viernes, 6 de febrero de 2015

IDALIA SAUTTO [14.721] Poeta de México


Idalia Sautto

Escritora mexicana (México, D.F., 1984). Estudiante de historia en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). Egresada de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem). Ha publicado el libro de cuentos y poemas Una vida tan llena de esdrújulas (Torres Asociados, México, 2007) y, además, un cuento suyo aparece en la antología Paso al frente. Ha participado en talleres literarios coordinados por los poetas Maricruz Patiño y Agustín Jiménez. Actualmente es asistente y ayudante en clase del filósofo Alberto Constante en un seminario sobre Heidegger.







Que las horas
me acerquen
al alivio del sueño
Girondo

Que el ronroneo de las palabras
Que su tintineo de abecedarios
            se duerma en mi soledad de atardeceres y domingos
                                   (de infamia y tedio que me inunda sin apagar ninguna sed,
                                                                                   es pronunciar tu aliento)

Que el alivio sólo llegue con palabras y no con sueños
Que los sueños sólo jueguen su mirada en la pasión
                                   (de mi deseo y mis sentidos y este amor sediento,
                                                                                  es una angustia constante)

Que el deletreo de un nombre
—tu nombre—
no me deje las manos en los ojos
que las palabras
                        no tranquilizan, no curan
                         no adormecen, no matan
                                               , no me reciben en su alivio

y aunque no tenga alivio


Que se detengan un poco en ese suspiro
Que las palabras no me obliguen a esconderme
bajo la cama
adentro del closet
atrás de una cortina que me ovilla gato
en el seno de esas frases tachadas

Que las palabras sin lluvia
—pero si sólo busco su alivio—
me reciban sin sombrero y sin acentos y sin mayúsculas
Que no se deleiten en domingo
Que se quiten la mugre de las uñas

Que el alivio engañe a las horas
y a las canas y a las miradas y a todas esas cosas
completas
Que no me cubren y sólo me calientan los pies
más o menos, no mucho
pero ahí dice
abajo
Que hay alivio
Ah, qué linda sorpresa: hay alivio
es la sábana tibia que me cubre los pies
                                   
(uno de mis pies tiene raíces de una planta,                                                                             
es un pasado imborrable)
Afuera de los paréntesis tampoco recuerdo nada
ahora me doy cuenta
Mis dedos apachurran las letras como si fueran un saquito de té

Que el té
Que el tú
Que el no tenerte
Que tu ausencia es demasiado para
—no me mires así cuando te hable de tu ausencia—
creo,
demasiado para una palabra que tiene los pies fríos

Que las palabras apenas sirven
y las tomo a cucharaditas para dormir
para defenderme de una sola letra
y no sentir y no ver y no leer
la gran G que traes en la frente

Que las horas me acerquen al alivio del sueño
Que el alivio sólo llegue con palabras y no con sueños
Que los sueños sólo jueguen su mirada en la pasión.






Pensando en tu boca
una boca cubierta de barba blanca
de barba azul en la pasión
            y de pestañas
            en algunos besos
y en algunos textos,
—que son más deseos que textos, que son como pestañas arrojadas—
            o cartas
o que tantas cosas y palabras y caricias
y el amor es color morcillo
            en la ternura de tus delgados labios
y en algunos sueños
En algunos sueños creo reconocerla ¿sabes?
Creo reconocerla más por tu mirada
o por tu nariz
o por tu aliento
o por tu ser de mil amantes y de siete suelas
más que por ser barba blanca
Que por ser barba blanca
termino creyendo
que beso pestañas,
perdón,
que beso deseos al besar tu boca.
Pensando en tu boca
tengo la seguridad
que si no fuera de barba blanca
no podría siquiera pensarla.





Constante san

Si cuento los números de mi boleto
escribiré en mi mente tu nombre
quiero decir
lo que significa tu apellido
de origen ruso
y emigrados
que tenían ganas de inventar
una larga historia que despierta la lluvia
             la lluvia no era para los adultos
             la lluvia no debe caer en tus ojos

Entre mis dedos mi boleto
es mi seguro de viajero
que no pierdo porque te quiero
también porque nadie sabe
pronunciar
las veces azules de tu olor
Constante san
tampoco saben dirigirse a ti
como a los cerezos
que rezan en Japón

En este tiempo
“cerezo” significa
“palabra perdida en recuerdo”
Constante san
escúchame
nadie te ha dicho que tu nombre cabe en un té
mucho más caliente
que la pronunciación
pregonada
en cada libro de Kanda

Nadie podrá cercar tu memoria
como las pestañas perdidas
que ya no tienen vuelo
azul precipicio
sin nombre
todos tus deseos
caben en una carta del tarot
para eso no necesitas pestañas
el sabor de las estrellas
son tu seguro de viaje
palabra pegada a los dedos

Si sumas los números de mi boleto
pensarás que todavía existe
una ventanita
y por ahí asomarás cada noche
que ha caído
como las flores de cerezo sobre los ríos.
Constante san
te han mentido
tu nombre significa
caligrafía
de manchitas rojas
en ese recuerdo está
la suma de todos los números
de boletos perdidos
y algunos sueños míos.






Poema para Alberto

como un suspiro
que huye ya por nada
sin hacer el menor ruido

sin saber que ha huido de mi propia voz
                                                    
no hay pestañas en el fin de mis lágrimas

sé que te extraño
cómo no podría extrañarte
si me alejo de ti
y vuelvo a despertar en un silencio sobre mi sueño

no es del gusto de nadie
mis uñas verdes muy verdes
sólo para la poesía o para algunas hojas
                                                   en donde espero
                                                   escondida
                                                   morada
                                                   pájara
marco el tiempo con las uñas
aunque incómoda
no tengo en las uñas alas de mariposas
sólo este barniz de realidad

verdes
escucho
los miedos más bruscos
ariscos
a cada momento
o me engaño
o me duele la lengua
cuando te extraño
cuando sé que duermes
allá
en esa casa sin barandal
sin ningún sostén







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