonar el sitio en que descansa
y emprender la conquista con empeño.

Y huyendo de la nieve que la alcanza
el ave migratoria del ensueño
se dirige hacia el sur de la esperanza.





RETRATO DE UN MILAGRO

Inspirado Por Alice Odette

Vengo quizás del infinito
donde una micra de luz
enciende mil estrellas.
Es mis ojos habita la ternura
con que el Creador armó los genes
para que un hombre y una mujer
perpetuaran la especie.

Soy pequeñita, misteriosa y bella
como germen de amor.
Las palabras y la música
- enigmas milenario-
llegarán a mis labios ya, muy pronto,
como infalibles fundamentos
que deben ostentar todos los seres
para asumir la bendición del cosmos.

Apenas tengo el cuerpo de un pájaro asombrado
por los colores que atraen mis retinas.
Cuando duermo y sonrío
yo hago creer en los rosados ángeles
y en lo sagrado de la materna leche
que me transmite vida y calma.

Llanto, risa o caricia
aprendo a transigir con la alegría
para cuando haya que escribir mi historia.

El equilibrio universal
se hizo flor en mi
para que cuando ensaye diminutos pasos
puedan mis padres crear la melodía
que convierta en esperanzas sus espinas.

Ideas portentosas
que impregnan su ciencia en complicadas máquinas
excavan en los astros
y se quedan estáticas
ante las increíbles maravillas
que hay en la inmensidad de lo distante.

Y sin embargo yo estoy aquí
en el cercano hueco de un regazo
queriendo que me expliquen
el por qué de mi llanto o que es la vida.

¿Qué no vayan tan lejos
a buscar ilusorios paraísos!
Que ahonden en el dínamo de mi alma
o de quien inventó la esencia de mi sangre.
Por qué llegué a este mundo tan complejo
Sin más logros que un instinto y un destino
Que señalan caminos insondables.
¡Si yo soy expresión de eternidad!
¡Soy un milagro! 


http://elviacastaneda.blogspot.com.es/



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